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domingo, 13 de noviembre de 2016

Gravísima denuncia de ex presidente de AUF : "Hay amenazas de muerte a jugadores, dirigentes y jueces"



http://www.elpais.com.uy/

Además de presidir la AUF, integró el Comité Ejecutivo de la Conmebol y la Comisión de Responsabilidad de la FIFA.

LUCÍA BALDOMIR / NATALIA ROBA13 nov 2016



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José Luis Corbo: "Hay amenazas de muerte a jugadores, dirigentes y jueces" | Noticias Uruguay y el Mundo actualizadas - Diario EL PAIS Uruguay

DENUNCIAN “GRAVE SITUACIÓN” EN CAJA DE PROFESIONALES. “EL ICEBERG DETRÁS DEL PROBLEMA”.



El 22 de noviembre, en la Sociedad Italiana, de Rocha, asamblea informativa del orden de egresados afiliados a la CJPPU, hora 20.

El Dr Pablo Ocampo hizo llegar al Blog un documento en el señala una situación que, asegura, afecta a los jubilados y activos de la Caja de Profesionales Universitarios del Uruguay,
Convoca a reunión a realizarse el día 22 de noviembre en la ciudad de Rocha.


Sr. Juan José Pereyra, Presente.
“El Orden Profesional”, nace como un grupo autoconvocado de profesionales universitarios reunidos por un mismo interés. Transparencia y buena gestión en nuestra Caja.
Como casi la totalidad de los egresados universitarios, públicos o privados, aportamos grandes sumas de dinero mensualmente (aporte jubilatorios) a nuestra Caja de Jubilaciones y Pensiones de los Profesionales Universitarios (C.J.P.P.U). Sin este aporte nos está vedado ejercer.
Paralelamente, cada acto médico, escritos judiciales, planos, medicamentos o cualquier otra actividad profesional, implica el pago de “timbres” los cuales paga toda la sociedad al requerir estos servicios.
En definitiva, una multiplicidad de ingresos habituales tiene nuestra Caja, siendo en buena parte dinero de nuestros clientes, pacientes o consultantes
Con suma sorpresa, nos enteramos que el Directorio de la CJPPU, había resuelto la quita de ciertos beneficios a los jubilados, fundamentándose en una inviabilidad económica-financiera hacia el año 2026.
Analizando entonces esa información, descubrimos un “iceberg” debajo del incipiente problema. La gestión no parece estar yendo por el buen camino y se habla de inviabilidad económica financiera, cuando contrariamente, los balances demuestran un crecimiento exponencial en millones de dólares anuales.
En la actualidad la relación activo pasivo es de 3.89 a 1. Es decir, que hay casi 4 activos para financiar la jubilación de 1 pasivo. En el sistema previsional contemporáneo, se entiende "ideal" la relación 2 activos por cada 1 pasivo
En vista de los hechos, hemos inicado acciones en vía judicial; realizado asambleas multitudinarias, y hasta hemos incluido a actores parlamentarios que citaron al Directorio de la CJPPU a la Comisión de Seguridad Social de Diputados.
Deseamos generar conciencia del problema, que afecta a más de 130.000 profesionales en el país que aún son ajenos a esta dramática situación y miles más de ciudadanos que a diario aportan, sin saberlo, a la CJPPU
Sin lugar a dudas, el tema no se agota aquí. La problemática abarca muchos otros aspectos que oportunamente podríamos referir. Aguardando entonces oportunidad para ahondar sobre el tema, quedamos a vuestras mas gratas órdenes.

El 22 de noviembre, en la Sociedad Italiana, de Rocha, asamblea informativa del orden de egresados afiliados a la CJPPU, hora 20.


- EL ORDEN PROFESIONAL -
Transparencia, seriedad y compromiso

Daniel Bello, ex jefe de operaciones: "En Pluna todo el mundo afanaba" Por Joaquín Silva



 http://ecos.la
 


Ex comandante y gerente de Pluna dijo que en la empresa siempre reinaron el robo, la corrupción y la falta de profesionalismo.
Daniel Bello (54) fue piloto de Pluna durante casi 20 años. Llegó a ser comandante, instructor de pilotos, jefe de división y de cabina, y –en los años previos a que la empresa cerrara– gerente de operaciones. Durante todos esos años debió tolerar toda clase de robos y corrupciones. “Siempre fue un quilombo –lamenta hoy a la distancia–. Típico de una empresa del Estado en la que a nadie le duele nada, que todo es saque libre, que todo lo paga el gobierno”.

