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martes, 21 de julio de 2015

“DOÑA MATILDE” UNA DEUDA DE GRATITUD. Por Julio Dornel.



De acuerdo al trabajo de investigación histórica realizado por el equipo periodístico que tuvo a su cargo la redacción del HISTORIAL DE CHUY (Grupo Nuestro Horizonte), cuando finalizaba el año 1953 se constituyó una comisión vecinal con el único fin de lograr un liceo regional para esta localidad. Este movimiento impulsado por la directora de la Escuela 28, maestra Flor Nieves Santos, pretendía cubrir la ausencia de un centro de enseñanza media donde los escolares pudieran continuar sus estudios. Señala la mencionada publicación que el éxito coronó el esfuerzo de los vecinos y el 14 de marzo del 54, se realizó la esperada inauguración, siendo su primer director el Dr. Eladio Aristimuño. Por aquellos años, los pocos habitantes de la aldea disfrutaban de dos salas cinematográficas y por la modesta suma de 0.20 centésimos, dividían sus preferencias por las exhibiciones de Cine Río Branco en Chui Brasil o Cine Artigas en territorio uruguayo. El Hotel Chuy inauguraba su moderno edificio en la emblemática esquina que ocupaban anteriormente el Club Social Chuy y el Hotel Aconcagua. La Liga Regional de Fútbol recibía una nueva institución que se había fundado en el comercio de Don José María Cohelo con el nombre de Deportivo Chuy, marcando una época en el fútbol fronterizo logrando varios títulos locales y departamentales. En el plano educativo Chuy lograba su mayor conquista, mientras los profesores Aristimuño, Iglesias, Puig, Loyarte, Arimón y  Nieves Santos, recibían a los primeros alumnos. En ese equipo inicial de alumnos y profesores se “coló” Doña Matilde, cuya tarea iba más allá de limpiar los salones y supervisar los recreos. Fueron 30 años dedicados a varias generaciones de “inquietos” alumnos que cedían finalmente ante el trato generoso y comprensivo de Doña Matilde. Fue mucho más que la responsable de mantener la higiene en todos los rincones del viejo edificio. Su cuerpo diminuto se movilizada con agilidad entre banco y escritorios para que el alumnado y los profesores pudieran disfrutar sin darse cuenta, del ambiente agradable que ello generaba. Su tarea no se limitaba solamente a la limpieza de los patios, pasillos y salones, sino que se trasladaba al plano personal, extendiendo su mano o dando el consejo generoso a varias generaciones de estudiantes que incurrían en travesuras propias de los años juveniles. Ayudaba en la cantina  del liceo, repartía documentos, atendía el teléfono y colaboraba permanentemente con los profesores. Fueron 30 años consagrados al liceo, sin abandonar en ningún momento su tarea de madre, cargando con la hermosa y gratificante tarea que significa ser ama de casa, tras una intensa jornada fuera del hogar. Fuimos compañeros de trabajo durante algunos años, lo que nos permitió comprobar en muchas oportunidades el sentido común de sus actitudes ante los estudiantes y el juicio mesurado ante sus obligaciones como funcionaria. Quizás  no tuvo  la oportunidad de estudiar, pero no por eso dejaba pasar la oportunidad de aconsejar y estimular a “sus alumnos” para que transitaran por los caminos de la enseñanza desarrollando todas sus capacidades. Doña Matilde, un ejemplo de mujer humilde, trabajadora y generosa, a quien siempre vimos con el humor a flor de piel, aunque no le faltaran motivos para tirar la bronca. Doña Matilde Fernandez había nacido el 23 de noviembre de 1918, ingreso al liceo en el 54 y se jubiló en 1985, llevándose del liceo el cariño y el respeto de varias generaciones de estudiantes y profesores, ¿usted la conoció? Escríbanos y cuéntenos quien fue Doña Matilde….

EVOCANDO A SONIA FOSSATII Por Julio Dornel.


TRIBUTO DE LA REVISTA “M A N O S”.



