Mario Moraes —neonatólogo— Gabriel González
—obstetra— Eleutelio Umpiérrez —químico neuropediatra— y Claudio
Sosa —neuropediatra— son los especialistas que participaron de la
investigación que conversaron con El País sobre los resultados y los
efectos de las sustancias de riesgo durante el embarazo.
El alcohol es uno de los puntos que más preocupa. Un
26% de las embarazadas del Pereira Rossell declaró haber consumido
alcohol en alguna ocasión. Pero al analizar las muestras de meconio
—primeras deposiciones del recién nacido— se comprobó que el 50% de los
bebés estuvieron expuestos al alcohol en el embarazo. Y el 13% a dosis
elevadas.
Lo preocupante no es solo el porcentaje, sino la falta
de conciencia. Según estos especialistas, hay gran desconocimiento de
los efectos del síndrome de alcohol fetal, que se produce con el consumo
durante el embarazo. Un desconocimiento que no se limita al Pereira
Rossell sino a gran parte de la población.
"El alcohol es la sustancia más dura durante el
embarazo, la más difícil de revertir, ya que provoca daños anatómicos,
además de malformaciones en el cerebro y daños a las neuronas", dice
Mario Moraes, neonatólogo. Aunque parezca mentira, para el feto es más
peligroso el consumo de alcohol que el de cocaína.
Según Gabriel González, neuropediatra, el alcohol es la
principal causa de retardo o discapacidad intelectual no heredable. "No
solo puede provocar niños con retardo mental, con cabeza más pequeña
sino que, aunque el consumo de la madre no sea intenso, puede provocar
que el desarrollo intelectual y social no sea óptimo. Puede provocar que
el niño sea hiperactivo, con problemas de aprendizaje, dificultad para
controlar sus impulsos", dice. Algo 100% evitable.
Durante el embarazo, la tolerancia para el alcohol es cero, una indicación que no siempre se respeta.
González recuerda que, no hace mucho, vio un folleto
de una institución médica con recomendaciones para el embarazo que
decía: "consumo de café, mate y alcohol en cantidades razonables". La
indicación, además de ser ambigua, es errónea. Y refleja la falta de
conciencia sobre esta problemática.
El año pasado, los especialistas fueron consultados
por el Parlamento para el proyecto de ley que regula el consumo,
distribución y expendio de bebidas alcohólicas. Allí expresaron su
preocupación a los legisladores. Una de las medidas básicas planteadas
fue la obligación de colocar una advertencia sobre los efectos del
síndrome de alcohol fetal en el embarazo. Tal como ocurre con el tabaco.
Además de alcohol, se detectó que un 9% de las
madres consumió cocaína, un porcentaje que se mantiene estable desde
2010. El análisis únicamente detecta metabolitos de cocaína, por lo que
es difícil distinguir cuando se trata de consumo de cocaína u otros
derivados como la pasta base, que se produce a partir de residuos de la
primera.
Según Gabriel González, no está probado que la
cocaína produzca malformaciones al feto, pero sí puede producir
múltiples daños. Por ejemplo, aumenta el riesgo de enfermedades
cerebrovasculares. Para Mario Moraes, el consumo de cocaína o pasta base
preocupa, porque se ha observado que los casos de mortalidad infantil
aumentaron en aquellas madres con mayor consumo.
Y el problema no es solo el consumo.
Previsiblemente, el contexto en que son criados muchos de estos niños
—pobreza, marginación, falta de educación— tiene consecuencias en el
desarrollo.
"Por eso es importante conocer la situación de la
madre, para poder intervenir. No es que porque la madre consumió cocaína
o pasta base el niño quedó signado. Se puede revertir", dice Moraes.
Respecto a la marihuana, dos de cada diez fetos
estuvieron expuestos a esta droga en algún momento del embarazo, la
mayoría en forma leve. La marihuana preocupa porque su consumo aumentó
en los últimos años, y se tiene poco conocimiento sobre sus efectos en
el embarazo.
Según Moraes, estudios recientes han detectado
efectos en el tamaño del bebé. "Que un bebé sea chico es importante. Hay
algo que se llama reprogramación genética, y cuando un bebé nace con
bajo peso está predispuesto en la vida adulta a desarrollar
enfermedades, hipertensión, colesterol alto, infarto de miocardio,
diabetes, obesidad. No es solo nacer chico sino que no quede
predispuesto a tener alteraciones en la vida futura", dice.
