Un "soporte fraternal" para los
familiares de presos políticos durante la dictadura, protagonista en
momentos difíciles de la política uruguaya y un "traidor" para algunos.
El libro "Hugo Batalla. Las luchas más duras" de Leonel García cuenta
cómo el exvicepresidente de la República sufrió un "exilio en
democracia" al tener que abandonar La Teja tras pasar al Partido
Colorado.
Publicado el: 2 de marzo de 2014 a las 15:22Por: Redacción 180
Joel Rosenberg: "Conciliación es el
nombre de la calle de La Teja donde nació y vivió Hugo 69 de sus 72
años. Viviendo ahí fue hijo, padre, dirigente político, legislador,
proscripto por la dictadura, abuelo, presidente de la Asociación
Uruguaya de Fútbol y vicepresidente de la República. Hugo bromeaba con
que Conciliación hacía un perfecto contrapeso con el apellido Batalla.
Soñaba con nacer y morir en el mismo lugar. Es que la calle termina en
el Cementerio de La Teja, apenas a seis cuadras de su casa donde la
familia tenía un panteón. "Va a ser un entierro corto", bromeaba
Batalla. No pudo ser. Cruel paradoja fue que la intolerancia, lo opuesto
a la conciliación, obligó a Hugo y a su familia a irse de su calle y su
barrio de toda la vida en 1995. Cuando murió, tres años después, fue
velado en el Cementerio Central y su cuerpo, por decisión familiar,
descansa en el cementerio privado Parque del Recuerdo. Fueron demasiado
ingratos los últimos años ahí".
Este es un fragmento del libro
Hugo Batalla, las luchas más duras, del periodista Leonel García. La
emigración forzada de Batalla de su barrio es un punto central que
recorre el libro porque no solo marca un momento de su vida, es también
una referencia para entender el recuerdo que hay de él, de Batalla, el
lugar que le reserva la historia. Gerardo Caetano está convencida que es
la historia la que lo invisibiliza y es esto de forma injusta.
Gerardo Caetano: Tuvo un coraje, nada
menor, sobre todo en la política uruguaya, tuvo mucho coraje para
ejercer el derecho de cambiar. Él, en el error o en el acierto, de
acuerdo a sus convicciones, cambió. Cambió cuando pensaba que debía
cambiar. Y eso en la política uruguaya no se perdona. Por eso yo creo
que la historia política cuando de alguna manera pueda construirse más
sólidamente respecto a estos últimos años le va a deparar un lugar mucho
más destacado a Hugo Batalla, y creo que este libro en más de un
aspecto es como un anticipo de ese lugar mayor que la historia política
le reservará a esta figura.
Ese libro es este trabajo de Leonel García. Leonel, ¿cómo andás?
Leonel García: Buen día, gracias por invitarme.
Vos habías elegido a Caetano para el arranque mismo del libro, por su visión.
Me pareció que era una buena manera de
arrancar y poner un poco en el personaje, tanto para los no entendidos
como para los iniciados en el tema.
Es fuerte lo que dice al comienzo del
libro. "Reivindicar a Zelmar Michelini sin reivindicar a Batalla no se
entiende, el primero que no lo entendería sería Zelmar Michelini", dice.
¿Cómo surge este libro? ¿Cuál es la inquietud que te lleva a este
trabajo?