Nos había señalado en una oportunidad que “la verdadera historia es la vida de la gente y no los documentos” que no siempre reflejan la realidad. Sin embargo cuando la vida terrenal se ha ido, surgen los documentos para testimoniar hechos y circunstancias que motivan el reconocimiento popular. Confirmando esta sentencia recogemos hoy el sentimiento emocionado de las redactoras de la revista “MANOS”, evocando el vacio que provoco su partida en la población fronteriza. “Querida Sonia. Es este el momento más difícil, más doloroso. Tu viaje se adelantó y esta carta, no sé si te llegará. Preparaste tu equipaje con mucho cuidado, lo alhajaste y adornaste con las más ricas experiencias y sentimientos y con la sutileza suficiente tomaste un poco de nosotras para completar tus preparativos. Frágil, sonriente, segura hasta en los detalles mínimos te fuiste despidiendo de la vida sin perderte nada, saboreando tiernamente  cada encuentro. Me quedó la sensación de que “cada momento final lo tenias preparado” para que nadie sufriera. Tu presencia se siente cada vez que nos reunimos. Siempre vas a estar. Tus “MANOS” seguirán formando parte de este sueño que empezamos juntas. Pero debemos dejar que sigas tu camino. Leí hace poco que “la muerte es solo una apariencia” y me quedo esa idea para pensar que en esa apariencia, tú sigues por el mundo, tendiendo la mano a los más humildes y luchando por la justicia. Hoy me despido. Debo dejarte ir para que estés tranquila reunida con los que te quieren y se fueron antes que tú. Te seguiré extrañando. Hasta siempre Sonia. (Graciela)
Se publicó también en este ejemplar de la revista “MANOS” un poema del escritor Carlos Alberto Boaglio titulado “Cuando yo me Vaya”, que señala en sus versos:
Cuando yo me vaya, no quiero que llores
Quédate en silencio sin decir palabras
Y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma respeta mi sueño,
Por algo me duermo, por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia no pronuncies  nada
Y casi en el aire con paso muy fino,
Búscame en mi casa, búscame en mis libros,
y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar
Todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frio ponte  mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate,
Y beberte el vino que deje guardado.
Escucha ese tema que a  mi me gustaba,
Usa mi perfume y riega mis plantas.
Si me extrañas mucho, disimula el acto
Búscame en los niños, el café, la radio
Y en el sitio ese donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado,
Que morir  mil veces y ser recordado…..”
  


