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lunes, 23 de diciembre de 2013
Los despidos más comentados tras meteduras de pata en Twitter
La semana pasada un tuit ofensivo de una ejecutiva de relaciones públicas que viajaba a Sudáfrica provocó una tormenta mediática y social. Veamos otros casos en los que 140 caracteres arruinaron una carrera.
"Rumbo a África. Espero no contraer el sida. Es broma, ¡soy blanca!", escribió Justine Sacco. Este tuit se convirtió en viral mientras ella estaba en un avión camino a Sudáfrica. La empresa de medios IAC anunció de forma inmediata el despido fulminante de la empleada. No obstante, este caso no es único.
1. Taylor Palmisano
En diciembre de 2013 Taylor Palmisano @itstaytime, subdirectora de finanzas del gobernador de Wisconsin, Scott Walker, perdió su trabajo tras revelarse que en 2011 publicó 'tuits' con comentarios racistas sobre hispanos.
"Voy a estrangular a ese mexicano ilegal que está limpiando la biblioteca. Deja de dar golpes con las sillas y apaga tu Walkman", escribió Palmisano en Twitter el 9 de marzo de 2011. "Este autobús es mi peor pesadilla. Nadie habla inglés y esta gente no sabe cómo controlar a sus hijos", indicó en su Twitter dos meses antes, y añadió la etiqueta "#inmigrantesilegales".
2. Mick Bacsik
“Felicitaciones a todos los sucios mexicanos de San Antonio”, publicó en su Twitter tras un partido el exjugador de béisbol Mike Bacsik, que trabajaba para la emisora de radio de Dallas The Ticket. Aunque pidió disculpas por sus comentarios racistas, perdió su trabajo.
3. Jofi Joseph
¿Piensa que tuitear bajo un alias le permitirá no ser identificado? Pues piénselo dos veces. En octubre de este año, Jofi Joseph, el entonces director de No Proliferación en el Consejo de Seguridad Nacional que estuvo participando en las negociaciones nucleares con Irán, fue identificado como autor de unos tuits insultantes que criticaban a altos cargos del Gobierno de Obama y cesado de su puesto. Uno de los 'tuits' que publicó bajo el seudónimo @NatSecWonk decía: "Debería haber más gente preguntándose por qué John Kerry instaló a dos exasistentes, ambos con CERO experiencia en política exterior, en puestos altos del Departamento de Estado". "Obama en pocas palabras: tiene un personal de mierda", escribió en otro.
4. Stuart MacLennan
En 2010 el político laborista del Reino Unido Stuart MacLennan indignó a la sociedad británica al publicar perlas como “creo que estoy completamente sobrio por primera vez en cuatro días”, por definir a los ancianos como “los que esquivan ataúdes” y a una mujer obesa como “la vaca más fea que he visto” o declarar lindezas como: “Dios, este comercio justo, los plátanos orgánicos son una mierda. ¿Puedo tener por favor uno cultivado por esclavos, químicamente tratado y genéticamente modificado?”. En aquel entonces formaba parte del Gobierno y fue despedido.
5. Sunith Baheerathan
Una mala idea es publicar tuits sobre drogas. Peor es tuitear sobre negocios con drogas. Pero la peor idea es, además, indicar en Twitter su lugar de trabajo para que los policías puedan encontrar al autor del mensaje y para que este pierda su empleo. Eso es básicamente lo que pasó con Sunith Baheerathan, un aspirante a mecánico de la cadena de reparaciones automotrices Mr. Lube, cerca de Toronto, Canadá. "¿Algún camello en Vaughn quiere ganarse 20 dólares? Que se dé una vuelta por el Mr. Lube de Keele/Langstaff, necesito uno o dos porros para aguantar la jornada", escribió en su cuenta, @Sunith_DB8R. La Policía local contestó al tuit del joven de una forma poco usual para las autoridades: con humor. "¡Increíble! ¿Podemos ir nosotros también?", publicaron en su cuenta de 'microblogging'.
6. Gilbert Gottfried
En 2011 el comediante Gilbert Gottfried tuiteó una serie de chistes sobre las víctimas del devastador tsunami en Japón. "Japón es realmente avanzado. Allí no van a la playa. La playa va a ellos". "Acabo de romper con mi novia pero como se dice en Japón, habrá otra flotando por aquí pronto". Estos dos fueron algunos de los mensajes publicados. Muchos usuarios criticaron al cómico y él se disculpó, pero eso no fue suficiente para la aseguradora Aflac: fue despedido en su papel como voz de la mascota de la compañía.
