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miércoles, 26 de abril de 2023

PADRE CACHO "SIERVO DE DIOS" , la columna por. Julio Cesar Romero Magliocca REFUNDACIÓN DE LA ESCUELA DON BOSCO



Los Talleres Don Bosco, era un complejo arquitectónico que ocupaba toda una manzana en la zona céntrica de Montevideo. Su primerísima actividad era la Escuela de Artes y Oficios que tenía un alumnaje de 300 pupilos venidos de todo el interior de la república. Allí se enseñaba imprenta, encuadernación, carpintería, mecánica. La enseñanza abarcaba toda la mañana y gran parte de la tarde (en ocasiones hasta la noche).

La metodología exigía que los alumnos más avanzados hicieran trabajos para clientes externos. Por esa razón era que en algunas noches había que esforzarse para entregar al día siguiente algún encargo. En una esquina se erigía el Santuario de María Auxiliadora con su cripta. A continuación estaban las instalaciones de la parroquia.

Los talleres técnicos y los depósitos estaban todos en la planta baja junto con los comedores, la banda de música, los exploradores.

Luego seguían seis pisos donde funcionaban: media planta para la Escuela Primaria, las oficinas de la Inspectoría, arriba estaba el Sanatorio para sacerdotes enfermos o ancianos.

Finalmente, en los pisos superiores, los dormitorios de los pupilos, del personal y de los sacerdotes.

En varias reuniones el Padre Fontana y el Padre Cacho delinearon el funcionamiento de la Escuela, eligieron los textos para cada grado, la cantidad de alumnos en cada aula y el perfil más adecuado del maestro de cada grado y por supuesto la aplicación del sistema preventivo.

Le tocó al Padre Cacho convocar y contratar a ex alumnos salesianos con muy buenos antecedentes como maestros.

Así figuraron en esta plantilla Sebastián Barreto, Tomás Graña, Ángel Delisante, Oscar Bernardi, Carlos Kuster. Contaba también con un trienista.

Era principios del año 1964, se había cerrado nuestro querido “El Bien Público” con más de cien años de existencia. Yo quedé vacante y me ofrecí para tomar a los más pequeños a mi cargo, eran los de Preparatoria (cuenta Julio Alonso , hermano de Cacho).

La Escuela Don Bosco se llenó, Cacho supo imprimirle un ambiente mas familiar y más humano. Yo la califiqué, como una escuela más cristiana y más de Don Bosco.

Para 1968 el Director de la escuela pasó a ser el Padre Francisco Guarino, famoso mártir salesiano , quien fuera asesinado, el 9 de marzo de 1982 , en la dictadura militar.

Cacho escribe una carta a su amigo , al conocer su muerte.

Tu muerte golpeó con dolor profundo en mi ser ; porque te mataron, amigo!

Te mataron con saña, rabiosamente.

Puños asesinos, amaestrados para matar, acabaron con tu generosa entrega, en el Trigal del Maestro. Quisieron ensuciar tu memoria pero no temas, querido hermano, tu imagen luminosa, tu sonrisa límpida, tu mirada llena de luz, permanecerá hasta el reencuentro.

¡La verdad os hará libres!

Nos anuncia el Evangelio pero los discípulos ponemos la confianza en el poder de la tinieblas. ¡Qué triste! En ese seno oscuro se mueve el poder del Malingno.

¡Creo en ti, hermano! ¡Creo en tu sacerdocio!

¡Creo en el Espíritu Santo que por tres veces derramó sobre tu cuerpo el óleo que consagra, que convierte en templo viviente punto de contacto del cielo con la tierra.

Tu anatomía destrozada! Pero llegas íntegro a la cumbre de la victoria como cuando jóvenes juntos escalábamos la montaña nevada.

¡Creo en ti amigo! Lloro por ti, hermano! ( 9 de marzo de 1982 ) – Cacho.

