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domingo, 25 de enero de 2015

Jueza procesó a tres jóvenes por grabar y difundir video sexual en Punta del Diablo

Nacional - ROCHA


Dos fueron procesados por atentado violento al pudor y el tercero por exhibición pornográfica; uno de ellos, con prisión


Tres jóvenes que filmaron a una muchacha luego de mantener relaciones sexuales en un descampado de Punta del Diablo, que la manosearon, amenazaron y luego difundieron el video a través de la aplicación de mensajería de telefonía celular Whatsapp, fueron procesados este sábado, informaron fuentes vinculadas al caso a El Observador. A pedido de la fiscal Gabriela Sierra, la jueza de Chuy, María Noel Tonarelli, procesó a dos jóvenes por atentado violento al pudor y al tercero por exhibición pornográfica.

Dos fueron procesados sin prisión. El restante fue procesado con prisión por atentado violento al pudor, porque tenía antecedentes penales por el delito "lesiones" en otra causa.

La joven abusada presentó la denuncia  el pasado viernes 16 de enero ante la división Delitos Informáticos de la Jefatura de Montevideo. La Policía detuvo este viernes a cuatro implicados, oriundos de Canelones, quienes confesaron los hechos ante la Justicia este sábado.

El jueves El Observador informó sobre el caso en el que se ve a un grupo de jóvenes manoseando a la adolescente contra su voluntad. La mujer, que es mayor de edad, pide a cámaras mientras es atacada que no la graben y la dejen en paz. Minutos antes, fue sorprendida por los agresores mientras mantenía relaciones sexuales en un descampado con otro muchacho.

Antes de que se difundiera el video ya se había realizado una denuncia por abuso en Punta del Diablo, balneario en que sucedió el incidente, pero al volver la joven a Montevideo le informaron que el reclamo no figuraba.

El video que registra el abuso sufrido por la mujer ha generado indignación en las redes sociales, donde se inició una campaña de escrache contra uno de los individuos.

sábado, 24 de enero de 2015

CONSTERNADOS MURIÓ CORINA BALBI


Escribe Juan José pereyra  Twitter @juano500

Me acabo de enterar de la terrible noticia.No lo puedo creer.
Corina, una maestra jubilada vivía desde hace décadas en Argentina.Siempre fue militante de su Partido Comunista.Su hermano Alvaro fue asesinado en la tortura por la dictadura cívico militar.Su padre, el prestigiodo maestro Selmar Balbi escribió en ese momento una carta al dictador Juan María Bordaberry,un documento histórico escrito por un apdre desesperado pidiendo por su hijo con
una valentía que muy pocos tenían en aquellos años.
Su amiga AdelaCastro recordó este poema de Salvador Bécker Puig que representa esa consternación que siento en este momento.
Nunca conocí personalmente a Corina. Tampoco teníamos el mismo pensamiento político. La conocí en este mundo virtual y aprendí q quererla y respetarla.
Corina,amiga,compañera,que puedas al fin descansar en paz.

 
Adela Castro


Las palabras no entienden lo que pasa:
Las vocingleras, las oscuras, las dóciles,
las que llaman las cosas por su nombre,
las que inventan el nombre de las cosas;
las palabras que dije o me dijeron,
las que aprendí en los libros,
las que escribo,
las que pensé mirando una ventana,
las que acercándose al silencio, gritan;
las que al tocar el fuego, se desfogan,
las que truecan los trinos y los truenos,
las que sirven la mesa de mi casa,
las de la nítida caligrafía que cae por las paredes de la escuela,
las que dicen a dúo el pez y el pájaro;
las palabras que tuve o que no tuve
para llamar al mundo y que viniera,
las que tienden un hilo minucioso
que va de los balcones a las bocas,
y de las bocas a la historia, y pasan,
las que pasan la noche entre papeles,
o suben la escalera del insomne,
y se introducen en su sueño a ciegas;
las que ordenan el ruido en los rincones,
las que barren el vómito de rabia,
las que saltan del fémur a la luna,
las que cortan la sombra calcinante,
las que labran un nombre en una piedra
para mejor perpetuar el olvido,
las que bajan al árbol por el aire
y se trepan al cielo por el tronco,
las que mastican un cangrejo lento,
las que anuncian el fin de la Cuaresma,
las que le quitan sueño al asesino
y lo dejan dormir y le montan guardia,
las que no sangran, aunque se las hiera,
las que no mueren, aunque se las mate;
las que roban futuro en un embudo,
las que administran mitos y virtudes,
las que mantienen trato con el viento,
las que advierten el agua incinerada,
las que abren los labios de la tierra
buscando el astrolabio de tu grito,
las que te dicen, sin creer que oyes:
–Vuelve a pelear Ramón, aunque te mueras...
Las palabras no entienden lo que pasa.

