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domingo, 12 de marzo de 2023

La columna de François Graña /¿LO QUE ES MODA NO INCOMODA?

 

La industria de la moda, que representa más del 70 % de la producción textil, se ha vuelto muy poderosa. Emplea a unos 300 millones de personas a lo largo de toda la cadena de producción y distribución (1) y confecciona unos 120.000 millones de prendas al año; en 2020 facturó por más de 600.000 millones de dólares a nivel mundial(2). Actualmente domina el sector la llamada fast fashion, que como podrá verse, ha exacerbado el despilfarro de recursos, la contaminación, la economía sumergida y la sobreexplotación. La estrategia consiste en inundar el mercado con gran cantidad de colecciones de ropa que marcan “tendencia” para lapsos cada vez más breves. El viejo modelo de colecciones bianuales primavera/verano y otoño/invierno ya es prehistoria: Zara presenta hasta 24 colecciones al año y la firma H&M lanza 52 microcolecciones -sí, una nueva cada semana- dirigidas sobre todo a jóvenes y adolescentes.

Del lado del gran público, un frenesí de “novedades” -apenas diferentes de las anteriores- ha disparado el consumo de ropa volviéndola un bien descartable. En promedio, estas prendas son desechadas luego de unas 7 posturas, dato que -como todo promedio- camufla disparidades: un top de fiesta no se usa más de 1.7 veces. Este flujo acrecentado de prendas efímeras modificó los estándares de producción: a) se emplean materiales de baja calidad que abaten precios, reducen la durabilidad e incrementan la huella de carbono; b) se produce en países como Bangladesh, India, Camboya, Indonesia, Malasia, Sri Lanka y China, en condiciones laborales muy duras y pagando salarios ínfimos.

Actualmente compramos en promedio cinco veces más prendas que nuestros abuelos (3), el 40 % de las cuales no serán utilizadas por sus compradores (4), y el valor de la ropa nueva desechada en perfectas condiciones ronda los 460 mil millones de dólares; si se dejara de fabricar ropa de la noche a la mañana, habría suficiente para toda la población mundial por unos diez a quince años. Todo esto, aunado al consumismo fácil y desprevenido que anima a buena parte de la humanidad, no augura nada bueno para el futuro inmediato de la calidad del agua, de los alimentos y del aire que respiramos.

Según una consultoría del sector moda en New York, en esa ciudad se vierten alrededor de 100.000 toneladas de ropa por año; esta estimación se puede extrapolar -toneladas más, toneladas menos- a muchísimas ciudades en el mundo. Se verifica también que, en promedio, una persona compra 60% más de artículos de ropa y los guarda aproximadamente la mitad de tiempo que hace 15 años. En suma, se produce mucho más para que dure mucho menos(5). Cifras de la ONU indican que la producción mundial de ropa se duplicó entre 2000 y 2014. Nuestro país no ha escapado a esta tendencia mundial: en el 2014 se generaron 63 toneladas de desechos textiles por día -unos 2.900 camiones de basura al año- y todo hace pensar que estos volúmenes han seguido aumentando (6).

Después de la industria petrolera, la de la moda es la más contaminante. Genera hasta un 10 % de la producción mundial de dióxido de carbono, representa el segundo gran consumidor de agua, produce una quinta parte de los 300 millones de toneladas anuales de plástico en el mundo y es responsable del 20 % de las aguas residuales vertidas en cursos de agua que van a parar a los océanos (7). La producción de algodón para prendas insume en promedio 1.931 litros de agua por quilo, y lavar la ropa libera cada año medio millón de toneladas de microfibras plásticas al mar que equivalen a más de 50 mil millones de botellas de plástico (8). El poliéster es la fibra más utilizada en la confección de ropa; su producción insume alrededor de 70 millones de barriles de petróleo por año y tarda aproximadamente 200 años en descomponerse (9). Importantes empresas destruyen enormes cúmulos de ropa no vendida por año (10); por ejemplo, solo en 2017 la firma Burberry incineró productos excedentes por un valor superior a 31 millones de euros (11) H&M quema año tras año unas 15 toneladas de prendas. Cada quilo de ropa incinerada genera 1.36 kilos de CO2, superando la contaminación generada por la quema del combustible fósil más demonizado: el carbón (12).

Esta gigantesca dilapidación de recursos y su correlato en contaminación, forma parte de un movimiento generalizado de sobreproducción y sobreconsumo que no es esencialmente nuevo pero que pegó un salto de gigante en lo que va del siglo. El éxito global de las estrategias publicitarias que catalizaron dicho salto, es espectacular: multitudes de ciudadanos de todos los estratos sociales practican gustosamente un consumismo desaforado con su correlato en dilapidación de recursos y contaminación.