7. Gene Morphis
Como mucha gente, Gene Morphis acudió a las redes sociales para expresar opiniones sobre su trabajo. Pero a diferencia de muchas personas, en aquel momento Morphis era el director financiero de una empresa que cotiza en Bolsa, Francesca's Holdings Corp, y asistía a una reunión de la compañía. "Reunión de la Junta. Buenos números= Junta feliz”; "La llamada 'conferencia' terminó. ¿Cómo le caigo ahora al Sr. Chapo?", son algunos de los tuits de Morphis, que 'cayó' tras este acto.
8. Carly McKinney
En enero de este año Carly McKinney, una joven profesora de matemáticas, generó una gran polémica en Aurora, EE.UU., al publicar en Twitter unas fotos en las que aparecía desnuda. Además, la profesora bromeó sobre la madurez sexual de sus alumnos y alardeó de consumir marihuana.
"Desnuda. Húmeda. Colocada" o "es divertido, tengo marihuana en mi coche, en el parking de profesores", fueron algunos de los mensajes que puso en su cuenta, @crunk_bear.
Ciberespacio: ¿"una jaula de hierro"?
LA CUARTA PÁGINA
La dialéctica de la digitalización
Hoy comenzamos a tener la sospecha de que mientras retozamos dichosos en el ciberespacio hemos entrado sin saberlo en una nueva jaula de hierro, bien vigilada y sujeta a un escrutinio anónimo
El País de España
Desde la plaza Roja de Moscú, al otro lado del río que atraviesa la
ciudad, se podía ver hace años una pequeña central eléctrica de la época
de la revolución bolchevique. Sobre ella figuraba un gran letrero que
transmitía un mensaje inquietante: “Socialismo es el poder de los
sóviets y la electrificación”. La frase era de Lenin y aludía al
inextricable vínculo existente entre aquella forma de socialismo y su
dependencia del tipo de energía imprescindible para emprender la
industrialización. Al final, como todos sabemos, el instrumento que se
predicaba para hacer posible el paraíso en la tierra acabó por engullir
la promesa de la emancipación marxista.
Desde la perspectiva del ciberoptimismo político, hoy podríamos pensar en una divisa similar: “Democracia es el poder del pueblo y la digitalización”. Al fin habría llegado el momento en el que el ideal del Gobierno del pueblo por el pueblo podría hacerse realidad. Algo parecido a lo que los marxistas —y no solo ellos— creyeron ver en el potencial prometeico de la industrialización, que conseguiría sacar al hombre de su extremada dependencia de la naturaleza y convertirlo por fin en amo y señor de su destino.
Como entonces, el mecanismo imprescindible para encauzar la vida política se hace depender de un instrumento tecnológico, aunque hayamos pasado de estar bajo el signo de Prometeo al de Hermes, el dios de la comunicación. La gran pregunta que se suscita es si esta tecnología asociada a Internet podrá hacer honor a la gran cantidad de expectativas que ha creado o, y esto es lo grave, si su promesa de liberación puede acabar convirtiéndose en su contrario.
Digitalización abarca tanto a la fórmula a través de la cual se almacenan los datos que viajan por Internet como a los procesos de comunicación que se valen de la Red y surfean por ella. Por decirlo en términos pomposos, ya no hay más mundo que el digitalizado. Todo lo demás podrá existir, pero no será más que una sombra sin vínculo con la realidad que importa, aquella enclaustrada en este dominio y accesible a través de complejos algoritmos. El derridiano il n’y a pas hors de texte (“no hay fuera de texto”, el lenguaje es nuestro único acceso al mundo) se ha convertido en un il n’y a pas hors de l’algoritme.
Acceder a la mareante cantidad de información con la cual alimentamos
a este monstruo, que ya abarca a casi todo el conocimiento humano y a
todas las comunicaciones de todos con todos, solo es posible gozando de
asombrosas máquinas de búsqueda programadas con algoritmos destinados a
filtrar lo que en cada momento nos interesa. Internet no es un medio
cualquiera, ha devenido en el medio sin el cual ya no podemos entender
la sociabilidad ni la disponibilidad del conocimiento, del mismo modo
que no podemos imaginar que no se haga la luz cuando apretamos el
interruptor.