CARTA DEL MAESTRO BALBI AL DICTADOR BORDABERRY,ANTE EL ASESINATO DE SU HIJO ALVARO


                                 Alvaro Balbi en concierto.Al frente,sus padres.

 Escribe Juan José Pereyra  Twitter@juano500

La terrible noticia de la muerte de Corina Balbi, militante comunista de toda la vida radicada en Buenos Aires, me impone recordar algunas de las circunstancias horrendas que vivió este país y de las que lamentablemente las nuevas generaciones nada conocen.
TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA  y es necesario traerlo,recordarlo y revivirlo con angustia para que nunca más suceda.
Alvaro Balbi era un joven trabajador, estudiante de música, cuyo sueño era llegar un día al Conservatorio. Fue detenido por las llamadas Fuerzas Conjuntas de la dictadura en julio de 1975. Militaba en el Partido Comunista e integraba la dirección provisoria de Montevideo.
Un día después les fue entregado a la familia, muerto por "torturas salvajes" según el documentado escrito que su padre, el educador Selmar Balbi, escribió al entonces dictador Juan María Bordaberry.
No es necesario ser comunista ni frenteamplista,solamente un ser humano, para entender el dolor y el coraje de ese padre.
En un post que publicaré de inmediato (ya lo hice en Facebook) me referiré a esta muerte que nos golpea de Corina, la hermana mayor de Alvaro,  nunca dejó de luchar a igual que centenares y centenares de uruguay@s siguen esperando justicia por lo sufrido por sus seres queridos y ell@s mism@s.
Esta es la carta que en tiempos del más absoluto terror, un padre escibió al dictador reclamando justicia por el asesinato de su hijo.

Montevideo, 6 de agosto de 1975.
 Sr. Presidente de la República Oriental del Uruguay Don Juan María Bordaberry


 Sr. Presidente: Escribo a Ud. la carta más difícil de mi vida. Y como se trata de un imperativo de razón y de conciencia, me propongo lograr la mayor y más fría precisión para pedir justicia. Me dirijo a Ud. en su condición de Presidente de la República y específicamente por su poder de decisión como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Quiere decir esto que no procuro condolencias. Que no necesito palabras de consuelo. A diario me las prodiga el pueblo entero. No hay en esto la mínima exageración, debe Ud. creerlo. Pregúntele a sus hijos. Por su condición de Jefe del Estado, Sr. Presidente, Ud. sólo puede contestarme con hechos y el hecho en este caso horrendo no único en el país, desgraciadamente es un castigo ejemplar y terminante, concreto y público, garantido y documentado, como se realiza en forma tan frecuente a través de todos los medios de Información.
Mi encarecimiento, Sr. Presidente, no obedece a un mezquino sentimiento de venganza. Sí, en forma absoluta, a dar garantías a la gente común de la República, de que no habrá impunidad para el atentado discrecional. Nada más pido, a nada más aspiro en este instante. Ud. puede decidirlo desde el cargo más encumbrado del país.

