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sábado, 19 de marzo de 2016

AQUELLOS AÑOS. ESPACIO PARA LA NOSTALGIA. Por Julio Dornel.


              Julio Dornel, escritor y periodista

Hemos señalado en otras oportunidades que la noche fronteriza ha tenido varios cultores del canto popular, con figuras prestigiosas que mantuvieron su vigencia durante muchos años. Por este motivo recogemos el título de un programa radial que dirigía Jorge Izaguirre, para recordar algunos intérpretes que pasaron por los escenarios locales. Para que esto fuera posible existieron algunos reductos donde se daban cita los artistas locales y algún forastero que terminaba aquerenciado en el pago.
En apretada reseña vamos a recordar el “OPEL” en la clásica esquina de la avenida Internacional y Laguna de Los Patos, “EL PALENQUE” frente al estadio, “PARRILLADA PAMPAS” frente al Baratillo, los salones del Club Social, el cine de Lassa, Mi Casa y algunos boliches donde también solían recalar los artistas. Estas peñas representaban un culto muy especial para quienes se reunían a disfrutar del canto sin tener en cuenta el idioma o la nacionalidad del vecino de “mesa”. Eran los puntos de encuentro y lugares obligados que se transformaban en el palco de grandes actuaciones para que la sociedad fronteriza pudiera disfrutar por algunas horas de este esparcimiento. De aquella época va quedando solamente el Club Social. Han desaparecido para siempre aquellos locales con vida nocturna donde se daban cita todas las manifestaciones artísticas, con la participación de los más talentosos exponentes de la música popular.



Cuántos recuerdos y episodios inolvidables registrados en aquella época (1960-1970) se perdieron en el tiempo para dar paso a otras manifestaciones. Décadas de tertulias con temas musicales y poemas cargados de sensibilidad y romanticismo, que en la gran mayoría ni siquiera eran ensayados porque obedecían a los pedidos del público.

Era común que los sábados estuvieran destinados al trasnoche, con ruedas de “tiro largo” que se mantenían hasta la salida del sol. Sin embargo los tiempos fueron cambiando y las peñas semanales comenzaron a espaciarse ante la ausencia que “por razones particulares” le iban quitando la presencia de algunos parroquianos. La agonía fue lenta pero inexorable, quitándole a la ciudad la presencia de los artistas, pero fundamentalmente la oportunidad de que su gente pudiera dialogar.
Eran reuniones informales y encuentros fortuitos que marcaron una época de bonanza y felicidad que parecía eterna. Fue también una época rica y fecunda en materia cultural, con exposiciones artísticas, festivales folklóricos y eventos de otra naturaleza que ponían de manifiesto el apoyo masivo de la población. Existía un ambiente fermental impulsado entre muchos por Jesús Perdomo, Wilkins Machado, Rondan Martínez, Jorge Calvette, el “Pocho” Techera y algunos jóvenes que buscaban su espacio como el “Pico” Decuadra, Alcides Romero, Rúl Antunez, Duverli Rodríguez, Dany Acosta y el “Bico”Decuadra.
Es justo señalar además el apoyo que brindaba la población, los centros de enseñanza y algunos organismos estatales. Noches inolvidables y mucha gente que se anticipaba al espectáculo para asegurar espacio. Rumor de multitudes que se transformaba en respetuoso silencio cuando los artistas subían al escenario. Era música popular en vivo, una manifestación cultural que todos apoyaban. Grandes intérpretes que también cantaban a “pedido” algunos temas que salían a la calle, pero que también quedaban en el corazón. Entre muchos Edison Serrón, Núbel Pintos, Bolívar Rodríguez, Roberto Rosas, Los Orejanos, Dany Acosta, Nelsi Ventura, Pedro Díaz (el Cordobés) “Sandro” y Rafael Rodríguez, Dante Fernández y Edison Almada.




Hoy todo ha pasado. Nadie sale ni siquiera a conversar con los amigos o disfrutar de unas copas estirando la noche. Todo se pide por teléfono. Todo es a domicilio. El súper nos acerca el pedido de la misma forma que nos llega la garrafa de gas, la pizza calabresa o los chivitos al plato y en algunas oportunidades conversamos con una contestadora electrónica, que comienza por amenazarnos diciéndonos que “disponemos de 30 segundos para dejar el mensaje.” Han quedado en el mejor recuerdo de aquellos años las tertulias culturales donde terminaba participando el público, cantando, recitando o simplemente escuchando sus temas preferidos.