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sábado, 7 de diciembre de 2013

Extraña travesía :los rincones secretos del Palacio Salvo


El Palacio Salvo ha sido emblema y testigo de la ciudad, un nuevo libro repasa la historia y las leyendas de un edificio cargado de magia y secretos.

Mariela García, Daniel Elissalde (*)
 
Cómo se siente entrar al Palacio Salvo? Es raro ingresar a un lugar que es monumento histórico y a la vez casas de familia. Patrimonio público y espacio privado.

Un mundo. Con sus enigmas y misterios. Con vida propia.
Resulta fascinante mirarlo desde abajo, cuando cada vez está más cerca y la torre comienza a esconderse, algo distorsionada por la perspectiva.
Cruzar el umbral... ¿dónde?
¿Por el estacionamiento, descendiendo hasta las entrañas? ¿En el Pasaje Andes, por la escalera oculta tras una puerta de hierro o los ascensores que están al lado? ¿Frente a la Plaza, por una puerta de servicio que parece no habilitada? Quizás por el hall principal, iluminado, adornado con murales que ilustran momentos claves de la vida del edificio. O por la entrada de al lado. Allí está -escondida a un costado- una de las escaleras señoriales, de mármol blanco y gris.
Los primeros peldaños pasan lento, mientras la mirada recorre los detalles. Un vitral pequeño anuncia un ambiente amplio y oscuro. El piso de mosaicos brilla -dibujando guardas verdes, lilas, amarillas, pájaros que parecen custodiar las esquinas- aunque los reflejos lleguen desde ventanas lejanas. Al fondo Radio 30, casi transparente. Alguien que sale, rápido.
Otra escalera de mármol veteado y herrajes con el logo del edificio, sugiere la continuación del camino.
Espacio bañado de blanco. Vestíbulo del antiguo salón de fiestas. El interior aséptico, víctima de una lluvia de pintura y yeso. Selva de cables, conexiones y nudos que atraviesan o sobrevuelan tabiques que lo compartimentan, puestos como ropa precaria.
En el centro permanece el balcón interior, donde tocaban las orquestas. Ecos de trompetas, bandoneón y tumbadoras. Bordeándolo, las ventanas a los balconcitos que dan hacia la plaza, inutilizados ahora por cristales que llegan hasta el suelo.
Del otro lado es sólo la escalera, que se abre en dos. Al subir aparece el vitral, ocupando todo el campo visual. Cercano en sus detalles y uniones de plomo, en sus mellas. Despojado de la luz que seguramente dispondría en tiempos de esplendor. "Los barqueros del Volga" miran desafiantes y convencidos.
El reflejo de un luminoso advierte -en medio de la oscuridad- la presencia del Club "Casa del Billar", escondido y silencioso.
El pasillo sigue. Hay puertas laterales, con la particularidad de abrirse a escaleras internas y a otras puertas, como si fueran apartamentos diferentes, con más de un nivel.
La luz llega desde una claraboya resplandeciente que corona el pozo de aire. Al llegar al último escalón, se abre un palier amplio y rectangular, con promesa de ser definitivamente un elemento regular y previsible.
En el centro la P y la S entrelazadas, los vértices adornados con la flor de lis. Al frente los tres ascensores y a la izquierda las ventanas de madera que dan a la primera azotea.
Al otro lado están los apartamentos. Luego empiezan los pasillos, los recovecos, el laberinto. Corredores que salen a otros corredores. Puertas casi todas iguales. Sólo algunas con marcas, timbres especiales o alguna placa.
Aunque los focos se vayan encendiendo a medida que uno pasa, no quiebran la oscuridad, o más precisamente la sensación de ir ingresando a lo profundo, a la posibilidad de perderse.
En un rincón un ascensor antiguo y grande, junto a la escalera. Tras una esquina dos más, que dan a un pequeño espacio, con ventanas a otro pozo de aire.
Hay puertas que no se sabe hacia dónde conducen, ductos y escaleras escondidas.
Por una de ellas se llega al quinto piso, o al sexto quizás. Se escucha música, el ruido de una escoba. Pero no aparece nadie.