LOS HECHOS

El martes 29 de julio próximo pasado fue detenido por las Fuerzas Conjuntas que el Sr. Presidente comanda, mi hijo Alvaro Balbi, oriental, casado, de 31 años de edad, padre de cuatro pequeños niños, hombre de trabajo y hombre de bien. Infructuosas resultaron las gestiones de su mujer, mi joven nuera, ante las reparticiones oficiales para ubicar su paradero. Pasó el miércoles 30. El jueves 31 nos dispusimos a reiniciar la búsqueda. Puedo asegurar a Ud., Sr. Presidente, más allá de la angustia de padre en las presentes circunstancias del país (Ud. como padre de familia numerosa sin duda pueda comprender), que yo tenía la convicción plena de que por lo menos, en manos de funcionarios de su confianza, la vida de mi hijo estaba a salvo. ¡Qué doloroso error, Sr. Presidente.
Pasado el mediodía del jueves 31, funcionarios suyos comunicaron a la mujer de mi hijo y a mi mujer, su madre, personalmente, que a la una de la mañana de ese día mi hijo había muerto a consecuencia de un ataque de asma provocado por enfriamiento, y que podíamos reclamar su cadáver en el Hospital de las Fuerzas Armadas. Doce horas después de su fallecimiento nosotros habíamos estado preguntando por las oficinas y nadie sabía decirnos nada sobra su reclusión! Las fuerzas del gobierno habían detenido a un hombre pleno de vitalidad y sólo pudo vivir poco más de un día entre sus manos. Yo ignoro dónde, en qué momento, quiénes lo detuvieron. Pero hay responsables concretos que dependen de Ud., Sr. Presidente, y por lo tanto sólo Ud. puede decidir su identificación y precisar sus actos.

 INTERROGANTES QUE DEBEN RESPONDERSE

Sr. Presidente Bordaberry: Era mi hijo, como Ud. ve, muy joven. Los médicos que lo trataron por males comunes y corrientes pueden decir a Ud., que de complexión delgada, era sano y fuerte. Desde luego no padecía asma ni enfermedad crónica alguna. Su característica -y de eso hay incontables testimonios- era la alegría, el ánimo contagioso y la actividad: trabajaba ocho horas y aún más en un cargo de gran responsabilidad; estudiaba en el Conservatorio Nacional de Música con el propósito de ingresar a la Sinfónica Oficial y era un alumno distinguido. Con estudios completos de piano, conocimientos de violín y guitarra y otros instrumentos, había comenzado hace alrededor de un año a estudiar fagot con la idea mencionada. Frecuentemente no almorzaba al mediodía para trabajar con su profesor de piano en experiencias sobre el encordado que le apasionaban. Componía música. Las exigencias de nuestro sistema de vida le dificultaron avanzar más como creador singular, porque tenía familia numerosa y era pobre.
 No era un muchacho, convenga Ud. conmigo, en situación de morir por enfriamiento y un ataque de asma que no sufría, como no padecía ningún otro mal. Pero hay más, Sr. Presidente: cuando retiré sus ropas del hospital, incluido el anillo de esponsales, me entregaron su ropa interior, pullóver de lana, traje entero, sobretodo, zapatos de invierno. De dónde provino el enfriamiento. Un enfriamiento capaz de provocar la muerte a un hombre joven y bien nutrido, de buena salud. Hubo tortura, Sr. Presidente. Por qué estaban sus ropas como embarradas. Por qué su cabeza vendada.

 UNA DECLARACIÓN IMPORTANTE

Sr. Presidente: Ante testigos, el Sr. Comisario Tellechea del Departamento 2 de Policía, no conozco bien si esos son los títulos exactos, me dijo que él era una persona derecha y que me aseguraba que no tenía ninguna responsabilidad en el hecho, del que estaban a cargo por simples razones administrativas. Yo antes había hablado una sola vez con el Sr. Tellechea y no tengo por qué dar fe a su palabra. No tengo inconveniente en declararlo aún públicamente. Por eso mismo creo que dijo verdad cuando agregó, esto sí textualmente, “este mochuelo me lo metieron a las 12 de hoy”. Yo me pregunto, Sr. Presidente, qué quiso decir el señor Tellechea con su natural llaneza, con esa expresión usada a modo de “slang” policial. Para mí, "mochuelo" suena como algún mal encargo, como algo que se arroja sobre otro para no verse comprometido.

 Sr. Presidente: No acuso. Digo lo que puedo yo pensar y sentir. Todas las circunstancias me muestran que mi hijo fue muerto en dependencias de las Fuerzas Conjuntas. A Ud. toca determinarlo. Pero quiero decir lo siguiente: En el Uruguay la pena de muerte no existe. Ni la más alta dignidad judicial, hasta frente al mayor criminal y el más grave delito, puede condenar a muerte al peor de los reos. Nadie tuvo entonces derecho a matarme a mi hijo. Sólo la impunidad más absoluta pudo amparar el crimen, así fuera como a veces se sugiere, porque se le fue la mano.