El Papa por Leopoldo Amondarain




Culminó por este año la recorrida por América de su Santidad el Papa. Sin perjuicio de la adhesión en el continente apabullantemente católico que concita su visita por tres países (Ecuador, Bolivia y Paraguay) es llamativamente notorio el éxito masivo de la misma. No creo que haya ninguna otra adhesión de grupos o movimientos políticos, religiosos, económicos o sociales que en forma continuada en los distintos países tenga la presencia de los pueblos en forma multitudinaria como lo tiene la Iglesia y su Papa. Ni el imperio se anima hoy en día en situaciones controversiales e internacionales graves a hacer esas demostraciones que sin ningún otro impulso o influencias foráneas, arrase como lo consigue la Iglesia. Alguna vez hemos sostenido que sería de interés general para el mundo, incluyendo obviamente a la ONU, hacer un llamado a organizar los distintos movimientos religiosos de diversos credos para mancomunar una masa de opinión que pese sobre la gran problemática mundial. Es obvio que tiene una influencia mucho mayor que la de cualquier otra fuerza o motivación foránea. Sin perjuicio de eso la Iglesia Católica demuestra tenerlo en grado superlativo mayoritario. El Papa ha dado el ejemplo con su fuerza espiritual para señalar soluciones para distintos problemas que existen en los ciudadanos en general en los distintos ámbitos. Este poder no se ha dirigido a movimientos militares, económicos (FMI, Banco Mundial, etc.), simplemente a la justicia social, la hermandad espiritual entre los hombres, la equidad y asistencia a los desvalidos y a los más necesitados, dejando de lado los grandes bloques económicos y fáticos a los cuales no sólo los ignoró sino que también los condena. Situaciones que los demás siempre tratan de evitar, omitiendo roces con los poderosos. De los cuales el Papa no escatimó duras críticas, por supuesto los opositores o enemigos de la Iglesia a nivel general o incluso particular en sus respectivos países callaron y empiezan a salir de a poco las críticas de siempre. Aquí mismo en nuestra “chacra oriental” el diario El País (periódico caganchero) salió a denunciar como máscara suelta un lamentable hecho en Salto de un ciudadano argentino, autocalificado hermano sin serlo que ayudaba a la parroquia de un pueblito del litoral uruguayo, a un club de baby fútbol, fue denunciado por pedofilia o intento de pedofilia, con el escándalo consiguiente. Este hecho claro está a los lectores del diario y sus influencias les llega como una crítica destructiva de todo lo positivo y bueno que se viene haciendo por parte de la Iglesia y la euforia propia de esa situación. Nada tenía que ver la Iglesia, el cura párroco un viejito italiano fue de los principales en hacer la denuncia, no justificándose en ningún aspecto dicha publicidad en tapa (primera plana) con fotos espectaculares. Lo único que se puede concluir es hacer daño gratuito por lo que publican esas miserias. Es obvio que las tendencias masónicas o de alguna otra organización racista que tienen miles de años y que siempre han estado en contra de la fe de Cristo pueden aparecer entre las sombras. Y era de esperarse que eso sucediera pero bueno es prever y estar preparado para la controversia, señalando la obra social y hasta política que la Iglesia tiene y que el Papa representa, que muchas veces la hemos mencionado y que es la única en hacerlo y de allí supongo que proviene uno de los éxitos con los cuales haya recibido y recibirá la América entera su presencia. Eso sucedió aquí en nuestro Uruguay, supongo que en los demás países cuya influencia quieren estos movimientos sucederán en otras circunstancias, como es la denuncia permanente que durante años han llevado en otros aspectos. Simplemente la Iglesia pone la otra mejilla y sigue adelante. De cualquier manera no podemos menos que elogiar y admirar el equilibrio y la disposición del Santo Padre y de toda la organización eclesiástica en seguir el camino indicado por Cristo al servicio de los más necesitados y sufrientes.



Leopoldo Amondarain
C.I. 950.556-0
Tel: 099 626 573


domingo, 19 de julio de 2015

Enrique Iglesias "Se perdió una oportunidad para hacer reformas"