Cuando estaba en la escuela, Bello se escapaba con el dinero de su merienda para contratar paseos en avionetas en el aeropuerto de Melilla. En su adolescencia, debió luchar con el llanto de su madre que temía que fuera a matarse, y el enojo de su padre, que no aceptaba su vocación.

Desde hace cinco años es piloto comandante de Ethiopian Airlines, la aerolínea más importante de África. Hoy guarda recuerdos muy críticos de su etapa en Pluna, y cree que seguirán ocurriendo accidentes en la Fuerza Aérea Uruguaya.

-¿Cuándo supo que sería piloto?

-Estando en la escuela. Mi mamá me daba todos los días una plata para que me comprara una merienda, pero yo me la quedaba. La ahorraba para escaparme e irme al aeropuerto de Melilla. Allá había conseguido que durante la semana los muchachos del Aero Club del Uruguay me llevaran a pasear en sus aviones. O sea, con la platita que juntaba para la merienda, ellos me subían a un avión, despegábamos, dábamos una vuelta y aterrizábamos; el paseo duraba siete minutos. Y yo iba mirando absolutamente todo. Pero además, el instructor se quedaba en el asiento de copiloto para dejar que me sentara en el del piloto, y estando en el aire me decía: “¡Agarrá el timón, mové un poquito el avión, probá!”.

-¿Sus padres no se enteraban?

-Se empezó a armar lío, sí, porque mi padre, con el carnet escolar, se dio cuenta que yo faltaba a colegio. Y se empezaron a enojar, hasta que un día me apretaron contra una pared. Y canté.

-¿Cuándo inició la carrera de piloto?

- Comencé a trabajar para ahorrar, porque mi viejo se negó a pagarme la carrera. Junté la plata, pero necesitaba la firma de mis padres para comenzar a volar. Papá se calentó, mi madre volvió a llorar, pero terminaron firmando. Y arranqué.

-¿Cuándo llegó Pluna a su vida?

-Demoró un montón. Tanto, que creía que mi meta iba a ser pilotear una avioneta chiquita para un estanciero o alguien de dinero y que con eso sería suficiente. Pero enseguida empecé a ver que en realidad no parecía muy difícil ser piloto comercial. Comencé a notar la enorme mediocridad que había en el mundo aeronáutico de Uruguay. ¿Pero loco –me preguntaba– si este salame vuela en Pluna, por qué no puedo llegar yo?

-¿Había gente en Uruguay volando que no era muy preparada?

-Sí. Pero igual lograban obtener sus lugares y eran pilotos y comandantes. Entonces yo me decía: no es tan difícil. Preparándome y estudiando podía estar más apto que la gran mayoría y podía aspirar a ser piloto comercial.

-Pluna en esa época ya llevaba más de 40 años de operaciones…
“ Pluna era una típica empresa pública basada en el privilegio de unos pocos amigos. ”

-Sí. En esa época era operada como un ente autónomo del Estado, muy pesado, rígido. Y ya era una típica empresa pública, basada en el privilegio de unos pocos amigos. Para poder ingresar, había que esperar a que se jubilara alguien o se muriera el más viejo. O sea que no había casi oportunidades porque Pluna no tenía gente vieja y sus empleados demoraban en jubilarse.

Finalmente comenzaron a haber algunos llamados, pero la empresa decidió que sólo tomaría pilotos que ya fueran empleados de la compañía. Los que concursaban eran los azafatos que competían con empleados de hangar, maleteros, todos con cursos de piloto.

-¿Cómo entró entonces?

-Y fue muy difícil, porque no tenía ni siquiera un contacto que me pudiera hacer entrar de azafato o lo que fuera.

-¿Tenía que tenerlos?

