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Compartimos la entrevista realizada a Elena Katz por Ana Jerosolimski para el Semanario Hebreo
Rocha, un importante capítulo en la historia de los judíos uruguayos
Es un placer aprender y enriquecernos en conocimiento y
vivencias comunitarias, a través de una persona querida, que uno conoce
personalmente, que conecta maravillosamente el pasado de la colectividad
judía uruguaya con su presente. Nos referimos a la Dra. Elena Katz,
quien si bien nació en Montevideo, creció en Rocha y sigue allí también
hoy.
Elena y sus cuatro hermanos -ella es la tercera- son
hijos del Dr. Mario Katz y de Nelly Marcovich, hija mayor de Don Abraham
Marcovich. Tiene dos hijos y dos nietos.
Hablar de la colectividad judía rochense pasa por la
historia de su propia familia. Así que este es un encuentro que vale
mucho la pena.
Adentrándose en la historia judía de Rocha
Elena, tuve el
gusto de conocerlas a ti y a tu hermana Raquel cuando fuimos parte del
grupo uruguayo Memoria y Dignidad de viaje a Polonia en mayo de 2023 y
ustedes fueron siempre” las de Rocha”. ¿Qué significa para ti estar
identificada de esa forma?
Es un orgullo. Nací en Montevideo y al mes de vida, mi
familia se trasladó a Rocha. Tuve una infancia feliz en una familia muy
unida, centrada en la casa de los abuelos maternos, que siempre fue
cercana a mi casa. Los veranos pasaba en la casa de los abuelos en el
balneario La Paloma, a 28 km de Rocha.
Mi orgullo es tal, que durante los años que viví en
Montevideo para estudiar Medicina, me aseguré de no perder la forma de
hablar rochense, que es única en el País.
Es bueno
esforzarse para preservar las tradiciones y costumbres, en todo sentido.
Uruguay es un país de inmigración. Como solemos decir, todos bajaron en
algún momento de los barcos. Se conoce bastante de la comunidad judía
de Paysandú. Creo no equivocarme si digo que mucho menos de la comunidad
judía de Rocha. Tú estás inclusive abocada a la investigación de su
historia y ello será plasmado eventualmente en un libro que
evidentemente aún no sabes cuándo saldrá. ¿Cuáles son a tu criterio los
hechos más notorios de esa historia que vale la pena destacar? ¿Dónde
entra allí la historia de tu propia familia?
Comienzo contando que el escritor uruguayo Alejandro
Goldstein en su libro “El Desentierro de Una Historia” habla en detalle
de la comunidad judía que vivía en Rocha y su Sinagoga. Averiguando,
supe que la señora que le describió la ciudad de la época fue la
memoriosa Mamá de Jacobo Katz, un integrante de nuestro grupo rochense.
La investigación que mencionas surgió de una forma
especial. Un bisnieto de esos inmigrantes, Mathías Pienika, quien
conoció parte de la historia de la colectividad a través de su abuela,
me preguntó ¿cómo es posible que no quede nada en la ciudad de Rocha que
recuerde a la comunidad judía tan numerosa que hubo y que además tenía
una sinagoga que funcionó durante 30 años? Sugirió que podría colocarse
un pequeño memorial en la plaza pública que hay enfrente a la casa que
fue el templo.
En esa plaza, Dr. Antonio Lladó, conocida coloquialmente
como “Plaza de los Pinos” era el lugar de juego de los niños y
esparcimiento de los jóvenes asistentes a la sinagoga. En esa época,
estaba llena de pinos de daban una agradable sombra. Hoy en día ya no es
así.
Tomé conciencia de lo que sus palabras significaban y
sentí que era un deber moral para los descendientes de aquellas personas
tan resilientes y luchadoras que llegaron a nuestra ciudad sin dinero,
sin conocer el idioma ni las costumbres, se quedaron a trabajar y
formaron sus familias, siendo un ejemplo para las siguientes
generaciones. Una de esas familias fueron mis abuelos maternos, de
bendita memoria.
Comencé a leer todos los libros que pude conseguir, a pesar de estar en pandemia, sobre la inmigración judía al Uruguay.
Inicié la búsqueda de contactos de amigas de la
infancia, con quienes compartimos actividades en el Shil (la sinagoga) y
hacía muchísimos años que no tenía noticias. Así, fui armando de a poco
un grupo de WhatsApp.