 QUÉ ES LO QUE HAN HECHO

Sr. Presidente: Constituimos una familia vasta y considerada, sin exceptuar uno solo de sus miembros. Pregunte, Sr. Presidente; haga preguntar en nuestro sitio de origen, Agraciada, Dolores o Mercedes en el Departamento de Soriano. Por parte de padre, descendemos directamente del Cnel. Tomás Gómez, héroe de la Cruzada de los Treinta y Tres, y en esos campos la familia conserva indivisa la casa solariega que fuera de su hija, doña Palmira, mi bisabuela. Mi abuelo paterno ejerció la justicia de paz en la zona, y dejó buena memoria hasta en tiempos de guerra civil. Por parte de madre venimos de inmigrantes garibaldinos, y un hermano de ella, Alberto Mazzeo, discípulo dilecto de Vaz Ferreira, poeta, escritor y sobre todo periodista al servicio de las libertades fue asesinado a puñaladas en 1918 por un mercenario impune.
 Dejó herencia: su hijo, Arbelio Ramírez, mi primo hermano, investigador de la historia patria, profesor querido, fue asesinado de un balazo en la carótida cuando se dirigía a dar clase en el instituto Alfredo Vázquez Acevedo, una noche de 1961. Su matador está impune. Ahora es Alvaro, Sr. Presidente. No quiero más impunidad para el crimen. Sea quien sea el autor, sea quién sea la víctima.

UN ESTILO DE VIDA

Podrá Ud. imaginar, Sr. Presidente, que un hombre como yo -es forzoso que hable en primera persona- educado en tan rigurosa escuela familiar (porque me he referido tan sólo a nuestra más costosa contribución, la de la sangre, y no al pequeño y no menos heroico, a veces laborar cotidiano), no pudo formar una familia fuera de esta ley consecuente. Alvaro abrevó fervorosamente de esta cultura hasta por temperamento. Por cierto que en una familia de tan antigua estirpe juega todo el espectro de las ideas y de las profesiones. Pero juega la armonía y el amor, y la tolerancia y preside la rectitud y la hombría. Podrán matarnos pero no doblarnos. De ahí que si mi bendito hijo noble pudo, siguiendo la tradición familiar y la maravillosa tradición oriental, caer en falta ante la actual situación de la República, y hasta admito que pudiera haber cometido un hecho punible por el actual gobierno, categóricamente, rabiosamente, Sr. Presidente, sé y afirmo y me juego la vida, que el joven Alvaro Balbi no pudo cometer el mínimo atentado contra la fuerza moral del género humano. Y esto agrava el delito contra su vida ante el alma entera de la Nación.

 UN EPISODIO QUE ME TOCA PERSONALMENTE

Pocas horas antes de la muerte de mi hijo, una comisión policial allanó su casa. Le aclaro que no había allí nada punible, así como en el allanamiento de su lugar de trabajo ni de la casa del dueño del comercio donde él trabajaba. La comisión obró correctamente, pero al salir, uno de los policías preguntó a mi nuera: “¿El padre de su marido es dirigente gremial?” La pregunta me sigue golpeando. ¿Acaso mi condición de dirigente gremial tuvo algo que ver con el trágico destino de mi hijo? ¿Quién hizo la pregunta? Sr. Presidente. No quiero discutir sus ideas políticas ni Ias mías con Ud. Pero debo decir que mi formación humana, mis convicciones filosóficas y políticas, las mismas de mi hijo a quien no impuse jamás una sola idea, me han llevado siempre a considerar a todas las gentes no como ajenos sino como prójimos. A sentir sus problemas y a ayudarlos. Y si esto tiene en su base la convicción de la verdad científica de que la felicidad de cada uno dependerá eternamente de la felicidad colectiva, el real milagro de esta conciencia está en que provengo de gente que trabajó para vivir, que conviví siempre con la gente que trabajó para vivir, que desde allí, desde ese ángulo, aprendí a considerar mi compromiso con la vida. Por ninguna circunstancia puedo yo, ni Alvaro pudo, cambiar su óptica de las cosas. Muchas de mis actividades sociales y políticas están registradas por los servicios respectivos del Estado, seguramente y algunas deben ser verdad. Pero tal vez no sean las principales.