Como en tantas otras cosas, la política democrática se resiste a seguir la senda que le abren estas nuevas tecnologías, al menos en lo relativo al fomento de la participación política. Pero a nadie se le escapan las muchas consecuencias que el digital turn está teniendo para el devenir de la política normal. Todo el espacio público se está reconstruyendo a través de las redes sociales y de una multitud de webs que empujan en la línea de permitir aproximarnos a una transparencia total y de facilitar una presencia inmediata en dicho espacio de sectores de la ciudadanía cada vez más amplios. Las zonas de estrés que esto está generando para los mecanismos de interlocución política saltan a la vista. Los partidos y sindicatos están dejando de ser los canales privilegiados de mediación entre sociedad y política, pero también los propios medios de comunicación tradicionales, cada vez más atentos a los estados de ánimo que asoman en las redes. El Gobierno representativo tampoco consigue escaparse a esta dinámica. Por lo pronto, y esto parece una obviedad, la propia naturaleza de la comunicación inmediata hace que pierda fuerza el elemento “delegativo” que subyace al concepto de representación. Recordemos que “representar” significa “hacer presente algo o a alguien que está ausente”. Todas las dimensiones de la representación —estar, actuar o hablar en lugar de alguien— presuponen una “ausencia”, la del demos que después de haber “autorizado” mediante las elecciones a sus representantes se retira ya de la primera línea de acción política. Esto es lo que ya no ocurre y lo que comienza a subvertirlo todo.
Hoy hemos accedido a una “democracia de enjambre” (Byung-Chul Han), una “sumatoria privada de muchedumbres” reactivas, que se mueven a base de flujos de halago o descalificación (shitstorms) y que, como un seísmo, sacuden el espacio público llenándolo de ruido e impiden, la mayoría de las veces, una reflexión serena. Nos podrá gustar o no, pero está ahí para quedarse y comienza a reivindicar una nueva política todavía apenas visible. ¿Cuáles serán sus consecuencias; cómo puede afectar la nueva realidad virtual al despliegue de la democracia; facilitará el ejercicio de las virtudes cívicas o las subvertirá? Todo son preguntas.
Ya estamos al corriente, gracias al bendito Snowden, de que algunos Gobiernos sí saben qué hacer con el espacio digitalizado y empiezan a valerse de la “minería de datos” para ejercer una vigilancia sistemática de nuestras comunicaciones, aunque ignoremos por y para qué exactamente. Y eso es lo inquietante. Como también, que el futuro del conocimiento humano —y, por tanto, el control de nuestro destino— estará en manos de quienes tengan la capacidad de diseñar los nuevos algoritmos y financiar las sofisticadas máquinas de búsqueda. Ha surgido así una nueva brecha digital con consecuencias que todavía son impredecibles. Mientras los ciudadanos de a pie nos entretenemos con regocijo en alimentar los data commons, las interacciones constructivas a través de la Red —como Wikipedia, por ejemplo—, otros toman buena nota de las preferencias que cándida e inconscientemente les entregamos cada vez que encendemos el ordenador. Ya sea para hacer negocios o para anticipar comportamientos o movimientos “no deseados”. Frente a este problema, el del derrumbe de la eficacia del copyright casi hasta parece un mal menor.
Internet nos ofrece la posibilidad de invertir el panóptico foucaultiano, de ser nosotros quienes observamos y controlamos al poder, y no a la inversa. Esta es la premisa que hasta hace bien poco dábamos por supuesta. Hoy comenzamos a tener la sospecha de que mientras retozamos dichosos en el ciberespacio hemos entrado sin saberlo en una nueva jaula de hierro, bien vigilada y sujeta a un escrutinio anónimo. Todavía no conocemos con exactitud la dimensión exacta de esta amenaza o quién se va a ver beneficiado por ella, y mucho menos sus consecuencias a largo plazo.
Por eso conviene que abandonemos la situación de encantamiento y embeleso en que nos ha sumido la digitalización y tomemos conciencia de sus ambivalencias. Que, como bien dijeran Adorno y Horkheimer en su día respecto de la Ilustración, todo avance en el proceso de racionalización del mundo tiene también sus costes, genera su propia antítesis. Si reaccionamos rápido puede que aún estemos a tiempo de evitar que este espacio de libertad se convierta en una nueva forma de dominación. En la peor de todas, además, porque es silenciosa, encubierta y, por tanto, imbatible. Un nuevo Mundo feliz con soma digitalizado.
Desde la perspectiva del ciberoptimismo político, hoy podríamos pensar en una divisa similar: “Democracia es el poder del pueblo y la digitalización”. Al fin habría llegado el momento en el que el ideal del Gobierno del pueblo por el pueblo podría hacerse realidad. Algo parecido a lo que los marxistas —y no solo ellos— creyeron ver en el potencial prometeico de la industrialización, que conseguiría sacar al hombre de su extremada dependencia de la naturaleza y convertirlo por fin en amo y señor de su destino.
Como entonces, el mecanismo imprescindible para encauzar la vida política se hace depender de un instrumento tecnológico, aunque hayamos pasado de estar bajo el signo de Prometeo al de Hermes, el dios de la comunicación. La gran pregunta que se suscita es si esta tecnología asociada a Internet podrá hacer honor a la gran cantidad de expectativas que ha creado o, y esto es lo grave, si su promesa de liberación puede acabar convirtiéndose en su contrario.
