¿Hay alguien por ahí que tenga la fórmula capaz de predecir e impedir un homicidio, un femicidio, un suicidio o violentos hechos similares? Ni siquiera los más efectivos servicios de inteligencia, con todo lo que implica su trabajo específico de investigar, pueden evitar que una persona lastime o mate a otra. Cuando ocurre algo muy monstruoso, como el asesinato y descuartizamiento de tres muchachas en Argentina o la ejecución de alguien en alguna parte de éste u otro país, aparecen las voces escandalizadas y conmovidas. Pero ¿es que alguien puede asombrarse de la violencia intrínseca que caracteriza a los seres humanos?. Hay que ponerse a pensar. Desde siempre nos hicieron creer que el ser humano es “el animal superior de la escala zoológica”. Solo porque supuestamente tiene la capacidad de hacer cálculos, inventar cosas y razonar, atributos que aparentemente, no tienen otros animales. Aunque de eso no se sabe mucho. La ciencia de los humanos no alcanza a conocer cómo funciona el cerebro de hombres y mujeres. Mucho menos sabe cómo funciona el de otros animales, que sin embargo, demuestran una gran inteligencia. Los ejemplos abundan. Pero volviendo a la violencia tal vez es un rasgo más distintivo y característico que la inteligencia. Revisemos la historia. Desde los comienzos del ser humano arriba del planeta. ¿Cuál es la diferencia entre el salvajismo de la prehistoria, de la esclavitud, la Edad Media, el Renacimiento y los años que llevamos de capitalismo salvaje?. No hay ninguna diferencia. Ni siquiera en el llamado “Renacimiento”, que, según la historia occidental, significó un resurgir de las artes y la ciencia. Pero la esencia violenta del ser humano, no cambió. Se mantuvo en todas sus formas. Siempre el ser humano agredió al prójimo. Mató, descuartizó, apaleó, torturó, bombardeó, agredió. Y las formas de ejercer la violencia no cambiaron con los años. La mentada inteligencia superior solamente perfeccionó, en algunos casos, esa forma de ser violenta. Ahora existen armas refinadas, como los drones, las naves no tripuladas y algunos rayos que, en definitiva, apuntan a lo mismo. A eliminar al prójimo. Es por eso que ante cada hecho monstruoso solamente se oyen lamentaciones y expresiones de deseos para “tomar medidas”. ¿Qué medidas se pueden tomar?, pregunto. Porque si existiera alguna forma de anticiparse a la violencia, ya se habría implementado. Lo máximo que se ha hecho, en todo el mundo, ha sido recurrir a la tecnología para tratar de anticiparse en algo, a un crimen. Pero sin mucho éxito. Todo se resume en acciones para remendar. Para tapar algún agujero y aliviar en algo el sufrimiento. Por un tiempo y nada más. Es que no hubo y no hay fórmulas. Veremos si algún día se logra generar un clima de fraternidad y entendimiento entre los seres humanos. Aunque los hechos no alimentan ninguna expectativa.
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