La noticia llegó a sus oídos justo
cuando estaba por comenzar el banquete oficial, a celebrarse en un
viejo castillo escocés, que agasajaría a los jefes de estado de los
países que integran la OTAN.
Y a pesar de no haber sido nominados
al tilingo desafío, cayó sobre las cabezas del Primer Ministro y
su Majestad la reina, como un balde de agua helada.
Las últimas encuestas decían que
casi el 60% de los escoceses votarían a favor del SI en el próximo
referéndum que definiría si Escocia sigue siendo parte del Reino
Unido o se declara un estado independiente.
Paraditos uno junto al otro mientras
saludaban a los altos y algunos bajos, dignatarios y sus respectivas
comitivas, Isabel 2 y Cameron cuchicheaban posibles soluciones al
problema.
Los dos ya se habían resignado a
descartar el ahorcar un poco y luego destripar un poco más, al
actual y real Mel Gibson, líder de los rebeldes separatistas, porque
eran conscientes que esta vez no iba a caer muy bien que digamos
entre los votantes.
La otra solución sería enviarlo en
un misión secreta a Irak o Siria para que, en nombre de su Majestad,
tratara de convencer a los de ISIS que depusieran las armas y dejasen
de andar cortando cabezas de locales y extranjeros para después
subirlas a las redes sociales.
Claro está que una vez llegado
allí, agentes del servicio de inteligencia británico se
disfrazarían con túnicas negras y capuchas ídem y procederían a
decapitar en cámara al susodicho para después subirlo a las redes
sociales, robando el audio del verdadero integrante inglés de ISIS
para que nadie dudase de la autenticidad del video.
Este plan traería dos consecuencias
positivas: 1) Eliminar al líder separatista escocés.
2) Tener la excusa para poder
finalmente bombardear, junto a USA, a los rebeldes de ISIS dentro de
Siria. Si por esas cosas del destino resultaba bombardeado el palacio
de Al Assad con él adentro, siempre podrían decir que había sido
un misil errante prestado por Israel, artefactos que por alguna razón
desconocida se desvían de sus blancos y caen sobre otros no
programados.
El problema consistía en convencer
a Mel Gibson versión escocesa en aceptar la misión. Muy
probablemente el tipo declinaría esta generosa oportunidad de
cumplir con la patria.
La reina agregó que le parecía
increíble que 307 años después de ser anexados, si bien contra su
voluntad, los escoceses siguiesen con la idea fija de ser
independientes.
Cameron abrió la boca para decir
algo pero Isabel lo paró en seco con un -:_”¡Si estaba por decir
que hace 307 años yo ya era la reina, le aviso que el chiste es
viejo y sigue sin hacernos gracia!” -.
Sentados en la larguísma mesa y
casi por llegar el postre, Isabel decidió que la situación
ameritaba cobrar algunas facturas impagas y dirigiéndose a Obama que
estaba sentado a su derecha, le pidió ayuda para resolver el
problema.
Desde la otra punta de la cabecera
Cameron escribió rápidamente un mensaje sobre un papelito y se lo
pasó al tipo que estaba sentado al lado que a su vez se lo pasó al
otro hasta llegar a Obama que se lo dio sin siquiera chusmear un
poquito, a Isabel.
Obama no necesitaba chusmear nada ya
que el que le servía el vino a Cameron era en verdad una gente de la
CIA que transmitió lo que decía el mensaje al micrófono que hacía
de gemelo en su camisa, mientras hacía como que se rascaba la oreja.
El mensaje fue captado por la señal
de satélite espía norteamericano y bajado de inmediato al oído de
Obama. Al mismo tiempo fue captado por los satélites espías
alemanes, franceses, británicos y rusos que lo retransmitieron a
Merkel, Hollande, Cameron y a Putín, que estaba en Crimea de pura
casualidad.
La reina también recibió el
mensaje a través de su micrófono colocado en la patilla que
sostenía su diadema de brillantes, pero justo en ese momento estaba
recibiendo por tweet la noticia de que Kate y William estaban otra
vez un poquito embarazados y por eso no le prestó atención al
zumbido en su oreja.
Y así fue que cuando recibió de
manos de Obama el papelito pensó que había llegado la hora del
discurso y lo leyó en voz alta.
-“¿Qué hace, su boluda
majestad?”-decía el mensaje de Cameron-“¿no sabe que Usa apoya
siempre, salvo en el caso de Ucrania, a los rebeldes separatistas o
golpistas o lo que sean?¡ Nos va a bombardear a nosotros!”.
Todo el mundo giró la cabeza para
mirar a Obama, pero este estaba muy ocupado tweeteando un mensaje al
Pentágono que decía:- “Anular orden de bombardear Buckingham
Palace…repito…no bombardear Buckingham Palace…”-
Mientras Londres volvía a
iluminarse y cesaban las sirenas de alarma, Merkel, Hollande,
Cameron y hasta la misma, ahora muy atenta, Isabel, largaron un
suspiro de alivio. Putín, que por esas cosas de la vida estaba
visitando una granja de pollos rusa justo en la frontera con Ucrania
también suspiró, pero fue un suspiro de desencanto.
Por su parte, Obama disimulaba
persiguiendo con el tenedor al plum pudding escocés (budín de
ciruelas bañado, ahogado en whisky) por todo el plato, ya que los
norteamericanos aún no han entendido que los postres se comen con
tenedor y cuchara.
Mientras se preparaba el brindis
final y todo el mundo hacía de cuenta como que nada raro había
pasado, Isabel decidió que el segundo hijo de Kate y William tendría
que nacer en Escocia. Si ganaba el No sería una nota simpática para
congraciarse con los escoceses. Si ganaba el SI, sería el próximo
rey de Escocia.
Y quien sabe, en algún futuro,
Helen Mirren podría interpretarlo en una película. L.M.V.