Digitalización abarca tanto a la fórmula a través de la cual se almacenan los datos que viajan por Internet como a los procesos de comunicación que se valen de la Red y surfean por ella. Por decirlo en términos pomposos, ya no hay más mundo que el digitalizado. Todo lo demás podrá existir, pero no será más que una sombra sin vínculo con la realidad que importa, aquella enclaustrada en este dominio y accesible a través de complejos algoritmos. El derridiano il n’y a pas hors de texte (“no hay fuera de texto”, el lenguaje es nuestro único acceso al mundo) se ha convertido en un il n’y a pas hors de l’algoritme.
Alimentamos con regocijo la Red y otros toman buena nota de las preferencias que cándidamente les damos
Como en tantas otras cosas, la política democrática se resiste a seguir la senda que le abren estas nuevas tecnologías, al menos en lo relativo al fomento de la participación política. Pero a nadie se le escapan las muchas consecuencias que el digital turn está teniendo para el devenir de la política normal. Todo el espacio público se está reconstruyendo a través de las redes sociales y de una multitud de webs que empujan en la línea de permitir aproximarnos a una transparencia total y de facilitar una presencia inmediata en dicho espacio de sectores de la ciudadanía cada vez más amplios. Las zonas de estrés que esto está generando para los mecanismos de interlocución política saltan a la vista. Los partidos y sindicatos están dejando de ser los canales privilegiados de mediación entre sociedad y política, pero también los propios medios de comunicación tradicionales, cada vez más atentos a los estados de ánimo que asoman en las redes. El Gobierno representativo tampoco consigue escaparse a esta dinámica. Por lo pronto, y esto parece una obviedad, la propia naturaleza de la comunicación inmediata hace que pierda fuerza el elemento “delegativo” que subyace al concepto de representación. Recordemos que “representar” significa “hacer presente algo o a alguien que está ausente”. Todas las dimensiones de la representación —estar, actuar o hablar en lugar de alguien— presuponen una “ausencia”, la del demos que después de haber “autorizado” mediante las elecciones a sus representantes se retira ya de la primera línea de acción política. Esto es lo que ya no ocurre y lo que comienza a subvertirlo todo.
Hoy hemos accedido a una “democracia de enjambre” (Byung-Chul Han), una “sumatoria privada de muchedumbres” reactivas, que se mueven a base de flujos de halago o descalificación (shitstorms) y que, como un seísmo, sacuden el espacio público llenándolo de ruido e impiden, la mayoría de las veces, una reflexión serena. Nos podrá gustar o no, pero está ahí para quedarse y comienza a reivindicar una nueva política todavía apenas visible. ¿Cuáles serán sus consecuencias; cómo puede afectar la nueva realidad virtual al despliegue de la democracia; facilitará el ejercicio de las virtudes cívicas o las subvertirá? Todo son preguntas.
Ya estamos al corriente, gracias al bendito Snowden, de que algunos Gobiernos sí saben qué hacer con el espacio digitalizado y empiezan a valerse de la “minería de datos” para ejercer una vigilancia sistemática de nuestras comunicaciones, aunque ignoremos por y para qué exactamente. Y eso es lo inquietante. Como también, que el futuro del conocimiento humano —y, por tanto, el control de nuestro destino— estará en manos de quienes tengan la capacidad de diseñar los nuevos algoritmos y financiar las sofisticadas máquinas de búsqueda. Ha surgido así una nueva brecha digital con consecuencias que todavía son impredecibles. Mientras los ciudadanos de a pie nos entretenemos con regocijo en alimentar los data commons, las interacciones constructivas a través de la Red —como Wikipedia, por ejemplo—, otros toman buena nota de las preferencias que cándida e inconscientemente les entregamos cada vez que encendemos el ordenador. Ya sea para hacer negocios o para anticipar comportamientos o movimientos “no deseados”. Frente a este problema, el del derrumbe de la eficacia del copyright casi hasta parece un mal menor.
Internet nos ofrece la posibilidad de invertir el panóptico foucaultiano, de ser nosotros quienes observamos y controlamos al poder, y no a la inversa. Esta es la premisa que hasta hace bien poco dábamos por supuesta. Hoy comenzamos a tener la sospecha de que mientras retozamos dichosos en el ciberespacio hemos entrado sin saberlo en una nueva jaula de hierro, bien vigilada y sujeta a un escrutinio anónimo. Todavía no conocemos con exactitud la dimensión exacta de esta amenaza o quién se va a ver beneficiado por ella, y mucho menos sus consecuencias a largo plazo.