Se van iluminando puertas y paredes, vericuetos, descansos. Alguien abre, mira. Desde el palier pequeño se divisa la cúpula. Frente a los ascensores que quizá lleguen desde el Pasaje Andes. La torre -sola- vista esta vez desde adentro, como si se tratara de otro edificio.
Un muro cierra la escalera estrecha. De vuelta en el hall principal, una ventana sin tranca. Se adivina el viento por su silbido. Al abrirla con cuidado pega fuerte. Hacia arriba se presiente la torre, exactamente encima. Revelada en sus detalles, por las sinuosidades que sobresalen de su contorno, por las cornisas y concavidades de los balcones. Hacia abajo el "patio trasero" del Salvo. Persianas pintadas de diferentes colores, ropa colgada, cables, los desagües de las graseras.
El último escalón lleva a la máxima claridad, bajo la claraboya que se vislumbraba desde el principio. La culminación de la base, el fin de las certezas.
Es necesario recorrer el piso para poder continuar el camino. Parece el más intrincado. Algunas puertas anchas, pasadizos oscuros, intersticios que no había en los otros. Los ascensores terminan allí. Aunque alguno de ellos debe llegar más arriba. Una escalera se cierra en una puerta de hierro, otra en una de madera.
Finalmente, una pequeña y de mármol conduce al piso superior. A un lado una terraza amplia, al otro un palier angosto hacia donde dan los apartamentos, que no son más de cinco o seis.
Los pisos se suceden, las distancias se reducen. Ya no hay luz natural. Comienza una especie de vértigo en el ascenso.
El sonido de una llave rompe el silencio, antes quebrado apenas por algún ruido perdido o por la presencia cada vez más manifiesta del viento.
Las únicas pistas para saber el punto exacto del recorrido son los números que indican algunos de los apartamentos. Mil quinientos y algo, el mármol rosado y gris en las paredes. Mil setecientos, el intento de recuperar el diseño original en los mosaicos, con un una flor de lis que quiere aparecer tras las pisadas, las capas y el paso de los años.
Mil ochocientos, un mural con el retrato de Frank Sinatra joven. Mil novecientos, una puerta de madera gruesa e imponente. Dos mil cien, una ventana al final del pasillo.
Por un instante el contacto con el exterior. La luz. El vértice de una de las torretas, increíblemente vista desde arriba, casi al alcance de la mano. La ciudad extendiéndose, allá abajo.
Piso veintidós, una ventana cubierta y un cuadro tal vez de Venecia, con góndolas, colgado en una de las paredes. No aparece nadie, como si el edificio estuviera vacío y sólo fuera un monumento para visitar.
Piso veintitrés, una sola puerta. Una abertura protegida con rejas, cerrada con candado. Tras el vidrio el balcón. Quizás el más alto. Sitio casi exclusivo de quien viva allí, si es que vive alguien.
Otra vez la ciudad y el mar.
Hace rato no hay señales de vida. Sólo el silbido del viento y el ruido del ascensor cada vez más lejano.
Se acerca la cúpula. Una puerta, como las otras, no puede imaginarse exactamente hacia dónde dará ni qué vericuetos -de los que se ven desde afuera- unirá o permitirá acceder.
Comienza una escalera de madera. Luces dicroicas marcan el rumbo hacia el piso de arriba. Sendero que vuelve trunco una reja. Fin del camino.
A través de ella pueden verse las ventanitas del mirador, que hace unos años se instaló nuevamente y estuvo por un corto lapso funcionando. También se ven las raíces de la antena, actualmente poco a poco desmontada.
El fin del camino.
Queda iniciar el descenso. Pasar nuevamente por cada escalón, frente a cada puerta.
Detrás de cada una de ellas se esconden y tejen historias, leyendas. En los corredores, en los pasadizos. En muchas de las personas que viven o vivieron en el edificio, que trabajaron en él o lo pensaron. Que volvieron posible y alimentaron con sus acciones la larga vida que lleva, y más aún, la memoria.
Se trata de descubrirlas, de recrearlas. De intentar atravesar espacios y épocas, para que de algún modo nuevamente surjan: tanto como cada uno de nosotros podamos trazarlas y rescatarlas, infundiéndoles un nuevo soplo de vida.
(*) Autores de Historias del Palacio Salvo (480 pesos, distribuye Gussi) de donde está tomado este texto.