 Quiero que Ud. sepa algo para ver a mi hijo. Tengo 62 años. De ellos, casi cincuenta he hecho algo por el hombre, por lo que sinceramente he creído mejor para la humanidad; fuera de una modesta actuación política, mi actividad comienza a los 13 años de edad entre el estudiantado de Mercedes, pidiendo por la vida de Sacco, y Vanzetti, hasta llegar a la Directiva de la Asociación de Estudiantes. Recibido de maestro, creé la primera asociación de maestros de Dolores y luego de un paréntesis llegué a ser durante treinta años, dirigente gremial de los maestros uruguayos, representándolos cantidad de veces en el país y en el exterior con el respaldo del voto libre. Profesionalmente fui maestro de clase, director de escuela, profesor de la Universidad del Trabajo y mi labor fue apreciada. A raíz de mi trabajo de investigación pedagógica tuve relación con el Movimiento de Escuela Nueva y el Movimiento Langevin Walon, los que me becaron en 1963 para realizar estudios en Europa.
El consejo de la Universidad del Trabajo me concedió por este motivo licencia especial y una ayuda en metálico, y el de Enseñanza Primaria me otorgó también licencia con expresivo apoyo de la Inspección Departamental. Todo lo aprendido, que no fue poco, lo he volcado a la enseñanza del país. Ahora soy un jubilado docente; por razones de salud hube de cesar en mi actividad gremial desde hace diez años. Esto es lo esencial de una sencilla vida de maestro. Pero, Sr. Presidente, a lo largo de medio siglo, y esto es Io que me importa señalar en esta ocasión, jamás he sido acusado ni penado por autoridad alguna de ningún gobierno, de ningún partido, de ningún régimen y trabajando apasionadamente por mis ideas que jamás oculté, no sé lo que es haber sido detenido ni una sola vez por la policía de ningún país. Tampoco me conozco enemigos, ni entre mis adversarios, en los que siempre procuré distinguir su mejor condición antes que sus fallas.
 Sr. Presidente: Si mi condición de luchador gremial contribuyó a la condena a muerte de mi hijo. ¿No cree Ud., no ya como Presidente sino como hombre y padre, que es demasiado castigo para un padre inocente y para un joven puro? ¿No sería más que monstruoso? Todos los educadores que me han conocido y considerado saben que no puedo volver a la nada y que tanta desgracia injusta y tan insuperable dolor no impedirán que siga trabajando por la educación y la felicidad de mi pueblo. Si alguien pudo (“el padre es dirigente gremial”) castigar por ello, debe ser él mismo ejemplarmente castigado.

JUSTICIA VUELVO A PEDIR, SR. BORDABERRY
No quiero que se haga un uso malicioso ni incorrecto de esta carta, Sr. Presidente. Mi hijo ha muerto en dependencias de las Fuerzas Conjuntas. No sé si cometió delito ni cuál pudo ser, lo reitero, y también repito que no pudo ser una falta contra la condición humana y menos, falta grave. Jamás colocamos nosotros la muerte más alta que la vida. Mi hijo ha muerto. Pero quedan sus hijitos, quedan los hombres jóvenes aún y sus hijitos, muy cerca de diez mil niños, jóvenes y adultos han estado bajo mi amparo cuidadoso a lo largo da 40 años de docencia. Por ellos velo ahora. Para ellos, la liquidación de la impunidad, de los criminales; para ellos, la más larga y segura vida. Y la alegría de vivir. Justo es que la ley se aplique a quien delinque. Pero ninguna ley, humana ni jurídica, admite que manos anónimas o conocidas ejerzan justicia al margen de lo legal y de lo humano. Sólo espero que la muerte de Alvaro sea la última muerte injusta en esta tierra y la primera que no quede impune, el primer trato inhumano juzgado y castigado, que quiebre el espinazo a la impunidad en esta tierra.