Por eso conviene que abandonemos la situación de encantamiento y embeleso en que nos ha sumido la digitalización y tomemos conciencia de sus ambivalencias. Que, como bien dijeran Adorno y Horkheimer en su día respecto de la Ilustración, todo avance en el proceso de racionalización del mundo tiene también sus costes, genera su propia antítesis. Si reaccionamos rápido puede que aún estemos a tiempo de evitar que este espacio de libertad se convierta en una nueva forma de dominación. En la peor de todas, además, porque es silenciosa, encubierta y, por tanto, imbatible. Un nuevo Mundo feliz con soma digitalizado.
Fernando Vallespín es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.
Campiani "vendió hasta los repuestos" de los aviones
El senador nacionalista Carlos Moreira
dijo a No toquen nada que tras "la historia turbulenta y turbia de
Pluna" el presidente José Mujica debe destituir a Fernando Calloia.
Además, recordó que el exgerente de la empresa, Matías Campiani, "vendió
la sucursal de Río de Janeiro, la de San Pablo, la de Buenos Aires,
vendió un motor y después vendió hasta los repuestos" de los aviones.
Publicado el: 23 de diciembre de 2013 a las 15:00Por: Redacción 180
Joel Rosenberg: ¿Cómo analiza el visto del fiscal?
Carlos Moreira: Fue un desenlace muy
rápido. De la situación de Campiani y sus socios, el fiscal y el juez,
sobre todo el fiscal, siguió adelante y pidió además el procesamiento
por abuso de funciones del ministro de Economía y del presidente del
Banco República. El 30 de mayo habíamos presentado esta denuncia porque
entendíamos que toda esta trama, esta historia turbulenta y turbia de
Pluna con Leadgate podía tener conductas delictivas y al final la
Justicia nos dio la razón, especialmente en el caso de Campiani y sus
socios, que se les imputa un delito continuado de estafa especialmente
agravada, cosa que nosotros presumíamos que podía ser, porque hemos
alertado sobre esto, somos viejos veteranos en ese tema, siempre veíamos
cosas alejadas de la legalidad, ilegítimas y muy dañinas, con
cuantiosos perjuicios que recién hoy estamos en condiciones de ir
estimando, pero realmente cuantiosos.
El accionar de Campiani, dice el
fiscal, no fue controlado por el Estado, hasta 2010. Marca una
diferencia entre las dos administraciones de gobierno. ¿Cuál es es el
punto sobre el control que podía tener Pluna Ente Autónomo y que no tuvo
en su momento?
Yo recuerdo, y nosotros lo dijimos
muchísimas veces, cuando eufóricamente se anunciaba esa asociación,
sobre todo por parte del actual vicepresidente de la República, se nos
decía que se establecían acá siete salvaguardias, que teníamos veto en
los balances, que teníamos veto en el cambio del objeto social, que
podíamos vetar el cambio en el plan de negocios, y nada de eso funcionó,
nada de eso resultó ser así. Y el primer directorio de Pluna Ente
Autónomo presidido por Bouzas fue permisivo, condescendiente, tolerante,
hasta el infinito, incluso votando el negocio ruinoso con Aerovip, en
la República Argentina, votando todo.
Recuerdo un documento en el cual el
directorio de Pluna se obligaba a aprobar balances que se iban a
presentar tres meses después. Es decir, el balance no lo conocían, no lo
habían visto, no lo confeccionaban, y les obligaban a votarlo. Cosas
increíbles. El anterior directorio de Pluna fue una cosa absolutamente
lamentable y ahí también quizás haya que lamentar responsabilidades
penales, porque cuando se permiten ese tipo de cosas, con esa ligereza,
ligereza culpable por lo menos, hay que hurgar ahí, porque, ¿cuánto nos
costó todo eso? ¿Cuánto nos costó la famosa garantía con el Scotia Bank,
que tanto defendieron los ministros Rossi y Astori? Que era bárbaro
porque las tasas de interés eran más bajas y los plazos y eran más
largos, ahora nos termina costando 140 millones de dólares, ni más ni
menos.
Creo que el directorio de Pluna que
sigue, o por lo menos sigue con otras figuras, tuvo un papel diferente
en ese sentido, con una actitud mucho más vigilante después del 2010. Yo
lo he destacado siempre eso, especialmente por parte del director del
Partido Nacional que estaba ahí, que no ha votado ninguna de estas cosas
y que además ha denunciado muchas de esas cosas. Me acuerdo en una
sesión de la Comisión de Transporte se molestó el ministro Pintado con
las cosas que él decía. Es la actitud que debe tener cualquier director
de un ente autónomo: vigilante, evitar que haya daños patrimoniales para
el estado, y vaya si aquí los hay. Creo que la Justicia otra vez en una
clara demostración de independencia y de rigor pone las cosas en su
lugar.