Este grupo cumpliría la finalidad de reunirnos para
presentar una sólida propuesta ante la Junta Departamental de Rocha, a
los efectos de solicitar el permiso para la instalación de ese
monumento. Creía firmemente que cuanto mayor fuera el número de personas
involucradas, mayor sería el impacto positivo al destacar la relevancia
de la Comunidad Judía que vivió en Rocha a mediados del siglo XX.
Me imagino que eso fue de la mano todo el tiempo de profundas emociones.
Sin duda ninguna. A medida que se iban incorporando
nuevos integrantes, significaban reencuentros emocionantes y los
recuerdos compartidos se multiplicaban. El intercambio de saludos y
relatos se enriqueció con fotos que nos trasladaron hacia atrás en el
tiempo. El grupo está integrado por cincuenta y tres personas residentes
en diferentes lugares: Rocha, La Aguada, La Paloma, Punta del Este,
Montevideo e Israel. Incluye hijos, nietos y bisnietos de aquellos
valientes inmigrantes.
Experimentar la emoción de hablar con amigas de las que
no tenía noticias desde hacía tantos años, y conocer a otras personas
cuya única conexión conmigo fue asistir a la misma sinagoga, nacer y
vivir su infancia en Rocha, resultó ser enormemente gratificante.
Y todo se fue tomando forma de una gran investigación que podía realmente ser plasmada en un libro…
Emergieron tantos testimonios sobre la vida judía en
Rocha e historias sobre los familiares inmigrantes, que consideré la
posibilidad de recopilarlos en un libro para perpetuarlos en la memoria
colectiva. A medida que progresaba en la investigación, me cautivaba
descubrir la riqueza y diversidad de las historias, algunas totalmente
nuevas para mí.
Un momento muy significativo para el grupo fue, cuando
nuestro querido y memorioso amigo Saúl Brener, (Z´L) quien partió hace
muy breve tiempo, compartió sus recuerdos sobre la sinagoga,
describiéndola por fuera y por dentro, enumerando tantos detalles y
haciéndonos revivir la experiencia de estar ahí, que nos conmovió
tremendamente a los que vivimos esa época.
Fueron surgiendo excelentes colaboradores, como el Mgtr.
Shai Abend y el investigador de la historia rochense, el Sr. Néstor
Sabatino. Desde el inicio, esta investigación, mereció palabras de
aliento de innumerables personas judías y no judías que conocieron
nuestra colectividad.
Continuar con este proyecto y dialogar sobre el tema con
cada miembro del grupo sigue siendo una experiencia sumamente
enriquecedora. En el año 2023 tuve el privilegio de viajar a Israel y
cumplir el sueño de conocer personalmente a los rochenses con los que
había mantenido contacto virtual. Aunque era nuestro primer encuentro
presencial, la familiaridad fue instantánea, compartiendo experiencias
de nuestras infancias en Rocha a pesar de haberla vivido en tiempos
diferentes y descubriendo historias sobre la inmigración de nuestros
antepasados, tema que nos une de manera muy especial.
Sería lindo que compartas con los lectores algunas vivencias singulares en todo este proceso.
En la elaboración de este libro, he tenido experiencias
maravillosas, especialmente, con los miembros de nuestro grupo Memoria y
Dignidad, a quienes conocí en el viaje a Polonia. Me han puesto en
contacto con familiares de judíos que vivieron en la ciudad de
Castillos, a 50 km. de Rocha. Han colaborado con la edición de los
escritos, en la toma de decisiones y me han aportado ideas valiosísimas
para mí, que nunca soñé con escribir un libro.
Esta semana me sorprendió que me escribiera una señora
de la ciudad de Artigas, Blima Safir, cuya madre vivió en Castillos
cuando recién se vino a Uruguay. Gracias a ella, obtuve información
sobre dos familias que vivieron allí. Este es solo el ejemplo más
reciente de cómo han ido surgiendo los datos que están enriqueciendo las
historias de las familias.
Es realmente conmovedor cómo, este proyecto, nacido de
la idea de hacer un memorial, se transformó en un proceso tan
significativo que ha logrado reunir a personas de distintas
generaciones, todos vinculados por la historia compartida de la
Comunidad Judía de Rocha.
