Programa Barrido
Otoñal- IM
2do. Plan de
Igualdad de Oportunidades y Derechos
Dpto. de
Desarrollo Social- Secretaría de la Mujer
Fiesta de cierre
– edición 2013
Por
Verónica Terán
Fundación
SaludArte
Hay
música pero no de la tradicional, los sonidos vienen de las escobas,
palas y bolsas de basura con las que durante 10 meses trabajaron las
mujeres de El Abrojo en el proyecto Barrido Otoñal. Los palos de las
escobas acompañan al ritmo, hacen de percusión, parecen tambores de
candombe, las mujeres que interpretan la música llevan camisetas
iguales en las que se reza el nombre de la organización. Las mujeres
del público, que trabajaron con las otras cinco organizaciones
sociales que participaron del convenio con la IM en el desarrollo y
perfeccionamiento de las habilidades laborales de las mujeres
incluidas en el Programa (Tacurú,
La Bonne Garde, Acción Promocional 18 de Julio, Centro
Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay y Casa de
la Mujer de la Unión),
acompañan con sus aplausos el ritmo de la música. Entre el público
también se encuentra la Intendenta de Montevideo Ana Olivera, la
coordinadora ejecutiva de la Secretaría de la Mujer de la IM Elena
Ponte, las responsables del Programa Rosario Russi y Lic.Lourdes
Pérez, y otras integrantes del equipo de dicha Secretaría.
Las
mujeres actúan, se ríen y se miran entre ellas; están felices de
que su interpretación guste al público. En el ambiente se siente la
camaradería y el compañerismo. Estas jefas de familia que viven en
condiciones de pobreza se llenan de emoción mientras realizan pasos
de baile en el escenario. Así termina su interpretación titulada
Barullo Otoñal.
Lola
(Ivana Etiéz), animadora y payasa de SaludArte, una organización
civil que promueve la salud de la población uruguaya a través del
arte y el humor desde hace 15 años, viste elegantemente con una
falda y medias de puntos blancos y hace la presentación de los
grupos, animando la actividad. Ahora es el turno de la Casa de la
Mujer. Las mujeres llevan unas camisetas blancas con un corazón
verde en el centro y con su nombre en alto en una banderola. Antes de
salir a escena conversan entre sí, ultimando los detalles previos a
su presentación. El espacio destinado para el evento es el Centro
de Desarrollo Económico Local CEDEL,
ubicado en el Parque Rivera, que está adornado con globos de
diferentes colores y una bandera de la Casa de la Mujer que tiene
las firmas de las participantes del proyecto. Lola no les deja
empezar el show, quiere contar una anécdota que le ocurrió a
Romina, a quien cuando pasa por la calle haciendo el barrido la
piropean. Todas ríen con la historia, porque además tiene una amiga
que es la responsable de gestionarle los bombones. Más risas y
algunas caras de picardía complementan la historia.
Ahora
sí, es momento de empezar con el show, van a cantar Color
Esperanza
de Diego Torres. Las mujeres se sitúan ordenadamente, como si de un
coro profesional se tratara. Dos filas con los papelitos para leer la
letra de la canción, aunque algunas no lo usan, se la saben de
memoria. La música suena y empieza el primer estribillo: “Sé
que hay en tus ojos con solo mirar, que estás cansado de andar y de
andar y caminar girando siempre en un lugar”. Aún
están un poco tímidas, pero cuando el coro arranca todas cantan a
voz en cuello “Saber
que se puede querer que se puede, querer que se pueda, quitarse los
miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al
futuro con el corazón”
son acompañadas por los aplausos de las demás mujeres.
Las
mujeres de la Casa de la Mujer tomaron muy en serio la letra de
canción y llevan en sus mejillas dibujadas una delicada flor de
color rosado y verde. Mueven sus cuerpos de derecha a izquierda al
ritmo de la música, están felices, su presentación ha sido todo un
éxito. Al finalizar Blanca toma la palabra, está emocionada, se
nota en el temblar de sus manos mientras agarra el papel donde están
las palabras que va a decir, agradece de corazón a sus compañeras
y a las personas que hicieron para ellas realidad la oportunidad de
tener un trabajo durante diez meses y poder contar con cinco
horas semanales de capacitación durante ese período.
