Escritor y periodista Julio Dornel
En mayo del año 2.004, la pequeña población de 18 de Julio se vio conmocionada con la llegada de artistas de Argentina, Portugal, Brasil, Uruguay, Italia y España para participar en varios capítulos de la co-producción multinacional DIARIO DEL NUEVO MUNDO dirigida por el brasileño Paulo Nascimento.
En el mismo lugar que sirvió de escenario (Fuerte San Miguel) para que españoles y portugueses se disputaran el dominio de estas regiones, un elenco internacional integrado entre otros por Edson Celulari, Nicola Siri, Daniela Escobar, Marcos Paulo y Jean-Pierre revivieron durante varios días en compañía de 40 extras del ejército uruguayo las peripecias pasadas por un grupo de inmigrantes de las Islas Azores llegados a Brasil en 1765.
Esta película cuenta una historia de amor entre un médico que llega a bordo de un galeón y la esposa de un militar de alta jerarquía y que si bien está ambientada en épocas pasadas, revive un conflicto absolutamente contemporáneo. Las duras condiciones del viaje, las promesas incumplidas y la realidad que encontraron los inmigrantes integran el contexto de la historia que adquiere dramatismo con el romance de los principales protagonistas. Cabe señalar además que el actor uruguayo Jorge Nasser fue elegido para representar a un alférez español que es el encargado de ejecutar un fusilamiento por orden del Virrey don Pedro de Cevallos.
En principio esta película tiene varios nombres, aunque originalmente está basada en una novela que se llama UN CUARTO DE LEGUA EN CUADRO, que era antiguamente un pedazo de tierra que se prometía a los inmigrantes que comenzaban a poblar América. Si bien ese es el nombre original en Brasil, se ha reducido a DIARIO DEL NUEVO MUNDO y esto es común porque las películas en su proceso de realización tienen varios nombres, que luego van cambiando de acuerdo a las necesidades del mercado.
A nivel de estrellas del cine brasileño y la televisión se destaca al protagonista Edson Celulari, el italiano Nincola Siri que trabajaba en Mujeres Apasionadas, Ney Matogrosso y Daniela Escobar.
Por su parte Pablo Nascimento responsable de la dirección manifestó que “se trata de una historia que puede suceder en cualquier época (2004-2050) donde se destacan las demarcaciones fronterizas, pero centrada en esta oportunidad sobre un triangulo amoroso, lo que le ha dado una libertad total a la concepción de la película. Cuando el rotero llegó a mis manos estaba basado en una película de época que no me convenció por haber tenido siempre una cierta resistencia a este tipo de películas arcaicas y convencionales. Sin embargo hicimos algunas sugerencias que fueron aceptadas. En Brasil las filmaciones de épocas resultaron siempre muy parecidas, por lo que fue necesario presentar una visión diferente. Hemos fusionado la publicidad con el cine para obtener mejores resultados y quitarle el formato cerrado de otras épocas y aunque no es una película publicitaria hemos utilizado la tecnología y el conocimiento adquirido durante tantos años de trabajo.
Por lo tanto será una película de 1750 con la visión del hombre del 2004, lo que nos da la libertad de innovar sin salirnos del texto original.
Entre las muchas cosas alteradas podemos destacar la música que dispone de guitarra eléctrica, violonchelo y batería saliéndonos del viejo padrón de que “no se puede hacer eso”. Estamos contando la historia como a nosotros nos gustaría verla personalmente.”
Haciendo referencia al escenario elegido el director Nascimento señaló que “hace algunos años visitamos la zona y quedamos maravillados con la grandiosidad del Fuerte de San Miguel.
Se trata de un escenario perfecto y funcional con lugares muy próximos, lo que facilita el trabajo con la grúa electrónica. Por otro lado queremos destacar la restauración realizada por Horacio Arredondo y las cómodas instalaciones del Parador”.
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jueves, 1 de enero de 2015
LA NUEVA GEOPOLITICA CLIMATICA Eduardo Gudynas
http://accionyreaccion.com/
31
Dec
2014
No es sencillo resumir los resultados del encuentro de los países miembros de la Convención Marco en Cambio Climático de las Naciones Unidas, que tuvo lugar en Lima (Perú). Su objetivo era ambicioso y también urgente. Pero los resultados han sido muy discutibles. Les comparto una breve reflexión publicada días atrás en el suplemento Ideas, del periódico Página Siete de Bolivia.
En la cumbre de Lima se debía precisar el marco de un futuro tratado, protocolo o mandato que impusiera restricciones sobre la emisión de gases con efecto invernadero para contrarrestar el cambio climático.Es un objetivo que se intenta alcanzar desde hace años, y se esperaba concretarlo en Lima, dada la presión ciudadana y nuevos reportes científicos confirmaron que el cambio climático es más grave de lo esperado y que avanza más rápidamente.
Bajo los compromisos actuales, tales como el viejo Protocolo de Kyoto, los únicos que tienen obligaciones de reducciones son las naciones industrializadas. A los países en desarrollo, y entre ellos los latinoamericanos, no se les exige limitar sus gases invernadero, aunque pueden hacerlo voluntariamente. Pero es muy evidente que esa posición es actualmente insostenible, ya que muchas naciones del sur han pasado en los últimos años a estar entre los más grandes contaminantes del planeta. Un nuevo acuerdo impondría obligaciones para todos los estados, y allí surgen las confrontaciones y desavenencias.
Esas discrepancias quedaron en claro en Lima. Buena parte de las naciones en desarrollo no desean limitar sus propias emisiones de gases invernadero ya que las conciben como trabas a su progreso económico. Y en caso que algo hicieran, quieren que los países ricos las compensen económicamente por eso. Las naciones industrializados evitan reducir todavía más sus gases invernadero, y nada quieren saber con una ayuda financiera masiva.
De esta manera, en Lima, casi todos los países invocaban la gravedad del cambio climático, pero en verdad evitaban asumir compromisos, aunque usando argumentos muy distintos. Se llegó a un acuerdo porque era tan vago e impreciso que no impone obligaciones ecológicas o financieras, y deja casi todo abierto para seguir negociando un año más.