Fin de la polémica: exhiben la cédula de Carlos Gardel


Se puede ver hoy en el museo de Tacuarembó

Desde hoy el público podrá contemplar la prueba documental de que Carlos Gardel nació en Tacuarembó. Se trata de su Cédula de Identidad argentina emitida en octubre de 1920. Allí el cantor se definió como "artista", soltero y uruguayo.

El documento de identidad dice que es uruguayo, nacido en 1887 en Tacuarembó.
TacuarembóJosé Estevessáb dic 7 2013 03:00
Durante años la polémica sobre el lugar de nacimiento del mayor cantor de tangos de la historia dividió a los investigadores del mundo entero. Todo terminó cuando la investigadora argentina Martina Iñíguez presentó una prueba de difícil refutación: su cédula de identidad emitida en Argentina.
Ahora Iñíguez concedió al departamento de Tacuarembó una copia de la cédula de identidad Gardel donde consta su nacionalidad uruguaya. La copia pasará a ser exhibida en el museo que lleva su nombre en Valle Edén, departamento de Tacuarembó.

Prueba

El descubrimiento de Iñíguez ha sido catalogado por la Fundación Carlos Gardel como "una prueba más" sobre su nacionalidad oriental.
Al respecto el director general de Cultura de la Intendencia de Tacuarembó e integrante de la Fundación Carlos Gardel, Carlos Arezo Posada, informó ayer a El País que el documento exhibido establece la nacionalidad, estado civil, fecha de nacimiento y su profesión.
"La cédula dice que es soltero, artista, y nacido en la ciudad de Tacuarembó (Uruguay) el 11 de diciembre del año 1887", informó el jerarca.
Arezo mencionó que en el documento "aparece la foto de Carlos Gardel del año 1920, en donde estaba un poco excedido de peso y su huella dactilar que se incorpora al documento".
Desde que Iñíguez anunció que había localizado el documento el gobierno departamental de Tacuarembó comenzó una campaña para hacerse de una copia de la cédula.
"Esto comenzó hace unos meses cuando nos llegó la noticia de que alguien aportó a la investigadora Martina Iñíguez el documento original de identidad de Carlos Gardel que data de octubre del año 1920", dijo.
Sin embargo poder acceder al documento tardó algunos meses y recién ayer (viernes) fue presentado oficialmente.
"Después de realizar los trámites correspondientes hemos recibido en la Dirección de Turismo de la Intendencia una copia ampliada de ese documento que estará exhibiéndose en el Museo Carlos Gardel", dijo.
De todas maneras en Tacuarembó también se dejará constancia de una copia del documento en su tamaño original, similar al de las antiguas credenciales cívicas.
"Tenemos también la cédula en su tamaño original que es semejante a las que se otorgaban en Uruguay hasta el año 1960, parecida a las viejas Credenciales Cívicas", explicó.
Según Arezo reafirma la información obtenida sobre la inscripción de Carlos Gardel en el consulado uruguayo en Buenos Aires a principios de octubre del año 1920. "Con esa inscripción y en base a una ley uruguaya que permitía a nuestros ciudadanos indocumentados en el exterior, poder inscribirse en el consulado", expresó.
El director general de Cultura recordó que la existencia del documento de identidad de Carlos Gardel era sabido por los investigadores uruguayos dado que se tenía información sobre el registro de que el Zorzal Criollo había gestionado su cédula de identidad en Argentina.
"Teníamos el número del trámite, pero no teníamos en nuestro poder el documento y ahora está en Tacuarembó y estará en exposición en el Museo Carlos Gardel para reafirmar nuestro acervo cultural", indicó.