Emprender este trabajo ha sido un viaje profundamente
emotivo e inspirador. El hecho de reconectar a las familias judías que
vivieron en Rocha y dejar escritos los relatos que les hicieron sus
ancestros, se convierte en un puente entre el pasado y el presente. Es
el homenaje que rendimos a aquellos inmigrantes resilientes y
perseverantes que trasmitieron con su ejemplo, valores tan importantes
como mantener la identidad, el valor de la familia y la unión de la
comunidad. Nos mostraron, a pesar de las circunstancias más adversas, su
espíritu indomable y su inquebrantable fe en un futuro mejor. Así,
mantenemos viva la memoria de los inmigrantes judíos que forman parte
integral de la historia del Departamento de Rocha.
Años de oro
¿Se puede hablar de una época de oro de la comunidad judía rochense en términos de tamaño y actividad comunitaria?
Sí. Entre los años 1930 y 1955 aproximadamente, la
mayoría de las tiendas de la ciudad de Rocha, eran de judíos. La
mayoría, estaban ubicadas estratégicamente, en los puntos de entrada de
la capital departamental.
Las familias fueron llegando, invitadas por otro
familiar o paisano. Provenientes de Chorzelle, Polonia, había varias,
también de otras ciudades de Polonia y de Lituania. Algunas familias se
formaron en Rocha. Después de la guerra llegaron dos familias más.
Todos empezaron como Cuenteniks (vendedores ambulantes) y
luego establecieron su comercio en su propia casa, continuando con su
actividad y las esposas atendían la tienda. La mayoría vendía a crédito,
lo que era muy valorado por las familias rochenses, y permitió mejorar
la calidad de vida de mucha gente. Tenían clientela que vivía en el
campo, a la que habían visitado anteriormente, concurrían una o dos
veces al año a hacer sus compras para toda la familia y luego pagaban
sus deudas en la época de zafra.
En Castillos también predominaron las tiendas de judíos.
En el Balneario La Paloma, hubo por años una única tienda de Elías
Artesztein, una sucursal de su tienda de Rocha.
¿Qué me puedes decir sobre el tamaño de la comunidad, para tener una idea?
En la ciudad de Rocha hubo alrededor de cincuenta
familias, en Castillos, ocho familias, en Lascano, dos y en el Chuy,
tres, por mencionar las poblaciones más importantes del departamento de
Rocha.
Hoy en día, quedan dos comercios judíos en Rocha.
Alejandro Goldstein sitúa una parte de su libro en Rocha
y nombra un comercio “La Cracovia”, que era de Meier Kochen, cuyos
hijos fundaron un comercio llamado “Tienda América” y un nieto continúa
con el comercio en Rocha y La Paloma.
El otro comercio “Casa Simger” permanece en
funcionamiento con gran éxito, en el mismo lugar que la inauguraron el
matrimonio inmigrante, y es dirigida ahora por el nieto de sus
fundadores.
¿Cuál es la situación actual?
El Shil fue quedando sin uso al disminuir la comunidad,
porque las familias que tenían hijos adolescentes se fueron trasladando a
vivir a Montevideo y a Israel.
En la actualidad, quedamos muy pocos y la mayoría, bastante asimilados por casamientos mixtos.
Y en primera persona
¿Consideraste en algún momento irte a la capital?
Viví en Montevideo solo en los años de estudio de la
carrera de Medicina. El Postgrado lo hice viajando semanalmente, ya
establecida y trabajando en Rocha.
Nunca consideré quedarme a vivir o trasladarme a la
capital del país, aunque dos hermanas, después de estudiar, se quedaron
viviendo allí.
Amo a Rocha, donde transcurrió mi vida. Trabajé como
Dermatóloga durante más de treinta años en esta ciudad y también ejercí
en Chuy, Castillos y la Paloma, lo que me permitió conocer muchísima
gente.
¿Cómo es hoy en día tu vida en Rocha? Yo conozco tu actividad cultural de difusión… pero hay mucho más.
Difundir conocimientos y fomentar la prevención de enfermedades, es parte de mi vocación de ayudar al prójimo.
Como Dermatóloga, me he dedicado a la difusión de temas
de mi especialidad, comenzando desde la aparición del SIDA en Uruguay.