En el caso de la cafeína —importante en un
país que tiene como bebida nacional el mate— no hay evidencia de que
provoque una discapacidad intelectual o social, pero su consumo en
exceso puede aumentar los riesgos de aborto o parto prematuro, e
incidir en el peso del niño. El 78% de las mujeres del Pereira Rossell
consumieron cafeína en el embarazo, y el 30% del total en un valor mayor
a 300 mg por día, lo que se considera tiene efectos negativos sobre el
embarazo y el recién nacido.
Respecto al tabaco, el hábito de fumar en el
embarazo descendió en los últimos años con la implementación de la nueva
legislación, pero el 42% de las mujeres dijeron haber fumado en el
embarazo.
Pero las sustancias de riesgo no son lo único que
influye en el futuro del niño. Por eso, el estudio también tomó en
cuenta otras variables. El 20% de las madres consultadas declararon
sufrir depresión. En algunos casos, se realizó un seguimiento de los
niños por más de cuatro años, y se confirmó que los hijos de madres
deprimidas tienen menor desarrollo que aquellos de madres saludables.
La depresión en la madre, el nivel de educación, la
situación económica y el contexto familiar son todas variables que
influyen en el desarrollo del niño, y que de estar equilibradas, pueden
revertir las secuelas del consumo. "Tan importante como la droga es el
entorno", dice González.
Estadísticamente, alrededor de un 0,5% de la
población mundial tiene retardo mental leve por causas genéricas. Pero
el porcentaje de discapacidad intelectual aumenta con el consumo de
sustancias y otros factores inciden en el embarazo y posterior
desarrollo del niño. La diferencia en la atención es lo que determina el
porcentaje. En países como Finlandia, donde a la madre se las atiende
correctamente y se les inculca no consumir sustancias de riesgo durante
el embarazo, el porcentaje de retardo se reduce al mínimo. En el otro
extremo, los países más pobres pueden llegar a tener un 10%.
¿Qué se puede hacer para prevenir riesgos? Según los
especialistas es necesario promover programas de seguimiento que
acompañan al niño en situación de riesgo desde el nacimiento hasta los
tres primeros años de vida, el período más fundamental en el desarrollo.
Y actuar temprano es la mejor solución.
El Estudio demandó inversión de US$ 200.000
El estudio de meconio requiere una tecnología
avanzada, que hace unos años ni siquiera se encontraba en el país. Y por
eso el estudio requirió una inversión importante. La Agencia Nacional
de Investigación e Innovación brindó los recursos iniciales para el
proyecto, a los que se sumó el apoyo del plan Uruguay Crece Contigo y la
Universidad de la República. El proyecto demandó unos 200.000 dólares. A
eso se le suman los equipos utilizados y los recursos humanos.
El estudio
El Hospital Pereira Rossell, el principal centro
pediátrico del sector público en Uruguay, atiende unos 7.500 partos por
año, y para asegurarse que la muestra fuera representativa, fue tomada
al azar mediante un método computarizado. El año pasado, 319 madres
participaron del estudio.
El primer estudio se realizó en 2005, el segundo en
2011 y el último fue en 2014, cuyos resultados se dieron a conocer a
fines de año.
Los análisis comienzan con el nacimiento del niño, y
en el caso de los nacidos en 2010, ya van cuatro años de investigación.
El objetivo de la investigación es controlar a estos niños por 15 años.
Al ingresar al Hospital Pereira Rossell, cada madre
completó un cuestionario, pero a veces la declaración no es fiel. "Como
existe una idea previa de que eso está prohibido o puede hacer mal al
bebé, muchas madres son reticentes a decir que consumieron", dice
Claudio Sosa, neuropediatra que participó del estudio.
Esta falta de coincidencia se corrige mediante
exámenes biológicos. Luego del parto, se realiza un examen del meconio
que permite obtener información sobre la segunda mitad del embarazo.
Esta prueba es imprescindible para saber con precisión qué consumió la
madre durante esos meses. "A veces no es negación, sino que la persona
realmente puede no recordar", dice Mario Moraes, neonatólogo.