En enero próximo se cumplirán 75
años del famoso naufragio y sin embargo la Batalla del Río de la
Plata que tuvo en su momento ribetes de fantasía, lejos de hundirse
en el olvido ha permanecido como una leyenda con muchas
interrogantes.
Para Luis Tappa (escritor) asiduo
colaborador de nuestras publicaciones, tuvo la suerte de escuchar en
su infancia las narraciones de su padre y un viejo marino catalán,
patrón de un remolcador en el puerto de Montevideo, la historia
contada por los ganadores está llena de contradicciones. En este
nuevo aporte ofrecemos un trabajo de investigación donde relata
algunos detalles del trágico final y los principales acontecimientos
que siguieron al hundimiento del acorazado alemán.” Apenas hundido
-señala Tappa- y cuando aún no se habían enfriado sus “hierros”,
ya lo estaban atacando nuevamente, le cayeron como buitres a la
carroña, con sopletes, marrones y grúas lo fueron despedazando de a
poco.
Ahora ya están ahí nuevamente, vienen
por el resto del trofeo.Pero el barco y sus hombres, los que quedan
vivos y los muertos, aún resisten, siguen luchando, han solicitado
al embajador uruguayo en Argentina que se respete la voluntad de su
Capitán y las tradiciones marinas para los barcos de guerra caídos
en acción. En esta lucha sin tregua el Graf Spee se ha cobrado
varias vidas. Se sabe que murieron varios buzos en su interior y unos
años después le tocó el turno a una grúa flotante que trabajaba
en el lugar y donde murieron varios hombres.
¿Cuándo finalizará su tragedia el
Graf Spee?
La historia de la llamada “Batalla
del Río de la Plata”, aunque la misma ocurrió en aguas oceánicas,
tiene ribetes fantásticos, y los años transcurridos desde aquellos
acontecimientos no han hecho más que acrecentar la leyenda del
buque. No tanto por la corta batalla en sí, que comparada con otras
batallas navales de esa guerra, esta fue insignificante, y aunque
hubo muchos muertos en ambos bandos, ninguno de los barcos que
intervinieron en la contienda naufragó. La leyenda vino después,
con la entrada al puerto de Montevideo, la batalla diplomática, que
esta si fue decisiva, y la posterior autodestrucción del acorazado y
el suicidio de su Capitán en la ciudad de Buenos Aire.
El llamado acorazado de bolsillo
alemán, por entonces incursionaba en el atlántico sur, su misión
no era combatir, sino tratar de impedir el abastecimiento que partía
de este continente para los enemigos del Reich, en Europa, recién
comenzaba la guerra en ese continente. Ríos de tinta y de película
ha corrido a raíz de este acontecimiento, cada uno con su punto de
vista, algunos bastantes objetivos, otros muy parciales y también
los hay antojadizos, hay para todos los gustos. En alguna colección
bastante importante que tengo, sobre la II Guerra Mundial, en la que
se hace una cronología, desde el preámbulo y el comienzo hasta el
final de la misma, ¡y cuidado! digo importante porque es muy profusa
en cuanto a fotografías, datos, fechas, narraciones de personajes de
ambos bandos, mapas y acciones bélicas, aunque poco trata de los
motivos y la parte política de la guerra. Pues bien, en estos
libros, porque son varios, no se le dedica mas de cuatro líneas a la
“Batalla del Rio de la Plata” y el poco comentario que merece es
que fue algo “más parecido a una novela” que a una acción de
guerra”, simplemente eso. Los ingleses lo contaron de una manera,
(no olvidemos que las guerras y sus batallas siempre la cuentan los
vencedores) a la manera de ellos, aquí, los que tenemos algunos años
la oímos de boca de nuestros padres o conocidos que vivieron lo
sucedido. También he leído infinidad de versiones distintas sobre
este acontecimiento en libros, diarios, revistas y ahora en Internet.
Escuché los cuentos de mi padre, y
allá por los año 49 y 50 también escuché de boca de un viejo
marino catalán, de nombre Miguel (ya fallecido hace muchísimos
años) patrón de remolcador en el puerto de Montevideo, aunque ya
retirado por entonces, muchas historias acerca de este
acontecimiento, que él, aparentemente, viviera muy de cerca. Debo
reconocer que el tema siempre me apasionó y que junto a los cuentos
de Don Miguel, como le decíamos cariñosamente a aquel viejo marino,
nació mi amor por el mar. Visité en una oportunidad el predio, en
el cementerio del norte, donde están sepultados los cuerpos de los
39 tripulantes muertos. No hay panteón, las tumbas están en tierra
y alineadas una al costado de la otra, en la cabecera de cada
sepultura una cruz donde figuraba el nombre y rango de los que allí
yacen. Por lo menos así estaba cuando lo visité hace muchísimos
años. El pequeño predio estaba rodeado de un cerco de plantas muy
usadas para esos fines en infinidad de jardines, todo lo que hay allí
es de una prolijidad meridiana. Los tripulantes muertos fueron
enterrados en cajones comunes, pero con el tiempo, y según me
informó entonces un viejo funcionario del Cementerio del Norte,
vinieron de Alemania unos ataúdes de una aleación especial, fueron
exhumados los cuerpos y puestos en los nuevos ataúdes, para su mejor
conservación. Este mismo empleado del cementerio me comentó que la
embajada de Alemania se encargaba del cuidado y mantenimiento del
lugar.