Esta enfermedad se caracteriza por notorias manifestaciones cutáneas, lo
que necesitó de nuestra atención. Había muchísima ignorancia sobre el
tema, lo que generaba un enorme temor en la población, por lo que los
Dermatólogos de todo el país nos ocupamos de divulgar las formas de
prevención y evitar la discriminación, ya que se consideraba una
enfermedad estigmatizante.
Regularmente, previo al verano, realizaba campañas de
información sobre los cuidados de la piel frente a la exposición solar y
la prevención del Cáncer cutáneo. Continúo haciéndolo, incluso después
de mi retiro profesional.
Tuve grandes enseñanzas con las actitudes de mi padre,
quien siempre materializaba sus múltiples proyectos en beneficio de la
Sociedad Rochense, especialmente en lo referido a la atención médica.
Elena, tú has
desarrollado una gran actividad de difusión cultural a raíz del viaje a
Polonia, organizando numerosas conferencias en Rocha, con el total
apoyo, así lo entiendo, de la intendencia y el Museo de Rocha que
apreciaron el valor de tus iniciativas.
De esto derivan
dos preguntas. Primero… ¿qué repercusión tuvieron esas actividades en la
población rochense en general, despertaron interés?
Y, además, ¿cómo es tu relación con las autoridades municipales y con la sociedad civil en general?
Me pasó, creo que como a toda persona que va a un viaje
de estudios a Polonia, te cambia la perspectiva de la vida. Me sentí en
la obligación de aportar mi granito de arena en la difusión de la Shoá.
Fue fundamental el aval del Centro Recordatorio del
Holocausto de Uruguay para todas las actividades, principalmente Sandra
Veinstein en la coordinación y difusión y la Prof. Rita Vinocur, su
presidenta. Tuve el apoyo del director de cultura de la Intendencia
Municipal, el Sr. Fabricio Nuñez y especialmente del director
departamental de museos, Sr. Alfredo Coirolo, quien conoció y colaboró
con Ana Benkel de Vinocur, de bendita memoria, en la edición de un
libro. Así que conocía el tema en forma muy directa relatado por una
sobreviviente. Apenas volví del viaje, me invitó a contar mi experiencia
en la Casa de la Cultura de Rocha, que él también dirige.
La Intendencia nos respaldó en todo lo concerniente en traer los conferencistas y a la difusión de las actividades.
Aclaro que el Sr. Intendente que estaba en ese momento,
Dr. Alejo Umpiérrez, es escritor y editor de “La revista Histórica
Rochense”, publicada durante 10 años. Cuando le presenté el proyecto
para mantener viva la memoria de la Comunidad judía que vivió en Rocha,
lo declaró de Interés Cultural.
Importantísimo y me imagino que muy emocionante para ti.
Sin duda ninguna. Te cuento que en el marco de esa
actividad cultural se dictaron conferencias en el ámbito de la
exposición ambulante del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay
en el Museo de La Paloma y en el Museo Regional de Rocha, “Milton De los
Santos”. En ambos lugares las charlas despertaron gran interés y los
asistentes se quedaban a realizar preguntas al disertante.
En cuanto a mi relación con la sociedad rochense, me siento plenamente integrada e identificada con la misma.
Imagino que todos saben que Elena Katz es la médica judía de Rocha. ¿Así te identifican?
Somos varios los médicos judíos que vivimos acá, algunos ya no están y son recordados sobre todo por su profesión y bonhomía.
El primer médico judío, que hubo en Rocha, fue mi padre,
Dr. Mario Katz (Z´L) pero luego vinimos otros médicos rochenses. Tengo
la percepción de que las nuevas generaciones que no conocieron la
colectividad judía de Rocha no saben quiénes somos judíos o no le dan
importancia.
Eso también tiene un aspecto positivo, la normalidad de la convivencia de distintas comunidades.
Así es. He tenido el orgullo de escuchar relatos de mis
pacientes y amistades que se acordaban de haberle comprado todo para su
casa en la tienda de mis abuelos y también de pacientes de Papá que lo
recuerdan con mucho cariño.
Qué hermoso todo
eso Elena, qué orgullo para ti y tu familia. Pues sin ser yo rochense,
como judía uruguaya, te agradezco por esta investigación. Y cuando salga
el libro, ya seguiremos aprendiendo.