AVENIDA INTERNACIONAL. ALGO MÁS QUE UNA LINEA DIVISORIA. Por Julio Dornel.

                                                  Escritor y periodista Julio Dornel
                                                                             Gaucho

                                                                Laguna de los Patos


Cuando se fijaron los límites entre ambos países, nadie se hubiera imaginado que dos siglos más tarde esta línea divisoria se podía convertir en el sitio deseado por los comerciantes que pretendieran radicarse en este enclave fronterizo.
 En la actualidad y superando cifras millonarias, más de 20 “free-shops” y otros tantos comercios tradicionales ofrecen al turista una variada gama de artículos importados y nacionales que han generado una nueva corriente de compradores. De alguna manera se ha ido perdiendo la identidad del pueblo porque las tentadoras ofertas convencen al “grupo familiar”, asegurando el futuro mediante una buena administración.
 Los números que en definitiva son los que mandan han generado una nueva mentalidad, son pocos los que hablan de la parte humana, histórica y edilicia de la frontera que fue creciendo “sobre la línea divisoria de dos países con la misma pena”, como lo dijera el poeta Rondan Martínez.
 Tampoco son recordados los ilustres apellidos de viejas familias que fueron construyendo lentamente la aldea y que hoy adornan los panteones del cementerio ante la indiferencia y el olvido de la gran mayoría.
Una verdadera lección de historia donde las diferencias desaparecen y las nacionalidades de quienes llegaron en busca de la tierra prometida descansan juntos para siempre.
 Esta avenida internacional (Uruguay- Brasil) que luce orgullosa sus luces de neón, los bustos de Artigas, el Barón de Río Branco y el Olivo de la Paz, fue escenario de muchos festivales populares donde podemos destacar las caravanas deportivas festejando triunfos memorables de la selección brasileña o el “maracanazo” uruguayo del 50.
 Como olvidar el festival del SOL NACIENTE con la participación de lo más granado del canto uruguayo en el auge de su gloria. Una avenida internacional que vio pasar muchas generaciones por la adolescencia y la juventud, sin darse cuenta que llegaban a peinar canas sin saber que habían vendido muy barato sus mejores años. Avenida internacional que supo tener una Terminal Turística inaugurada por el Ministro Justino Carrere Sapriza en cumplimiento a un proyecto demencial de los gobernantes de turno.
 La misma estaba construida en el sitio que ocupan actualmente los bustos de Artigas y el Barón, disponiendo de todas las oficinas que tiene actualmente fuera de la planta urbana de la ciudad.También sobre esta línea divisoria estuvo durante varios días el Ejército brasileño tras el golpe de estado que derribó el 31 de marzo de 1964 al presidente Joao Goulart (Jango),custodiando el ingreso de algún revolucionario procedente de nuestro país. Sus reformas socialistas fueron consideradas contrarias a los intereses de los militares y de la derecha brasileña.
 Fue en esa oportunidad que vimos por primera vez una “línea divisoria” que realmente nos separaba y sentimos las consecuencias de una represiva dictadura. Fue el escenario de viejos litigios pretendiendo satisfacer ambiciones y resentimientos a costa de los vecinos. Esta línea divisoria fue también durante la dictadura uruguaya, el pasaporte hacia la libertad para que muchos uruguayos pudieran dormir y trabajara pocos metros de la represión.
Una avenida poblada de recuerdos
Pequeñas cosas y escenas cotidianas para imaginarnos la llegada de Mario de San Vicente trayendo en diligencia la primera pelota de  fútbol allá por 1919, don Silvio Fossati ingeniándose para poner en marcha su fábrica de tabacos, Querubín Maside presidiendo el club Social Luz y Vida con sus reinados de primavera, Don Octavio Pereyra supervisando atentamente el orden del bar Opel donde se arreglaban los problemas del mundo y se discutían los resultados del fútbol local.
El cine del vasco Lasa,el bar de “Walters”, Casa Fernández, tienda Caticha, el peluquero Sadí, la fábrica Fossati, don Leopoldo Vogler, la escuela 28, el bar Opel, la herrería de Perucho, el centro cultural del “Indio” Castillos y la panadería de Mauro que todavía subsiste. Todos ellos sobre la avenida Internacional.
Es también en la actualidad el escenario de un fenómeno social que amenaza quedarse por algún tiempo. Para comprobarlo basta que la brisa del atlántico nos traiga desde el cantero central el olor de alguna sustancia que lentamente se viene integrando al comportamiento de la sociedad.
Debemos respetar la libertad para decidir sobre su consumo. También la tolerancia correspondiente para tratar al enfermo, pero es evidente que hay una sociedad permisiva que todavía no ha tomado conciencia sobre la violencia generada por estos comportamientos. Lo vemos diariamente.
Robos, copamientos y una crueldad que tiene sus raíces muchas veces en el consumo de estas sustancias. Todo esto conduce a señalar que la Avenida Internacional se ha convertido en punto de encuentro para los vecinos que durante más de 100 años cruzaron en distintas direcciones sin saber a ciencia cierta en qué país se encontraban.
 Sitio obligado para el encuentro casual con algunos compañeros de la infancia o de la juventud para evocar circunstancias guardadas celosamente en el “disco duro” y evocar con alegría los tiempos vividos en el otro Chuy.
Pasaron los años pero la imagen de aquella avenida de tierra y arena que serpenteaba entre los dos países se mantiene intacta en la memoria de algunos pobladores. En las últimas décadas podemos señalar grandes modificaciones en los hábitos fronterizos y donde también han desparecido los espacios verdes que en el siglo pasado sirvieron para gastar energías en algún “picado” del fútbol amateur.
Hoy la vida sedentaria se pretende transformar en el gimnasio o caminando diariamente por la ruta 9, dando cumplimiento a las indicaciones del facultativo. Por ese motivo la Avenida Internacional sigue siendo el punto de concentración y cita obligada de la actividad comercial de una comunidad que sigue “respirando” sobre la línea divisoria de ambos países.