La historia del Graff Spee y su trágico
final está llena de contradicciones, errores y una casi total
desinformación sobre los febriles acontecimientos diplomáticos, que
contra reloj, se llevaban a cabo entre el gobierno uruguayo, la
embajada Británica y el embajador alemán que intervino en el
asunto. Nada pudo hacer éste a favor del buque alemán, ante la
tremenda presión británica ejercida por el entonces representante
Millington Drake ante un gobierno que toleró la manipulación
inglesa en el asunto. En esos momentos Uruguay era país neutral, y
como tal fue que el Capitán Hans Langsdorff se refugió aquí. Los
alemanes habrían solicitado por lo menos 15 días para realizar
reparaciones pero les dieron 72 horas para abandonar el puerto,
tiempo insuficiente para intentar alguna reparación medianamente
seria. Se lo daban servido en bandeja a los lobos que lo estaban
esperando afuera.
Aparentemente, el primero de algunos
errores cometidos por Langsdorff fue creer que los tres barcos
ingleses, el Ajax, el Achilles y el Exeter podrían ser la avanzada
de una gran flota Británica que venía detrás, el segundo fue
entrar en Montevideo en vez de ir a Buenos Aires. El Graf Spee tuvo
la batalla a su disposición, en realidad la ganó, pero en
determinado momento se retiró y se dirigió a Montevideo con la idea
de hacer reparaciones y bajar los muertos. Hoy se sabe perfectamente
que de haber continuado el combate y a pesar de las averías
sufridas, los hubiera podido hundir a los tres, ya los había
vencido. Lo que no se sabe, es si hubiera podido llegar muy lejos con
las averías que tenía. Quizá, la de Langsdorff fue una sabia
decisión. De los tres buques ingleses, uno de ellos, el Exeter, el
más poderoso, estaba totalmente fuera de combate y se alejó como
pudo de la lucha, Los otros dos, el Achilles y el Ajax, heridos
también y con varias de sus piezas inutilizadas, se mantuvieron
alejados del Graf Spee para no correr el riesgo de ser alcanzados
nuevamente por los cañones alemanes.
Fue una victoria a lo Pirro la de los
ingleses, en realidad fue una victoria diplomática más que de una
acción de guerra. Aunque con esto no pretendo hacer mella al honor y
valentía de los marinos británicos. De todas maneras, después de
que el Graff Spee se refugió en Montevideo, ya estaban convergiendo
sobre el Plata otros barcos de la flota inglesa que navegaba por el
sur. Los dados estaban echados. Lo demás es historia conocida.
Dejando de lado cualquier tipo de ideologías y viendo la guerra de
un modo más objetivo y sin fanatismos, veremos que cada uno peleaba
por su patria y por su vida, ingleses y alemanes. También es muy
conocida la caballerosidad, entrega y valentía de estos hombres de
mar que integraban la flota alemana de guerra. El Graf Spee en sus
andanzas por debajo de la línea del Ecuador hundió 8 mercantes sin
dejar un solo muerto en su estela. Cumplieron su cometido con valor,
entrega y humanismo los hombres de este buque, porque eran solo eso,
hombres... hombres peleando por su patria.
L A S O L E D A D D E L “G R A F
S P E E”
Señala Tappa en su trabajo que el
“Graf Spee” luchó solo, con un total de 14 cañones, 6 cañones
pesados 8 medianos y 8 tubos lanza torpedos, contra tres barcos que
sumaban 42 cañones entre pesados y medianos y 24 tubos
lanzatorpedos. Si bien es cierto que los 6 cañones pesados del GS
eran un poco más grandes y tenían mayor alcance que el de los
británicos, la cadencia de fuego era muy inferior a la de estos. En
cuanto al tamaño de los buques no había mayor diferencia entre los
cuatro, apenas unos metros. Sobre el suicidio del Capitán Hans
Langsdorff en Buenos Aires, también se tejieron infinidad de
versiones, (que la bandera, que el arma) ¡en fin! diferentes
versiones de una misma cosa, pero que no agregan ni quitan nada a la
heroica acción de un HOMBRE de honor como el Capitán Hans
Langsdorff. La verdad de todo lo que pasó, se la llevó a la tumba.
No me animaría siquiera a afirmar lo que puedan decir las actas que
de este suceso se labraran en Bs. As. Y no es porque dude de ellos,
simplemente que en una época como la que se estaba viviendo, y las
presiones ejercidas por entonces sobre estos países del sur, no me
permiten el lujo de dudar y tampoco de creer mucho, sobre tanta cosa
que se ha dicho, escrito y afirmado. Me da la impresión de que esa
batalla aun no terminó, existieron entonces y siguen existiendo
actualmente intereses creados para que no se sepa la verdad absoluta
de vaya a saber cuántas cosas que pasaron entonces, principalmente
en los corrillos diplomáticos. Lo mismo sucedió con el “Tacoma”,
porque en realidad, aún hoy no se sabe bien qué hacía ese barco
acá, ni que razón tuvo Uruguay para quedarse con él. El Tacoma no
era el barco de abastecimiento del Graf Spee como se dijo siempre. El
Capitán Langsdorf se llevó a la tumba muchos secretos, entre ellos
la razón de algunos errores cometidos, y la verdad sobre muchas de
las cosas que sucedieron entonces.