Ha
llegado el tango a escena, las mujeres de CIEDUR visten sus mejores
galas tangueras, vestidos negros y una flor roja en la cabellera, o
bien están ataviadas de un traje rojo con una flor negra que les
hace juego. La escenografía es armada mientras Lola va contando más
historias. Están listas, hay dos mesas y algunas sillas en el
escenario, la obra empieza con la narración de la historia del tango
y desde un violín salen los acordes de la música de Bajo Fondo que
es acompañado por los pasos de baile, arrastran los pies y en el
fondo el sonido de una escoba que barre lo que hay a su paso.
Dicen
que el barrido las volvió sabias, fuertes y tolerantes. Bailan al
ritmo de la música en parejas o en rondas, en grupos en un
principio, mientras las demás integrantes de la organización las
miran sentadas desde las sillas colocadas en el escenario, esperan su
turno. Desde el público se siente como disfrutan bailar el tango, se
percibe su emoción y la pasión que le ponen al baile. Ahora se
escucha La
Cumparsita, todas
bailan juntas haciendo una ronda, mejor dicho dos, una dentro de la
otra. Con el movimiento de los cuerpos, los vestidos negros se
entremezclan con los vestidos rojos de tangueras. Las mujeres, todas
jefas de hogar con personas a cargo, se divierten y el público
también aplaude sin parar.
Ahora
es el turno de la Bonne Garde, sus ropas no son demasiado llamativas,
lo que resalta son los atrapa sueños que cuelgan de sus cuellos y de
la banderola que llevan a cuestas. Lola cuenta otras dos historias
que les pasó a estas mujeres. Primero cuenta que una de las señoras
en el trajín y los apuros del día iba hecho un bólido por las
calles y de repente la rueda del carrito se soltó, y tuvieron que
correr por algunas cuadras para detenerlo. Las presentes se ríen con
la historia. La segunda anécdota es de cuando una de ellas encontró
a un hombre dentro de un contenedor de basura, tal fue el susto de la
señora que salió corriendo sin dar crédito a lo que había pasado.
Ahora
sí ha llegado el momento del show de Bonne Garde. Las mujeres
caminan descalzas por el escenario y cuando están todas listas
corean al unísono “Montevideo
qué lindo te veo… Montevideo con tango y camdombe… con olor a
mujeres”.
Empiezan a bailar al son de un tango, la música es complementada con
el sonido que hacen sus manos al golpear entre sí y con sus piernas,
es música hecha por mujeres para más mujeres. Se toman las manos y
bailan unidas al ritmo de la canción.
Luego
elevan sus atrapa sueños en el aire, como para demostrar que hay que
soñar para poder cumplir los objetivos. Al fondo la música dice
“Porque
tus sueños te darán lo que la vida no te da”.
Son una ronda de mujeres alzando sus atrapa sueños, bailan y corean
la canción, están cada vez más emocionadas. En sus rostros, como
en el de las demás mujeres, todas nosotras incluidas, se detona
alegría y esperanza. Saben que es el fin de una etapa, pero al mismo
tiempo es el inicio de algo nuevo: mujeres
empoderadas para el ejercicio de sus derechos y para una vida libre
de discriminación y violencia.
Ya
no son sólo las mujeres de Bonne Garde las que bailan en el
escenario, han sacado a las demás a bailar, todas se unen a la
fiesta, juntas corean una nueva canción, hay mucha alegría en el
ambiente, entre ellas se han generado lazos de amistad. Durante diez
meses estas mujeres han trabajado en el
barrido de veredas, en torno de los árboles y contenedores, limpieza
de cordones y papeleras municipales
Ahora se abrazan y a algunas se les sale alguna lágrima de emoción.
Gracias a su participación en el programa Barrido Otoñal se sienten
fortalecidas, empoderadas y en mejores
condiciones para desarrollar estrategias de generación de ingresos.
Finalmente
ha llegado el momento de continuar y forjar nuevos sueños, sueños
en que la igualdad de género y de oportunidades estará presente
como un derecho fundamental.