El ADN humano más antiguo pone “patas arriba” la evolución

El Observador/Cromo

Manuel Ansede / Materia - 5/12/2013
La lectura de una parte del genoma de un individuo que vivió hace 400.000 años en la actual España devela un parentesco inesperado con un grupo humano siberiano desconocido hasta 2010 e inaugura una nueva era en el estudio de la evolución
Javier Trueba/Madrid Scientific Films/Materia
Javier Trueba/Madrid Scientific Films/Materia
Muestra de dos gramos de hueso utilizada para estudiar el ADN heidelbergensis
Un humano que vivió hace 400.000 años entre osos y leones en lo que hoy es la península Ibérica ha puesto patas arriba, una vez más, lo que se sabe sobre la evolución humana. El análisis de dos gramos de su fémur, sepultado durante todos esos milenios en la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca (Burgos), muestra que su ADN está relacionado con los denisovanos, un nuevo grupo de humanos descubierto en 2010 a partir de un par de dientes y un minúsculo hueso del dedo meñique desenterrados en una cueva de Siberia (Rusia).
El hallazgo es una sorpresa monumental. Sería como encontrar fuera de contexto una persona negra con un apellido vasco, según el ejemplo del paleontólogo Ignacio Martínez, coautor de la investigación. El grupo humano de la Sima de los Huesos, clasificado como Homo heidelbergensis, posee rasgos neandertales, así que se esperaba que su ADN estuviera relacionado con esta otra especie humana, extinguida hace unos 30.000 años en sus últimos reductos del sur de la península Ibérica. Sin embargo, el ADN, el más antiguo leído hasta la fecha, muestra un parentesco inequívoco con los denisovanos, cuyos únicos restos se han encontrado a miles de kilómetros de España.
“Este estudio pone todo patas arriba”, resume Martínez. Los científicos ofrecen cuatro posibles escenarios para explicar la sorpresa. El primero, que los humanos que hace 400.000 años vivieron en Atapuerca tuvieran un ancestro común con los denisovanos, y que ese ancestro común no fuera antepasado de los neandertales. “Obviamente significa que los denisovanos, sean quienes sean, se encontraban en el Pleistoceno Medio ocupando una área geográfica vastísima, que iba del sudeste asiático hasta el oeste de Europa”, opina el genetista Carles Lalueza-Fox, ajeno a esta investigación y especialista en genomas antiguos. Según esta primera opción, un grupo humano desconocido hasta 2010, los denisovanos, se paseaba por toda Europa de punta a punta, llegando incluso hasta la actual Mongolia hace 400.000 años.