Fuente : libro “La vida íntima del Padre Cacho” autores Julio María Alonso (hermano de Cacho) y Julio César Romero Magliocca (autor del libro “Un Cacho de Dios”)

Carta facilitada por Luis Guarino ( hermano de Francisco)



Julio César Romero Magliocca ( Montevideo, 1964)


Nació en Montevideo, barrio Colón. Sus primeros pasos como periodista “autodidacta”, los da con la fundación de su primera revista mensuaria , “Su Revista” , la que llegaría a alcanzar 12 ediciones, entre los años 1997 y 1998. Al mismo tiempo realiza micros radiales, en radio Sport 890, en el programa “En Positivo” y en radio Oriental programa “De todas partes”, desarrollando oralmente, la historia de los barrios, entre ellos lo más castigados por la pobreza. En el año 2000 funda “Revista Raíces”, con el argumento central basado en : “Historia Nacional”, “Nuestros Indígenas”, “Historia de nuestros Barrios”, “Galerías Deportivas”, “Historia del Gaucho”, “Historia de los Cafés y Bares Montevideanos”, “Entrevistas”. Dicha revista alcanza los siguientes reconocimientos : Declarada de Interés Nacional, Cultural, Departamental, Turismo y Deporte, Unesco, Bendición Apostólica del Vaticano, Premios CX en Comunicaciones, Premio Guyunusa entre otros. Para el año 2012, edita primer libro “Un Cacho de Dios”, vida del Padre Cacho- Isidro Ruben Alonso, el que logra reconocimientos : Declarado de Interés Nacional, Cultural, Departamental, Bendiciones Apostólicas del Vaticano – Benedicto XVI y Francisco, actualmente recorre la 5ta edición actualizada. Para el año 2013 , edita su 2do libro, “Cronista de Barrio”, y para el 2016 en coautoría con el hermano del Padre Cacho, Don Julio María Alonso, edita “La vida íntima del Padre Cacho”.



VETERANOS LA COLUMNA DE RUBEN CAMPERO

 

“¿Cómo olvidarte en esta queja? cafetín de Buenos Aires, sin sos lo único en la vida que se pareció a mi vieja…” revela el tango de Edmundo Rivero. Y con ello la evidencia de hombres hermanados a través del aprendizaje embriagante del dios Baco, que mientras chupan de la misma teta, confiesan sentimientos y vulnerabilidades impensadas para el hombre que socialmente deben representar.


Durante el siglo XX muchos de estos cafés, bares y cafetines albergaron distintas edades e historias. Era en esos lugares de refugio en donde las masculinidades hegemónicas, a la vez que se afirmaban como “auténticas”, también crujían y revelaban sus costuras y remiendos ante el privilegio. Pero también ante el peso que implicaba ser aquel que siempre debía apechugar sin recular, a modo de proveer a la sociedad de actos significativos y hasta heroicos, recibiendo como moneda de pago el sometimiento de terceros que alimentaran su ego de macho.


Con los cambios sociales, laborales, económicos y tecnológicos, la precarización laboral y la tercerización de funciones comenzó a interpelar este rol heroicamente productivo del hombre medio, así como las bases de su propia forma de construir estampa masculina. Algo que encontró y encuentra a muchos de ellos en medio de un analfabetismo emocional y vincular, en la medida en que aprendieron a volcarse exclusivamente a las funciones de acción y de manipulación de objetos materiales, gracias a que las tareas repetitivas, invisibilizadas y de “contacto” empático que sostienen lo cotidiano las realizaban “sus” mujeres.


Ello les ha dificultado adaptarse (mucho más aún hacerlo criticamente) a las transformaciones actuales y su evanescencia financiera, las cuales han adquirido una aceleración incontrolable a partir del sistema imperante de producción, el mismo que se especializa en excluir a través de plantear la “libertad de consumo” como única forma de inclusión.


Tal analfabetismo emocional vulnera especialmente a los veteranos. Aquellos hombres viejos socializados en ese Patriarcado del S. XX aún no demasiado interpelado, quienes mantenían su identidad estable y “segura” gracias a lo vital de sus funciones productivas, y a los roles que ocupaban dentro de comunidades con jerarquías de género vistas como naturales.


Una vez devenido el retiro. Una vez efectuado el cese de esas tareas que les asignaban un lugar social y que acaparaban casi la totalidad de su identidad (por lo que no exploraron otras dimensiones de sus emociones y vínculos, salvo cuando se anestesiaban con alcohol en el cafetín), muchos de estos hombres han quedado expuestos a una vulnerabilidad silenciosa avalada aún por esa máxima de que “los hombres no lloran” (léase: “no dan señales de su dolor hasta que lo irreparable irrumpe”)


Ya no contamos con consejos de ancianos, ni con ceremonias de reconocimiento a los aportes que realizaron los hoy veteranos (salvo que se trate de tareas socialmente trascendentes al estilo de las deportivas, científicas, etc.), por lo que el obrero medio que se sentía parte de una comunidad y que hoy está jubilado y “retirado”, puede que esté experimentando distintos grados de depresión, no sólo porque ya no hay más “cafetines” en donde socializar, o espacios donde sentirse útil para la sociedad, sino porque la educación que recibió no lo preparó para identificar sus deseos y generar modos alternativos de vida una vez que la productivo-laboral cesa.