Así las cosas, el colapso generalizado de nuestra civilización consumista no parece evitable, aunque ignoremos cuándo y cómo se manifestará. Las voces de alarma, que ya tienen décadas, poco y nada han logrado. Las grandes corporaciones practican un “sálvese quien pueda” desquiciante que realimenta la carrera hacia la hecatombe. ¿Existen acaso fuerzas capaces de impedírselo…?

Pero la crisis también trae consigo fulgores de esperanza. Emergen en todos los continentes, múltiples iniciativas locales de regeneración económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica, todas ellas apuntando a la reforma de la vida misma tal como hoy la concebimos. En su heterogeneidad, esa miríada de iniciativas comparte un denominador común: le da la espalda a la noción de progreso basada en el aumento incesante de bienes materiales con su correlato en términos de insatisfacción endémica. Pugna por tomar forma una nueva manera de ver el progreso, un nuevo paradigma que se orienta a la sustitución de la competencia por la cooperación y el diálogo, que busca comprender a los demás -próximos o lejanos- y que dirige la atención a las necesidades interiores de las personas. Es un reaprendizaje difícil porque va a contrapelo de todo lo aprendido en la familia, en la escuela, en la convivencia social.

Las expectativas de triunfo de tal metamorfosis son débiles, aunque existentes. Asoma en ese horizonte el arte de vivir con poco y sin afán de lucro, la primacía de la calidad sobre la cantidad, la opción por el ser antes que por el tener. Se trata de ser felices con poco, de cultivar la empatía, de detenernos para sentir aquí y ahora el milagro único de vivir. Seamos realistas: pidamos lo imposible.

* Doctor en Ciencias Sociales

1. https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/sabes-lo-que-hay-en-tus-jeans

2. https://www.greenpeace.org/mexico/blog/9514/fast-fashion/

3. https://es.sustainyourstyle.org/en/whats-wrong-with-the-fashion-industry

4. https://tekstila.net/que-ocurre-con-stocks-ropa-que-no-son-vendidos/

5. https://www.talentiam.com/es/blog/la-sobreproduccion-de-prendas-el-verdadero-mal-de-la-moda/

6. https://www.islowly.com/la-alarmante-situacion-del-fast-fashion-en-uruguay/

7. https://www.elfinanciero.com.mx/bloomberg-businessweek/2022/06/26/el-exceso-global-de-ropa-ya-produjo-una-crisis-ambiental/

8. https://magis.iteso.mx/nota/la-ropa-la-moda-y-su-crisis/

9. http://www.puroperiodismo.cl/fast-fashion-la-moda-de-comprar-usar-y-botar-la-ropa/

10. https://revistadiners.com.co/estilo-de-vida/71656_por-que-algunas-marcas-de-moda-queman-los-productos-que-no-venden/; https://www.lorenahidalgo.net/las-marcas-de-lujo-queman-la-ropa-que-no-venden/

11. https://www.trendencias.com/marcas/burberry-ha-quemado-31-millones-euros-productos-no-vendidos-no-unica-firma

12. https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/tiramos-811-ropa-que-1960-cargando-planeta


FEDERICO MENESES,ARTISTA, CREADOR DEL PORTAL COOLTIVARTE “SI ALGUIEN CREE QUE CON LA CULTURA SE HACE PLATA. QUE SE BUSQUE OTRA COSA PARA VIVIR”

 

Escribe Juan José Pereyra Twitter@juano500


Es fotógrafo de profesión y a comienzos del siglo XXI decidió fundar un espacio para difundir las actividades culturales.

Escritores y músicos emergentes, pintores, escultores, grupos de teatro, se fueron sumando a la propuesta. Hoy es un portal con uno de los mejores y más grandes archivos del quehacer cultural uruguayo.

Todo está ahí al alcance de todos.

Vale conocer cómo surgió y el rol que hoy juega.

Meneses , uno de los más importantes de la cultura uruguya ,habla de todo, la cultura, las carencias, qué hacen el Estado y los medios masivos de comunicación.

sábado, 11 de marzo de 2023

ESCRITOR JUAN ANTONIO VARESE: UNA VIDA TAN APASIONANTE COMO LOS MÁS DE TREINTA LIBROS QUE ESCRIBIÓ.

 

Escribe Juan José Pereyra TWITTER@JUANO500


En esta charla cuenta su vida. sus treinta años de escribano "porque era el mandato familiar",y su inmersión en el mundo de la investigación y la publicación de libros,la mayoría con un éxito sorprendente. Varios tienen que ver con la historia profunda de Rocha.

