Científicos
brasileños detectaron por primera vez en el café una proteína similar a
la morfina que contiene efectos ansiolíticos, y podrá ser empleada para
aliviar el estrés de los animales de consumo humano previo al
sacrificio.
Un
estudio de la empresa brasileña de investigación agropecuaria (Embrapa)
y la Universidad Nacional de Brasilia descubrió "fragmentos de proteína
(péptidos) inéditos en el café" con características semejantes a la
morfina, según un comunicado del órgano estatal de investigación
divulgado el sábado.
En
ese sentido, la proteína contiene propiedades "analgésicas y
ansiolíticas" que tuvieron incluso un efecto de mayor duración que el de
la morfina en experimentos con ratones, señaló Embrapa.
El
descubrimiento tiene "potencial biotecnológico" y podrá ser aplicado en
las industria nutracéutica (alimentos con efectos benéficos sobre la
salud humana).
Además,
la proteína detectada en el café - que calma la ansiedad - puede
contribuir a "atenuar el estrés" en animales como reses previo a su
sacrificio, destacó el organismo.
En 2004 Embrapa logró secuenciar el genoma funcional del café, lo que posibilitó el más reciente descubrimiento.
Un estudio de la Universidad Estatal de
California, Fullerton, encontró que quienes tienen ansiedad por usar
Facebook tienen patrones cerebrales parecidos a las personas que
consumen narcóticos.
Los
encargados del estudio advierten que, sin embargo, el paralelo no es
completamente exacto ya que a diferencia de los adictos a drogas, los
"dependientes" de las redes sociales no ven atrofiadas las regiones del
cerebro que inhiben los comportamientos negativos, a diferencia de los
consumidores de cocaína, por ejemplo.
"Tienen
la habilidad de controlar su comportamiento, pero no ven la motivación
para hacerlo debido a que no ven que las consecuencias sean tan severas", señaló a LiveScience Ofir Turel, coautor del informe y psicólogo de la Universidad Estatal de California.
Para el estudio, los
investigadores utilizaron a 20 estudiantes, a los que previamente
cuestionaron para saber su nivel de dependencia a Facebook, así como su
ansiedad y sus conflictos con respecto al sitio web.
Luego escanearon los cerebros de los sujetos de prueba para estudiarlos
mientras hacían un ejercicio en el que veían una serie de imágenes que
incluía el logo de Facebook y señales de tránsito. En la prueba, los
jóvenes debían apretar un botón o dejar pasar dependiendo de lo que
decía la imagen.
Lo que se encontró es que las personas que eran más adictas a Facebook respondían más rápidamente cuando veían imágenes de Facebook.
Además, eran más proclives a identificar incorrectamente, lo que
demostró que las señales de la red social eran más poderosas que las de
tránsito para estas personas, según Turel.
Estudios
previos sobre Facebook y otras redes sociales han demostrado que estos
sitios web pueden tener efectos negativos en sus usuarios. Por
ejemplo, uno de la Universidad de Michigan que examinaba la influencia
de Facebook en la felicidad y satisfacción encontró que cuanto más
utilizaba una persona la red social, peor se sentía después.
Otro estudio citado por LiveScience demostró que la red social puede afectar la imagen corporal de una mujer de manera negativa.
Mientras
tanto, una investigación publicada en febrero de 2012 por la
Universidad de Chicago halló que no revisar Twitter y Facebook era más
difícil que aguantar los cigarros y el alcohol. "El deseo por
los medios podría ser más difícil de resistir debido a su alta
disponibilidad y porque se siente como que no cuesta mucho ceder ante
estas actividades, a pesar de que uno se quiera resistir", indicó el líder del estudio, Wilhelm Hofmann.