 MIS AMIGOS

 Debe Ud. saber, Sr. Presidente, que como mi hijo, cultivo el don de la amistad. Le aseguro que a esta altura de mi vida poseo una cosecha, la mayor y más hermosa a que hombre alguno pueda aspirar. En estos días, gentes de toda condición, de las ideologías más encontradas, a mi mujer y a mí nos han abrumado y han abrumado a la maravillosa mujer de mi hijo, con una solidaridad moral y material de tal hondura que Ud. no alcanzaría nunca a concebir. Al mismo tiempo que a Ud., llegará a estos amigos esta carta de buena fe; pero esta familia de mis amigos y los de mi hijo, y de los amigos, de los amigos, de los amigos se extiende por toda la faz de la tierra y a ellos llegará esta carta.
Sólo pido justicia, como Ud. ve. No contiene más que hechos, interrogantes, palabras dichas. Todo agravio, toda denigración, toda ofensa ha sido callada, mordida. Sólo quiero justicia. Y para esto, a todo el mundo llamo, porque como un gran hombre me dice en carta de hoy: “establecer la justicia es quizás la más alta forma de venganza”. Si esto ganamos, Sr. Presidente, lo considero garantía para Ud. y para mí ante el tribunal de las naciones.

 Sr. Presidente: Creo en la condición humana. La muerte de mi hijo, como todos los actos de esta índole, no son hechura humana. No abro juicio sobre su responsabilidad ni la de su gobierno. Pienso en su condición de hombre y de padre joven, con todo el poder en sus manos para castigar la injusticia: Arbitro hoy entre la humanización creciente y la deshumanización progresiva en la República Oriental del Uruguay, tierra de libres.

 SELMAR BALBI Ex director de la escuela de 2º grado Nº 143, Montevideo, ex profesor de la enseñanza técnica, ex directivo de la Unión del Magisterio de Montevideo y de la Federación Uruguaya del Magisterio.



TRIBUNA Alberto Nisman, víctima y síntoma El País de España


El fiscal fue víctima de una sociedad anómica, un sistema político disfuncional y un gobierno perverso, corrupto y desconectado de la realidad