Viejos y nuevos contaminadores
La diversidad de argumentos para esquivar las responsabilidades ya no puede ser analizada desde una perspectiva que separa dos bloques: el “norte” y el “sur”. Es una simplificación sostener que sólo el norte es el principal emisor de gases invernadero, y el sur, sin responsabilidades, sufre las consecuencias. En los últimos años la situación ha cambiado drásticamente, y entre los diez más grandes contaminadores globales están entreverados países del sur y del norte.
El primer lugar lo ocupa China, que desplazó a Estados Unidos al segundo sitio. Si se toma a los 28 países de la Unión Europea como un conjunto, estarían en tercer lugar, pero a nivel individual ese sitio es ocupado por India. A su vez, en esas primeras ubicaciones aparecen por ejemplo Indonesia y Brasil, que emiten más que Japón o Alemania. Eso explica que naciones como China o Brasil se resistan a aceptar obligaciones a reducir sus emisiones, solo lleven adelante planes voluntarios.
Se ha dicho muchas veces que esos indicadores totales no son muy justos, y que deberían considerarse las emisiones por personas. Si así se hace, una vez más aparece otra geografía ecológica. El punto de referencia para lo que podrían llamarse “emisiones justas” son 2 ton de CO2 por habitante en el planeta, y sin duda las naciones industrializadas están muy sobrepasadas. Pero nosotros, en América del Sur, también. Paraguay ocupa el primer lugar con 18.2 ton CO2 por persona, el segundo lugar corresponde a Bolivia (14.8), y en el tercer puesto está Venezuela (13.4). Todos los indicadores son contundentes: nuestros países también son responsables.
Más de un lector se preguntará a qué se debe esta particular situación de los latinoamericanos. Es que mientras en los países industrializados el principal origen de las emisiones son los gases de las fábricas y motores, en América del Sur su origen está en la deforestación, las transformaciones agropecuarias y otros cambios en el uso del suelo.
Aceptando que las principales emisiones tienen esos orígenes, queda en claro que las políticas nacionales contra el cambio climático en países como Bolivia, deben comenzar por cambiar sus estrategias de desarrollo rural, modificar la tenencia de la tierra y detener la deforestación. Se impone un cambio de rumbo que no es nada sencillo, y que los Estados prefieren evitar, y rara vez mencionan en los cónclaves internacionales.
Predominio sin relato Marcelo Pereira la diaria
2014 le deparó al FA una extraña combinación de éxito electoral y crisis de identidad.
En el año que termina, el Frente Amplio (FA) empezó pensando
que ganaría las elecciones con facilidad y se encaminaría, detrás de
Tabaré Vázquez, hacia su tercer período consecutivo de gobierno
nacional, previsiblemente más ordenado y eficaz (pero también menos
fermental y audaz) que el de José Mujica.
Luego el oficialismo ingresó en una fase de dudas existenciales: en cierta medida por la visibilidad de una minoría descontenta con la postulación de Vázquez; en mayor grado por el cambio de escenario asociado con el triunfo de Luis Lacalle Pou en las internas del Partido Nacional; y sobre todo por el impacto de sucesivas encuestas sobre intención de voto y de sus interpretaciones, que hicieron prever un resultado con blancos y colorados superando al FA en la votación de octubre y en el Parlamento. Ante lo que se les presentó como un dato de la realidad, muchísimos frenteamplistas pensaron que había razones claras para explicar por qué se les venía la noche.
Acto seguido, el FA pasó sin etapas de la agonía al éxtasis, cuando supo que mantendría su mayoría en el Poder Legislativo y que iba rumbo a una cómoda victoria en el balotaje. En ese marco, comentaristas con muy diversas posiciones ideológicas coincidieron en interpretar que, muy por el contrario de lo que habían indicado las encuestas preelectorales, las opciones de la ciudadanía uruguaya se habían desplazado “hacia la izquierda”, en términos generales y también dentro del FA, a partir de lo cual unos pronosticaron importantes problemas internos para el próximo gobierno, mientras otros expresaban su entusiasta convicción de que éste podría caracterizarse por una extensión y profundización de los cambios procesados en la primera década de predominio frenteamplista.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la temprana presentación en sociedad del equipo ministerial que se propone nombrar Vázquez, los anuncios de candidaturas a la intendencia montevideana y la sonada polémica sobre el intercambio de críticas entre el Servicio Paz y Justicia y el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, instalaran entre los frenteamplistas un clima que no se caracteriza por el júbilo y la esperanza.
Es cierto que, como le gustaba decir al general Liber Seregni, cuando el FA no tiene problemas a la vista suele buscarse alguno, pero en este caso los vaivenes anímicos del oficialismo parecen expresar algo más que una inveterada inclinación hacia la turbulencia: mientras resuenan, en inesperada clave gramsciana, los lamentos opositores por la “hegemonía cultural” que han construido los frenteamplistas, éstos muestran una llamativa dificultad para articular un relato colectivo sobre las causas, el significado y las perspectivas de sus éxitos electorales.
El espejo esquivo
Esa dificultad queda de manifiesto, por ejemplo, a la hora de evaluar el gobierno de Mujica, que no alcanzó casi ninguno de los grandes objetivos que se había planteado pero tuvo un desempeño excepcional por motivos imprevistos al inicio de su mandato, deja una huella memorable y ha sido más conocido y elogiado en el mundo que ningún otro gobernante uruguayo. Los formadores de opinión frenteamplistas, tradicionalmente afectos a situar los acontecimientos como parte de procesos históricos, no parecen tener muy claro, colectivamente, cómo caracterizar los años del Pepe que llegan a su fin, ni en qué medida la sucesión Vázquez-Mujica-Vázquez podrá leerse como un avance gradual hacia determinados objetivos.
Tanto los vazquistas como los mujiquistas tienen relaciones complejas con sus líderes y dificultades para presentarlos como continuadores de la conducción fundacional de Seregni. Ante las dudas sobre el rumbo general del proceso que los incluye, algunos esbozos de respuesta son incómodos para unos y otros. Por ejemplo, el registro de que, más allá de las diferencias y semejanzas entre Vázquez y Mujica, Danilo Astori ha sido símbolo y garante de varias continuidades básicas en los gobiernos del FA, aunque también fuera duramente combatido y varias veces derrotado dentro de esa fuerza política, y su respaldo electoral decline (por lo cual los astoristas tampoco están en condiciones de producir un discurso hegemónico acerca de lo que significa hoy el frenteamplismo).