-Sí, no había forma de entrar sin un contacto en la compañía. Pero ya cercano a los 30 años, escuché que Pluna planeaba realizar otro llamado. Me ilusioné muchísimo, pero se resolvió hacerlo sólo para empleados del Estado.
“ No había forma de entrar a Pluna si no se tenía contactos dentro. ”

Al final llamaron en 1992, y yo había logrado entrar a la Prefectura para obtener la condición de empleado público. Nos presentamos 45 tipos y había lugar para cuatro. Tras varios exámenes eliminatorios, quedé segundo. Y ese mismo año comencé a volar.

-Y después de tantos esfuerzos por entrar, ¿qué fue lo que le llevó a renunciar a Pluna?

-Cuando comencé a asumir cargos de cada vez mayor responsabilidad, me compliqué mucho. Y el ambiente cada vez se hacía más difícil, en el sentido gremial, laboral. La fusión con Leadgate cayó muy mal porque los tipos querían que fuéramos productivos, que trabajáramos y que si nos mandábamos una macana pudieran echarnos. Pero la gente no quería saber nada con las empresas privadas, quería guardar el perfil estatal. En Pluna todo el mundo afanaba y hacía lo que quería y no pasaba nada, porque era el Estado y el Estado no te podía echar.

-¿Robaban?

-¡Claro! ¡Se afanaban todo de arriba del avión! Y de los hoteles a donde íbamos. ¡Era un abuso y una permanente violación!
“ Pluna tuvo corrupción durante toda su vida. ”

-Había corrupción.

-Sí, siempre hubo. En Pluna hubo corrupción en toda su historia, durante toda su vida.

-¿Y todos los operarios estaban involucrados?

-Muchos, de aire y de tierra.

-¿Y usted qué hacía?

-Y yo me quería matar…

-¿Y qué se llevaban?

-Las botellas de whisky, la comida, todo. Todo lo del avión.

-¿Se llevaban lo que sobraba?

-No, ni sobraba. No se les daba a los pasajeros para poder llevarse cosas para las casas. El pasajero pedía tomarse un whisky, y se le decía que no había más, que se había terminado. ¡Mentira! La botella estaba en el bolso del azafato… A Pluna la afanaron toda. La saquearon.

-¿Y fue así desde que entró en 1992?

-Claro. Siempre fue un quilombo. Una locura. Típico de una empresa del Estado, en la que a nadie le duele nada, donde todo es saque libre: paga el gobierno; y cuando vinieron los privados los empleados siempre los rechazaron; cuando vino Varig , en 1995, por ejemplo, ya hubo gente que solicitó cambiarse a ministerios y otras dependencias del Estado porque no querían seguir en la nueva Pluna.

-Empleados que no eran pilotos…

-¡Pilotos también! Pilotos que dejaban de volar, porque decían que era un riesgo, que Pluna con Varig era una sociedad anónima, y que si se mandaban una metida de pata o se portaban mal los echaban de verdad. Pero si se iban a cualquier organismo del Estado, seguía el viva la Pepa. Y así fue. Muchos se fueron a otras dependencias. ¡Y eso que Varig era la madre Teresa de Calcuta! Porque también era estatal y era también una fundación, con fines sociales y humanitarios. No era una verdadera empresa privada. Ahora, cuando vino el grupo económico Leadgate, madre de Dios, dijeron, ¿y esto qué es? ¡Esto es un relajo! Y mucha gente no se la bancó y se fue, porque Leadgate iba a exigir, pedir que se llegara en hora, que se hiciera bien el trabajo. En los hechos no fue tan así. Pero sí nos dieron un perfil mucho más profesional que no teníamos. También aprendimos mucho con Varig. Nos enseñaron a volar en serio, de forma más profesional y no tan terraja. Eso éramos antes: unos terrajas, los soldados de Pancho Villa, un desastre…
“ Antes de Varig éramos unos terrajas volando: los soldados de Pancho Villa, un desastre. ”

-¿En qué sentido?

-Y que éramos poco profesionales. Y eso que para Uruguay éramos lo mejor que había, ¡pilotos de Pluna!

-¿Qué ejemplo podría dar para entender esa falta de profesionalismo?