Un nuevo estudio de investigación dirigido por una profesora
de la Universidad de Indiana ha encontrado que el bullying social es tan
frecuente en la televisión infantil como las representaciones de
agresión física. El estudio “Crueldad en la pantalla: La agresión social en los programas populares entre los niños” (Mean on the Screen: Social Aggression in Programs Popular With Children),
que aparece en el Journal of Communication, encontró que el 92 % de los
50 programas más populares para los niños entre las edades de 2 y 11
años mostraron personajes implicados en la agresión social . En
promedio, hubo 14 incidentes distintos de agresión social por hora, o
una vez cada cuatro minutos.
Si bien la agresión física en la televisión para los niños ha sido
ampliamente documentada, este se cree que es uno de los primeros
estudios que analizan la exposición de los niños a comportamientos tales
como chismes crueles y la manipulación de la amistad.
“La agresión social tenía más probabilidades de ser promulgada por un
perpetrador atractivo, para ser presentado en un contexto humorístico
sin premios ni castigos”, escribió Nicole Martins, profesora asistente
de telecomunicaciones en la Universidad de Indiana de Artes y las Ciencias.
“De esta manera, la agresión social en la televisión representa más de
un riesgo por la imitación y el aprendizaje que por las representaciones
de agresión física”.
Martins,
autora principal del estudio, y Barbara Wilson, profesora de
comunicación en la Universidad de Illinois, llevaron a cabo un análisis
de contenido de los 50 programas más vistos por los niños de acuerdo a Nielsen Media Research desde diciembre 2006 a marzo de 2007. En total, 150 programas de televisión fueron vistos y analizados.
Se prestó atención cuidadosa a lo que se presenta en los casos de
agresión social, si sucedió que el comportamiento fue recompensado o
castigado, justificado o cometido por un perpetrador atractivo. Los
resultados sugieren que algunas de las formas en que se contextualiza la
agresión social hacen que estas representaciones sea particularmente
problemáticas para los jóvenes espectadores. “Estos hallazgos deberían ayudar a los padres y educadores a
reconocer que hay comportamientos socialmente agresivos en los programas
que ven los niños.”Los padres no deben asumir que está bien que su niño
vea un programa simplemente porque no contiene violencia física”.
Deberían ser más conscientes de las representaciones que pueden no ser
explícitamente violentas en un sentido físico, pero que son antisociales
por naturaleza”, agregó Martins. La gran mayoría de los incidentes socialmente agresivos (78 %) fueron
verbales: palabras para herir la autoestima o el estatus social de otro
personaje en el programa. Los tipos más comunes de agresión social eran
insultos (52 %) o apodos (25 %). Otros tipos comunes de comportamiento
negativo indicados han sido burlas (10 %) y sarcasmo (9 %). Sólo alrededor del 20 % de todos los incidentes socialmente agresivos
eran no verbales por naturaleza y emplearon típicamente cara de malo
(36 %) o la risa con la intención de atacar la autoestima de otro
personaje (31 %). Girar los ojos, apuntar con el dedo y simplemente
ignorar a la otra persona, también fueron comunes.
“También
codificamos si la agresión social fue perpetrada directamente al
objetivo (como hacerle una cara de malo) o indirectamente perpetrado, a
espaldas del objetivo (como la difusión de un rumor)”, escribieron los
autores. “La gran mayoría de los incidentes socialmente agresivos (86 %)
fueron realizadas directamente al objetivo. Rara vez fueron perpetrados
a espaldas del objetivo.”
Aunque investigaciones previas han demostrado que el chisme es una de
las formas más comunes de agresión social en la vida real, fue visto con
muy poca frecuencia en la muestra televisiva analizada para el estudio.
Martins y Wilson concluyeron que el chisme, debido a su carácter
indirecto, pudo haber sido visto por los productores de programas como
demasiado sutil para el desenlace de la historia.