“Un tren que parte del Homo antecessor

“Yo no estoy tan seguro”, confiesa Martínez, del Centro de Investigación sobre la Evolución y Comportamiento Humanos de Madrid. Su equipo en este estudio, dirigido por Svante Pääbo, padre también del genoma de los neandertales, plantea una segunda posibilidad: que la población de la Sima esté estrechamente relacionada con los ancestros tanto de los neandertales como de los denisovanos. “El ADN mitocondrial neandertal también estaría presente [en los humanos de la Sima de los Huesos], pero quizá en un grupo en otra cueva o en otros individuos de la misma cueva, lo sabremos en el futuro”, sostiene Matthias Meyer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania). “Es mi escenario preferido”, afirma Meyer, primer firmante del estudio, admitiendo que de momento sólo es una “especulación”.
Otro de los coautores del trabajo, el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, apoya un tercer escenario: que el Homo antecessor, una especie humana de 900.000 años también hallada en Atapuerca, a un kilómetro de la Sima de los Huesos, diera su ADN mitocondrial a los denisovanos. “Imaginemos un tren que parte del Homo antecessor, hace una parada en la Sima de los Huesos y llega hasta los denisovanos”, explica Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de Atapuerca y consejero editorial de Materia. “¿Dónde estarían en esa vía los neandertales? Pues no lo sabemos”, admite. “De momento, yo no cambiaría los carteles del Museo de Evolución Humana”, bromea.
Su colega Ignacio Martínez cree que la obtención de un ADN tan antiguo es un hito histórico, que inaugura “una nueva era en los estudios sobre la evolución humana”. Sin embargo, advierte de que el ADN obtenido a partir de los dos gramos de fémur de la Sima de los Huesos es mitocondrial, el que se hereda de la madre, por lo que es muy pronto para hacer aseveraciones. “Si un indio sioux tiene un hijo con una mujer sueca, el ADN mitocondrial del niño nos dirá que viene de Suecia. Este tipo de ADN sólo nos muestra una parte de la historia”, lamenta.
Los investigadores de Atapuerca trabajan ahora con los expertos del Max Planck alemán para intentar recuperar “al menos una pequeña parte del genoma nuclear” de los Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos, según adelanta Matthias Meyer. En el núcleo de las células se encuentra la inmensa mayoría de los más de 25.000 genes de un humano, pero hay unos 40 genes fuera de él, en las mitocondrias, las centrales energéticas de las células. Ese ADN mitocondrial que los humanos heredan de sus madres es el que se ha podido rescatar por el momento en los Homo heidelbergensis.
Finalmente, el estudio de los restos de Atapuerca, publicado el miércoles en la revista Nature, sugiere una cuarta posibilidad: los neandertales y los denisovanos serían un mismo grupo con un antepasado común, mientras que los humanos de la Sima de los Huesos formarían parte de otro grupo diferente. Esta opción es débil, porque implicaría que los rasgos neandertales surgieron en ambos grupos de manera independiente.
Hace un año, los investigadores de Atapuerca anunciaron que los Homo heidelbergensis podían hablar hace 400.000 años, tras constatar que el ancho de banda de su canal auditivo estaba preparado para escuchar sonidos emitidos por bocas actuales. Ahora esperan que hable su ADN.