En este momento ya está a la venta el último, también sobre la gastronomía de rochense.


Destaca especialmente la colaboración de varios docentes y técnicos afincados en el departamento.





GONZALO PERERA: “LA SITUACIÓN DEL PAÍS ES MUY DELICADA. LA ANSIEDAD POR LAS LISTAS ES DEMASIADA. NINGÚN PARTIDO ESCAPA A ESO NI SIQUIERA EL FRENTE AMPLIO DE ROCHA”

Escribe Juan José Pereyra Twitter #@juann500


HAY CLARAMENTE DOS MODELOS DE PAÍS”

Fue el primer director regional del CURE, ha vivido y trabajado en varios países dando clases y formando científicos. Es Dr en Matemática.

Integra el comité central del Partido Comunista y es el secretario general de la departamental Rocha del PCU.

¿Cómo ve la situación del país y su realidad política, económica y social?

¿Por qué considera que la situación es delicada, que la pobreza y el hambre afectan a grandes sectores de la sociedad y que la "teoría del derrame" es una mentira repetida hace decenas de años y que no dio resultado en ningún país”?

¿Por qué asegura que el mundo político está demasiado ansioso con las candidaturas y que el Frente Amplio no escapa a esa realidad ni a nivel nacional ni en Rocha?

viernes, 10 de marzo de 2023

*El agua embotellada es fraudulenta y peligrosa para la salud* Escribe François Graña*

 

Publicado el 10 de marzo de 2023 en LA DIARIA



Alrededor de 361.000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades asociadas a aguas contaminadas o no tratadas: cólera, diarrea, disentería, hepatitis, fiebre tifoidea y tuberculosis. La escasez de agua provoca anualmente el desplazamiento forzado de cerca de 68 millones de personas en el mundo. Antes de 2050 seremos unos 9.700 millones de humanos; se estima que de estos, unos 2.100 millones no tendrán acceso al agua potable, sea porque viven en zonas donde no la hay o porque la existente no es apta para el consumo. Nada de esto impide que el volumen de agua extraída siga creciendo de forma imparable; la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que la producción de alimentos por riego crecerá 50% en los próximos diez años, mientras que el aumento del agua disponible sólo será de 10%.


El agua potable se vuelve un bien escaso y, por lo tanto, de más en más valioso. La contaminación de las aguas tanto superficiales como subterráneas por efecto de actividades industriales no hace más que acrecentarse en el planeta entero. Este drama humano, lejos de ser inevitable, es consecuencia directa de la búsqueda de ganancia sin barreras éticas y de una economía dominante que llama “externalidades” al despilfarro, a la destrucción y a la contaminación. Estas circunstancias han dado alas a un negocio increíblemente rentable: el agua embotellada. Esta industria crece exponencialmente cada año y reditúa sumas multimillonarias a unas pocas megacorporaciones. Para ellas, la falta de agua potable y la pérdida de confianza del gran público en el agua corriente constituyen una bendición, una maravillosa oportunidad de lucro. Entretanto, la mayor parte de los gobiernos –sea por ineficiencia o por corrupción– ha venido privatizando los suministros de agua en lugar de invertir en saneamiento básico y agua potable.1


En 2021 el tamaño del mercado mundial de agua embotellada se valoró en 283.010 millones de dólares y se espera una tasa de crecimiento anual de 6,7% entre 2022 y 20302. Los márgenes de ganancia del negocio son absolutamente excepcionales; Coca-Cola y Pepsi, líderes mundiales de este mercado, embotellan y filtran agua corriente que luego venden a precios decuplicados.3 Mediando inversiones astronómicas en publicidad, las empresas del ramo convencen al público de que constituyen la opción más limpia y más saludable. Pero la verdad es otra: el agua embotellada no sólo es –por lo general– de calidad inferior al agua corriente, sino que puede implicar un riesgo potencial para la salud.4


Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Nueva York analizó 259 botellas de 11 marcas distintas en nueve países diferentes, y detectó un promedio de 325 partículas de plástico por cada litro de agua embotellada analizada. El estudio concluye que la presencia de microfibras plásticas en el agua embotellada es muy superior a la cantidad de plástico presente en el agua corriente.5