Muchas gracias, Ana. Que así sea.
¿Antisemitismo en Rocha?
¿Dirías que se ha
sufrido de antisemitismo en algún momento? Creo que con mucha razón los
judíos uruguayos siempre dijimos que Uruguay no es un país antisemita
pero que por supuesto hay antisemitas a nivel individual. ¿Cómo vives
este tema en Rocha? Recordemos que el fenómeno se ha intensificado en El
País en general a raíz de la propaganda de demonización contra Israel.
Sólo ha habido casos muy puntuales y discretos, como el
hecho de llamarnos “turcos”, algunas veces con acento despectivo. Me di
cuenta, cuando inicié este proyecto, que existían prejuicios con
respecto a lo que sucedía dentro de la Sinagoga o ante las actitudes
reservadas de algunos judíos. Debo confesar, que me caía mal el tono
despectivo y no la palabra “turca”. Nunca escuché que a los adultos les
molestara este epíteto. Percibí muchas veces, comentarios, incluso de
colegas médicos, que podrían catalogarse de antisemitas, que
evidentemente estaban impregnados de prejuicios e ignorancia, así que ni
siquiera ameritaban una respuesta.
En la actualidad, no he tenido conocimiento de manifestaciones antisemitas en el departamento de Rocha.
La historia del Shil, la sinagoga
Dentro de esa
historia general que estás investigando, seguramente hay capítulos
puntuales que merecen ser abordados por separado o mejor dicho tratados
en especial.
Así es. El shil, por ejemplo, tiene su propia historia.
Antes de su construcción, el lugar de rezos era en la casa de mis
abuelos.
Nuestro abuelo, Don Abraham Marcovich (Z´L), adquirió el
terreno para la sinagoga el 27 de enero de 1940. La comunidad entera
reunió dinero, incluso tenemos una foto en la que aparecen en una radio
de Montevideo para recaudar fondos. Compraron materiales de segundo uso y
con sus propias manos construyeron el Shill.
Los hombres asistían regularmente y las familias enteras
lo hacíamos en las festividades más importantes. Eran los momentos de
encuentro entre las familias judías que vivían en Rocha y también venían
familias de Castillos y Maldonado. Previamente un Shoijet (encargado de
faenar de acuerdo con el rito judío) venía de Montevideo a sacrificar
las aves y lo hacía en el patio de la sinagoga o en las casas de cada
familia.
El Shill también funcionaba como casa de estudios, ya
que los adultos se ocupaban permanentemente, de que viniera un Lerer
(maestro) a enseñar a los niños y adolescentes la cultura y las
tradiciones judías, hebreo e yiddish. En algunos períodos, venían
líderes juveniles de distintas tnuot, los movimientos juveniles, de la
capital del país, Hanoar Hatzioni y Bney Akiva, a realizar actividades
con los jóvenes.
Cómo la mayoría de los judíos que vivían en esta
comunidad eran sionistas, las mujeres participaba en WIZO, y había otras
actividades de apoyo a Israel, actividades siempre lideradas por mis
abuelos. Las reuniones también se realizaban en el Shil.
Cuando mi querida abuela materna partió, fue necesario
realizar la sucesión, y en ella figuraba la propiedad de la sinagoga.
Ante la posibilidad que, a quien le tocara de herencia, no pudiera
continuar dándole el uso para el que fue construida, el Abuelo y sus
hijas la donaron a la Kehilá en el año 1971. A pesar de esto, la familia
Marcovich continuó manteniéndola hasta que la Institución decidió
venderla, luego de estar un tiempo sin uso.
En el año 1982, unos meses después de partir el abuelo
se entregó la Sefer Torá, los Rollos de la Torá, al Rabino Nejemía
Berman y Al Sr. Abraham Cyjon, según figura en el documento. Había otra
Sefer Torá, que se envió a Maldonado. En 1983 fue vendido el edificio y
se entregaron sus llaves.
La persona que la compró, la alquiló como bar y
restaurante, causando enorme tristeza a la comunidad que quedaba en la
ciudad. Con la investigación, recibí documentación que nos permitió
saber el verdadero destino del templo que guardó tantas vivencias.-
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