No es
la primera vez que el tema de la violencia en esta ciudad, merece un
espacio en nuestros comentarios, para plantear una situación
reiterada que se manifiesta de ambos lados de la línea divisoria
preocupando seriamente a las autoridades.
Esta
situación que está denunciando un cambio en el comportamiento de
algunos sectores de la población y que viene generando diversas
movilizaciones de las fuerzas vivas está demostrando además de la
gravedad, la falta de respuestas que deberían poner coto a estos
hechos delictivos.
Será
necesario que la población tome conciencia de que estas cosas pueden
suceder en cualquier hogar fronterizo.
Nadie
está libre de vivir situaciones de violencia, aunque por lo general
mientras las cosas se desarrollan fuera de nuestro entorno somos
meros espectadores y hasta miramos con indiferencia los problemas
ajenos. Si tenemos salud, vivienda y trabajo nos sentimos “casi
realizados” y resulta muy difícil que nos detengamos a pensar en
las injusticias que se cometen diariamente, ni en la posibilidad de
que en cualquier momento podamos perder estas cosas que hoy nos
tranquilizan.
Hace
algunos años en otro medio de comunicación publicábamos una
dramática pieza de Ionesco que se refiere precisamente a la
indiferencia con que algunas veces observamos algunos
acontecimientos. La pieza hace referencia a la vida tranquila que
transcurría en un pequeño pueblo francés hasta el día que aparece
un rinoceronte caminando tranquilamente por la calle.
Si
bien se trataba de un hecho insólito porque el pequeño pueblo no
tenía zoológico, los habitantes no tomaron ninguna medida y
comenzaron a discutir sobre la procedencia del animal. Al otro día
algunos habitantes comenzaron a sentir algunos malestares físicos y
manchas en la piel, emitiendo sonidos guturales muy distintos a los
humanos.
Recién
en ese momento empiezan a preocuparse, surgiendo la idea de que
tenían que aislar a las personas afectadas para evitar el contagio.
Pero en forma simultánea surgen nuevos rinocerontes y por extraño
que parezca comienzan a organizarse para destruir el pueblo.
Como
algunos habitantes todavía no se habían contagiado, terminaron
convenciéndose de que a ellos no les iba a suceder nada y por la
tanto no tomaron ninguna actitud. Los otros por su parte se fueron
resignando y aceptando la situación como algo normal.
Mientras
otros siguen discutiendo, los rinocerontes se van multiplicandos y la
población se va acostumbrando a observar cómo los rebaños recorren
las calles destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Todo
continuaba dentro de la “normalidad” hasta que un vecino enciende
la radio y solamente escucha los ya conocidos sonidos guturales de
los rinocerontes.
Lo
primero que hace es llamar a la policía para denunciar el hecho,
pero le responden con el mismo lenguaje. Recién en ese momento se da
cuenta de que el pueblo estaba en manos de los rinocerontes…pero ya
era demasiado tarde.
Como
señalamos al principio se trata de una magnífica obra de Ionesco
que nos hace pensar en los pequeños problemas o situaciones que
surgen diariamente y a los cuales no les damos importancia porque
todavía no están en nuestro entorno. Si ponemos atención en el
relato de Ionesco, podemos asociarlo con situaciones que se están
viviendo en nuestra ciudad con otros rinocerontes. No podemos negar a
esta altura de los acontecimientos, que estamos viviendo una época
de extrema violencia, y sobre todo de un desprecio total por la vida
humana. Son las tragedias cotidianas que no vemos o no queremos
ver.