Hay varias afluentes que terminan en esta
inquietud. Una de ellas es una cuestión familiar: mi madre era una
admiradora de Hugo Batalla, admiradora políticamente hablando, y ella
había escrito incluso un libro sobre Hugo Batalla, el único libro que
había sobre él, que era para un trabajo más académico, una especie de
tesis de posgrado de un trabajo de antropología dictado por Daniel
Vidart. Era un trabajo más centrado en la parte humana más que en la
parte política, fue en el año 92, todavía Batalla en vida y con una
perspectiva muy distinta: en el Nuevo Espacio, recién había asumido la
presidencia de la AUF. Ahí ya tenía una cosa muy importante para mí que
yo carecía que era su palabra, y su palabra hablando de la familia,
hablando de sus raíces en Italia, en Calabria y en Sicilia. Después por
la propia condición mía de periodista a mí me interesa mucho la historia
reciente y estaba viendo que cuando se realizaba la historia reciente,
que es algo que me parece perfecto, me llamaba la atención lo poco que
se hablaba de Hugo Batalla, que había sido un personaje y una persona
esencial en la resistencia a la dictadura y en la transición
democrática. Tengo recuerdos de cuando hizo la alianza con Sanguinetti y
yo estaba en el liceo, imaginate, con 18 años de edad, siempre uno
tiene que ser mucho más tajante y de blanco y negro, era considerado
como una especie de traidor. Después uno va creciendo y va matizando un
poco su pensamiento. Y luego fue finalmente la posibilidad de hacer un
libro, cuando me contrataron de Ediciones B, un libro sobre perfiles. Es
el único político del cual me interesaba escribir, en parte porque no
se había escrito, en parte porque estaba un poco olvidado, en parte
porque me llamaba mucho la atención que en la historia reciente no se
mencionara, y lo poco que sabía era una historia muy buena para ser
contada. Habla de un Uruguay que ya no está más, donde a través de la
educación pública se podía ascender socialmente, que verdaderamente la
escuela laica, gratuita y obligatoria era un factor de ascenso social y
como una persona de un origen muy humilde puede llegar a vicepresidente
de la República, pasar por tres partidos políticos, fundar dos. Hay
mucha gente que ha cambiado de partido, pero pocos generaron el revuelo
de él. Y además presidente de la AUF. Era una tremenda historia para ser
contada.
Presidente de la AUF en un momento tremendo.
El peor. Muy distinto al de ahora.
¿Dónde encontraste las mayores
facilidades y dificultades? Las frases que su nieto Joaquín escucha
cuando alguien le habla de su abuelo son prácticamente las mismas. "Flor
de tipo el doctor Batalla, qué corajudo era el Hugo, yo voté a tu
abuelo, yo conocí a alguien que fue defendido por tu abuelo y lo adora" y
la última pregunta que siempre aparece: '¿Por qué se fue con
Sanguinetti?". ¿Vos tuviste un panorama similar a este?
Totalmente. Los dos pasajes -del Frente
Amplio al Nuevo Espacio, pero sobre todo del Nuevo Espacio al Partido
Colorado- son los que todavía han generado algunas heridas no
cicatrizadas del todo. De un lado y de otro. También la familia sufrió
mucho, sobre todo el último pasaje por razoens obvias. No te olvides de
que cuando pasó del Frente Amplio al Nuevo Espacio, que es un pasaje que
le costó muchísimo a Hugo Batalla, lo hizo casi con todo el apoyo de su
sector, de la 99. Ahora se recuerda poco, pero la inmensa mayoría de la
99 se quería ir del Frente Amplio, incluso gente que luego volvió, como
el actual senador Rafael Michelini. Y el pasaje del Nuevo Espacio al
Partido Colorado, que a Hugo lo sedujo casi desde el inicio, realmente
partió las aguas y generó una ruptura de la cual políticamente hablando
significó el fin de Hugo Batalla. No solo logró una votación muy pobre,
si Sanguinetti no ganaba las elecciones, Hugo se tenía que ir a su casa,
porque no le daban los votos para senador. Y ahí, si bien todos le
reconocen la parte humana de lo que hizo, ahí todavía te das cuenta al
hablar con la gente que ese pasaje no terminó de ser digerido
completamente, generó heridas que no han cauterizado del todo.
Pero hay una historia mucho más larga
que es la que recupera el libro. Hablás de un Uruguay que ya no está y
uno puede ir hasta una historia que involucra a Jorge Batlle y a un Hugo
Batalla joven y sindicalista. Un Uruguay que ya no está porque en ese
caso la madre del Jorge Batlle, la esposa del presidente, lo manda a
hablar con los sindicalistas a Jorge Batlle y se encuentra con Hugo
Batalla, que lo conocía del liceo.
