ARGENTINA
Los precios de algunos artículos se han encarecido un 275%
Un simple yogur costaba en Argentina 1,99 peso (13 céntimos de euro
en el mercado paralelo) hasta el último día del año pasado. Después de
la devaluación de la moneda, en enero pasado, sólo se consigue en su
versión fortificada y a un precio 275% más caro, a 7,45 pesos. Una botella de batido costaba seis pesos y ahora, 19,99 pesos (219% más).
Así de caóticos son los precios que sufren en estos días los argentinos, sobre todo los de los alimentos. La devaluación de 23% del peso inducida por el Gobierno de Cristina Fernández durante enero se traslada sin freno al valor de las mercancías y amenaza con empujar la rampante inflación -la segunda más alta en el continente detrás de Venezuela- hacia una espiral hiperinflacionaria.
Argentina ya es experta en superinflación. Ha sufrido ese descalabro de la economía que arrasa el poder adquisitivo de los trabajadores en 1975, 1981, 1989, 1990, y 2001. La peor fue en 1989, cuando los precios escalaron 3.000% y desataron saqueos a comercios. El presidente de entonces, Raúl Alfonsín, debió anticipar las elecciones y marcharse a casa.
Ahora los artículos que están fuera del plan de control gubernamental 'Precios cuidados' han disparado sus valores a niveles estratosféricos para el bolsillo de la gente. Los alimentos, por ejemplo, treparon un promedio del 50% durante enero. La carne, la comida favorita de los argentinos, ascendió entre un 20% y un 54%, dependiendo del corte que se trate.
Este corresponsal compró el 12 de enero pasado un aire acondicionado a 4.700 pesos. Este domingo ese mismo aparato vale 31,9%% más caro: 6200 pesos. El Ejecutivo aseguró que ha llegado a un acuerdo con los comercios para rebajar los precios y autorizar una subida de sólo 7,5% en marca blanca, pero eso aún no se ha concretado.
"En lo que llevo de vida, que es bastante, nunca vi bajar los precios en este país, siempre suben...", protesta en la cola del supermercado Esteban Schmidt, un jubilado de 79 años que percibe la pensión mínima de 2.990 pesos (165 euros), que lo hunde en la pobreza. Y se lamenta porque, comenta, "a los jubilados nos están matando de hambre".
El Gobierno culpa de la escalada inflacionaria a "la avaricia y especulación de los empresarios", según ha dicho el jefe de ministros Jorge Capitanich. Pero desde el sector privado le replican que si suben los costes no queda otra alternativa, y culpan a las autoridades por la emisión monetaria y el gasto público.
Todo puede empeorar en materia de precios si, además, suben los combustibles, que por ahora están 'pisados' por imposición de la Casa Rosada. La central obrera CGT y varios sindicatos ya reclaman un plus de emergencia de hasta 3.000 pesos (200 euros) hasta marzo, cuando empezarán las negociaciones colectivas de salarios
Así de caóticos son los precios que sufren en estos días los argentinos, sobre todo los de los alimentos. La devaluación de 23% del peso inducida por el Gobierno de Cristina Fernández durante enero se traslada sin freno al valor de las mercancías y amenaza con empujar la rampante inflación -la segunda más alta en el continente detrás de Venezuela- hacia una espiral hiperinflacionaria.
Argentina ya es experta en superinflación. Ha sufrido ese descalabro de la economía que arrasa el poder adquisitivo de los trabajadores en 1975, 1981, 1989, 1990, y 2001. La peor fue en 1989, cuando los precios escalaron 3.000% y desataron saqueos a comercios. El presidente de entonces, Raúl Alfonsín, debió anticipar las elecciones y marcharse a casa.
Ahora los artículos que están fuera del plan de control gubernamental 'Precios cuidados' han disparado sus valores a niveles estratosféricos para el bolsillo de la gente. Los alimentos, por ejemplo, treparon un promedio del 50% durante enero. La carne, la comida favorita de los argentinos, ascendió entre un 20% y un 54%, dependiendo del corte que se trate.
Este corresponsal compró el 12 de enero pasado un aire acondicionado a 4.700 pesos. Este domingo ese mismo aparato vale 31,9%% más caro: 6200 pesos. El Ejecutivo aseguró que ha llegado a un acuerdo con los comercios para rebajar los precios y autorizar una subida de sólo 7,5% en marca blanca, pero eso aún no se ha concretado.
"En lo que llevo de vida, que es bastante, nunca vi bajar los precios en este país, siempre suben...", protesta en la cola del supermercado Esteban Schmidt, un jubilado de 79 años que percibe la pensión mínima de 2.990 pesos (165 euros), que lo hunde en la pobreza. Y se lamenta porque, comenta, "a los jubilados nos están matando de hambre".
El Gobierno culpa de la escalada inflacionaria a "la avaricia y especulación de los empresarios", según ha dicho el jefe de ministros Jorge Capitanich. Pero desde el sector privado le replican que si suben los costes no queda otra alternativa, y culpan a las autoridades por la emisión monetaria y el gasto público.
Todo puede empeorar en materia de precios si, además, suben los combustibles, que por ahora están 'pisados' por imposición de la Casa Rosada. La central obrera CGT y varios sindicatos ya reclaman un plus de emergencia de hasta 3.000 pesos (200 euros) hasta marzo, cuando empezarán las negociaciones colectivas de salarios