-Volar sin manuales, no tener nada escrito y ningún padrón en la empresa. Cada uno volaba como se le cantaba, así te lo digo. No se planificaba la operación del avión ni los procedimientos que iban desde presentarse en el aeropuerto hasta que se terminaba el trabajo. Es decir, las formalidades de presentarse con el uniforme y una hora antes del vuelo, revisar todas las cosas que hay que revisar, y planificar lo que hay que hacer. Lo que no existía era todo el protocolo sobre cómo se tiene que trabajar, todo era improvisado.
“ No existía un protocolo de trabajo. Todo era improvisado. ”

Los pilotos nos sentábamos con el mate en la cabina del avión, lo prendíamos y arrancábamos. Y se hacía lo que se le cantaba al piloto. Todo esto cambió con Varig, que ordenó la empresa: todos debíamos hacer lo mismo en el mismo momento, de tal forma que la operación fuera más segura, que nadie improvisara, que nadie inventara nada. Antes, Pluna estaba hecha un verdadero relajo.

-Pero Pluna nunca tuvo un accidente grave.

-Sí, Pluna siempre se jactó de haber tenido más de 70 años sin ningún accidente, sin nunca haber matado a ningún pasajero. Pero hay que mirarlo desde otro lado: que nosotros no hayamos tenido accidentes durante muchísimos años no dice nada. Para darte una idea, la peor compañía de la región mientras volaba Pluna era Austral, de Argentina, una aerolínea que tenía un accidente mayor, grave, cada siete años. Pero Austral volaba por año siete veces más que Pluna… ¿se entiende la relación?

-A usted le pareció bien la asociación con Varig.

-Y claro, a mí me encantó porque era una empresa que volaba por el mundo y venía a enseñarnos a volar profesionalmente. Nosotros sabíamos solamente cómo ir de Montevideo a Aeroparque y de Aeroparque a Montevideo, y al hacerlo 500.000 veces uno terminaba aprendiendo. Pero no teníamos un sistema de trabajo. Si nos mandaban a Ciudad del Cabo nadie sabía qué había que hacer. Se operaba con lo que los veteranos transmitían a los más jóvenes, que era lo que heredábamos cuando entramos. Pero el uruguayo siempre tuvo la tendencia a meter la mano, improvisar, opinar por opinar, y arruinar las cosas. De la forma en que volábamos antes de Varig, se corría el riesgo de que se rompieran los aviones.

-Luego que se fundió Varig en 2005, ¿qué sucedió con Pluna?

-Hasta 2007 la agarró el Estado para no cerrarla. Pero se cometió un serio error: metieron de gerente general a una sindicalista, la presidenta del sindicato, Elina Rodríguez. Acá cometió el peor desastre. Entre 2005 y 2007 la empresa, fundida, gastó muchísimo más que entre 1995 y 2005, con Varig.

-¿Y qué pasó?
“ ¡Eran burros! Era una sindicalista manejando una línea aérea. ”

-Y fue un desastre, se afanaron todo. No sabían, ¡eran burros! Era una sindicalista manejando una línea aérea, ¡un desastre! La hicieron mierda, la fundieron, pero mal. Entonces hubo que buscar urgente un socio, y ese socio fue Leadgate, que compró el 75 % de la compañía. Tabaré Vázquez y Astori hicieron algo fenomenal al traer a Leadgate. ¡Nadie quería a Pluna y estos privados aceptaron el desafío, se metieron y la transformaron! El negocio de ellos, y siempre lo dijeron, era agarrar una empresa fundida, mejorarla, maquillarla, y después entregarla, venderla. Ellos hicieron crecer a la empresa aún más que Varig; la ordenaron como una compañía privada, la transformaron y dieron inicio a un proceso doloroso, porque la gente seguía pensando que Pluna debía ser como antes, cuando uno podía hacer lo que se le cantara sin que pasara nada. Y estos privados remarcaron que eso no era así y lucharon contra eso: cuando los empleados robaban, los querían echar. Pero entonces se imponía el gremio y se tildaba de persecución sindical, y protegían al que afanaba: ¿Por qué lo van a echar si acá afanan todos?, decían.

