Escribe
Juan José Pereyra Twitter@juano500
En
una carta abierta escrita hace pocas horas, el legendario profesor
quien fuera durante muchos años el principal referente del Partido
Comunista en Rocha,reflexiona sobre su vida y el país y reclama
poner fin a una de consecuencias más desgarradoras de la dictadura;
la violación de los derechos humanos entre
1973
y 1985.
Ocampo
fue perseguido,torturado, apresado junto a su familia, fue remitido
al Penal de Libertad hasta el retorno a la democracia, fue
destituido.
Hoy,
a los 94 años se sigue sintiendo un marxista leninista sin partido,
está atento y activo ante todo lo que pasa en Uruguay y el mundo.
Esta
es su carta, el testimonio de un hombre adorado por decenas de
alumnos durante décadas los cuales, asegura, son y han sido "su
alma”.
Un
pedido a las Autoridades Públicas
No
sirvo para mandar, pero tampoco para obedecer a ciegas. Soy un simple
profesor de Educación Pública (liceos de Rocha, Venezuela
-Acanigua- y el Bauzá) y durante las expulsiones y antes de ellas
profesor privado.
Mi
alma está en mis alumnos, los buenos, regulares y “malos”. A
ellos me debo, con todo respeto, afecto y profundo reconocimiento.
Tengo 94 años y estuve recluido los años 44 y 45 en Boulevard
Artigas por indisciplina, hasta que me dieron de baja, con 17 años
de edad con una pena infamante, el 4 de octubre 1945. Esa misma
tarde, desde las 13 horas hasta las 22 horas, estuve leyendo con gran
placer una lógica ejemplar de Romero y Pucciarelli y luego, de
vuelta al conventillo de la calle Paysandú, en un cuartito que mi
madre me había preparado. Listo para enmendar mis “pecados”.
Me
intrigó Feuerbach y el comunismo, la ideología marxista-leninista
que mantendré y mantuve, supongo que durante toda la vida. A lo
Fidel, Raúl, Almeida, Camilo Cienfuegos, y el gran Che Guevara
(enorme). Supe estar preso en el Penal de Libertad otros nueve años
seguidos y desde 1965, todos los años salvo 1974 donde había una
guardia constante en las dos esquinas y tenía siempre que dar cuenta
de lo que hacía diariamente.
Mi
familia también supo estar presa, mi señora en Punta de Rieles (5
años) y Wlady Larrosa (otros 5 años) y mi hijo Bernabé, arquero
celeste desde los 13 años; al mayor Pablo, que dice ser mi
enfermero, le debo la vida. En verdad, mi único mérito es haber
vivido en la enseñanza y aprendiendo, sin tiempo para tener una casa
“propia”, un auto, ni siquiera una bicicleta (usaba una prestada
durante 20 años). Mis ahorros bancarios “nada”. A la vuelta de
las prisiones, nos juntamos otra vez y así sigo hasta hoy, sin tener
nada “propio”, salvo algunos libros, cuadernos, lápices y con la
divisa de Comenius: “enseñar todas las cosas a todo el mundo” y
con el concepto de Platón: “el mal es el error”.
Llevo
un Cristo crucificado, símbolo máximo del hombre, como Lenin
(enorme), Marx, Engels, Gramsci, Mandela, Lumumba, Mao, Ho Chi Minh,
con la divisa del gran Saint Simon: “de cada uno según su
capacidad, a cada uno según su necesidad”, que hasta ahora la
humanidad no ha podido resolver en ninguna parte.
Ahora
bien, en 1973, un 27 de junio, miércoles, se resolvió clausurar las
libertades públicas, con el gran cuidado de cerrar los centros de
enseñanza hasta el 20 de julio y la huelga general de la CNT no
consiguió llegar más que hasta el 12 de julio.
Como
todo termina, mientras los cuarteles elaboraban los comunicados 4 y
7, pensando en cumplirlos, en el Uruguay se mantenía una represión
casi total y una confusión y a pesar de lo que querían, Level, De
Brum, Helena, Petrides, Licandro, etc., se volvió una tenebrosa
dictadura fascista hasta el plebiscito del 30 de noviembre de 1980
tras doce años, a cuyo fin se redactó una Amnistía para todos los
reprimidos y hoy pasados 39 años sigue sin aprobarse la “Amnistía”
para los represores, cual era la opinión del gran Seregni,
Zufriategui, el gran Montañez y tantos otros, como Baliñas, y
tantos y tantos… que hoy son mayoritarios en la población.
Así,
para terminar con la discriminación, con la exposición y la
impiedad con sus familiares, para salvar una grieta (la otra
sangrienta es la pobreza), pido a las Autoridades Públicas que se
declare esta Amnistía total del otro bando.
Esto
se ha escrito en la madrugada del 10 de agosto 2022, sin consultar
con ningún partido, organización, ni siquiera con ningún miembro
de mi familia. No quiero comprometer a nadie.
La
razón primera y última es facilitar un reencuentro de los
uruguayos, y abrir los caminos de investigación de los desaparecidos
y la legítima preocupación de sus familiares que podrían encontrar
con dicha Amnistía total. Es decir, un nuevo 8 de octubre de 1851,
que puso fin a la Nueva Troya, no hay vencidos ni vencedores.
Cumpliremos así con el mandato de Artigas (enorme).
Ruben
Ocampo, 94 años