Un metaanálisis de datos de 26 estudios distintos sobre la ingesta de los estadounidenses estima que el consumo anual de microplásticos puede variar entre 39.000 y 52.000 partículas por persona según la edad y el sexo. Estas estimaciones pasan a 74.000 y 121.000 cuando se considera la inhalación de microplásticos. Más aún: las personas que sólo beben en fuentes embotelladas la cantidad diaria de agua recomendada ingieren unas 90.000 partículas extras, contra las 4.000 partículas ingeridas con la misma cantidad de agua de la canilla.6 Los ftalatos, sustancias químicas presentes en el polietileno tereftalato de las botellas plásticas (PET), pueden inhibir la testosterona y otras hormonas. Por eso se aconseja no reutilizar las botellas de agua ni dejarlas al sol, ya que el tiempo y la radiación son factores que ayudan a su liberación en el agua.7

En paralelo con los problemas de salud que puede provocar el agua embotellada, se estima que su producción impacta unas 1.400 veces más en los ecosistemas que la extracción y el consumo de agua corriente.


Pero la ingesta de microplásticos no es el único problema sanitario del agua embotellada. Las pruebas realizadas por el Departamento de Servicios Ambientales de New Hampshire, Estados Unidos, descubrieron niveles peligrosos de productos químicos en el agua embotellada comercializada por las empresas CVS, Whole Foods y Market Basket, lo que derivó en consejos para que las embarazadas, los ancianos y los niños la evitaran. Un estudio en Alemania identificó más de 24.000 productos químicos en muestras de agua envasada, muchos de ellos en cantidades suficientes como para causar alteraciones en el equilibrio hormonal. Después del embotellado, la carga bacteriana del agua aumenta a un ritmo pautado por el contenido de materia orgánica, siempre presente aunque en cantidades variables. Muchas de estas bacterias son resistentes a los agentes antimicrobianos; los brotes inesperados de diarrea y disentería como consecuencia del consumo de agua embotellada contaminada se deben generalmente a deficiencias en los controles de calidad del envasado.8


En paralelo con los problemas de salud que puede provocar el agua embotellada, se estima que su producción impacta unas 1.400 veces más en los ecosistemas que la extracción y el consumo de agua corriente, y que aquella emplea un volumen de recursos 3.500 veces superior al de esta.9 Greenpeace ha señalado que año tras año los fabricantes de bebidas producen más de 500.000 millones de botellas de plástico de un solo uso, y que estas tardan hasta 500 años en degradarse. En el mundo se compran 60 millones de botellas plásticas por hora, que en su mayoría se usan una sola vez y por unos minutos.10


La incitación al sobreconsumo mueve la economía. Parece desquiciante, porque lo es. Los grandes medios influyen mucho más de lo que sospechamos en nuestros comportamientos, elecciones y convicciones. De lo contrario, ¿cómo entender esa percepción generalizada de las bondades del agua embotellada? Detengámonos en las publicidades de Salus, Nativa, Vitale, Esencial, Asencio, Ivess, Cascada o cualquier otra, y veremos imágenes de personas exultantes de vitalidad y belleza en medio de ambientes paradisíacos. Nos han convencido de que la botellita de agua siempre a mano es sinónimo de salud y bienestar, pero la realidad es que su calidad es inferior a la del agua corriente en la mayor parte del mundo.


El consumo de agua embotellada es un despropósito para la salud y para el bolsillo. Quien quiera ahondar en el asunto tiene mucha evidencia disponible en internet. ¿Este hábito tan costoso y aberrante no debería parar ya? Pues empecemos por casa. Una gota, con ser poco, con otras se hace aguacero.



* François Graña es doctor en Ciencias Sociales.

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1. https://territoriossostenibles.com/biodiversidad-y-ecosistemas/el-agua-un-negocio-embotellado ↩

2. https://www.grandviewresearch.com/industry-analysis/bottled-water-market ↩

3. https://www.latimes.com/espanol/california/articulo/2021-10-13/el-agua-embotellada-es-realmente-agua-del-grifo ↩

4. Una investigación realizada en España analizó 76 aguas embotelladas, solo una de las cuales igualaba la calidad del agua corriente de ese país ↩

5. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/detectan-microplasticos-90-agua-embotellada_14456 ↩

6. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/cada-ano-nos-tragamos-hasta-50000-particulas-de-plastico_14357 ↩

7. [https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/) ↩

8. https://www.researchgate.net/publication/265595884_EL_AGUA_EMBOTELLADA_ES_ADECUADA_PARA_NUESTRO_CONSUMO ↩

9. https://www.isglobal.org/-/el-impacto-ambiental-del-agua-embotellada-es-hasta-3-500-veces-mayor-que-el-del-agua-del-grifo ↩

10. https://www.greenpeace.org/mexico/blog/10828/este-es-el-impacto-ambiental-del-agua-embotellada/