Vázquez
le ganó por más de 80% pero esa porción de algo menos de 20% que logró
la desafiante, marcan también un problema para la izquierda.
Infolatam
Por Nelson F. Salvidio
“… si es que ganamos la elección …” . El vicepresidente de la República,
Danilo Astori,
utilizó anoche esa expresión al referirse al plan de medidas para un
eventual gobierno del Frente Amplio, que sería el tercero en caso de
concretarse.
¿Cómo “si es que ganamos”?
Los frenteamplistas descontaban que seguían de largo en el gobierno
nacional del Uruguay, que alcanzaba con que el ex presidente
Tabaré Vázquez confirmara que su candidatura para ganar las presidenciales de octubre 2014 sin transpiración.
Contexto político a favor, una economía en crecimiento tan extensa
como no se recuerda, indicadores sociales de mejora, y una oposición que
no generaba esperanza … todo eso era visto como la izquierda uruguaya
como el marco previo a la victoria y festejo.
De pronto, el candidato favorito que no entusiasma, una campaña
electoral que no contagió adhesiones, una opinión pública que expresó
deseos de recambio partidario, y una oposición que logró movilizar
militancia joven para sumar votos.
El oficialismo reaccionó, pero dentro del andarivel que ha recorrido hasta ahora.
Tabaré Vázquez sorprendió con un anticipo inesperado
de medidas de gobierno, las que enumeró en un decálogo para iniciar un
tercer período. Eso, para convocar atención de medios de prensa y de
teleaudiencia, en una noche en la que la oposición tenía la oferta más
tentadora para los canales de TV que transmitían de continuo.
Eso, para darle más emoción a la noche de internas en la izquierda.
La elección para el Frente Amplio no generaba expectativa sobre el
resultado de la candidatura, porque era lógico que
Vázquez ganará ampliamente a la senadora
Constanza Moreira (una politóloga que reclama más izquierda), y que llegaba sin pretensiones y con respaldo de pequeños grupos.
Vázquez le ganó por más de 80% pero esa porción de
algo menos de 20% que logró la desafiante, marcan también un problema
para la izquierda. Es una visualización de votantes que no sintonizan
con el principal líder de la coalición oficialista.
Los primeros datos de listas internas también mostró pedido de
renovación. Ayer mismo, algunos dirigentes frenteamplistas aplaudían a
Vázquez
por los anuncios apurados sobre medidas de gobierno, pero reconocían
que el ex presidente seguía con un tono de campaña que no rindió.
Vázquez, que cuando fue presidente del Uruguay logró
gran éxito con la campaña de entregar una computadora portátil a cada
niño escolar (el Plan Ceibal), anoche dijo que si vuelve a la
Presidencia dará “una tablet a cada jubilado”.
El Frente Amplio discutió en un intenso Congreso Nacional todo un
programa de gobierno, que insumió meses de trabajos y negociaciones
previas. Y
Vázquez apareció con una lista de 10
medidas para iniciar un gobierno que no consultó con la dirigencia de la
coalición, y que no precisaba exponer en la noche de las internas.
Tabaré es el dirigente político que recibe mayor
simpatía popular desde 1990, mes a mes en cada sondeo. Pero con sus 74
años, pese a su conocimiento de lo popular, ha tenido distancia con el
electorado joven en estas semanas.
Luis Lacalle Pou, diputado cercano a cumplir 41
años, se convirtió anoche en el candidato presidencial del principal
partido de opositor, y fue la sensación de la campaña electoral.
Pedro Bordaberry, que acaba de cumplir 54 años, es
el candidato del histórico Partido Colorado, y ahora buscará que esa
colectividad vuelva a ser la alternativa de gobierno.
Son dos candidatos potentes para una elección que es distinta a lo que se pensaba hasta ahora. Pese a eso, el Frente Amplio y
Tabaré Vázquez
siguen con el cartel de favoritos. Pero ahora es otra campaña. Los
candidatos opositores encabezan una bandera de renovación generacional.
Bordaberry desplazó –elegantemente y en armonía– a los dos líderes colorados que fueron presidentes de la República;
Julio María Sanguinetti (1985-90 y 1995-2000) y
Jorga Batlle (2000-5).
Lacalle Pou hizo la campaña lejos de su padre, el senador
Luis Alberto Lacalle,
que fue presidente del Uruguay en 1990-95 y que perdió la última
elección ante Mujica, en 2009. “Está muy bien Maracaná, pero yo quiero
ganar el mundial de 2014″, dijo
Lacalle Pou en la medianoche del domingo al despedir a sus seguidores que lo ovacionaron en la Casa del Partido Nacional.
El candidato oficialista enfrenta un cuadro que no era el esperado.
El resultado de este domingo obliga al Frente Amplio a replantear su
campaña, con el riesgo de perder una elección que consideraba ganada de
antemano.
Vázquez quiere elegir la candidatura a
Vicepresidencia de acuerdo a su criterio, y sin la presión de la
coalición. Pero ya anoche varios dirigentes frentistas sostenían que esa
decisión no puede quedar reservada al líder. Y que todas las decisiones
importantes deberán ser tomadas en coordinación.
Vázquez no está acostumbrado a esperar el aval de
sus correligionarios, ni a someterse a la consideración colectiva. Es un
líder que manda. Y siente que eso le dio éxito hasta ahora.
Ahora los partidos comienzan a procesar datos de votos a listas, un
curioso “voto en blanco” que se registró en el escrutinio primario, y
que a priori, no tiene explicación en una elección sin voto obligatorio.
El Mundial de fútbol ayudará a que los partidos procesen el resultado
con cierta tranquilidad y sin la presión de opinión pública y medios de
prensa, para reclamar definiciones. Los uruguayos reclamarán goles
celestes más que definiciones políticos en estos próximos días.
Falta mucho para la elección presidencial y legislativa de octubre. Pero el tiempo pasa rápido.