¿Cuál es la idea de usted del negocio
de Campiani? ¿Comprar y vender rápido, como dice Gómez, pero en el medio
las acciones que hacía para eso no eran legales?
Él lo decía, lo autoproclamaba. Eso no es
un delito. Pero después, cuando no puede vencer, empieza a hacer todas
las que hizo. No quedó ni un repuesto de Pluna, vendió hasta los
repuestos. Vendió la sucursal de Río de Janeiro, la de San Pablo, la de
Buenos Aires, vendió un motor y después vendió hasta los repuestos.
Vendía lo que se le ponía adelante. La vació a la empresa. Aparte usted
recordará lo que se pagaba por consultorías y asesorías: 4 millones 300
mil dólares por año. Hasta hubo una asesoría jurídica en el Reino Unido,
como si Pluna viajara a Londres, hasta de 48.000 dólares por año.
Barbaridades.
Ahí había filtraciones por todos lados.
El negocio con Aerovip fue un negocio absolutamente impresentable que lo
votó el anterior directorio de Pluna Ente Autónomo, comprarle a una
empresa argentina fundida -debía siete millones de dólares- para hacer
vuelos de cabotaje en Argentina, que nunca pudieron hacer, y terminó
esta empresa volando en las frecuencias de Pluna en los mejores horarios
con un avión de Pluna y todos los servicios de Pluna. Y decían que esto
era un buen negocio para Pluna, pero por favor...
¿Y las asesorías jurídicas qué son? ¿Contrataciones por año?
Sí, por año. Había por ejemplo una
gerencia general que cobraba creo que 600.000 dólares por año cuando
todos estos argentinos eran egresados de universidades norteamericanas
en administración, una barbaridad.
La sospecha es que el dinero nunca iba a esos lugares.
Claro, seguro. Da la sensación y me
parece que eso funda el fallo judicial este toda esa barbaridad, esa
compra de aviones, todo fiado, compraron 13 aviones sin un dólar, todo
fiado. Claro, los primeros siete con la garantía del estado uruguayo,
que vaya si nos va a costar caro. Y los otros trece en régmen de leasing
que ahora los devolvieron. Una barbaridad.
El fiscal dice que había un entramado de nombres de empresas: Leadgate, Interjet...
Aquella Interjet, el Reino Unido, la presidente era María Cecilia Demarco...
Hicimos un informe apropósito del
síndico, no teníamos esta información que tiene el fiscal ahora de cómo
se armaron las empresas. ¿Esto ustedes lo llegaron a ver? Dice que el
Partido Nacional entonces de que era un Leadgate y otro Leadgate, llega a
denunciar al otro Leadgate, no al original.
Yo qué sé, como acá le cambian los
nombres a las cosas y aparecen siempre sociedades fantasmas nuevas, esa
Interjet, había Interjet 1, Interjet 2, presidente María Cecilia
Demarco, que era abogada de Pluna. Y lo hicieron porque había un tratado
para evitar la doble imposición entre la Argentina y el Reino Unido
para no pagar impuesto a la renta en la República Argentina. Fue una
especie de defraudación tributaria en la cual el estado uruguayo podía
ser hasta sospechado. Llegamos hasta ese extremo. Yo tengo un informe
jurídico de abogados argentinos que dice que ahí podría haber
defraudación tributaria. Fíjese, el estado uruguayo se había asociado
con ese tipo de empresas, una cosa increíble, lo que demuestra que no
reparaban en costo alguno, no se detenían ante nada.
¿Qué le pareció la actitud de Lorenzo, de renunciar?
Nosotros venimos reclamando su renuncia
hace meses, debió haber renunciado antes, pero me parece que está bien
que renuncie ahora, y además se evitan así un juicio político hoy en el
Senado. Me parece que está bien que renuncie y me parece que al señor
Calloia el presidente debe destituirlo, porque esa actitud desafiante
después de haber hecho lo que hizo con el aval, lo que hay que hacer es
destituirlo ya, cesarlo.
Puerto malayo pretende convertirse en un punto de comercio vital para la región.
Renacer de la ruta de la seda marítima
El puerto de Kuantan en la costa
oriental de Malasia peninsular dará al país un acceso más rápido a los
puertos de China y podrá acoger a navíos mucho más grandes.
Renacer de la ruta de la seda marítima |
10/12/2013 (El Pueblo en Línea) -
Hace más de 600 años, el diplomático de la dinastía Ming, el legendario Almirante Zheng He, hizo siete viajes hacia occidente por una vía conocida como la ruta de la seda marítima.
