Luego de conocidos esos resultados electorales, un canal de televisión local entrevistó en las calles a varios votantes de Vox. Curiosamente, cuando el periodista consultaba a esos ciudadanos si sabían que se trataba de un colectivo con tendencias totalitarias y que promovía varios recortes de derechos alcanzados, todos parecían desayunarse de la noticia en ese preciso momento.
Una de las lecturas principales que puede hacerse de las elecciones autonómicas españolas del pasado domingo 28 de mayo es el contundente triunfo del Partido Popular, que forjó su crecimiento –al igual que Vox– con muchos de los votos de Ciudadanos, que ya apunta a la desaparición, y también de Podemos, que continúa en franco descenso.
España se tiñó de azul. El PSOE del presidente Pedro Sánchez fue arrollado por un tsunami del PP –al punto de tener que adelantar las elecciones generales–, reconocieron varios dirigentes, pero el triunfo del histórico colectivo conservador no le permite en todas las comunidades formar un gobierno en solitario, por lo que deberá apelar a una alianza con Vox que le dé la mayoría que se requiere para gobernar. Así las cosas, el colectivo de ultraderecha pondrá sus condiciones programáticas a los liderados por Alberto Núñez Feijóo que, si seguimos la lógica de campañas anteriores, seguramente se decantarán por el recorte de derechos ganados por la sociedad, así como también por poner mayores trabas a la inmigración.
Respecto a quiénes son los que votan a Vox, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) español realizó una investigación en donde destaca que mayoritariamente son hombres (duplican ampliamente a las mujeres) entre 18 y 24 años, por lo general con secundaria completa; forman parte de la clase alta y media alta del país y se reconocen como católicos.
Pero el suceso electoral de Vox no es un hecho aislado. En América Latina también se constata un gran crecimiento de estos colectivos ultranacionalistas, con características similares a las que promovió en su momento Steve Bannon, el exestratega de Donald Trump, Jair Bolsonaro y del colectivo español mencionado, entre otros.
Recientemente en Chile el Partido Republicano de José Antonio Kast –admirador de la figura y las políticas del exdictador Augusto Pinochet, que disputó el balotaje con el actual presidente Gabriel Boric, terminando así con el histórico bipartidismo–, obtuvo un triunfo muy importante a la hora de elegir los convencionales que deberán redactar el proyecto de la nueva Constitución.
En Argentina el fenómeno Milei registra muy bien en las encuestas, al punto que se confirma que será un real protagonista en las próximas elecciones presidenciales. Dueño de un discurso neopopulista de derecha, que apunta contra la casta política en un país que se encuentra viviendo una crisis económica muy fuerte y poseedor de un gran histrionismo que lo hace rendir mediáticamente, logra captar la atención y el voto de una buena parte de la ciudadanía de su país.
Uruguay tampoco escapa a la lógica de las nuevas derechas en crecimiento, si tomamos en cuenta el resultado electoral de Cabildo Abierto en las últimas elecciones nacionales de 2019, aunque las más recientes encuestas muestran que los liderados por el general Manini Ríos han perdido espacio y apoyo.
Uno de los elementos preocupantes de esta situación es que el sistema democrático día a día pierde credibilidad y respaldo, si nos guiamos por el histórico de investigaciones del Latinobarómetro, al tiempo que los neofascismos mayoritariamente van ganando espacios, promoviendo, en el mundo entero, recortes de libertades y de derechos obtenidos.