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miércoles, 25 de septiembre de 2024

ANA CLAUDIA CARAM DIRIGENTE DEL SEREGNISMO EN ROCHA. "VEMOS EN LA GENTE LA CERTEZA DE UN NUEVO GOBIERNO DEL FRENTE AMPLIO"

 

Es militante histórica de Asamblea Uruguay, el sector fundado por Danilo Astori.

En estos días se está presentando el sublema 95609 que es un espacio amplio que agrupa a los sectores llamados moderados con el MPP

Caram analizó la importancia de este acuerdo y evaluó lo que consideró graves errores de la coalición multicolor y las propuestas del Frente Amplio.


sábado, 21 de septiembre de 2024

¿QUÉ HACER POR LA CULTURA DE ROCHA? (Parte 3)

 

“Izquierda sin cultura no es izquierda” (Mariano Arana)


Diseñar un Proyecto de Gestión Cultural comprometido con el desarrollo comunitario del departamento de Rocha es un imperativo que, en las condiciones vigentes, únicamente puede ser planteado como la más efectiva herramienta para el desarrollo y vía de superación colectiva, factible de satisfacer de manera coherente, dinámica y progresiva los intereses de la ciudadanía; provocando modificaciones trascendentes en la disposición y comportamiento ante la creación y consumo de valores culturales reales. Mediante éstos, los individuos acaban insertándose y ejecutando cambios coyunturales en función de mejorar sus propias condiciones de vida y satisfacer sus “necesidades o inquietudes expresivas”; promoviendo la participación y la creatividad colectiva mediante acciones planificadas estratégicamente, derivadas de un diagnóstico comunitario acorde con cada contexto abordado, (o evaluado), y que posicione a los rochenses como verdaderos protagonistas del quehacer cultural.

Se trata, en definitiva, de gestionar de manera decisiva la coparticipación ciudadana, ya que será ella misma, (la comunidad), la beneficiaria de sus propias iniciativas, propuestas y aportes para las mejoras de sus condiciones de vida. A su vez, ello redundará en la promoción de valores como la cooperación, la solidaridad, la apuesta, (y puesta), colectiva, la defensa de los intereses comunes, así como la preservación y fomento de nuestra identidad local-nacional; sin relegar, además, la inclusión de aquellos sujetos portadores de una diversidad cultural,(mayoritaria o minoritaria), y la búsqueda de alternativas por incorporar a todos aquellos “comunitarios”, desde las “infancias” hasta la “tercera edad”, incluida la “diversidad sexogenérica”.

Un requisito imprescindible para la formación y promoción de una cultura participativa que, entre otros rubros lleve a cabo una labor congruente con la equidad y la justicia social, es sin duda la elección oportuna y consensuada de auténticos representantes, (llámese gestor cultural o director de cultura), cuyo conocimiento, experticia y sentido común aboguen por el crecimiento y avance de la comunidad que él mismo conforma; coordinando esfuerzos con cuánta institución, fundación u organismo, (público o privado), propicie aquellas acciones o intervenciones en pro del comunitario cultural.

El impacto de estos Proyectos Culturales se efectivizará en la integración de recursos humanos y materiales, elaborando con objetividad las acciones constitutivas de cada evento, derivadas de un estudio certero de aquellas necesidades e intereses comunitarios, (puesto que un proyecto pensado sin la consulta, al menos, de sus beneficiarios y la revisión de las singularidades de su entorno sólo tenderá a fracasar). En dependencia con el grado de compromiso de los ciudadanos, como del interés por modificar-medrar las condiciones de su contexto, puede hacerse factible elevar las condiciones de vida, como también satisfacer las necesidades culturales existentes, metas y objetivos propuestos, tendientes a alcanzar el mayor desarrollo cultural, cuyo objetivo fundamental incluye la movilización de recursos humanos e instituciones, mediante la participación activa y democrática de la población.


(DARÍO AMARAL-ESPACIO 609-MPP ROCHA)




LA OBJETIVIDAD// COLUMNA DE CARLOS CASTILLOS

 

La objetividad, en el periodismo, suele ser una bandera que se enarbola con entusiasmo, igual que la famosa “Libertad de prensa”. Y yo creo que ni una ni la otra existen, al menos en estado puro, como suelen presentarse, muchas veces. Sobre la objetividad, anda circulando por allí un video en el que una periodista española explica este concepto con mucha claridad. Silvia Intxaurrondo sostuvo, en una entrevista televisiva, que “hay que ser honesta y contarle a la gente lo que está pasando”. “No hay que callar por miedo”. Agregó que en su trayectoria en medios públicos y privados de su país, alguna vez le pidieron que fuera “equidistante” en el manejo de la información. “Ser equidistante es un concepto tan subjetivo que cada quien le da la interpretación que quiere. Y si quien lo plantea es alguien con poder de decisión en el medio para el cual trabajas, en realidad lo que se busca es cortar un poquito las alas del periodista”, agregó. Y puso otro ejemplo bien claro. “Estoy en una habitación con dos personas. Una dice que no llueve y la otra dice que si. El periodista puede ser equidistante. O puede abrir la puerta y ver si llueve”. Generalmente los periodistas suelen tomar posición por una u otra persona, argumentando que es equidistante. Y si es criticado entonces enarbola el derecho a la “libertad de prensa”. Esta disyuntiva se plantea en todos los temas que se manejan en los medios de difusión. Nacionales e internacionales. Por estos días de la primavera del 2024, suele verse, con frecuencia, cómo los medios nacionales “acorralan” a los dirigentes políticos y sindicales de Uruguay para obligarlos a que digan si Venezuela es una dictadura o no. Entonces muchos (creo que la mayoría) se siente “obligado” a fijar una posición tajante, cuando sabe poco y nada de ese país. Quizás nunca viajaron a Venezuela, pero…tal vez piensen que lo “políticamente correcto” es sumarse a las voces “occidentales” que reclaman “mano dura” con Venezuela. Esas figuras públicas, y hasta la gente común, se pronuncia sobre Venezuela, solamente con las informaciones que difunden los medios, que en su mayoría, son tendenciosas. He visto a gente que cuestiona el sistema político de Venezuela, solamente porque el presidente, Nicolás Maduro, no le cae simpático. Como si ese país dependiera solamente de lo que haga o deje de hacer ese hombre, que, como en la mayoría de los países, es apenas un eslabón, importante, pero un eslabón en lo que tiene que ver con la administración de una nación. Y esto pasa, no solamente con Venezuela. Nos acostumbramos a opinar de todo. Y con la misma liviandad y desconocimiento de los hechos, asumimos posiciones sobre la guerra Rusia-Ucrania, sobre el conflicto Israel-Palestina y hasta la realidad de China, Corea del Norte, Bolivia, Ecuador, Francia o lo que sea. Y no hemos aprendido a ser más cautos y hasta más respetuosos de asuntos que desconocemos. Yo iría más lejos y sugeriría ser más desconfiados. Sobre todo ésto: desconfiados. Porque la opinión que nos forjamos de todos estos temas, son como consecuencia de informaciones que nos suministran los grandes medios de difusión. Y esas informaciones suelen estar manipuladas cuidadosamente y, algunas veces, de forma grosera, para generar opiniones convenientes a ciertos intereses, que no tienen por qué coincidir con los nuestros. Así que, retomando la opinión de la colega española Silvia Intxaurrondo “lo correcto y más honesto es abrir la puerta y ver si llueve”.