Usada por primera vez en las dinastías Han (25-220 D.C.) y Qin, la vía marítima conectaba los puertos del sur de China al sudeste de Asia, India, Arabia y África. Seda, porcelana, té y especias pasaron de Guangzhou, el punto de partida, a los países del Golfo.
Ahora, China propone reconstruir esta vía marítima con siglos de antigüedad en una ruta de la seda marítima de siglo XXI. Kuantan, en la costa oriental de Malasia peninsular, es la esperanza de los buques chinos modernos que quieren compartir la historia de Zheng cuando llegó a esas tierras en el siglo XV.
Situado a 250 kilómetros de la capital Kuala Lumpur, Kuantan es el centro económico de la costa este y la ciudad más moderna de ese litoral. La capital del estado de Pahang está experimentando un desarrollo en logística integrada y un centro industrial para la región económica de la costa este (ECER), proyecto del gobierno de Malasia para descentralizar las actividades económicas.
Crucialmente proporciona acceso rápido a China a través de su puerto.
"Ofrecemos la ruta más corta, rápida y directa entre Malasia y los puertos del lejano oriente", dijo Khasbullah bin A Kadir, jefe de operaciones del consorcio del puerto de Kuantan, el operador portuario. Añade que el tiempo de navegación entre el puerto y China es tan sólo de cuatro días.
"El puerto de Kuantan es uno de los puertos de la ASEAN que conforman la red más amplia de conectividad de puertos regionales", explica Lee Chee Leong, analista de Centro de Investigación Anbound, refiriéndose a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
"China aún debe garantizar cualquier acuerdo tangible para el uso de puertos en el mar de China meridional, por lo que desarrollar el puerto Kuantan ofrecerá otra base para que China expanda su ruta marítima.
El gobierno de Malasia, que está tratando de corregir un enorme desequilibrio comercial, espera que esta proximidad y ubicación estratégica de Kuantan con China y el resto de la región favorezca a las compañías chinas.
El parque está siendo desarrollado conjuntamente por un consorcio de empresas del sector público y privado malayo y un consorcio chino, de los cuales Guangxi Beibu es el accionista mayoritario (el otro socio es la empresa de inversión Qinzhou). Los chinos tienen una participación del 49% en la UTE.
En la presentación de febrero por Najib Razak, primer ministro de Malasia, el líder malayo dijo: "MCKIP está bien posicionado para convertirse en un centro de industrias de alta tecnología, orientadas a la exportación gracias a su proximidad al puerto de Kuantan".
Ambos líderes atestiguaron la firma de cinco acuerdos entre empresas de Malasia y China para dar comienzo a la afluencia de inversiones.
Mujica, el principal responsable del gran desastre Gabriel Pereyra
http://www.elobservador.com.uy/zikitipiu
A pesar de la tragedia política de Pluna, que dejó pérdidas económicas, políticas y personales, parecería que el presidente salió ileso
Si entre todos los defectos y
errores cometidos por los integrantes del equipo económico en el asunto
de Pluna hubiese que buscar alguna virtud, esa sería la fidelidad;
fidelidad, por sobre todas las cosas, con el presidente de la República,
José Mujica.
Al equipo económico que lideraba Fernando Lorenzo se le pueden señalar actitudes arrogantes, despectivas incluso con sus propios compañeros de partido (de allí quizás las soledad del astorismo a la hora de la renuncia), pero los hombres que manejan la economía son una isla de prolijidad dentro de un gobierno donde las patinadas son el santo y seña de cada día.
Pero en el caso de Pluna, a la urgencia por resolver un asunto que se les vino encima y lo manejaron mal desde un comienzo, a los hombres del astorismo se les sumó una situación que terminó por ser determinante: fue el presidente Mujica el que marcó el tono de cómo proceder con la aerolínea luego que se decidió apartar a Leadgate.
Cuando no aparecía nadie para ofertar por Pluna, fue Mujica quien telefoneó al empresario Juan Carlos López Mena para que le diera una mano. Fue Mujica que lo presionó cuando el empresario amagó con no presentarse y fue Mujica el que lo siguió presionando para que encontrara la forma de entrar en el negocio.
Como era una mala señal y un precio político muy alto a pagar que la izquierda le vendiera Pluna a López Mena dejándole el monopolio de los cielos y los mares, entonces se empezó a tramar bajo cuerda todo ese engaño que luego se supo, con un testaferro de dos nombres, un comprador que nunca compró y una garantía de dudosa solvencia.