Te das cuenta cómo era el relacionamiento
entre el poder político, los gobernantes y la gente en ese momento. Le
llega una carta a Matilde Ibañez, de la parte de mujeres de los obreros
sindicalizados en Ferrosmalt, que estaban ocupando. Ahí llega Luis
Batlle Berres y manda a su hijo Jorge Batlle Ibañez a hablar con los
sindicalistas que estaban ocupando. El presidente mandando a su hijo a
hablar con los ocupantes de una fábrica tomada. Ahí se encuentra con
Hugo Batalla. Jorge Batlle, luego presidente, era un poco menor que Hugo
Batalla pero habían coincidido en el Bauzá primero y en la Facultad de
Derecho después. "Hugo, ¿qué estás haciendo acá?". Hugo estaba lleno de
polvo, muy sucio luego de tres días de ocupación. "Jorge, yo acá
laburo". "Vení vos y dos o tres más, vamos al Palacio Estévez y vamos a
arreglar con papá, que se soluciona". Los mete a todos en el Ford y ahí
lo va hablando y cuando Jorge Batlle los presenta a su padre pone
especial énfasis en Hugo Batalla. "Acá está especialmente el amigo Hugo,
que tiene las cosas muy claras", y se ve que las tenía realmente claras
porque tanto lo impresionó a Luis Batlle Berres que lo incorporó a sus
filas del batllismo.
Esto de cambiar nace allá a principios
de los 60. En el 62 en un acto eran Aquiles Lanza, Hugo Batalla y
Zelmar Michelini, y Batalla señala errores del Partido Nacional
-gobierno- pero señala errores del Partido Colorado también. "Nos
sentimos responsables del fracaso del Partido Colorado y responsables
por la incapacidad", dijo. Esto enojó muchísimo a Luis Batlle Berres.
Este camino de cambios y decisiones fuertes arranca a principios del 60.
Era un abonado a tener líos internos en
política. Eso pasa todavía hoy. "Hay que barrer para adentro", lo estás
empezando a ver en las internas. En aquel momento, que era un momento
histórico muy particular -el Partido Colorado había dejado el poder
después de casi un siglo-, que se mencionen "errores internos"... Cuando
uno tiene un líder de corte más caudillesco como Luis Batlle Berres,
los lineazos no son sugerencias, son verticalazos. "Nosotros no nos
equivocamos, esto es una campaña en contra nuestra". Que aparezca un
joven como Hugo Batalla, que todavía no se podía decir que era un cuadro
principal como sí lo podía ser Zelmar Michelini, que salga a señalar
los errores era un remezón absoluto. Entonces, alguien que quería sacar
una lista propia lo que responde Luis Batlle Berres es "¿saben qué?
Vayan y armen un sector nuevo si quieren, pero bajo el ala de la 15 -que
es donde empezaron Hugo Batalla y Zelmar Michelini- no los queremos".
Así nació la 99.
Hay otra gran ruptura cuando llega el gobierno de Pacheco. Así lo recordaba Gerardo Caetano, el historiador.
Gerardo Caetano: El doctor Batalla fue
factótum de decisiones políticas extraordinariamente relevantes que lo
tuvieron como protagonista líder en momentos muy difíciles. Por ejemplo,
pocos saben que Batalla lideró en más de un sentido la salida de la
lista 99 del Partido Colorado. Batalla afirmó incluso antes que
Michelini la necesidad de que la 99 no podía quedarse en aquel Partido
Colorado de finales de los 60 dominado por la figura de Pacheco Areco.
Era tremendo. Recién mencionaba Caetano a
Batalla liderando la salida del Partido Colorado porque antes de que se
fuera la 99 es bueno rescatar que hubo un intento de quedarse ahí,
Zelmar Michelini quería formar un ala en la cual el candidato a la
presidencia fuera un outsider: Líber Seregni. Como era un outsider
algunos de los dirigentes colorados más afines a una línea izquierdista
dentro del partido, caso Amílcar Vasconcellos, no lo quería apoyar. Y
así también se fue forzando la ruptura, era evidente que la 99 en los
hechos ya era una oposición al gobierno de Pacheco, no podía quedar ahí,
y así se fueron, primero formando el Frente del Pueblo que es algo muy
parecido a lo que luego fue el Nuevo Espacio, uniéndose con el Partido
Democráta Cristiano, y luego sí el Frente Amplio. Hugo Batalla también
fue el primero en disipar varias dudas de algunos compañeros suyos de
sectores de izquierda más marxistas, como el Partido Socialista y el
Partido Comunista. Ahora capaz que no llama la atención, pero en aquel
momento unirse a esos sectores generaba muchas dudas.