-¿El gobierno de Mujica estuvo bien en cerrarla en 2012?

-¡No! ¡Fue un error gravísimo! Horrible. Lo que mostró fue falta de conocimiento en el tema, y evidenció que fue fruto de un arreglo con su amigo López Mena. Y después se descubrió la chanchada, y lo que fue peor: que se usó a Pluna para una venganza política contra el gobierno anterior. Mujica cerró a Pluna por su filosofía política anti empresarios. Además, se dejó manipular por los sindicalistas, que odiaban a Leadgate, porque sus directivos nos dijeron que íbamos a trabajar a resultado, que había que ver si el empleado era bueno para mejorar los sueldos.
“ Los empleados quisieron hacer mierda la empresa desde adentro. ”

Entonces los empleados tomaron una actitud destructiva, de querer hacer mierda la empresa desde adentro. Y ahí fue cuando dije que no, que eso no iba conmigo. Desde mi sueño infantil de volar, yo amaba a Pluna. Y muchas veces me había sacrificado por ella. Pero mis compañeros decían: “Hagámosla mierda que no pasa nada, saquemos a estos tipos que nos quedamos nosotros a manejarla”. Y no pudieron. Lograron destruirla, correr a los privados, y después como no tuvieron guita, la tuvieron que cerrar.

-Desde 2012 está en Ethiopian Airlines. Es una de las grandes compañías aéreas de África. ¿Cómo es su trabajo?

-La empresa creció mucho, explotó y no para de crecer.

-¿Cómo es vivir en Adis Abeba, la capital de Etiopía?

-A mí me encanta. Es como si fuera Uruguay hace 30 o 40 años. Sobre todo por la gente: no trancan la puerta para dormir, no hay robos ni inseguridad. La gente es muy bien, para nada envidiosa, muy sana y muy respetuosa. No tiene nada que ver con lo que se transformó ahora la sociedad uruguaya. Es una ciudad tremendamente segura.

-¿Cómo fue tu primer vuelo en Ethiopian Airlines?

-Me mandaron a Londres de entrada. “¿Yo, al aeropuerto de Heathrow?”, pensé. Pero me fue bien, porque antes de arrancar me tuvieron 20 días metido en su escuela explicándome cómo laburaban, su orden, cómo funcionaba la compañía, etc. Entonces si aplicabas eso, ese orden, podías ir a la China, a Londres, a dónde quisieras.

-Ese orden sistemático que en Pluna no existía…

-No existía. Recién lo empezamos a ver con Varig, que nos mostró que había una forma mejor y más fácil de hacer las cosas.

- ¿Cómo vivió desde lejos el proceso de cierre de Pluna?

-Horrible, muy caliente. Me la había visto venir desde hacía nueve meses. Se puede ser sindicalista y ayudar a la empresa a crecer. Es lo que tendría que hacer el sindicato, pero quisieron destruirla para quedarse con ella. Pero eso no iba conmigo. Jamás.
“ Con Alas U se gastaron 20 millones de dólares y no se voló a ningún lado: es del Estado, no pasa nada, esa es la mentalidad. ”

Y después, los sindicalistas siguieron haciendo inventos. Mirá a Alas U. ¿Cuánto duró? Se quemaron la guita que no era de ellos. ¿A cuántos pasajeros llevaron? A tres. Fue para figurar, mientras la guita desapareció toda. Hay 15 palos verdes que no están y cinco más que nadie sabe de su paradero. Se consumieron 15 millones de dólares y no volaron ni a San Pablo, ni a Chile ni a ningún lado. “Es del Estado, no pasa nada”. Esa es la mentalidad.

-¿Cómo es su sueldo en Etiopía comparado con el que tenía en Pluna?

-Uh. En proporción, siendo en Pluna de los pilotos más antiguos, estando en el cargo mayor, como comandante, gerente de operaciones, instructor, y varios otros cargos, cobraba cuatro veces menos que ahora, en Ethiopian Arlines, que soy un comandante normal. En cuatro años en Etiopía hice más dinero que en 20 años en Pluna. Me tenía que haber ido antes (risas).