Todo apañado, impulsado, promovido por el primer mandatario. Luego vinieron las llamadas de Lorenzo, el acatamiento de Fernando Calloia en el Banco República, el exceso de confianza estampado en la ya legendaria foto del exministro de Economía almorzando con López Mena, mientras que en un borde de la mesa, como un mandadero con traje caro, se veía al caballero de la derecha, el testaferro. Era el comienzo del fin de la gran mentira.
Por las razones que fuere, el equipo económico se había apartado de su estilo y había entrado en la lógica del como te digo una cosa hago otra, de lo político por encima de la ley, de las mujiqueadas que ya dejaron de sorprender.
Por eso la conferencia de prensa en la que el sábado Mujica dio su apoyo y solidaridad a los afectados, no fue una formalidad de esas que exige la política. Si Lorenzo y Calloia cometieron delito en su accionar, uno se pregunta qué ocurriría si el fiscal citara al presidente y le preguntara: “¿Usted le ordenó a sus subalternos actuar de esta forma?”. O ni siquiera tanto, sino que le preguntara: “¿Usted estaba al tanto de que sus subalternos estaban actuando de esta forma que se aparta de la ley?”.
No sólo es obvio que el presidente debía saber, sino que fue él quien empujó a todos al desastre, el que antes de la subasta sabía que esta se liquidaba “en cinco minutos”, el que pasará a la historia como el conductor de una de las crisis éticas más profundas de la izquierda uruguaya, y lo hará casi ileso, porque es una de sus características, porque es el Pepe, porque casi todo le está perdonado, aunque la patriada le haya salido muy cara económicamente al país, políticamente al Frente Amplio y personalmente a los hombres que, aún en el error, le fueron fieles hasta el final.
Al equipo económico que lideraba Fernando Lorenzo se le pueden señalar actitudes arrogantes, despectivas incluso con sus propios compañeros de partido (de allí quizás las soledad del astorismo a la hora de la renuncia), pero los hombres que manejan la economía son una isla de prolijidad dentro de un gobierno donde las patinadas son el santo y seña de cada día.
Pero en el caso de Pluna, a la urgencia por resolver un asunto que se les vino encima y lo manejaron mal desde un comienzo, a los hombres del astorismo se les sumó una situación que terminó por ser determinante: fue el presidente Mujica el que marcó el tono de cómo proceder con la aerolínea luego que se decidió apartar a Leadgate.
Cuando no aparecía nadie para ofertar por Pluna, fue Mujica quien telefoneó al empresario Juan Carlos López Mena para que le diera una mano. Fue Mujica que lo presionó cuando el empresario amagó con no presentarse y fue Mujica el que lo siguió presionando para que encontrara la forma de entrar en el negocio.
Como era una mala señal y un precio político muy alto a pagar que la izquierda le vendiera Pluna a López Mena dejándole el monopolio de los cielos y los mares, entonces se empezó a tramar bajo cuerda todo ese engaño que luego se supo, con un testaferro de dos nombres, un comprador que nunca compró y una garantía de dudosa solvencia.
Todo apañado, impulsado, promovido por el primer mandatario. Luego vinieron las llamadas de Lorenzo, el acatamiento de Fernando Calloia en el Banco República, el exceso de confianza estampado en la ya legendaria foto del exministro de Economía almorzando con López Mena, mientras que en un borde de la mesa, como un mandadero con traje caro, se veía al caballero de la derecha, el testaferro. Era el comienzo del fin de la gran mentira.
Por las razones que fuere, el equipo económico se había apartado de su estilo y había entrado en la lógica del como te digo una cosa hago otra, de lo político por encima de la ley, de las mujiqueadas que ya dejaron de sorprender.
Por eso la conferencia de prensa en la que el sábado Mujica dio su apoyo y solidaridad a los afectados, no fue una formalidad de esas que exige la política. Si Lorenzo y Calloia cometieron delito en su accionar, uno se pregunta qué ocurriría si el fiscal citara al presidente y le preguntara: “¿Usted le ordenó a sus subalternos actuar de esta forma?”. O ni siquiera tanto, sino que le preguntara: “¿Usted estaba al tanto de que sus subalternos estaban actuando de esta forma que se aparta de la ley?”.
No sólo es obvio que el presidente debía saber, sino que fue él quien empujó a todos al desastre, el que antes de la subasta sabía que esta se liquidaba “en cinco minutos”, el que pasará a la historia como el conductor de una de las crisis éticas más profundas de la izquierda uruguaya, y lo hará casi ileso, porque es una de sus características, porque es el Pepe, porque casi todo le está perdonado, aunque la patriada le haya salido muy cara económicamente al país, políticamente al Frente Amplio y personalmente a los hombres que, aún en el error, le fueron fieles hasta el final.
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