El capítulo de la dictadura es muy
especial porque además en ese caso hay consenso en la figura de Batalla.
Se unen todas las voces, ¿no?
99,9% con una excepción que creo que está bastante patente en el libro que es Lucas Pittaluga. Es muy excepcional.
Batalla tiene una vuelta de la
dictadura que es de una lección buenísima para la 99, esta es la
elección del 99, la de 1984: 39% del Frente Amplio en todo el país y 43%
en Montevideo.
Es ese el momento, tanto que llegó a sorprender al propio Frente Amplio. Según Yamandú Fau sorprenderlo y no gratamente.
Durante la dictadura Batalla llevó
adelante una tarea de abogado, algo que resultaba casi utópico y por
momentos contradictorio porque no tenía qué hacer, simplemente intentar
tener noticias para trasladar a las familias.
Era una especie de soporte fraternal, era
un "vamo arriba, vamo que se puede". También lo decía Javier Miranda,
que era recordarle a los militares, cuya idea de Derecho era muy
relativa, por no decir inexistente, que todavía habían normas. Pero más
que nada era ser apoyo, ser consuelo, poner el hombro y en el caso de
alguno detenido como preso político, una especie de correo entre ellos y
la militancia, que funcionaba totalmente en la clandestinidad.
El abogado José Luis Corbo también
realizaba esa tarea. Es uno de los testimonios recogidos en el libro y
fuimos a preguntarle apropósito de qué hacían él y Batalla.
José Luis Corbo: Nosotros tratamos de
cumplir con lo que eran nuestras convicciones, nuestros valores,
nuestros principios y nuestra concepción de un estado de derecho y lo
que habíamos aprendido en esa casita hermosa y grande que está en la
calle 18 de Julio entre Eduardo Acevedo y Tristán Narvaja. Y tratando de
defender esas cosas es que comprometimos todo nuestro quehacer. Más que
eso quizás comprometimos nuestra vida y la de nuestros familiares.
Ellos asociaran al defensor con el defendido. El defensor era un pichi,
un tupamaro, un comunista, una lacra más, no era aquella persona que iba
a defender valores y principios propios de un estado de derecho. Era
para ellos un enemigo más.
"Fue un amigo que siempre tuvo la mano
tendida a mi madre y a otras tantas madres que deambulaban de cuartel
en cuartel". Esto dijo José Mujica a Búsqueda en 1998, también recogido
en el libro. Y algo así dice Javier Miranda cuando le preguntamos por la
actividad de Batalla en la dictadura y la cercanía con las familias.
Javier Miranda: Cuando se llevan a mi
viejo el 30 de noviembre del 75 de madrugada, cuando lo vienen a buscar
pero mi viejo no está, mi vieja hace dos llamadas: llama a dos personas,
al "Bicho" Viera, íntimo amigo de mi viejo, escribano, compañero de
facultad, y al otro que llama es a Hugo. Hugo era el eterno referente. Y
todo el proceso desde entonces hasta que falleció mi vieja, fue un
compañero permanente en casa. Pero compañero en todas, de acompañar a mi
vieja a los cuarteles, a presentar las denuncias, pero también un amigo
de ir a los cumpleaños y estar apoyando afectivamente a la familia, en
términos más cotidianos, de pura gente. Hugo, una referencia permanente
en casa, fue un apoyo absolutamente fundamental para todos, en lo
político, en la denuncia, en el aspecto humano, puramente humano.
La elección del Nuevo Espacio al 89 fue la única que él va como candidato a presidente.
Exactamente. En aquel momento la gran
popularidad que había obtenido Hugo Batalla, porque de alguna manera la
gente se enteraba de lo que pasaba en la dictadura, y se había visto
reflejado en su gran votación en el 84, fue el senador más votado del
Frente Amplio, de alguna manera ese caudal electoral, esa imagen se
siguió manteniendo en ese primer periodo de transición a la democracia. Y
eso provocó mucho más de otros dirigentes de la 99 que del propio Hugo,
la idea de que Hugo Batalla fuera candidato a la presidencia, lo cual
colisionaba con el resto del Frente Amplio.
Sobre todo con Seregni.