En la actualidad, se reivindica la condición de frenteamplista con mayor o menor énfasis en el papel del Estado, en el deseo de que se reduzcan las desigualdades económicas, en la promoción de nuevos derechos, en el estímulo a las experiencias de autogestión, en el relativismo cultural (o en el universalismo cultural, e incluso en uno u otro según el caso), en rehabilitar a quienes cometen delitos o en perfeccionar los dispositivos de represión y encarcelamiento, en el ambientalismo o en el industrialismo, en una educación orientada por el humanismo crítico o en una capacitación para lograr destrezas que el mercado demanda, en el pacifismo a ultranza o en la glorificación de la lucha armada, en el nacionalismo o en el internacionalismo, en el latinoamericanismo o en el “regionalismo abierto”, y también con mayor o menor énfasis en la vocación de combate contra la acumulación de capital o contra el poder de las grandes potencias mundiales.
Eso no quiere decir que el frenteamplismo carezca de denominadores comunes en lo ideológico y lo programático, o que no se diferencie en esos terrenos de los partidos Nacional y Colorado. Quiere decir que lo común no es asumido en forma colectiva y explícita. Y también que, en ese marco, tampoco es claro qué significa el recurrente debate sobre la posibilidad o la conveniencia de un “giro a la izquierda” por parte del FA, que habla de “progresismo” desde que aprobó su Declaración Constitutiva en 1971, aunque hasta hoy sus principales dirigentes asuman que el frenteamplismo es izquierda.
De todos modos, hace muchos años que la mayoría de los dirigentes del FA está más cerca de las cuestiones cotidianas del gobierno que del pensamiento teórico y la elaboración de perspectivas, al tiempo que muchos intelectuales de izquierda sin responsabilidades gubernamentales se ubican con frecuencia (y hasta prefieren ubicarse) más cerca de la interpretación del mundo que de su transformación. No se ha configurado un espacio a distancias óptimas de la teoría y la práctica, y por lo tanto en condiciones óptimas de relatar el relato.
Ni muy muy, ni tan tan
En octubre, la mayoría de los electores aprobó las consecuencias de una orientación de gobierno que durante diez años fortaleció el papel del Estado, atrajo inversiones, desarrolló políticas sociales con efectos notorios para reducir la pobreza y consagró legalmente nuevos derechos. Se puede afirmar, en grandes líneas, que en lo que va del siglo XXI se ha consolidado un desplazamiento de las preferencias ciudadanas, a partir de procesos previos que se desarrollaron durante décadas. Y sin entrar en disquisiciones muy hondas también podemos aceptar, como lo hace la abrumadora mayoría de los observadores internacionales, que tal desplazamiento se ha producido “hacia la izquierda”. Además, la suma de las opciones “de izquierda” le sacó ventaja a la suma de las opciones “de derecha” en relación con los resultados de 2004 (con independencia de que se cuente o no dentro de la izquierda al Partido Independiente). Pero también hay que tener en cuenta que muy probablemente Vázquez logró captar, mediante varios notorios gestos de su campaña, el apoyo de votantes centristas e incluso conservadores; y que el apoyo a la propuesta de rebaja de la edad de imputabilidad penal fue mayor que la suma de votos “a la derecha”.
En todo caso, no es nada claro que la velocidad del “desplazamiento hacia la izquierda” venga creciendo, ni que estén dadas las condiciones para que se acentúe durante los próximos años. En lo que respecta a la relación de fuerzas sectoriales dentro del FA, es muy dudoso el diagnóstico de un “corrimiento a la izquierda” con apoyo en la votación que sumaron los integrantes del llamado Grupo de los Ocho.
No son todos los que están
Ese grupo estaba constituido, en ocasión del último congreso del FA, por sectores que fueron definidos como “ala izquierda”, debido a que entre sus propuestas estuvo la de una política tributaria con mayores cargas y menores exoneraciones para el capital (hoy en día, hay quienes piensan que el izquierdismo se caracteriza por una pertinaz tendencia a incrementar la carga tributaria). De los ocho, sólo tres lograron representación parlamentaria: el Movimiento de Participación Popular (MPP), Compromiso Frenteamplista (CF, el sector de Raúl Sendic) y el Partido Comunista (PCU). Los restantes eran, en el Congreso, el Frente Izquierda de Liberación (Fidel), los integrantes del Frente Unido (la Vertiente Artiguista, la lista 5005 de Diego Cánepa y el Movimiento al Socialismo) y la Liga Federal de Darío Pérez, que no acumuló votos en las elecciones de octubre con los otros siete (aunque éstos volvieron a formar un grupo de ocho porque presentaron un sublema junto con la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad, encabezada por Fernández Huidobro).
Es muy discutible que se contabilicen como “opciones por la izquierda” todos los votos logrados en octubre por el MPP, que fueron, en muy gran medida, votos a Mujica (y sabemos que el actual presidente, cuya influencia en el próximo Parlamento será muy grande, es más pragmático y capaz de “moderarse” que el promedio de los emepepistas). Por otra parte, ni el discurso ni la práctica de CF habilitan a prever que ese sector se ubique lejos del centro del FA (un lugar en que ha tratado de ubicarse a menudo el Partido Socialista, hoy con una bancada dividida entre “ortodoxos” y “renovadores”). Queda el PCU, pero su lista 1001 logró sólo una banca en Diputados y una en el Senado, correspondiendo esta última a Marcos Carámbula, que no integra el partido ni se caracteriza por su alineamiento con la izquierda radical.
No hay, pues, una “base objetiva” nítida para asegurar que la próxima bancada del FA le complicará la vida a Vázquez procurando un “giro a la izquierda”, aun si estuviera claro qué significa eso. Hay, sí, espacio para que la práctica política defina con más claridad el significado de la sucesión de gobiernos frenteamplistas. El relato vendrá por añadidura.
