¡Arriba la Celeste! Uruguay, en la cima del fútbol mundial
En las últimas tres grandes citas mundiales que disputó, la selección de Tabárez llegó hasta el último día de competencia y mojó la oreja de las grandes potencias
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El orgullo a flor de piel de un país acostumbrado a grandes gestas futbolísticas. La envidia de unos cuantos. Un equipo que reencontró la vieja mística charrúa para poner de rodillas a las mejores selecciones del planeta y suplió carencias en base a su corazón, garra, coraje y una conducta intachable impuesta por un conductor responsable como el "Maestro" Tabárez. Sin su mano, Uruguay no habría sido el mismo. No hubiese recuperado las décadas pérdidas.
El cuarto puesto conseguido en el Mundial de Sudáfrica 2010, cuarenta años después de las semifinales en México 1970, fue festejado como un título por un pueblo uruguayo herido a nivel fútbol tras la ausencia en tres de los últimos cuatro mundiales y años sin protagonismo.
El triunfo devolvió la confianza de pelear mano a mano contra las potencias, llevó a la Celeste a recuperar su lugar de privilegio ante los ojos de la FIFA y generar mayores ingresos para la Asociación Uruguaya de Fútbol a la hora de cerrar amistosos por el mundo.
Con ese impulso ganado en suelo africano, la selección uruguaya afrontó con los mismos hombres la Copa América Argentina 2011 y consiguió el éxito que necesitaba para revalidar su condición de equipo en crecimiento, capaz de mantenerse en la elite del fútbol mundial. Eliminó a la anfitriona albiceleste, venció a Paraguay para ganar el título continental tras 16 años sin alegrías y sacó boleto directo a la Copa Confederaciones 2013.
Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Lugano, Fernando Muslera, Álvaro Pereira, Diego Godín y compañía elevaban su cotización en las grandes ligas europeas. Diego Forlán se confirmaba como goleador histórico de la Celeste. Y el conjunto de Tabárez dominaba la clasificación camino a Brasil 2014. Florecía el amor entre el público, aquel que se había desilusionado en los ciclos de Luis Cubilla, Juan Ahuntchaín, Daniel Passarella o Juan Ramón Carrasco.
En 2012 apareció la peor versión del equipo oriental. Perdió el rumbo y cayó al sexto puesto de las Eliminatorias Sudamericanas tras dos derrotas dolorosas en octubre frente a Argentina y Bolivia. Se encendieron las alarmas. Pero un triunfo frente a Polonia antes de fin de año renovó las esperanzas.
Uruguay tenía un reto imperioso con su historia frente a Venezuela, después de tener jornada libre y caer al séptimo lugar de la eliminatoria. Pero con la experiencia de tantas batallas, Cavani marcó el 1-0 y los de Tabárez recuperaron el quinto puesto para encontrar toda la confianza necesaria antes de viajar a la Copa Confederaciones.
Otra vez la convivencia de un grupo de guerreros ante un gran cita y otra vez la fortaleza para pelear cada partido hasta la última pelota. La convicción de llevar un resultado exitoso que mantenga el orgullo uruguayo en lo más alto. "Este grupo deja en la cancha lo que la gente quiere ver", Tabárez resumió a sus soldados a la perfección una vez regreso a Montevideo.
Los charrúas plantaron bandera desde el debut ante España hasta la caída en los penales frente a Italia con el mismo convencimiento. Con el mismo espíritu de lucha que consigue poner lo colectivo por sobre lo individual. Con la misma hombría para lograr un gran triunfo, como ante Nigeria, o aceptar la derrota más dolorosa, como la de semis ante Brasil.
Uruguay demostró en territorio brasileño que está de pie. Volvió a necesitar refuerzos de yerba mate para llegar al último día de competencia. Para envidia de muchos, con su receta, hambre de gloria y sueños como prioridad, logró mantener su lugar de honor en la cima del fútbol mundial.