El mandatario habló de las razones por las que Uruguay recibirá a
los presos de Guantánamo y reclamó el “levantamiento del injusto e
injustificable embargo” a Cuba
El presidente José Mujica difundió este viernes en su
audición de M24 una carta abierta dirigida al presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, y a los uruguayos, en dónde destaca a Uruguay como
“un país que formó parte de la vanguardia mundial en la creación de
instrumentos de paz”, y explica las razones por las que se recibirá a
los presos de Guantánamo.
“Recogiendo de nuestro mejor pasado esa vocación, hemos ofrecido
nuestra hospitalidad para seres humanos que sufrían un atroz secuestro
en Guantánamo. La razón ineludible, es humanitaria”, expresó el
mandatario.
“A estas tierras han venido, desde nuestra independencia y aún antes,
personas y contingentes a veces muy numerosos buscando refugio: guerras
internacionales, guerras civiles, tiranías, persecuciones religiosas y
raciales, pobreza y también extrema miseria, lejanas o muy cercanas”,
añadió.
“Muchísimos llegaron desde situaciones comprometidas y
comprometedoras. Han construido este Uruguay: forjaron bienestar,
trajeron oficios, semillas, saberes, culturas, y, por fin, hincando
profundas raíces, sembraron aquí su hoy innumerable descendencia. Y
también sus tumbas del morir de viejos. Formaron con sus huesos parte de
nuestra tan querida tierra”, continuó el mandatario.
Por último, Mujica señaló que es una “ocasión propicia para reclamar
el levantamiento del injusto e injustificable embargo a nuestra hermana
República de Cuba” y destacó la liberación del portorriqueño Oscar López
Rivera y de Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández,
cubanos presos en Estados Unidos.
“Estamos seguros de que estas demandas insatisfechas abrirían amplias
avenidas a un proceso de paz, entendimiento, progreso y bienestar para
todos los pueblos que habitan aquella zona crucial de nuestra América”,
finalizó Mujica.
Texto completo de la carta:
“La solidaridad es la ternura de los pueblos”, proclamó Pablo
Neruda en medio de la inmensa y urgentísima tarea de evacuar, socorrer y
asilar a decenas de miles de republicanos españoles de los que tantos
lograron llegar también al Río de la Plata luego de la Tragedia de 1939.
Este Presidente fue en su juventud alumno deslumbrado y hoy agradecido, de una de aquellas lumbreras intelectuales desterradas.
El Uruguay pacífico y pacificador es una gran herencia y a la vez una estrategia vital.
Este país formó parte de la vanguardia mundial en la creación de instrumentos internacionales para la paz.
Recogiendo
de nuestro mejor pasado esa vocación, hemos ofrecido nuestra
hospitalidad para seres humanos que sufrían un atroz secuestro en
Guantánamo. La razón ineludible, es humanitaria.
A estas
tierras han venido, desde nuestra independencia y aún antes, personas y
contingentes a veces muy numerosos buscando refugio: guerras
internacionales, guerras civiles, tiranías, persecuciones religiosas y
raciales, pobreza y también extrema miseria, lejanas o muy cercanas.
Desde
todos los países de Europa incluyendo la lejana Rusia; y de América; y
lo más doliente: desde África, traídos como esclavos.
Muchísimos
llegaron desde situaciones comprometidas y comprometedoras. Han
construido este Uruguay: forjaron bienestar, trajeron oficios, semillas,
saberes, culturas, y, por fin, hincando profundas raíces, sembraron
aquí su hoy innumerable descendencia. Y también sus tumbas del morir de
viejos. Formaron con sus huesos parte de nuestra tan querida tierra.
Pero
a la vez y a su tiempo, en mala hora para nosotros, hemos recibido la
cálida y oportuna mano tendida y el asilo de numerosos países, a pesar
de que éramos “acusados” por la tiranía doméstica, de ser gente muy
peligrosa.
Y antes, durante y después, decenas de miles
de compatriotas se fueron a todos los confines, a causa de la pobreza y
la falta de perspectivas.
Muchos de ellos, y su
descendencia que habla otros idiomas, no han podido volver y constituyen
para nosotros, además de una dolencia y un deber pendiente, la querida
Patria Peregrina.
Es por todo ello que siguiendo por el
camino de la famosa Parábola, sentimos la escena porque la sufrimos en
carne propia, desde el dolor del herido más que desde el altruismo del
Samaritano.
Formamos parte del mundo de los asaltados heridos. Pertenecemos a la inmensa mayoría de la Humanidad.
No
debemos ni queremos olvidar ni perder ese punto de vista para mirar las
crudas realidades, por desgracia tan numerosas como crueles, que hoy
golpean a gritos en la puerta de millonarias conciencias.
La
ocasión ahora jubilosa es propicia para que reclamemos nuevamente el
levantamiento del injusto e injustificable embargo a nuestra hermana
República de Cuba cuyo Héroe Nacional fuera cónsul de Paraguay,
Argentina y Uruguay en Nueva York.
La liberación de
Oscar López Rivera, luchador independentista portorriqueño de setenta
años, preso político en Estados Unidos desde hace más de treinta, doce
de los cuales en celda de aislamiento.
Y la liberación
de Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández, cubanos presos
en Estados Unidos desde hace dieciséis años.
Estamos
seguros de que estas demandas insatisfechas abrirían amplias avenidas a
un proceso de paz, entendimiento, progreso y bienestar para todos los
pueblos que habitan aquella zona crucial de nuestra América.
José Mujica