Luego el oficialismo ingresó en una fase de dudas existenciales: en cierta medida por la visibilidad de una minoría descontenta con la postulación de Vázquez; en mayor grado por el cambio de escenario asociado con el triunfo de Luis Lacalle Pou en las internas del Partido Nacional; y sobre todo por el impacto de sucesivas encuestas sobre intención de voto y de sus interpretaciones, que hicieron prever un resultado con blancos y colorados superando al FA en la votación de octubre y en el Parlamento. Ante lo que se les presentó como un dato de la realidad, muchísimos frenteamplistas pensaron que había razones claras para explicar por qué se les venía la noche.
Acto seguido, el FA pasó sin etapas de la agonía al éxtasis, cuando supo que mantendría su mayoría en el Poder Legislativo y que iba rumbo a una cómoda victoria en el balotaje. En ese marco, comentaristas con muy diversas posiciones ideológicas coincidieron en interpretar que, muy por el contrario de lo que habían indicado las encuestas preelectorales, las opciones de la ciudadanía uruguaya se habían desplazado “hacia la izquierda”, en términos generales y también dentro del FA, a partir de lo cual unos pronosticaron importantes problemas internos para el próximo gobierno, mientras otros expresaban su entusiasta convicción de que éste podría caracterizarse por una extensión y profundización de los cambios procesados en la primera década de predominio frenteamplista.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la temprana presentación en sociedad del equipo ministerial que se propone nombrar Vázquez, los anuncios de candidaturas a la intendencia montevideana y la sonada polémica sobre el intercambio de críticas entre el Servicio Paz y Justicia y el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, instalaran entre los frenteamplistas un clima que no se caracteriza por el júbilo y la esperanza.
Es cierto que, como le gustaba decir al general Liber Seregni, cuando el FA no tiene problemas a la vista suele buscarse alguno, pero en este caso los vaivenes anímicos del oficialismo parecen expresar algo más que una inveterada inclinación hacia la turbulencia: mientras resuenan, en inesperada clave gramsciana, los lamentos opositores por la “hegemonía cultural” que han construido los frenteamplistas, éstos muestran una llamativa dificultad para articular un relato colectivo sobre las causas, el significado y las perspectivas de sus éxitos electorales.
El espejo esquivo
Esa dificultad queda de manifiesto, por ejemplo, a la hora de evaluar el gobierno de Mujica, que no alcanzó casi ninguno de los grandes objetivos que se había planteado pero tuvo un desempeño excepcional por motivos imprevistos al inicio de su mandato, deja una huella memorable y ha sido más conocido y elogiado en el mundo que ningún otro gobernante uruguayo. Los formadores de opinión frenteamplistas, tradicionalmente afectos a situar los acontecimientos como parte de procesos históricos, no parecen tener muy claro, colectivamente, cómo caracterizar los años del Pepe que llegan a su fin, ni en qué medida la sucesión Vázquez-Mujica-Vázquez podrá leerse como un avance gradual hacia determinados objetivos.
Tanto los vazquistas como los mujiquistas tienen relaciones complejas con sus líderes y dificultades para presentarlos como continuadores de la conducción fundacional de Seregni. Ante las dudas sobre el rumbo general del proceso que los incluye, algunos esbozos de respuesta son incómodos para unos y otros. Por ejemplo, el registro de que, más allá de las diferencias y semejanzas entre Vázquez y Mujica, Danilo Astori ha sido símbolo y garante de varias continuidades básicas en los gobiernos del FA, aunque también fuera duramente combatido y varias veces derrotado dentro de esa fuerza política, y su respaldo electoral decline (por lo cual los astoristas tampoco están en condiciones de producir un discurso hegemónico acerca de lo que significa hoy el frenteamplismo).
En la actualidad, se reivindica la condición de frenteamplista con mayor o menor énfasis en el papel del Estado, en el deseo de que se reduzcan las desigualdades económicas, en la promoción de nuevos derechos, en el estímulo a las experiencias de autogestión, en el relativismo cultural (o en el universalismo cultural, e incluso en uno u otro según el caso), en rehabilitar a quienes cometen delitos o en perfeccionar los dispositivos de represión y encarcelamiento, en el ambientalismo o en el industrialismo, en una educación orientada por el humanismo crítico o en una capacitación para lograr destrezas que el mercado demanda, en el pacifismo a ultranza o en la glorificación de la lucha armada, en el nacionalismo o en el internacionalismo, en el latinoamericanismo o en el “regionalismo abierto”, y también con mayor o menor énfasis en la vocación de combate contra la acumulación de capital o contra el poder de las grandes potencias mundiales.
Eso no quiere decir que el frenteamplismo carezca de denominadores comunes en lo ideológico y lo programático, o que no se diferencie en esos terrenos de los partidos Nacional y Colorado. Quiere decir que lo común no es asumido en forma colectiva y explícita. Y también que, en ese marco, tampoco es claro qué significa el recurrente debate sobre la posibilidad o la conveniencia de un “giro a la izquierda” por parte del FA, que habla de “progresismo” desde que aprobó su Declaración Constitutiva en 1971, aunque hasta hoy sus principales dirigentes asuman que el frenteamplismo es izquierda.
De todos modos, hace muchos años que la mayoría de los dirigentes del FA está más cerca de las cuestiones cotidianas del gobierno que del pensamiento teórico y la elaboración de perspectivas, al tiempo que muchos intelectuales de izquierda sin responsabilidades gubernamentales se ubican con frecuencia (y hasta prefieren ubicarse) más cerca de la interpretación del mundo que de su transformación. No se ha configurado un espacio a distancias óptimas de la teoría y la práctica, y por lo tanto en condiciones óptimas de relatar el relato.
Ni muy muy, ni tan tan
En octubre, la mayoría de los electores aprobó las consecuencias de una orientación de gobierno que durante diez años fortaleció el papel del Estado, atrajo inversiones, desarrolló políticas sociales con efectos notorios para reducir la pobreza y consagró legalmente nuevos derechos. Se puede afirmar, en grandes líneas, que en lo que va del siglo XXI se ha consolidado un desplazamiento de las preferencias ciudadanas, a partir de procesos previos que se desarrollaron durante décadas. Y sin entrar en disquisiciones muy hondas también podemos aceptar, como lo hace la abrumadora mayoría de los observadores internacionales, que tal desplazamiento se ha producido “hacia la izquierda”. Además, la suma de las opciones “de izquierda” le sacó ventaja a la suma de las opciones “de derecha” en relación con los resultados de 2004 (con independencia de que se cuente o no dentro de la izquierda al Partido Independiente). Pero también hay que tener en cuenta que muy probablemente Vázquez logró captar, mediante varios notorios gestos de su campaña, el apoyo de votantes centristas e incluso conservadores; y que el apoyo a la propuesta de rebaja de la edad de imputabilidad penal fue mayor que la suma de votos “a la derecha”.