GONZALO TERRA19 jul 2015
El  País

Entiende que el mundo surca aguas “muy turbulentas” y que el gran desafío de América Latina es no perder lo logrado en la última década. “Parte de la clase media corre riesgo de perder posiciones por lo que hay que ser prudente, sobre todo en materia de presupuesto, que es el pacto de una la sociedad”. Cree que se perdió una oportunidad para las reformas estructurales en la educación, el Estado y políticas sociales.
A sus 85 años, Enrique Iglesias prepara un libro sobre sus memorias. "Cuando tenía memoria no tenía tiempo, ahora que tengo tiempo no tengo memoria", dice entre risas. Pero no es cierto. Recuerda bien cómo se procesaron los debates más importantes del país en los últimos cincuenta años y se confiesa feliz porque "algunos temas que nos separaban ya no admiten debate". "Hemos superado ciertos mitos que nos dividían. Ahora todos comparten que debemos tener una economía estable, que la inflación es un enemigo de los pobres, que se debe invertir más y que no podemos jugar con el déficit fiscal. Usted no sabe cómo se discutió el decreto del 3 de agosto de 1956, una primera tentativa para abrirnos al mercado. Hoy hemos superado todo eso", dice Iglesias.
No obstante, resulta difícil hablar con él sobre el pasado porque lo obsesiona el presente y, sobre todo, el futuro. Aunque, según admite, le cuesta entender el mundo actual. "La tecnología está cambiando la forma de pensar, vivir y entender la realidad. Hoy la gente está más informada, aunque no sé si está más formada. Antes había que depender de la reflexión, el análisis y las tertulias para comprender el mundo. Mi gran escuela fue el Sorocabana y sus tertulias con personalidades memorables. Hoy se debate por las redes. Yo no estoy en ninguna de ellas. No me siento cómodo, prefiero el diálogo", sostiene.
—¿Se afilia a la idea de que el mundo era mejor de lo que es?
—Nunca diría eso porque no sabemos cómo se siente la gente bajo estas nuevas formas de vida. Yo puedo decir que aquel mundo era muy interesante. Yo respeto al presente, aunque no lo entienda. Hoy la historia se vive en tiempo real y somos testigos de la transferencia de poder económico más grande de la humanidad con la irrupción de Asia con China a la cabeza. Tenemos problemas de todo tipo, no sólo económicos sino producto del choque de razas, religiones e ideologías, y todo es producto de la obsolescencia de instituciones como Naciones Unidas, algo en lo que, durante mi juventud, creímos que sería la garantía para los países más débiles. Esos organismos hoy están en franca decadencia, el multilateralismo está en regresión y son los grandes bloques y los megatratados que imponen las reglas de juego a todos.
—En los últimos diez años América Latina tuvo un crecimiento inusual y mejoró la mayoría de sus indicadores. Sin embargo, frente a esa bonanza hay quienes hablan de la "década perdida". ¿Lo comparte?
—Fue una década dorada en la que China, con todo su poder económico, mitigó la crisis de 2008. Ese impacto en América Latina permitió mejorar significativamente el nivel de vida, aumentó la inversión y la acumulación de reservas. Fue un período excepcional para el continente pero se perdieron oportunidades para, en base a esa bonanza, resolver problemas estructurales en materia de educación, productividad, reforma del Estado, etc. Yo comprendo que los gobernantes usan ese aumento de recursos para mejorar la vida de la gente, pero hubo países como Chile o Noruega que en la bonanza ahorraron para tiempos menos brillantes. Ahora, frente al período de bajo crecimiento que se avecina, hay que saber administrar con cuidado.
—Y, específicamente en el caso de Uruguay, ¿qué sugiere?
—Uruguay construyó confianza y ese es un factor fundamental para la economía de un país. En base a la confianza llegaron inversiones, capitales, se alcanzó el grado de inversión, etc. Hay que tener clara conciencia de cómo está avanzando el mundo y los nuevos desafíos que habrá que enfrentar. Si bien es importante seguir aspirando a mejorar las condiciones sociales, no menos importante es defender lo logrado. Se creó una nueva clase media y nada garantiza que no haya un retroceso. Hoy nos amenaza la inflación, el desempleo, el endeudamiento y se debe apelar a la prudencia.
—¿La clase media puede pagar el precio del fin de la bonanza?
—Toda la nueva clase media estuvo muy unida a la transferencia de recursos que hizo el Estado. Pero hoy en día los recursos fiscales son escasos. No se debe desconocer el legítimo derecho de la gente a mejorar sus niveles de vida, pero tan importante como ese derecho es evitar que las generaciones que han subido vuelvan a caer. Son aguas turbulentas y parte de esa clase media corre riesgo. Hay que tener cuidado, sobre todo en el presupuesto, que es el pacto fiscal de un país.
—En estas épocas de armado del Presupuesto Quinquenal mucho se habla del déficit fiscal y hay sectores políticos que relativizan su incidencia. ¿Cuánto pesa?
—Hay que ser muy cuidadoso con el déficit porque nunca se sabe cuándo se puede ir de las manos. El déficit puede jugar un papel circunstancial en determinado momento, pero hoy el mundo entra en un túnel que no sabemos cómo termina. El déficit no puede convertirse en algo permanente porque la economía se cobra siempre.
—¿El Estado debe ser el motor de la economía en tiempos de crisis?
—Yo aprendí a respetar lo que significa el rol privado para una economía. En eso, como en otras cosas, hemos logrado cierto consenso. Necesitamos de un Estado regulador, productor pero eficiente y no solo usando los subsidios de la sociedad, y protector de los derechos sociales de la gente. Pero un sector privado es muy importante en la economía y tiene que convivir sanamente con las regulaciones que el Estado impone. ¿En qué proporción deben intervenir el Estado y los privados en la economía? Eso es algo que cada país debe resolver. Hay un tercer elemento que es la sociedad civil que cada vez más reclama participación y calidad. La sociedad civil incide en el desarrollo de un país y debe canalizar su accionar a través de las instituciones.
—Hablaba de consensos y sin embargo es difícil encontrar políticas de Estado a largo plazo en la historia reciente del país.
—Uruguay ha logrado muchísimas cosas en su historia que lo hacen un país diferente en la región. Sin embargo, no encuentro explicación para la falta de consenso en cuatro o cinco aspectos centrales para mejorar el futuro como educación, productividad de la economía, políticas sociales inteligentes que trasciendan lo asistencialista para estimular la creatividad de la población, inserción internacional, etc. No veo barreras para lograr acuerdos. Leí todos los programas políticos que se propusieron para las elecciones y no hay grandes diferencias. Ya no hay mitos. Todos los partidos fueron gobierno y oposición y ese es un activo muy importante porque no es lo mismo opinar dentro que fuera del poder y, además, el poder civiliza. Hay que hacer un gran esfuerzo para lograr ese consenso.
—¿Qué opina de la educación?
—No sé si hemos perdido calidad de la educación, pero tengo claro que hoy la educación no está al nivel del mundo que viene. No es un juicio negativo, pero tenemos que mejorar la educación para insertarnos en un nuevo mundo. Necesitamos una educación que se adapte a la realidad. Es un tema central. Si Uruguay hizo lo que hizo durante décadas para diferenciarse y sobresalir en la región fue porque el sistema educativo respondía a las necesidades del momento. Hoy la educación no prepara para las demandas del mundo y se requiere de un gran pacto social para superarlo. Pese a todo yo sigo siendo profundamente optimista, pero me preocupa que estemos en condiciones de dejarle a las nuevas generaciones la capacidad de insertarse en un mundo que es cada vez más dinámico.
"Mi escuela fueron las tertulias del Sorocabana".