Es posible que los veteranos que tienen pareja mujer y continúan en la relación participen en diversas actividades, pero muchas veces será gracias a que la que hace de embajadora emocional, social y vincular es la mujer. La misma que en la vejez sigue ejerciendo un trabajo invisible al maternar a su pareja hombre, quien a raíz de su socialización masculinizante no se dedicó a cultivar aspectos que una vez llegada la vejez y las vulnerabilidades que esta implica iban a ser imprescindibles.


Hablar de Patriarcado no es sólo señalar la dominación que, en la relación con ciertas figuras investidas de masculinidad y poder, experimentan las mujeres y aquellas personas que no encajan en parámetros claros de lo masculino y lo femenino como algo binario. Hablar de Patriarcado es también referirse a las heridas, muchas veces letales, que se constatan en esos hombres que, embriagados por las mentiras de sus privilegios, desconocen y desestiman sus vulnerabilidades a la luz de un ideal de macho. El mismo que, puertas adentro, siempre cayó rendido en llanto y sensibilidad en algún cafetín, por tener prohibido dejarse acariciar y proteger a riesgo de perder ese cetro de poder que le brindó el andamiaje patriarcal.


La vulnerabilidad que también los hombres viven cuando ya no pueden sostener corporal ni psicológicamente ese alienante y hasta violento “superhombre”, debería ser un tema destacado dentro de las políticas sociales y de género, no sólo a nivel de atención directa y de cuestionamiento a una sociedad que sólo reconoce vidas en calve de “producción” y “costo-beneficio”, sino también en lo que hace a la prevención.


El objetivo de tal prevención apuntaría a que los hombres (y las mujeres y disidencias) jóvenes de hoy no crean que su masculinidad es una armadura eterna, y que por tanto intenten imaginar que es lo que desearían hacer con sus vidas, su identidad, sus emociones, sus vínculos y las condiciones comunitarias de su época, cuando se encuentren en la necesidad de que, como cuando eran niños, sea otro quien les tenga que limpiar el culo.


Ruben Campero es psicólogo, sexólogo, terapeuta y docente.

Ha publicado varios libros y participa activamente desde hace mucho en los medios de comunicación y las redes sociales.

Es también un estudioso del antiespecismo, una manera de pararse ante la vida y analizar críticamente la relación que los humanos tenemos con los demás animales y la naturaleza.

Es integrante de GAIA - Grupo Académico Interdisciplinario de Antrozoología.



martes, 25 de abril de 2023

ALEJANDO ARRIETA LA PASIÓN POR LA COMUNICACIÓN TEXTO Y AUDIO

 

Escribe Juan José Pereyra



Comunicador desde hace más de tres décadas. De niño jugaba en radio Fortaleza donde trabajaba su padre Carlos.

Poco a poco fue construyendo una carrera, locutor comercial, operador, hasta que llegó el momento de producir y conducir sus propios programas. También trabajó en televisión, prensa y medios digitales.

Hoy conduce dos programas de radio, uno en la tarde en La Paloma y El Vigía, de 10 a 11.30 en Cadena Digital.

El Vigía es también un portal con noticias actualizadas de todo lo que pasa en Rocha y a nivel nacional.

ESCRITORA LÉONI GARICOITS “DESDE QUE APRENDÍ A LEER NO PARÉ MÁS” texto y audio

 

Escribe Juan José Pereyra Twitter@juano500


Nació en Montevideo en una rama diferente a la de la familia que se radicó en Rocha y fundó la legendaria farmacia.

Desde que aprendió a leer desarrolló una pasión por la lectura que continúa con toda intensidad. "Nunca pude parar", dijo la escritora y poeta al programa Hay otra historia de radio Fortaleza.

