En entrega anterior señalaba que los productos microimportados serían más baratos (y no sería necesario ir contra una ley que se arrastra desde el período de las colonias imperiales en la región, que convierte a los habitantes y comerciantes de las zonas de frontera en delincuentes), porque ese fue uno de los aportes realizados en el libro “QUILEROS – Entre historias y caminos”.
Dicho trabajo literario es una recopilación de autores fronterizos, que fueron contactados durante el proceso de investigación previa al desarrollo del guion y rodaje del documental “EL POBRE QUE VA POR PAN”, y que se transformaron en aportes transgeneracionales de orígenes muy diversos, tanto por la ocupación de cada uno de los co-autores como por el lugar desde donde escriben sus relatos.
Así podemos señalar la participación de Lucio Ferreira, un hombre jubilado del Ministerio de Ganadería, que, exhibiendo una privilegiada memoria -a pesar de sus 100 años de vida y miles de historias locales de la región de Chuy, Rocha-, nos compartió algunas anécdotas. En su capítulo (que ya había sido publicado en un medio local) incluyen fotografías inéditas que ejemplifican nítidamente lo que era la vida de los contrabandistas de carguero o a caballo en la región, y de cómo era el paso aduanero ubicado en lo que hoy es la avenida Internacional, que separa o une Uruguay con Brasil.
Otro de los capítulos de este libro fue escrito por Jorge Carlos Muniz, enfermero y policía retirado oriundo de Vergara (Treinta y Tres), el cual nos narra algunas de las anécdotas vividas por los pobladores de ese paraje y otros que, de paso, dejaron su marca en la historia local. De igual modo que el anterior co-autor, las fotos que compartió son el testimonio fidedigno de algunas de las peripecias padecidas por los contrabandistas de carguero al pasar el Rio Taquarí con dirección al centro del país.
El capítulo correspondiente a Juan Carlos Muniz, trabajador rural de Rio Branco, artista plástico y guardián de la historia de la Tercera Sección de Cerro Largo, se ve enriquecido por diversos relatos, fotografías y varias imágenes diseñadas por él mismo, de forma tan vívida que se vuelven medios totalmente válidos para recuperar y preservar la memoria de los entrevistados que retrata. En ellos, los contrabandistas parecen tomar vida en la noche, escabulléndose entre los pajonales bajo la luz de la luna, intentando pasar La Talavera o el Bañado de las Pajas a escondidas de las fuerzas estatales del orden presentes en la región.
El aporte del joven Nicolás Barboza Morales, músico y canta-autor nacido en Fraile Muerto, se centra en la historia de su bisabuelo el “Sapo” Morales, conocido contrabandista de a caballo que supo cruzarse a tiros con la policía y los aduaneros, en ese trayecto muchas veces frio, oscuro y peligroso que recorría -igual que Martín Aquino- desde la frontera por las sierras de Aceguá, parando para descansar en alguna gruta que le guarnecía de las inclemencias del tiempo o de la mira de alguna carabina, hasta que el ocaso le permitía llegar a su rancho, donde con la complicidad de su esposa e hijas escondían el bagayo para más tarde salir a vender en el pueblo y zonas aledañas.
La quinta parte está compuesta por textos de mi autoría que surgieron del relato de los entrevistados para el documental que mencionaba anteriormente; si bien no son expresiones literales, intentan transmitir lo que viví detrás de cámaras y escuché fuera de micrófonos. Considero que relatar la vida de los cuatro contrabandistas entrevistados, además de los aportes realizados por los profesores (citados en la primera entrega del mes de julio), ayuda a comprender mejor la vida moderna y actual de algunos de los contrabandistas de sobrevivencia de estas zonas, donde el deber moral puede más que la norma legal.
Finalmente, el libro hace llegar a los lectores la visión de Atilio Amoza, contador público de Tacuarembó, acérrimo defensor del liberalismo comercial y hombre vinculado al tema fronterizo por proximidad e interés social y político; opinión que como recopilador entendí oportuno y necesario compartir a fin de que el compendio no quedara solo en un cúmulo de relatos y anécdotas interesantes o inéditas: aportar una mirada esperanzadora, una luz al final del camino de miles de sobrevivientes considerados delincuentes, parecía justo, y por eso sumamos ese aporte a la defensa de la micro importación, idea-fuerza capaz de cambiar la actual situación y dar un poco de justicia social.
Debemos señalar que esta realidad debió haber evolucionado por sí sola con la existencia de un acuerdo comercial como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR); pero pasados ya más de treinta años, los pobladores de estas entre-regiones no vemos surgir el libre tránsito de bienes y servicios que se prometía. Ello continúa siendo una utopía, y un tratado reducido apenas a papel no le facilita una vida digna a la gente más necesitada de estas terceras zonas, donde la legalidad se riñe con la moral y la sobrevivencia familiar; mucho menos lo harán más puentes o hidrovías, ya que de poco sirven tantos medios sin un marco normativo de libertad.
Sin duda es imposible que este texto o compendio histórico abarque los relatos de todos los que han logrado sobrevivir y han dedicado sudor y lágrimas a esta esforzada labor del comercio transfronterizo; pero sí pretende ser la voz de los protagonistas locales, para que otros foráneos no le cuenten al mundo y a nuestros niños lo que ellos creen que entienden de nuestras realidades locales.
Esta fue y es una oportunidad para que seamos nosotros mismos los constructores de nuestro relato dominante, para las actuales y futuras generaciones, sin olvidar que hasta el día de la fecha ningún gobierno ni gobernante ha sido capaz de brindar una solución laboral, comercial y social a la problemática que sus leyes penales y administrativas generan en estas regiones, muchas veces abandonadas y despreciadas por el centralismo capitalino.