"Este es un país muy generoso y me puso en lugares de privilegio. Todo lo que logré fue gracias a los equipos de trabajo que me acompañaron, no hay liderazgos personales, las cosas salen cuando la gente trabaja de forma colectiva", afirma Iglesias.

No utiliza redes sociales porque, aunque dice respetarlas, entiende que el diálogo cara a cara no puede ser reemplazado por los debates en ciento cuarenta caracteres que, por ejemplo, se instalan en la red social Twitter. "El Sorocabana fue mi gran escuela. Ahí iba la flor y nata de la intelectualidad del Uruguay. Con Alberto Methol Ferré, Israel Wonsewer o Luis Faroppa, entre muchos otros, aprendíamos a entender la realidad. Escuchábamos y aprendíamos. Yo prefiero el diálogo directo, creo que es la mejor forma de reflexionar", afirma Iglesias. Está escribiendo sus memorias, que afirma que no se traducirán en un libro extenso porque "no lo va a leer nadie".

"Más allá de los recuerdos, que son muchos, apunto a reflexionar sobre las experiencias que se han ido acumulando a través de la docencia en mi pasaje por la Universidad de la República, el que me marcó para siempre, en el primer plan de desarrollo del país, la Cepal, etc. Creo que sería bueno compartir todo eso", explicó.

Iglesias dice que sigue sintiendo orgullo cuando fuera del país le hablan de Uruguay. "Yo me agrando porque es un país diferente que ha hecho mucho a lo largo de los últimos cincuenta años, por eso creo que hay que seguir y no quedarse, sobre todo buscando acuerdos. Yo he sido muy afortunado porque este país, del que nunca me fui, me dio muchas oportunidades. Trabajé con blancos y colorados, y doy mi opinión al Frente cuando me la pide. Pienso que así ayudo al país", sostiene.

Avenida Internacional de Chuy. Ayer y hoy Por Julio Dornel

AYER Y HOY.


La calle sin urgencias nos regalaba tiempo para visitar amigos, acercándonos más a los pocos vecinos de la aldea. Fue siempre “la Internacional” de tierra y arena, que zigzagueando entre los dos países, se burlaba de los tratados internacionales que pretendían demarcar límites imaginarios para separarnos. Un día nos sorprendimos con la llegada del primer automóvil, el teléfono, la televisión y el crecimiento demográfico más alto del país. Casi sin darnos cuenta hemos llegado a los 77 años de aquel lejano enero de 1938 en que el Poder Ejecutivo nos otorgo la categoría de pueblo