Ha publicado una decena de libros en los que siempre está presente la problemática y la sensibilidad de la mujer.

Abogada, desde 1990 trabajó como Fiscal Adjunta en el Ministerio Público en diferentes reparticiones. Una, quizás la la más dura, fue la de violencia de género.

De todos estos temas les invito a escuchar la entrevista con la escritora Léoni Garicoits.

lunes, 17 de abril de 2023

EL SANTO DE LOS CANTEGRILES ISIDRO RUBEN ALONSO – PADRE CACHO/COLUMNA DE JULIO ROMERO MAGLIOCCA

 




Por el año 2000 comienzo a garabatear mis primeros renglones dedicados al Padre Cacho, el 2012 vería la luz mi primer libro, su nombre “Un Cacho de Dios”.

Acercarme a la vida de Cacho, lo hice en mi niñez al mudarme desde mi barrio de nacimiento, Colón, para irme a Casavalle.

Mi padre hacía meses que era liberado del penal de Libertad (San José), su permanencia de 8 años por pensar distinto ya había pagado la deuda.

Al salir, se encuentra que su oficio se estaba poco menos que extinguiendo, las fábricas de calzados ya casi no existían. Los comienzos de esta su nueva etapa fue muy complicada, tuvo que reaccionar a tiempo para tomar otras propuestas laborales, así fue como terminó trabajando en la Raltur en barrio Coppola, cercano a nuestro barrio Nuevo Ellauri, haciendo varillas de hierro, luego de la fundición. Volviendo al momento de la mudanza, el camión que llevaba los muebles que vestirían la nueva casa, transitaba por el Bulevar Aparicio Saravia tosiendo en los repechos, suspirando en las bajadas. Fue pasar el límite de Camino de las Instrucciones, todo cambiaba de un lado y del otro de la calle. Viviendas muy humildes, carros tirados por caballos con matungos cansados, resoplando su impotencia, flacos, mal tratados por otro personaje que con rebenque escupían violencia,,,¡dale cheee! , ¡no te quedes, daleeee! , “hijo de p…”. Las bolsas volando al son de las corrientes de aire, ranchos casi al caer por tanta pobreza junta, de un lado el cementerio del Norte , del otro lado los ranchos pobres. Mi pensamiento me llevaba a esa pregunta un tanto ingenua: ¿a dónde nos estamos mudando? Ahora el camión dobla por San Martín y a la cuadra toma hacia la derecha por Casavalle, el motor jugando una pulseada con el esfuerzo por no quedar tieso. Llegamos a descargar todo, nuestro nuevo hogar nos esperaba. Viviendas del BHU , flamantes pero no terminadas en cuanto teníamos un dormitorio que solo tenía los cimientos, la casa tenía un retiro jardín, y un pequeño fondo. Mi madre imaginaba que plantas colocar para darnos sombra en un futuro. En este mismo barrio, ya vivía un sacerdote que decidió llevar a cabo un proyecto de convivencia junto a los pobres. Solo le decían Cacho, para ese tiempo el vivía solo a 150 metros de mi domicilio, allí convivía con unos jóvenes que ofrecía un lugar para corregir sus errores, dando valor a sus vidas mediante la contención de este religioso.

Pasaron varios años para darme cuenta la dimensión de su figura, tantos que fue justo luego de su muerte. Tuve oportunidad de ver lo que significó su sepelio, en un paseo interminable hacia el cementerio del Norte, la gente lo despedía : ¡¡¡se nos fue un cachito de Dios!!! . Comencé un trabajo de recuperar su memoria, tirando de una piola descubriendo su vida en el testimonio de sus propios vecinos, también mis vecinos.

Mi vida tuvo varios cimbronazos y uno de ellos es ver a un padre complicado para conseguir trabajo, un hogar que necesitaba oxígeno, todo motivó que comenzara a trabajar muy temprano, ya mi primer trabajo comenzaba cuando, aparecían mis 16 años de vida. Trabajaba en una avícola en la zona de Melilla, para estar allí temprano, debía levantarme en la madrugada y luego tomar dos ómnibus, llegar a atender un galpón con 11.000 gallinas que me interpelaban con sus picos para ser alimentadas.

La vida de barrio prácticamente no la vivía, solo los domingos, saber de las andanzas de Cacho, era solo de oídas. En la investigación para el libro, fui descubriendo a este Santo, mi vecino respiraba el mismo aire que yo , sin embargo poco sabía de él.