En todo caso, no es nada claro que la velocidad del “desplazamiento hacia la izquierda” venga creciendo, ni que estén dadas las condiciones para que se acentúe durante los próximos años. En lo que respecta a la relación de fuerzas sectoriales dentro del FA, es muy dudoso el diagnóstico de un “corrimiento a la izquierda” con apoyo en la votación que sumaron los integrantes del llamado Grupo de los Ocho.
No son todos los que están
Ese grupo estaba constituido, en ocasión del último congreso del FA, por sectores que fueron definidos como “ala izquierda”, debido a que entre sus propuestas estuvo la de una política tributaria con mayores cargas y menores exoneraciones para el capital (hoy en día, hay quienes piensan que el izquierdismo se caracteriza por una pertinaz tendencia a incrementar la carga tributaria). De los ocho, sólo tres lograron representación parlamentaria: el Movimiento de Participación Popular (MPP), Compromiso Frenteamplista (CF, el sector de Raúl Sendic) y el Partido Comunista (PCU). Los restantes eran, en el Congreso, el Frente Izquierda de Liberación (Fidel), los integrantes del Frente Unido (la Vertiente Artiguista, la lista 5005 de Diego Cánepa y el Movimiento al Socialismo) y la Liga Federal de Darío Pérez, que no acumuló votos en las elecciones de octubre con los otros siete (aunque éstos volvieron a formar un grupo de ocho porque presentaron un sublema junto con la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad, encabezada por Fernández Huidobro).
Es muy discutible que se contabilicen como “opciones por la izquierda” todos los votos logrados en octubre por el MPP, que fueron, en muy gran medida, votos a Mujica (y sabemos que el actual presidente, cuya influencia en el próximo Parlamento será muy grande, es más pragmático y capaz de “moderarse” que el promedio de los emepepistas). Por otra parte, ni el discurso ni la práctica de CF habilitan a prever que ese sector se ubique lejos del centro del FA (un lugar en que ha tratado de ubicarse a menudo el Partido Socialista, hoy con una bancada dividida entre “ortodoxos” y “renovadores”). Queda el PCU, pero su lista 1001 logró sólo una banca en Diputados y una en el Senado, correspondiendo esta última a Marcos Carámbula, que no integra el partido ni se caracteriza por su alineamiento con la izquierda radical.
No hay, pues, una “base objetiva” nítida para asegurar que la próxima bancada del FA le complicará la vida a Vázquez procurando un “giro a la izquierda”, aun si estuviera claro qué significa eso. Hay, sí, espacio para que la práctica política defina con más claridad el significado de la sucesión de gobiernos frenteamplistas. El relato vendrá por añadidura.
Marcelo Pereira
miércoles, 31 de diciembre de 2014
LA BARRA: NATURALEZA PURA. por JULIO DORNEL
Escritor y periodista Julio Dornel
Las características naturales del atlántico rochense, han despertado siempre el interés del turismo que llega durante la temporada veraniega para disfrutar de las playas oceánicas que se extienden entre La Paloma y La Barra del Chuy. Entre los variados factores que vienen influyendo para cimentar el auge de este balneario (La Barra) podemos señalar su proximidad con la frontera, con los fuertes históricos de San Miguel y Santa Teresa, la Laguna Negra, los arroyos Chuy y San Miguel, conjuntamente con la belleza incomparable de la Laguna Merín y la posibilidad de trasladarse en pocos minutos hasta La Coronilla, Punta del Diablo, Aguas Dulces y La Paloma. Aguas cristalinas, finas arenas y una vegetación exuberante complementan el lugar ideal para una cómoda estadía, colmando las expectativas del turista que llega a la zona en busca de descanso. Este panorama natural ha sido complementado armoniosamente por la actualizada infraestructura que ofrece Camping Chuy, merced al esfuerzo titánico realizado durante 30 años por la familia Urban, para convertirlo en uno de los puntos turísticos más importantes del Uruguay. Pese a todas las conquistas logradas en los últimos años La Barra ofrece todavía su agreste condición de balneario tranquilo y no invadido por el turismo masivo, ni las sofocantes multitudes de otros balnearios que tanto perjudican la tranquilidad y el descanso de los veraneantes. Cabe señalar como dato anecdótico que en la década del 70, autoridades de la Cámara Internacional de Comercio, manejaron la posibilidad de cambiarle el nombre al balneario, considerando que “su carácter internacional así lo estaba reclamando”. Se argumentaba que su “estratégica ubicación, acompañada por las bellezas naturales estaban justificando esta aspiración”. Sin embargo el proyecto no tuvo andamiento entre los operadores y residentes del balneario, quienes apostaron al nombre inicial.
EVOCANDO PERSONAJES.
Entre los residentes del balneario se encontraba Horacio Laborda, que tan solo con 18 años de edad, ya trabajaba como telegrafista en la compañía inglesa “Western Telegraph Company Limited”, que tenía su primer contacto en una casilla de hierro en territorio uruguayo. Fue este el primer medio de comunicación que tuvo la zona, puesto que recién en 1904 la línea se había extendido hasta la frontera. La misión de Laborda nos unía al mundo desarrollado por medio de cables subacuáticos que cruzaban el atlántico. La rústica oficina estaba instalada en la mencionada casilla, en plena costa atlántica, uniéndonos por el fondo del mar con Montevideo y Río Grande del Sur, hasta el año 1949 en que fue clausurada. Pasan los años y van desfilando por la casilla de hierro, compartiendo su soledad con el atlántico los funcionarios Eduardo Venturini, Luis Correa, Juan Carrasco y finalmente Horacio Laborda hasta el año 1949.Cabe señalar que Horacio Laborda, estuvo vinculado al Club Peñarol de Chuy y posteriormente al Club San Vicente compartiendo memorables alineaciones con Wilson Correa, Ariel Lasa, Tito Fernández, Alcides Viojo, Placer Dos Santos, Ruben Fossati y el “Coco” Costa entre otros. En esos años no existía comunicación terrestre en La Barra y Chuy, razón por la cual Horacio Laborda debía trasladarse a pie, (18 kilómetros) cruzando “las barritas” a nado para marcar presencia en las tardes domingueras del fútbol fronterizo. Promediaba el siglo pasado cuando numerosas familias se fueron integrando al paisaje del balneario, construyendo los primeros ranchos que alquilaban en la temporada veraniega.