¿Corrupción?Cruce de acusaciones agita interna sindical

read anunció que presentará documentación al secretariado



Richard Read
Abdala afirmó que lo importante es el Plan de Vivienda Sindical.
La utilización de fondos económicos por parte del Plan de Vivienda Sindical, por un lado, y de un préstamo del BID a la FOEB, generó un cruce entre los dirigentes Marcelo Abdala y Richard Read, ambos referentes del PIT-CNT.
Read, en el último Secretariado del PIT-CNT, pidió a la Comisión de Vivienda una ampliación de información económica de su funcionamiento. Uno de los referentes de dicha Comisión es el metalúrgico Eduardo Burgos. Ayer, en el diario El País, el coordinador del PIT-CNT, Marcelo Abdala señaló que está bien que los secretarios de las comisiones rindan cuentas pero aclaró que es diferente que se trate de “prostituir” el proceso de la Vivienda Sindical. A esto agregó: “¿Me gustaría saber que hizo Read con los US$ 500 mil del BID?”. Ayer, el dirigente de la Bebida anunció que llevará información al próximo Secretariado del PIT-CNT sobre cómo se utilizaron los US$ 660 mil para la capacitación sindical a varios gremios.
Consultado por LA REPÚBLICA sobre su planteo de pedir informes a la Comisión de Vivienda del PIT-CNT, Read explicó que el Secretariado convocó a la referida Comisión para que diera un informe de situación, tras una serie de denuncias de irregularidades relacionados con el Plan de Vivienda Sindical, por parte del semanario Búsqueda.
En tanto, Abdala se excusó de hacer declaraciones y precisó: “lo que tenía que decir ya lo dije; pero acá lo que importa es el impacto que significa el Plan de Vivienda para los trabajadores. Lo otro es un chiquitaje.”, dijo a LA REPÚBLICA.
Read comentó que el martes pasado, los integrantes de dicha Comisión dieron un informe y entregaron documentos, pero el dirigente de la Bebida Richard Read consideró que la información suministrada era parcial y pidió una ampliación de informes. Consideró que faltaba un informe económico que permitiera rebatir una “grave” denuncia hecha semanas atrás por el semanario Búsqueda.
En este último Secretariado, Read presentó una serie de preguntas a los integrantes de esta Comisión para saber cuáles eran los criterios para el otorgamiento de las viviendas, así como para la selección de empresas para la construcción, si hubo una propuesta nacional o extranjera en las inversiones, así como el criterio de gastos en la Comisión.
Read aclaró ayer que “no hice ninguna denuncia contra la Comisión de Vivienda, ni la juzgo, sino que formulé un pedido de informe financiero”.
Señaló que consideró importante despejar cualquier tipo de dudas, así como tener la mayor cristalinidad posible porque se trata de un tema de credibilidad.
Manifestó su sorpresa que Abdala haya planteado el tema del préstamo del BID a través de la prensa. Informó que con esos recursos se estaba financiando un proyecto de capacitación sindical para unas 750 personas que involucran a los sindicatos de la bebida, el dulce, los molineros y la carne. Sin embargo, los beneficiarios fueron unos 1.200.
“El primer acto que se realizó fue una firma de documentos donde ninguno de nosotros cobraría salario ni viáticos”, aclaró Read.
Dijo que ya hubo dos auditorías del BID y que incluso el banco pidió que se comprara un sofware y que se utilizara un solo correo electrónico para tener un trato bilateral. Señaló que en esta etapa final habrá una auditoría económica y otra técnica para determinar si se siguió con los pasos. Anunció que estarán sobrando unos US$ 25 mil de la capacitación. Read aclaró que en el próximo Secretariado se presentará la documentación sobre lo actuado con el BID.
Préstamo
El préstamo del BID fue por US$ 660 mil, precisó Read. Se utilizó para la capacitación sindical a varios gremios. En principio estaba destinado a 750 personas y al final los beneficiarios llegaron a 1.200. Involucró a sindicatos de la bebida, el dulce, los molineros y la carne.