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-Música, poesía,
intérpretes.
Pero en el tango
siempre hay algo más.
Hubo un lugar donde
actuó la espectacular Mistinguette, de cuya visita se cuenta que,tras festejar en un
reservado borracha de champán, salió olvidando su pollera, hecho
que causó un gran
revuelo por el intento de verle, más al natural, sus increíbles
piernas.
Ese sitio lo
visitaron, en sus treinta y cinco años de reinado en la noche de
Buenos Aires, escritores
como Pirandello y Albert Camus, nobles como el duque de Windsor y el príncipe
Bernardo de Holanda, gente del espectáculo como María Félix, Orson Welles, Vittorio de
Sica, Maurice Chevalier y Errol Flynn, músicos, bailarines y cantantes como
Malcuzinsky, Stocovsky, Josephine Baker, Tito Schippa –quien cantó una noche, a la
entrada, porque se lo pidió una anciana mendiga- y gente tan extraña como Alí Khan o el
polígamo marajá de Kapurthala con su séquito de esposas, y tan indefinible como
Walt Disney, que cada noche regalaba dibujos, ebrio, de Mickey y Donald a las
bailarinas.
Era el Tabarís, el
cabaré más famoso de Sud América en su época, al que en París
“Le Quotidien”
promocionaba así: Si vous allez á Buenos Aires, n´óubliez pas de
faire un tour au Ta-Ba-Riz.
Más allá de la
resonancia de sus visitantes, y de la actuación de famosos artistas contratados, siempre
fue un espacio para el tango: Gardel era habitué y cantó repetidas veces y en su
escenario debutaron, muy jóvenes, Troilo y Pugliese. Pichuco le
confesó en un reportaje a
María Esther Gilio:
-A los catorce años,
ya de pantalón largo, empecé a trabajar contratado; ahí conocí a Vardaro, a Contursi,
a Osvaldo. Hacíamos tango de vanguardia. Íbamos a trabajar a las seis de la tarde
y no parábamos hasta que se iba el último borracho. Había días en que terminábamos
tocando con el sol en la cara.
El Tabarís encabezó
la belle epoque de la noche y la bohemia locas de los cabarés.
Entre la multitud de
tangos que hablan de ese tiempo y esa vida hay que mencionar,cuanto menos, a
Zorro gris, Grisetta, Madame Ivonne, Acquaforte, Tal vez será mi alcohol, Che,
papusa, oí, Mano cruel, Esclavas blancas, Pucherito de gallina,
Pompas,Moneda de cobre y
Aquel tapado de armiño.
El Tabarís fue
inaugurado el 7 de julio de 1924 en Corrientes 831, en la planta baja
del Royal Pigalle,
accidentadamente: no funcionó la calefacción y la honorable y
nutrida concurrencia debió
permanecer, y hasta bailar, con sus abrigos.
Su fascinante
historia comenzó en 1905, cuando el local superior lo ocupaba el
diario de origen francés “Le
Courrier del Plata”; poco después fue adquirido por el teatro
Royal, que ubicó en el
espacio disponible abajo al cabaré Royal Pigalle, que cerró al poco tiempo. En 1924
Andrés Trillas, francés hijo de españoles que había llegado al
Río de la Plata a las catorce
años, compró el edificio, reconvirtió en teatro el Royal Pigalle y
creó en su antiguo lugar,
a todo lujo, el cabaré al que Cadícamo dedicó este verso: -Che bacán de rango
misho, te diré algo:/ me alegra relojearte entre toda la mersa que
va al Tabarís…
Los hombres entraban
de smoking y las damas de vestido largo. Concurrían parejas,pero la mayoría del
público eran hombres solos que usaban algunos palcos y reservados,ocultos por espesos
cortinados, para caer en la tentación de las llamadas “poupés de importación”:
jóvenes francesas y polacas, las primeras en fumar en público, con
las que, al menos a
partir de la medianoche, había que tomar abundante champán –cada copa costaba la
mitad del sueldo de un trabajador común- y luego acordar al precio
del encuentro carnal.
Pero a toda fiesta
le llega su final.
En la madrugada del
19 de enero de 1959, desbordado por una muchedumbre, discurrió la última noche del
mítico Tabarís. Una fortísima crisis financiera impuso el cierre.
Por años alquilado,
por años abandonado, a punto de ser demolido, el edificio se salvó porque en 1981 lo
compró el empresario teatral Carlos Rottemberg. No obstante, no fue la salvación
definitiva: también acuciado por deudas, Rottemberg lo alquiló a
una iglesia evangélica
–una de tantas paradojas sorprendentes en la aventura del tango y
sus lugares-, aunque en
2006 recuperó oxígeno económico, rescindió el contrato y sumó
allí dos salas más a su
circuito de escenarios.
Dicen que aun hoy
por los alrededores hay quienes creen advertir, en una brisa de
fiesta,los espíritus de
Gardel, la Baker, la Mistinguette, Chevalier, los nobles y, claro,
del gordo Pichuco…