UN POCO DE HISTORIA
Cielo azul, mucho sol, altas temperaturas, finas arenas y una razonable vegetación han hecho de este balneario el lugar ideal para una cómoda estadía. El paisaje natural, una infraestructura que colma las expectativas del turista y servicios públicos aceptables representan en la actualidad la mejor propaganda para retener a los viajeros en este balneario. Pero también, al margen de las bellezas naturales, el turista puede encontrar lugares ideales para degustar comidas típicas de la zona y centros nocturnos donde también se puede disfrutar de buena música para matizar la noche. Un hecho destacable está relacionado con la naturaleza de la vivienda, hasta la década del 80/90 las casas eran alquiladas en su totalidad durante la temporada veraniega, pero en la actualidad un alto porcentaje se ha convertido en domicilio permanente de quienes trabajan en Chuy. Por ese motivo se pueden observar mejoras importantes en algunas construcciones. De todas maneras como todo balneario La Barra se fue haciendo en cada temporada, despacio, sin apuro y de acuerdo a la visión de los hombres que fueron llegando al balneario. A mediados de siglo las temporadas estivales estaban relacionadas con las vacaciones escolares. Comenzaban cuando terminaban las clases, mediados de diciembre y culminaban en marzo. Los viajes en carros duraban más de una hora para cubrir los 10 kilómetros y no resultaban muy cómodos, teniendo en cuenta que se cargaban las gallinas y animales de estimación que no podían permanecer solos en la frontera. Ranchos humildes sin mayores pretensiones fueron abriendo puertas a los primeros adelantados. Sin robos, sin violencia y total integración entre los pocos vecinos que fueron formando el rancherío inicial. Entre varios, el rancho “alargado” de Totó Cambre, de Gustavo Weis, de Feliciano Ferreira, del sastre Guillermo, del constructor Resquín y de los carroceros Dorval Rocha y Serafín Lima. Más allá, el “Cabito” Terra en la casilla blanca de la aduana, don Avelino Moreno también aduanero que conjuntamente con Trillo Laudama y Claudio Milar vigilaban la frontera atlántica. Más allá, la fábrica de Maiorano y el Club Social donde se alternaban en la cantina “Quino” Silva, Trinidad y el “Negro” De Brun. Por esos años toman impulso los fraccionamientos dando comienzo al desarrollo inmobiliario, facilitando la construcción y el afincamiento de nuevos vecinos. De esta manera fueron llegando paulatinamente las familias de Berto Vidal, Gerónimo Acosta, Fermín Corbo, Juan Fernández, Oscar Díaz y muchos otros. Los primeros vehículos marcaron su presencia los fines de semana, alterando la siesta prolongada de los mayores, destacándose los autos de José Regal, Manuel Iglesias, José Rodríguez, el camioncito de don Joan Silva, la baturè descapotable de de don Silvio Fossati y los autos de Egidio Silvera y Valdo Rusomano. Por la tarde, un “pueblo” conformaba la rueda familiar junto al arroyo, bajo el puente de madera que allá por el 47 había inaugurado el Ministro Tomás Berreta, que años más tarde llegaría a la presidencia de la República. Comienzan en forma simultánea las reuniones bailables en los ranchos de Nicomedes Gómez y Julio Veró, donde solía tocar por 5 pesos y una cerveza un joven llamado Carlos Julio Eismendi “Becho”, que años más tarde se consagrara como uno de los mayores violinistas de nuestro país.
EL PUENTE DE LA AMISTAD
El 20 de abril del año 1944 fue inaugurado oficialmente el puente internacional sobre el arroyo Chuy, uniendo los balnearios La Barra (Uruguay) y A Barra do Chuí, en territorio norteño. Se hizo presente en esa oportunidad, el Embajador brasileño Dr. Batista Luzardo y el Ministro de Obras Públicas de nuestro país Tomás Berreta que fuera posteriormente presidente de la República. El puente fue construido por el gobierno uruguayo en el tramo final del arroyo Chuy, junto a la desembocadura en el océano atlántico. Su vieja estructura de madera que cumpliera una importante misión en la vida social y comercial de ambos países fue sustituía en la década del 70 por un moderno puente de cemento. Cabe señalar que la ceremonia de inauguración del nuevo puente se cumplió en el centro del mismo, donde las cintas con los colores de ambos países demarcaban simbólicamente los límites establecidos en los tratados. La delegación brasileña estaba integrada por el Ministro de Obras Públicas Coronel Mario Andreazza, el Jefe de la División de Puentes y Carreteras Dr. José Víctor Rosembert, mientras que la delegación uruguaya estaba encabezada por el Ministro de Obras Públicas Arq. Walter Pintos Risso y los arquitectos Juan José Barbet y Crispo Ayala. Al hacer uso de la palabra el Ministro Andreazza señaló que “al margen de este vinculo material se traducen otros que se irán transformando en cooperación fraterna entre ambos pueblos hermanados en la comunión de ideales comunes de amistad sincera y franca participación. Este puente cuya construcción se debe a la acción emprendedora del gobierno uruguayo, trasciende más allá de sus dimensiones materiales, porque se complementa magníficamente con el conjunto de obras a través de las cuales América Latina viene materializando su determinación de multiplicar sus puntos de contacto a favor de los intereses comunes que consolidan los lasos de amistad entre ambos países”.
“WESTERN TELEGRAPH COMPANY LIMITED”
Volviendo a las comunicaciones telegráficas debemos señalar que las mismas llegaron a La Barra, conectándonos definitivamente con el resto del mundo tras una importante inversión, tendiendo cables submarinos entre todas las ciudades importantes de la costa brasileña. El tendido culminó en el último tramo entre Río Grande y Montevideo pasando previamente por La Barra y Maldonado. El cable tendido entre La Barra y Montevideo estuvo a cargo de la embarcación Mazzepa operado por la Montevidean and Brazilian Telegraph, que luego fuera adquirida por la compañía Western and Brazilian Co. Hasta entonces era habitual que la correspondencia dirigida a Europa demorara más de 40 días en llegar.