El País de España

Para escapar del Laberinto, donde habían sido encerrados por Minos, Dédalo fabrico alas para él y su hijo, Ícaro, y así volar hacia la libertad. Dédalo instruyó a Ícaro no volar cerca del sol, porque las alas estaban adheridas a su cuerpo con cera. Desoyendo a su padre, sin embargo, y ante la fascinación de ser capaz de volar, Ícaro voló tan alto y tan cerca del sol que el calor derritió la cera que sostenían sus alas. Las perdió y cayó al mar, donde murió.
La alegoría es por Alberto Nisman, quien voló demasiado alto para una sociedad resignada a que los poderosos queden siempre impunes y la verdad, oculta. Todos estos años siguiendo su investigación sobre el caso AMIA, cada vez más cerca del fuego, siempre pensé en la analogía de Ícaro. Nisman fue un Quijote dispuesto a llegar a la verdad hasta sus últimas consecuencias. Descubrió que el gobierno que le encomendó esa tarea, ahora, en la figura de la viuda y heredera política de quien lo nombró, era cómplice de los criminales que él mismo había identificado y acusado. Y eso por petróleo, así de insignificante.
Nisman se propuso exponer la simulación de un gobierno corrupto y ahora también criminal. Su fingida retórica de derechos humanos, de igualdad de género, tan progre y tan moderna, se desvanecería para siempre ese lunes en el Congreso Nacional, ese lunes al que Nisman nunca llegó. Ese lunes habría sido el momento más dramático de la historia política argentina desde 1983. Y, al final, el día más dramático fue el anterior, el domingo de su muerte, una muerte solitaria. Tan cerca del fuego, el calor derritió sus alas.
Ahora mártir de la democracia argentina, no puedo dejar de pensar en Nisman muriendo en un departamento de Puerto Madero, ese lugar horrible, barrio irreal sin historia, ni afecto, ni identidad, burda imitación de Miami Beach, pero más caro y sin sentido estético alguno. En ese lugar, arquetipo del exceso y la ostentación, bunker del kirchnerismo y aguantadero de sus más corruptos funcionarios, allí murió Nisman, en soledad.
Nunca sabremos la verdad. Tal vez se suicidó. No puedo evitar recordar a Favaloro, quien se mató porque Argentina era demasiado corrupta para alguien que solo aspiraba a curar. ¿Qué menos haría quien solo buscaba justicia al darse cuenta que el mismo gobierno que iba a la AMIA cada año a honrar a las víctimas del terrorismo, era cómplice de los terroristas? O tal vez lo asesinaron cualquiera de las mafias a las que desnudó, la de Irán y sus trasnochados socios locales, la de los servicios de inteligencia politizados, o la de un gobierno hundido en el barro de una corrupción de inimaginables proporciones. O las tres mafias juntas conspirando contra la verdad y la justicia prometida a los familiares de la AMIA.
Ahora Nisman es la víctima número 86 de aquel ataque, solo que a él no lo mataron los terroristas, a él lo matamos entre todos, de a poco. En realidad no importa demasiado quien apretó ese gatillo, porque Nisman es nuestra víctima, seamos sinceros, asesinado también por una sociedad anómica, un sistema político disfuncional y un gobierno perverso, corrupto y desconectado de la realidad al que votamos no una, no dos, sino tres veces. ¿Acaso no ha sido una verdadera crónica de una muerte anunciada?
Al mismo tiempo Nisman es un síntoma. Su muerte y el acoso sufrido en vida—siendo además fiscal federal—son el síntoma más feroz de toda esa patología colectiva. Tal vez empezamos a matarlo cuando asesinaron a José Luis Cabezas en 1997, un reportero gráfico que seguía pistas de corrupción entre contratistas del Estado, o cuando desapareció Jorge Julio López en 2006, querellante en un juicio por violación de derechos humanos por quien la justicia no hizo demasiado.
Tal vez lo matamos cuando gritamos “que se vayan todos”, acelerando la descomposición de un sistema político que jamás se recuperó de aquella crisis. Tal vez lo matamos con la fragmentación del peronismo, nunca más evidente que en 2003 cuando tres peronistas se disputaron la presidencia. Aquello transformó lo que había sido el partido político más importante de la Argentina en una mera confederación de jefes territoriales sin cohesión alguna, obligados entonces a negociar el control de sus distritos con toda forma de ilegalidad imaginable: el juego, el tráfico y las barras bravas del fútbol.
Esto importa porque de las ruinas de ese partido político nació el kirchnerismo, un proyecto que entendió la conveniencia de la fragmentación y se abocó a profundizarla, haciendo política siempre con la chequera en la mano, intimidando al crítico, centralizando todo el poder en el Ejecutivo y financiándolo con los precios internacionales más favorables que Argentina tuvo en al menos dos generaciones.
A ese tren se subió más tarde la actual Presidente, decidida a exacerbar ese modo de hacer política instalado por su pragmático esposo, pero ahora con un barniz pseudo ideológico presentado como moralmente superior, barniz tal vez extraído de pretender ser una intelectual de izquierda. Una Presidente que sonaba como Mafalda pero cuyos zapatos de Prada siempre le recordaron al país que en realidad es Susanita. Y digo sonaba porque parece haberse curado repentinamente de su crónica verborragia: ahora está muda.
Tal vez allí también comenzó a morir Nisman. Toda esa hipocresía ha sido el sello de una época que hoy concluye en una muerte trágica, y que transformó ese estilo de hacer política en algo aún más perverso y autoritario. La viudez le puso en bandeja la reelección, y usó la empatía popular para hacerse impune y, con un cierto fundamentalismo, justificar el acoso a la prensa crítica, la intimidación a los jueces y fiscales independientes, la politización de la inteligencia, las platas mal habidas y la pretensión (fracasada) de perpetuarse en el poder. En definitiva, ha sido un gobierno autoritario pero también psicópata, tan psicópata que ya ni sorprende que hayan dicho que el principal culpable de la muerte de Nisman ha sido el propio Nisman. Y cuando dejaron de hablar de suicidio para decir que fue asesinato, lo hicieron por las encuestas, preocupados por la imagen presidencial.
Esta tragedia nos marcará. Por ahora nos toca hacer introspección, hacer el duelo y hacer tripas corazón frente a la peor crisis de los últimos treinta años. Aunque tal vez haya algo más que podamos hacer: en el próximo octubre electoral no olvidemos nada de esto y votemos por quien haya estado más lejos de esta manera de hacer política, por aquel que se haya situado en las antípodas del fenómeno más perverso que la Argentina democrática haya conocido.
Ese será el candidato que tendrá mi voto. Ojalá que gane y haga sucumbir cualquier intento neo kirchnerista. Recién entonces esta pesadilla podrá quedar definitivamente atrás y seremos capaces de honrar a Alberto Nisman y las restantes ochenta y cinco víctimas.
Twitter @hectorschamis

Crimen de Lola es el de mayor cobertura mediática de la década


Advierten que responde al “síndrome de la mujer blanca desaparecida”



Natalia Martínez tenía 19 años el 19 de enero del año 2007, cuando desapareció luego de salir del boliche La Rinconada, en Piriápolis (Maldonado). Desde entonces, la Policía emprendió la búsqueda de la joven, cuyo cuerpo fue encontrado el 10 de febrero cerca de la Laguna del Sauce. Su desaparición, el hallazgo y la investigación del crimen tuvieron una amplia cobertura en los medios del Río de la Plata.