-¿Le sorprendieron los dos recientes accidentes de la Fuerza Aérea Uruguaya?

La Fuerza Aérea tuvo accidentes graves todos los años. Siempre, todo el tiempo. En Artigas, en Salto, en Durazno, donde fuera. Se mataban como moscas por los mismos problemas que ahora, con la diferencia que hoy hay más comunicación, la gente está informada, y sobre todo, es un tema que se ha politizado; pero es exactamente igual.
“ La Fuerza Aérea tuvo accidentes graves todos los años, por los mismos problemas que ahora. ”

Lo que es muy grave es que si lo ponemos en perspectiva, y lo contrastamos con la cantidad de aviones y pilotos que hay, y con las horas que se vuela, ¡la estadística resultante es terrible! Porque capaz que en Estados Unidos se matan dos por año, pero tienen 5.000 veces más aviones y 100.000 veces más pilotos.

Además, los aviones son muy viejos. ¡Los helicópteros estuvieron en Vietnam! ¡Los Dragonfly son del año del jopo, ya nadie los usa! Y los pilotos tienen muy pocas horas de vuelo, que es la única forma de hacer experiencia: volando, haciendo el día a día. Pero acá no hay experiencia, no hay materiales, son desastrosos, viejos, ruinosos, lamentable.
“ Los materiales de la Fuerza Aérea son desastrosos, viejos y ruinosos. Es lamentable. ”

-¿Los pilotos militares no tenían la formación de los pilotos civiles?

-No. La aviación militar es diferente a la civil. La mayoría de los pilotos de la Fuerza Aérea vuela por un corto período de tiempo. No es que ingresan a la Fuerza a pasarse la vida volando; esa era una de las cosas por la que a mí no me gustaba la Fuerza Aérea. Yo sabía el riesgo que corría; sabía que me mandarían para atrás de un escritorio después de dos o tres años de vuelo. ¡Y yo quería volar! La Fuerza Aérea sólo utiliza gurises jóvenes: los entrena, los usa y después les dice: bueno, ya aprendieron suficiente, ahora a la oficina.

-¿Se hace eso?

-Sí, por supuesto, los bajan, los ponen detrás de un escritorio para que no vuelen nunca más. Pero no a todos. Otros logran pasar al escuadrón de vuelo y siguen volando. Se supone que esos son los mejores, pero casualmente la mitad de ellos son los hijos de los coroneles y brigadieres, no sé si me entendés. Ojo, esto también pasa en muchos otros países; tengo amigos que han volado en la Fuerza Aérea de Chile y me han dicho que si se es hijo de un general se accede al escuadrón de vuelo; si nadie te conoce, es muy difícil.

En la Fuerza Aérea Uruguaya hay muy pocos recursos y la aviación es muy cara; lo que tienen para repartir es poquísimo. Tienen un cupo de nafta para gastar, un cupo de material para usar que tienen para repartir entre un montón de gente, y nadie puede volar casi nada. Se vuelan 15 horas por mes, que en Estados Unidos es lo que vuela un piloto en dos días, como mínimo.

-¿Habla de estos temas con colegas militares?

-¡Sí! Nosotros, entre los pilotos, hablamos cara a cara, a calzón quitado, sin ningún drama. Lo he hablado con militares excompañeros. Todo esto te lo dicen ellos. Ellos mismos dicen estas cosas: me cuentan que no tienen repuestos, que no hay combustible...

-¿Van a seguir accidentándose los pilotos de la Fuerza Aérea?

-Sí. Y tal vez cada vez más.



 

sábado, 12 de noviembre de 2016

La insólita crisis de Holanda: la escasez de delincuentes - BBC Mundo



       Prisionero en Esserheem, uno de los relativamente pocos.

Mientras que la mayor parte del mundo no sabe cómo lidiar con el hacinamiento en las prisiones, Holanda tiene el problema opuesto: poca gente a la cual encerrar. En los últimos años, 19 cárceles han cerrado y el año que viene otras más lo harán. ¿Cómo lo lograron y por qué hay algunos que piensan que eso es un problema?