BOLICHES CON HISTORIA PROPIA.
La calle no tenía nombre, pero fue siempre la preferida de los primeros habitantes por haber centralizado en ella todas las actividades que se realizaban en el incipiente balneario. Por allí estuvieron o están todavía algunos comercios y centros nocturnos que generaban siempre un inusitado movimiento durante las 24 horas. Entre muchos locales con historia propia debemos recordar a La Cueva, El Rancho de la Alegría, El Saveiro y los comercios de ramos generales que regenteaban Julio Cabrera y el “Macho” Vitabarez. La calle terminaba en el atlántico, pasando por los ranchos de Arlindo Correa, Alberto Talayer, el Junquito de los Correa y los ranchos de Totó Cambre y el “Cubano” Vogler. Época romántica con varias casillas de madera rodeadas de hortensias y malvones que hacían más agradable y acogedor el ambiente veraniego. Al finalizar la calle y salpicada por las olas, se encontraba La Taberna. Un local que supo tener varios propietarios cumpliendo distintas actividades.
Las características naturales del atlántico rochense, han despertado siempre el interés del turismo que llega durante la temporada veraniega para disfrutar de las playas oceánicas que se extienden entre La Paloma y La Barra del Chuy. Entre los variados factores que vienen influyendo para cimentar el auge de este balneario (La Barra) podemos señalar su proximidad con la frontera, con los fuertes históricos de San Miguel y Santa Teresa, la Laguna Negra, los arroyos Chuy y San Miguel, conjuntamente con la belleza incomparable de la Laguna Merín y la posibilidad de trasladarse en pocos minutos hasta La Coronilla, Punta del Diablo, Aguas Dulces y La Paloma. Aguas cristalinas, finas arenas y una vegetación exuberante complementan el lugar ideal para una cómoda estadía, colmando las expectativas del turista que llega a la zona en busca de descanso. Este panorama natural ha sido complementado armoniosamente por la actualizada infraestructura que ofrece Camping Chuy, merced al esfuerzo titánico realizado durante 30 años por la familia Urban, para convertirlo en uno de los puntos turísticos más importantes del Uruguay. Pese a todas las conquistas logradas en los últimos años La Barra ofrece todavía su agreste condición de balneario tranquilo y no invadido por el turismo masivo, ni las sofocantes multitudes de otros balnearios que tanto perjudican la tranquilidad y el descanso de los veraneantes. Cabe señalar como dato anecdótico que en la década del 70, autoridades de la Cámara Internacional de Comercio, manejaron la posibilidad de cambiarle el nombre al balneario, considerando que “su carácter internacional así lo estaba reclamando”. Se argumentaba que su “estratégica ubicación, acompañada por las bellezas naturales estaban justificando esta aspiración”. Sin embargo el proyecto no tuvo andamiento entre los operadores y residentes del balneario, quienes apostaron al nombre inicial.
EVOCANDO PERSONAJES.
Entre los residentes del balneario se encontraba Horacio Laborda, que tan solo con 18 años de edad, ya trabajaba como telegrafista en la compañía inglesa “Western Telegraph Company Limited”, que tenía su primer contacto en una casilla de hierro en territorio uruguayo. Fue este el primer medio de comunicación que tuvo la zona, puesto que recién en 1904 la línea se había extendido hasta la frontera. La misión de Laborda nos unía al mundo desarrollado por medio de cables subacuáticos que cruzaban el atlántico. La rústica oficina estaba instalada en la mencionada casilla, en plena costa atlántica, uniéndonos por el fondo del mar con Montevideo y Río Grande del Sur, hasta el año 1949 en que fue clausurada. Pasan los años y van desfilando por la casilla de hierro, compartiendo su soledad con el atlántico los funcionarios Eduardo Venturini, Luis Correa, Juan Carrasco y finalmente Horacio Laborda hasta el año 1949.Cabe señalar que Horacio Laborda, estuvo vinculado al Club Peñarol de Chuy y posteriormente al Club San Vicente compartiendo memorables alineaciones con Wilson Correa, Ariel Lasa, Tito Fernández, Alcides Viojo, Placer Dos Santos, Ruben Fossati y el “Coco” Costa entre otros. En esos años no existía comunicación terrestre en La Barra y Chuy, razón por la cual Horacio Laborda debía trasladarse a pie, (18 kilómetros) cruzando “las barritas” a nado para marcar presencia en las tardes domingueras del fútbol fronterizo. Promediaba el siglo pasado cuando numerosas familias se fueron integrando al paisaje del balneario, construyendo los primeros ranchos que alquilaban en la temporada veraniega.