Escritor y periodista Julio Dornel A 275 kilómetros de Montevideo, escondido entre extensos arenales y el atlántico se encuentra una de las mayores atracciones del Este uruguayo, con sus construcciones rústicas y espontáneas que fueron surgiendo cuando promediaba el siglo pasado. Mientras el atlántico golpeaba con fuerza la costa petrificada fueron surgiendo los primeros ranchos que le otorgarían al Cabo un entorno especial. Los pescadores, lobos y gaviotas disfrutaron durante mucho tiempo del espacio marino y la belleza agreste de la zona. Sin embargo un día apareció el HOMBRE con su mochila llena de “civilización” para alterar el orden natural y la tranquilidad de la zona. El contacto con los pescadores hace surgir viejas historias de naufragios que trajeron a las costas rochenses los primeros “gringos” que poblaron la zona. El pasado y el presente que conviven hoy junto al ojo giratorio del faro nunca se pusieron de acuerdo sobre el verdadero origen del nombre. Para la gran mayoría el mismo proviene de un barco llegado de España el 31 de enero de 1735 naufragando en esta región, mientras para otros entre los que se encuentra el profesor Jesús Perdomo, la realidad es otra muy distinta: no solamente no fue en 1735, no había tormenta ni tampoco el navío se llama Polonio. Para el profesor Perdomo el 11 de noviembre de 1752 habría zarpado del puerto de Cádiz el barco llamado “Nuestra Señora del Rosario, Señor San José y las Ánimas” con un cargamento para Buenos Aires a cargo de un joven capitán de tan solo 25 años de edad llamado José Poloni. Señalaba Perdomo que en el camarote del Capitán y con la presencia infaltable del primer piloto José de Arturo, se realizaban algunas cenas regadas abundantemente con licores y vinos de Chipre. De esta manera y como consecuencia de una comida bien acompañada por el alcohol en la noche del 31 de enero de 1753 y con buen tiempo, el barco golpeo en algún arrecife, abriéndose un rombo que provocó el naufragio. Los momentos de angustia que vivía la tripulación fueron aprovechados por el piloto de Arturo culpable de la tragedia para darse a la fuga. De acuerdo a las declaraciones de algunos tripulantes el joven piloto se encontraba en avanzado estado de ebriedad la noche del naufragio. Posteriormente fue detenido y conducido a la ciudadela donde en un final novelesco logra fugarse y nunca más se supo de su destino. Posteriormente el vecino José Galván Solicita al Gobernador la autorización correspondiente para retirar restos del navío Polonio. Esta solicitud le fue concedida haciéndole notar que se trataba del barco “Nuestra Señora del Rosario, Señor San José y las Ánimas” a las ordenes del capitán José Poloni. Cabo Polonio, nombre del barco o del capitán continuará siendo el lugar preferido por muchos uruguayos y extranjeros que disfrutan anualmente de sus encantos naturales. Todo esto mientras la “civilización” no atraviese definitivamente los extensos arenales. Nota publicada en enero de 2008.
En un mundo convulsionado al que no escapa Rocha, apareció un
joven con un violín en la tórrida tarde para inundar de música clásica
el centro de la capital esteña y lo hizo frente a la mole de ladrillo y
dinero del Banco República. Un joven sacó de su mochila roja un violín, acomodó su cuerpo y
llevó el instrumento sobre su hombro para desprender notas musicales,
mientras el público pareció no advertir en su ir y venir entre las
cuentas bancarias un acontecimiento distinto a todas las tardes.
Los conductores de motos con sus máquinas a escape libre y
potenciadas que parecen empeñados en aturdir a los peatones, esta vez
no pudieron con la música que se desprendía desde la vereda del Banco
República.
El joven enamorado de su violín continuaba envolviendo con sus
notas al centro de la ciudad y a pesar de las altas temperaturas no
sesgó en actividad artística.
Algo distinto se produjo y no faltaron vecinos que dijeron: “esto es para bien y vaya saber por qué”.
En este mundo que nos atropella con acontecimientos
espeluznantes cada vez que se mira la televisión, se escucha la radio y
cuando se da lectura a los diarios, esta vez, un joven propuso algo
distinto a partir de un violín precisamente ante un palacio de la
moneda.