Cacho cuando decide irse a vivir al Plácido Ellauri, mismo barrio en el que viviera por la década del 70, el “Chueco” Maciel, incluso las mismas viviendas, no sabía si al otro día iba a comer, fue a ser uno más del barrio. Sus vecinos en su gran mayoría vivían de la clasificación de residuos, otro tanto, changadores en el puerto y algunos más en la construcción. A partir de 1979 como consecuencia de una amenaza de expulsión, los vecinos de la calle Timbúes lo van a buscar para ver que podría hacer para que eso no ocurriera, allí es que Cacho impulsa crear un puente de ayuda desde la Parroquia Stella Maris de Carrasco y el grupo de damas de alta sociedad que allí concurría, ese grupo se llamaba “Juntos Podemos”. Se logra detener la expulsión, comprar esas tierras que estaban en remate. Los vecinos antes que sus casas pidieron que se construyera un Centro Comunal, al cual traer el agua y unos piletones para lavar la ropa allí. Todo comienza a dinamizarse en progresos para el barrio, se comienzan a levantar las casitas de material para abandonar las de chapas, se funda una veterinaria con estudiantes que se instalaban en el barrio, para atender los caballos de los clasificadores, se abre una policlínica para atender los problemas sanitarios de los vecinos, se fundan talleres de herrería, carpintería y mimbrería, hasta se crea una bolsa de trabajo para conseguir empleos para los vecinos, hasta se abre un comedor nocturno para comer estos primeros trabajadores y poder rendir en sus trabajos, con tareas bastantes pesadas. La misa a Cacho se la piden los vecinos, para agradecer a Dios tantas mejoras, ese sacerdote de bajo perfil que llegara muy tímidamente para instalarse en el barrio, era la figura emergente de todos los cantegriles en la salida del país de una oscura dictadura, comenzaban a despertar los derechos individuales.

Alguien que quería definir a Cacho, en una pluma profunda, cargada de sinceridad y amor lo definiría como aquel que descubrió a Dios en la cara golpeada del pobre, aquel que descubrió la dignidad en la cara golpeada del pobre.

Cacho fue, un vecino más que rescató la dignidad, fue aquel que transformó el nombre que utilizaba el colectivo de la gente, “ciruja”, “junta papeles” , “bichicome” , por el de Clasificador, y se animó incluso a ir un poco más ,,,el los definía como “agentes ecológicos”, aquel trabajador esforzado que recuperaba para la industria lo que la gran ciudad desechaba…Un Santo fue mi vecino, y yo me enteré cuando el se marchó de este plano…


Julio César Romero Magliocca ( Montevideo, 1964)


Nació en Montevideo, barrio Colón. Sus primeros pasos como periodista “autodidacta”, los da con la fundación de su primera revista mensuaria , “Su Revista” , la que llegaría a alcanzar 12 ediciones, entre los años 1997 y 1998. Al mismo tiempo realiza micros radiales, en radio Sport 890, en el programa “En Positivo” y en radio Oriental programa “De todas partes”, desarrollando oralmente, la historia de los barrios, entre ellos lo más castigados por la pobreza. En el año 2000 funda “Revista Raíces”, con el argumento central basado en : “Historia Nacional”, “Nuestros Indígenas”, “Historia de nuestros Barrios”, “Galerías Deportivas”, “Historia del Gaucho”, “Historia de los Cafés y Bares Montevideanos”, “Entrevistas”. Dicha revista alcanza los siguientes reconocimientos : Declarada de Interés Nacional, Cultural, Departamental, Turismo y Deporte, Unesco, Bendición Apostólica del Vaticano, Premios CX en Comunicaciones, Premio Guyunusa entre otros. Para el año 2012, edita primer libro “Un Cacho de Dios”, vida del Padre Cacho- Isidro Ruben Alonso, el que logra reconocimientos : Declarado de Interés Nacional, Cultural, Departamental, Bendiciones Apostólicas del Vaticano – Benedicto XVI y Francisco, actualmente recorre la 5ta edición actualizada. Para el año 2013 , edita su 2do libro, “Cronista de Barrio”, y para el 2016 en coautoría con el hermano del Padre Cacho, Don Julio María Alonso, edita “La vida íntima del Padre Cacho”.