Nueva
Navidad, Nueva Esperanza, Nuevo Nacimiento…
Cuando
cada año, llega a su fin, surgen los motivos de las fiestas y las
vacaciones.
La
Natividad del Señor, es una fiesta que surge después del nacimiento
de Jesucristo hace más de dos mil años; eso no quiere decir que no
hubo anteriormente fiestas religiosas, pero este acontecimiento, ha
sido un motivo para ir uniendo al mundo a través del paso del
tiempo, la siembra es ardua, pero la cosecha es buena.
En
referencia a dicho acontecimiento, voy a recordar, una Noche Buena
en el campo, festejo, en la lejanía ciudadana, y con la tranquilidad
que se encuentra en la inmensidad de la pampa, con sus silencios, o
con el murmullo suave del viento al pasar por entre la vegetación y
dejarnos su música.
Generalmente
para las fiestas, la mayoría de los trabajadores se iban a
reencontrarse con sus familias, y allí en la estancia quedaban los
dueños o los encargados, llámese, mayordomo o capataz general.
Yo
recuerdo, que con ese motivo, muy arraigado en mi familia, que la
Noche Buena, se debía pasar en la casa donde se vivía, y al otro
día, casi siempre, nos íbamos donde estaban los abuelos, raíz más
cercana de la familia, que podía alternarse en cada año, en la
Navidad o el año Nuevo, con ambas raíces.
En
los días anteriores ya se venía trabajando en los preparativos de
la noche buena, se ponía a la vista en un lugar de la casa, un
pesebre con todos los personajes, con la cuna vacía hasta el día
del nacimiento de Jesús. También se preparaba lo del día de
Navidad, más si se pensaba salir temprano en la americana o el
vagón, según la cantidad de pasajeros.
Tanto
mi padre y mi madre eran los que dirigían todo el trabajo, traer y
elegir el mejor cordero, tener unas buenas yuntas de pollos a mano,
los pavos poco nos gustaban, sí, algún lechoncito invernado a maíz
unos días previos, tampoco faltaba el asado de vaca, a veces con
cuero.
Mi
madre amasaba panes dulces con bastante frutas secas y nueces, que
generalmente se traían del almacén de ramos generales de Santo
Domingo, aquel que fuera el primero de la fundación, y perteneciera
a la familia, Casielles y Quintana, que ya había cambiado de dueño
para ese entonces.
También
se traían los ricos turrones españoles y del país, vino, sidra, y
todo lo que era costumbre consumir para esas fiestas. La Noche Buena
se esperaba en la casa, como les decía anteriormente, algunas veces
se llegan parientes de la ciudad, generalmente de Dolores, donde
estaba la casa de mi abuela materna y en donde nací, en calle
General Rico, barrio del estadio.
Venían
primos y se jugaba luego de la cena en el patio de la casa, mientras
los mayores platicaban alrededor de la mesa de noche buena, en donde
el frescor, de la hora nocturna, invitaba a estar afuera, viendo las
luciérnagas volar con su farol, sintiendo el grito de algún chajá
alborotado por el paso de algo, alguna luz de los pocos autos que
había en ese tiempo, y pasaba por el antiguo camino real que
llamaban de Velásquez, todo era entretenido, que luego de los
brindis nos íbamos a dormir, pues al día siguiente partiríamos
para la Navidad con los abuelos, en Santo Domingo, donde estarían
los tíos y los primos. Otras hacia Dolores, pero, si pasaba para
Guido, el querido y desaparecido ferrocarril vía Juancho, pues lo
hacia un día hacia General Guido y al otro día hacia Mar del Plata
por el referido ramal, teniendo que combinar con la fecha. Nos servía
para viajar, durante el año, comprar diarios y revistas y era el
transporte de mercaderías y de la correspondencia entre otros
beneficios civilizadores.
En
esa Noche Buena, se elevaban plegarias de agradecimiento a Dios por
un año más y pedir la buena dicha para el que venía, haciéndolo
extensivo para todos por igual, con Paz, Salud y Trabajo.
Muy
Feliz Navidad, un próspero Año Nuevo y un encuentro con los Reyes
para todos.
Noé
Zenón Suarez Casielles-2016.