UN POCO DE HISTORIA
Cielo azul, mucho sol, altas temperaturas, finas arenas y una razonable vegetación han hecho de este balneario el lugar ideal para una cómoda estadía. El paisaje natural, una infraestructura que colma las expectativas del turista y servicios públicos aceptables representan en la actualidad la mejor propaganda para retener a los viajeros en este balneario. Pero también, al margen de las bellezas naturales, el turista puede encontrar lugares ideales para degustar comidas típicas de la zona y centros nocturnos donde también se puede disfrutar de buena música para matizar la noche. Un hecho destacable está relacionado con la naturaleza de la vivienda, hasta la década del 80/90 las casas eran alquiladas en su totalidad durante la temporada veraniega, pero en la actualidad un alto porcentaje se ha convertido en domicilio permanente de quienes trabajan en Chuy. Por ese motivo se pueden observar mejoras importantes en algunas construcciones. De todas maneras como todo balneario La Barra se fue haciendo en cada temporada, despacio, sin apuro y de acuerdo a la visión de los hombres que fueron llegando al balneario. A mediados de siglo las temporadas estivales estaban relacionadas con las vacaciones escolares. Comenzaban cuando terminaban las clases, mediados de diciembre y culminaban en marzo. Los viajes en carros duraban más de una hora para cubrir los 10 kilómetros y no resultaban muy cómodos, teniendo en cuenta que se cargaban las gallinas y animales de estimación que no podían permanecer solos en la frontera. Ranchos humildes sin mayores pretensiones fueron abriendo puertas a los primeros adelantados. Sin robos, sin violencia y total integración entre los pocos vecinos que fueron formando el rancherío inicial. Entre varios, el rancho “alargado” de Totó Cambre, de Gustavo Weis, de Feliciano Ferreira, del sastre Guillermo, del constructor Resquín y de los carroceros Dorval Rocha y Serafín Lima. Más allá, el “Cabito” Terra en la casilla blanca de la aduana, don Avelino Moreno también aduanero que conjuntamente con Trillo Laudama y Claudio Milar vigilaban la frontera atlántica. Más allá, la fábrica de Maiorano y el Club Social donde se alternaban en la cantina “Quino” Silva, Trinidad y el “Negro” De Brun. Por esos años toman impulso los fraccionamientos dando comienzo al desarrollo inmobiliario, facilitando la construcción y el afincamiento de nuevos vecinos. De esta manera fueron llegando paulatinamente las familias de Berto Vidal, Gerónimo Acosta, Fermín Corbo, Juan Fernández, Oscar Díaz y muchos otros. Los primeros vehículos marcaron su presencia los fines de semana, alterando la siesta prolongada de los mayores, destacándose los autos de José Regal, Manuel Iglesias, José Rodríguez, el camioncito de don Joan Silva, la baturè descapotable de de don Silvio Fossati y los autos de Egidio Silvera y Valdo Rusomano. Por la tarde, un “pueblo” conformaba la rueda familiar junto al arroyo, bajo el puente de madera que allá por el 47 había inaugurado el Ministro Tomás Berreta, que años más tarde llegaría a la presidencia de la República. Comienzan en forma simultánea las reuniones bailables en los ranchos de Nicomedes Gómez y Julio Veró, donde solía tocar por 5 pesos y una cerveza un joven llamado Carlos Julio Eismendi “Becho”, que años más tarde se consagrara como uno de los mayores violinistas de nuestro país.
EL PUENTE DE LA AMISTAD
El 20 de abril del año 1944 fue inaugurado oficialmente el puente internacional sobre el arroyo Chuy, uniendo los balnearios La Barra (Uruguay) y A Barra do Chuí, en territorio norteño. Se hizo presente en esa oportunidad, el Embajador brasileño Dr. Batista Luzardo y el Ministro de Obras Públicas de nuestro país Tomás Berreta que fuera posteriormente presidente de la República. El puente fue construido por el gobierno uruguayo en el tramo final del arroyo Chuy, junto a la desembocadura en el océano atlántico. Su vieja estructura de madera que cumpliera una importante misión en la vida social y comercial de ambos países fue sustituía en la década del 70 por un moderno puente de cemento. Cabe señalar que la ceremonia de inauguración del nuevo puente se cumplió en el centro del mismo, donde las cintas con los colores de ambos países demarcaban simbólicamente los límites establecidos en los tratados. La delegación brasileña estaba integrada por el Ministro de Obras Públicas Coronel Mario Andreazza, el Jefe de la División de Puentes y Carreteras Dr. José Víctor Rosembert, mientras que la delegación uruguaya estaba encabezada por el Ministro de Obras Públicas Arq. Walter Pintos Risso y los arquitectos Juan José Barbet y Crispo Ayala. Al hacer uso de la palabra el Ministro Andreazza señaló que “al margen de este vinculo material se traducen otros que se irán transformando en cooperación fraterna entre ambos pueblos hermanados en la comunión de ideales comunes de amistad sincera y franca participación. Este puente cuya construcción se debe a la acción emprendedora del gobierno uruguayo, trasciende más allá de sus dimensiones materiales, porque se complementa magníficamente con el conjunto de obras a través de las cuales América Latina viene materializando su determinación de multiplicar sus puntos de contacto a favor de los intereses comunes que consolidan los lasos de amistad entre ambos países”.
“WESTERN TELEGRAPH COMPANY LIMITED”
Volviendo a las comunicaciones telegráficas debemos señalar que las mismas llegaron a La Barra, conectándonos definitivamente con el resto del mundo tras una importante inversión, tendiendo cables submarinos entre todas las ciudades importantes de la costa brasileña. El tendido culminó en el último tramo entre Río Grande y Montevideo pasando previamente por La Barra y Maldonado. El cable tendido entre La Barra y Montevideo estuvo a cargo de la embarcación Mazzepa operado por la Montevidean and Brazilian Telegraph, que luego fuera adquirida por la compañía Western and Brazilian Co. Hasta entonces era habitual que la correspondencia dirigida a Europa demorara más de 40 días en llegar.
BOLICHES CON HISTORIA PROPIA.
La calle no tenía nombre, pero fue siempre la preferida de los primeros habitantes por haber centralizado en ella todas las actividades que se realizaban en el incipiente balneario. Por allí estuvieron o están todavía algunos comercios y centros nocturnos que generaban siempre un inusitado movimiento durante las 24 horas. Entre muchos locales con historia propia debemos recordar a La Cueva, El Rancho de la Alegría, El Saveiro y los comercios de ramos generales que regenteaban Julio Cabrera y el “Macho” Vitabarez. La calle terminaba en el atlántico, pasando por los ranchos de Arlindo Correa, Alberto Talayer, el Junquito de los Correa y los ranchos de Totó Cambre y el “Cubano” Vogler. Época romántica con varias casillas de madera rodeadas de hortensias y malvones que hacían más agradable y acogedor el ambiente veraniego. Al finalizar la calle y salpicada por las olas, se encontraba La Taberna. Un local que supo tener varios propietarios cumpliendo distintas actividades.
martes, 30 de diciembre de 2014
PARA MAYORES DE 50: AÑO 2.015: REFLEXIONES DE GALEANO. Por Julio Dornel
Escritor y periodista Julio Dornel
“Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. ¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces. ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además,20 cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo!¡?¿¿para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos! ¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!! Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella. Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado. Hasta aquí Eduardo Galeano.
“Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. ¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces. ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además,20 cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo!¡?¿¿para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos! ¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!! Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella. Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado. Hasta aquí Eduardo Galeano.
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