Los informativos de televisión le dedicaron 16.163 minutos al caso, según la empresa auditora multimedios Foco. La desaparición de la adolescete Lola Chomnalez, el 28 de diciembre pasado entre Aguas Dulces y Valizas, el hallazgo de su cadáver –dos días después–, y la investigación sobre el crimen, ya han ocupado 26.289 minutos en los informativos centrales de televisión abierta, convirtiéndose así en el crimen con mayor cobertura en informativos de televisión de la última década.

La empresa Foco atribuye la amplia cobertura mediática que merecieron ambos casos a “el síndrome de la mujer blanca desaparecida”.

“Esta expresión refiere a la mayor atención que los medios dan a los casos de personas desaparecidas cuando son mujeres, jóvenes, blancas, atractivas y de clase media o alta”, asegura la empresa que mide cuánto tiempo le dedican los canales de televisión a determinados temas.

“En los últimos años, dos trágicos casos protagonizados por jóvenes de veraneo en las costas del este parecen confirmar esta prioridad informativa de los medios”, sostiene Foco.

La cobertura de la desaparición de Lola y su muerte “acumuló 26.289 minutos de cobertura en los informativos centrales de televisión abierta con alcance nacional entre reportes, crónicas, informes y entrevistas sobre la investigación, la búsqueda, las actuaciones de la Justicia, las sospechas, las opiniones de allegados y familiares en los primeros veinte días del hecho. A esto habría que sumar la extensa cobertura del episodio realizada en los medios de la región, Brasil, Chile y particularmente Argentina, donde fue tema de portada y nota central en varios informativos y se mantiene en agenda y varias portadas de la vecina orilla al día de hoy”, sostiene el informe de Foco al que accedió El Observador.

“Ambas coberturas reflejan la postura de los medios respecto al tratamiento de noticias que responden al síndrome de la mujer blanca desaparecida. En comparación, otro caso emblemático reciente, como el de la desaparición del niño Juan Ignacio Pertusatti, registra 3.683 minutos, entre una cuarta y quinta parte de lo destinado a cualquiera de los casos en que las víctimas fueron las jóvenes”, agrega el informe. Juan Ignacio Pertusatti es el niño que en 2003, a los ocho años de edad, salió a comprar un helado en Puntas de Manga y no retornó nunca a su casa.

“Analizando la contribución de cada caso a la grilla informativa de la crónica policial de cada año, se verifica que el reciente secuestro y asesinato de la turista argentina aportó 59,3% del caudal informativo sobre homicidios y secuestros. Le sigue el caso de Natalia Martínez, que conmocionó Piriápolis a principios de 2007, con una cobertura del caso que produjo 54,4% del caudal informativo sobre homicidios”, expresa Foco.

“Un caso que tuvo amplia repercusión en el año 2008 estuvo vinculado al secuestro y posterior hallazgo del cadáver del empresario prestamista Champa Muñoz, que tuviera 24.215 minutos de cobertura informativa televisiva, respondiendo por el 22% de la información anual volcada sobre la temática. Lo descripto parece corroborar que los casos comprendidos en ‘el síndrome de la mujer blanca desaparecida’ se acercan a la cobertura del 50% de la Agenda Setting para la temática específica de la crónica policial, mientras que lo habitual para el seguimiento de los casos de desaparición de personas o secuestros con desenlace de muerte no abarca más allá del 20% de la temática homicidios”, concluye Foco.

Resultados de ADN
Policía Científica entregará el lunes a la jueza Silvia Urioste un nuevo informe sobre el caso Lola Chomnalez, dijeron a El Observador fuentes de la investigación. El informe concluirá si la sangre encontrada en el pareo, la toalla y el libro que Lola llevaba en su mochila pertenece alguno de los indagados. En caso de que no pertenezca a ninguno, el caso quedará congelado, advirtieron las fuentes.