La orden de hundir el barco debe de
haber sido la más dolorosa, y a lo mejor la más humana de las
decisiones que tomó, seguramente que a esto le dio más valor que su
propia vida, no sacrificar inútilmente el resto de la tripulación
en una batalla inútil debe haber sido su prioridad. El buque, aunque
mantenía su poder de fuego casi intacto, no estaba en condiciones
óptimas de navegabilidad, era un sacrificio inútil presentar
batalla a una fuerza sensiblemente superior como la que estaba
esperándolo, no tenía escapatoria. Yo personalmente, he navegado
infinidad de veces por el lugar donde yace el Graf Spee, el lugar no
es muy profundo, y cada vez que he pasado cerca no puedo evitar
imaginar lo que allí sucedió, hay un algo misterioso flotando en el
aire. Primero lo desguazaron, ahora hablan de “reflotar”, no creo
que esta sea la palabra exacta de lo que se quiere hacer con el barco
o lo que queda. Podrán rescatar o sacar del fondo del río partes
del buque, pero nunca reflotarlo. Pero esto no es nada nuevo, desde
el mismo momento en que se hundió, el barco ha sido yendo lentamente
depredado. Primero por la empresa Regusci & Voulminot, que fuera
contratada para desguazarlo, ¿Por quién? Desde el mismo día en que
se hundió siempre hubo alguien merodeando por el lugar y
pirateándolo. En el año 1997 se subió uno de los cañones, está
en estos momentos en el buceo, donde funciona el museo del mar y al
que nadie le da importancia, es solo un viejo cañón al que los
niños se trepan para jugar. En ese lugar hay infinidad de objetos
que pertenecieron al Graf Spee.
Allí, entre otras cosas se puede
apreciar una especie de sobres de lona marrón, aun con manchas de
sangre, que fueran utilizados para bajar los heridos cuando llegaron
al puerto. El resto está diseminado por todas partes, en manos de
coleccionistas particulares, comercios de antigüedades, feriantes
etc., todos buscando hacer negocio con los despojos. El 27 de febrero
de 2004 se extrae el famoso telémetro, que tanto diera que hablar,
“para usarlo luego como adorno en un desfile de modas”, ¡Una
vergüenza!, actualmente se encuentra frente al Ministerio de
Turismo, hasta que alguien disponga otra cosa, ahí dormirá el sueño
de los justos. Nada se consigue sacando a la luz lo que queda del
buque, solamente alimentar el morbo de algunos, la curiosidad de
otros y muchas ganancias para alguien. El barco tal cual está no se
va a poder levantar, pero que van a destrozar lo que queda, para ir
sacándolo de a pedazos, que no quede la menor duda. Se me ocurre que
se debería utilizar otra palabra en lugar de “reflotar”, a ese
barco no lo reflota nadie, podrán sacar del agua sus partes, nada
más. No nos engañemos, acá no se trata de interés arqueológico
ni histórico. No puede haber interés arqueológico en algo tan
reciente, y la verdad de lo sucedido no está en el fondo del Río.
Este es un asunto totalmente
contemporáneo, todavía viven muchos de quienes fueron sus
tripulantes, alguno en Montevideo, y aún se conserva fresca la
sangre de quienes heroicamente murieron en él.
Definitivamente, no se trata de
arqueología marina. Es solo un negocio para ganar dinero,
simplemente eso... un asqueroso negocio en el que algunos “vivos”
curran con los restos de un barco por el que dieron sus vidas muchos
valientes. Algo parecido hicieron cuando encontraron el TITANIC, con
la salvedad de que al final primó la cordura y decidieron dejarlo
como está, no tocar más nada ni volver a bajar, y que duerma su
sueño eterno en el lugar.
Dejen, de una vez por todas, descansar
al Admiral Graf Spee en su tumba, permitan que de una vez por todas
termine la guerra para esos heroicos hombres, y que Langsdorff y sus
muertos puedan descansar en paz... ¡se lo merecen!, aunque con los
años desaparezca definitivamente, perdido en le bruma del tiempo.
¡Total!, a las generaciones futuras poco les va a importar ver un
montón de hierros oxidados. Todas esas tragedias marinas tienen que
seguir así, envueltas en su fantasía, si las descubrimos y las
traemos al presente, pierden su misterio, y por lo tanto su encanto y
su magia, esa magia que va pasando de generación en generación,
para mantener vivo en el tiempo, el recuerdo de una tragedia con
ribetes de leyenda, romántica y fantasmal.” (Nota ya publicada en
Informe Uruguay)