El olor a cebolla frita sube por la escalera de metal, más allá de las puertas de las celdas y a lo largo del pabellón. Abajo, en la cocina, los internos están preparando su cena. Uno de ellos empuña un cuchillo de sierra largo y corta verduras con pericia.

"¡He tenido seis años para practicar, de modo que estoy mejorando!", dice.

Es un trabajo ruidoso porque el cuchillo está unido a la mesa de trabajo con una larga cadena de acero.

"No pueden llevarse el cuchillo", aclara Jan Roelof van der Spoel, vicegobernador de esta prisión de alta seguridad en el noreste de los Países Bajos llamada Norgerhaven. "Sin embargo, pueden tomar pequeños cuchillos de cocina prestados si entregan sus pases, así sabemos exactamente qué tiene quién".

Algunos de estos hombres están presos por delitos violentos y la idea de que anden por ahí con cuchillos puede parecer alarmante. Pero aprender a cocinar es una de las varias formas en las que la cárcel le ayuda a los delincuentes para integrarse a la sociedad después de su liberación.


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La insólita crisis de Holanda: la escasez de delincuentes - BBC Mundo

¿QUÉ SIGNIFICA EL TRIUNFO DE TRUMP? INDISCIPLINA PARTIDARIA, la columna de Hoenir Sarthou:


Semanario Voces


¿Qué significa, realmente, el triunfo de Donald Trump?
Esa es la pregunta del millón. Una pregunta que probablemente admita al menos dos respuestas distintas. Una, si se mira a la elección como expresión de voluntad del pueblo estadounidense. Y otra si se analizan sus efectos como posible sustitución –al menos parcial- de las élites gobernantes y de las políticas impulsadas en los últimos años desde el Estado.
Respecto a la voluntad del pueblo estadounidense, las cosas parecen estar bastante claras. Trump detectó y logró sintonizar con las ideas y sentimientos de un extenso sector de la población que usualmente no tiene voz o no logra hacerse oír. Y ese sector, a través de su participación electoral (que es voluntaria), emitió algunos mensajes claros.
El primer mensaje es que están indignados con un modelo económico que ha reducido las fuentes de trabajo, en especial para los trabajadores industriales sin alta calificación, y que los ha endeudado con los bancos a través del crédito y las hipotecas. Basta recorrer comercios en los EEUU para percibir que todos los productos son fabricados en Japón, en China, en México, en la India o en Panamá, incluidos muy tradicionales productos “yanquis”, como los vaqueros “Levi´s”. Seguramente esa desterritorialización de la producción, típica de la “globalización” sea un gran negocio para los capitales, pero es ruinosa para la población estadounidense, acostumbrada a trabajos estables, buenos salarios y alto consumo. La crisis de las hipotecas inmobiliarias, que estalló en 2008, cuando mucha gente no pudo seguir pagándolas, fue precedida por un largo proceso de pérdida de fuentes de trabajo, particularmente en las regiones industriales, que el martes votaron mayoritariamente a Trump.
El segundo mensaje es de hartazgo ante las políticas de inmigración (que son vistas como otra amenaza a las fuentes de trabajo) y ante las “políticamente correctas” medidas de discriminación positiva, racial, sexual, religiosa, etc. Las pintorescas promesas de Trump, de separar a EEUU de México mediante un muro y de prohibir el ingreso de musulmanes, si bien seguramente irrealizables, despertaron la simpatía de mucha gente pobre, conservadora y tradicionalista que no suele figurar en el debate público.
El tercer mensaje es de rechazo a lo que se ha dado en llamar “la élite de Washington”. Ese rechazo, que parece dirigido contra todos los gobernantes, tanto del Partido Demócrata como del Republicano, es probablemente una síntesis de los otros dos mensajes. Buena parte de la población estadounidense parece cansada de una élite política a la que ve como soberbia, poco confiable, insensible a sus problemas y servil a los grandes intereses económicos, demasiado preocupada por quedar bien ante las minorías raciales o sexuales, y comprometida en un ajedrez económico y militar internacional muy costoso e incomprensible para el estadounidense medio. Una vez más, las propuestas efectistas de Trump (el muro con México, cobrar los costos -como si ya no los cobraran- a los países en los que EEUU interviene militarmente) sintonizaron con ese sentimiento e hicieron que millones de estadounidenses de clase baja y media se identificaran con el obeso, rubicundo y tosco candidato. Eso también puede explicar la deserción, falta de apoyo o completa frialdad del aparato republicano durante la campaña electoral.
La expresión de voluntad popular ha desconcertado a mucha gente. Desde las burocracias partidarias hasta los militantes de los derechos humanos. Desde ciertos intereses económicos hasta las minorías beneficiadas por la “discriminación positiva”. Desde economistas y politólogos “sistémicos” hasta artistas e intelectuales “alternativos”.
Ese desconcierto proviene de que, tanto el modelo económico global como las políticas discriminadoras inversas, están acostumbradas a legitimarse a sí mismas por medios no muy democráticos, mediante la afirmación de que “el mundo va en esa dirección”, o “esto es lo que se viene”, u “oponerse a ésto es ir en contra de la historia”.
La elección de los EEUU anuncia que, al menos desde el punto de vista de la voluntad popular, no hay sentidos únicos en la historia, que toda pretendida irreversibilidad de los fenómenos sociales puede al menos ser puesta en duda. No es la primera vez que esto ocurre. El “Brexit” hace muy poco, el plebiscito convocado en Grecia ante las exigencias de la Unión Europea, y mucho antes, en 2004, el rechazo plebiscitario sufrido en varios países por el intento de aprobar una Constitución europea, son ejemplos palpables de que la globalización económica y la “corrección política” (en sus diversos sentidos) suelen no ser sentidas por los pueblos en la forma en que predican y predicen las dirigencias políticas.
Ahora, ¿qué cambios reales habrá en los EEUU, y por rebote en el resto del mundo, a partir del resultado electoral?
Esa es la pregunta realmente inquietante. Al respecto se barajan muchas hipótesis. Para unos, el triunfo de Trump representa una sorpresa terrible que habrá de desacomodar al sistema económico y social de los EEUU y del mundo. Para otros, apenas un cambio epidérmico y conservador que el sistema digerirá fácilmente. Finalmente, hay quienes sostienen que la imagen de Hillary Clinton como representante directa de los poderes económicos, políticos y militares dominantes, sin dejar de ser cierta, esconde que la verdadera apuesta de la cúpula económica-política-militar era en realidad Trump. Esta última teoría afirma que Trump le ofrece al pueblo una alternativa “gatopardezca”, la sensación de que todo va a cambiar, necesaria para que en realidad todo siga como está y mucha gente no se dé cuenta. Si esa hipótesis fuera cierta, tal vez Trump no sea sólo el tosco “outsider” que parece sino el resultado de una sutil y tremenda jugada estratégica del poder que está detrás de las apariencias políticas.
Sea como sea, resulta muy difícil que un presidente, Trump o quien sea, pueda cambiar ciertas cosas en los EEUU y en la economía mundial. Probablemente logre empeorar la situación de los inmigrantes, pero difícilmente, aunque lo intente, modificará demasiado el cronograma y los planes del sistema financiero global o de las corporaciones del petróleo y de las armas que dirigen en realidad la política exterior de los EEUU. Seguramente excluirá del aparato estatal a ciertos funcionarios políticos, pero probablemente serán figuras prescindibles, sustituibles por otras que danzarán al son de la misma o similar música.
Curiosamente, de los dos fenómenos analizados (el mensaje de un sector mayoritario del pueblo estadounidense, y los efectos reales del triunfo de Trump) el que me parece más importante es el primero. No porque uno simpatice con las actitudes racistas, sexistas y chovinistas de muchos votantes de Trump, sino porque –sumadas a otras expresiones populares que mencioné más arriba- son una señal de que el sistema no es tan plenamente capaz de domesticar y anestesiar a las personas como solemos creer.
El resultado de la elección en EEUU es la expresión de un fuerte malestar, justo en el corazón de la sociedad que uno creería más amoldada al sistema. Ese malestar podrá no acertar a descubrir sus verdaderas causas y soluciones. Pero, en un sistema injusto, el malestar social es una buena noticia. Quiere decir que todavía hay esperanza.