Sí. No te olvides que durante mucho
tiempo era una regla de oro del Frente Amplio que el candidato a la
presidencia, a la vicepresidencia y las intendencias tenían que ser
independientes, entonces alguien tan vinculado con un sector chocaba. La
idea que se llevó a un Congreso de apelar a la ley de lemas y presentar
una doble candidatura chocaba más todavía. Eso fue uno de los factores,
no el único y tal vez no el mayor, que derivó en que se fuera del
Frente Amplio y formara el Nuevo Espacio, y fuera por primera y única
vez candidato a la Presidencia.
Hay un diálogo con Seregni, que
Seregni le decía "Pongámonos de acuerdo en algo por lo menos, por lo
menos en lo del candidato único", y la respuesta de Batalla es
"justamente en eso no estamos de acuerdo".
Eso me lo contó a mí Oscar Botinelli, que
por ese entonces era secretario de Líber Seregni y que había defendido a
Batalla antes. Batalla era más un líder conducido -esto lo explica en
el libro Gerardo Caetano- que un conductor. Al ser el vehículo de una
expresión colectiva de la 99, una resolución entre mucha gente se demora
más en tomar, y capaz de ahí se haya generado una fama bastante injusta
de blando. Y como la 99 lo veía a él como líder, ahí se sustentaba
mucho esa frase y esa postura de Hugo.
Otro de los motes que le caía a Batalla es el indeciso, dubitativo, blando. Caetano nos contaba esto.
Gerardo Caetano: Batalla para nada fue
un hombre irrelevante que no participó en decisiones trascendentes. Fue
un hombre que jugó roles fundamentales en momentos muy difíciles y en
decisiones policías que con el tiempo fueron muy trascendentes. La
fundación del Frente Amplio, su reconstrucción después de la dictadura,
la forja de un cuarto espacio, la fórmula Sanguinetti-Batalla que fue un
gran fracaso para la lista 99 pero fue decisiva en lo que terminó
siendo aquel resultado electoral de un triple empate prácticamente, de
la elección del año 94. Entonces eso de un político débil, que no
participa de decisiones, un abordaje desapasionado de la historia
política que le tocó protagonizar a Hugo Batalla queda fuera.
Él hablaba de esa elección que casi
era un triple empate, que Sanguinetti lleva a Batalla, que logra una
diferencia mínima, que además tuvo aquella noche de elecciones donde por
diferentes canales no se sabía quién ganó. Termina ganando Sanguinetti,
termina yendo Batalla a festejar a la casa del Partido Colorado y ahí
me da la impresión de que comienza una etapa que el desmermamiento de la
99 lo lleva a una soledad política, queda con un solo legislador y muy
solo Batalla.
Hugo Batalla empieza la paradoja de que
llega a su posición política más elevada, de vicepresidente de la
República, presidente de la Asamblea General, y llega al momento de
menor relevancia y menor visibilidad. La Constitución te limita mucho
ser vicepresidente, pero por otro lado también se dice cruelmente que en
política la legitimidad son votos. Y si había algo que no tenía o tenía
muy poco Hugo Batalla fueron votos. Si aparte tenés un presidente de
una personalidad tan fuerte como Sanguinetti, tenés menos visibilidad
todavía. Hay una encuesta de Posdata del 95 o 96 que habla sobre
uruguayos más influyentes, y Hugo Batalla, que supuestamente era el
segundo funcionario del país, está en el puesto 14. Enzo Francescoli era
más influyente que Hugo Batalla. Además muchas de las posturas de
Batalla, que él nunca renuncia a un tema fundamental para él como la
búsqueda de la verdad, me da la impresión que era más búsqueda de verdad
que búsqueda de justicia en el tema desaparecidos, choca mucho con la
postura histórica de Sanguinetti que es aferrarse a la Ley de Caducidad y
no apelar al artículo 4.
Él tuvo la esperanza de que Sanguinetti lo dejara llevar adelante el artículo 4.
Joaquín Gamarra es el que me dice
explícitamente algo que muchos sostienen, muy pocos lo sostiene en "on",
como que Hugo Batalla fue usado. Él es el que lo maneja más
explícitamente Hay gente que dice que no y hay muchos factores que hacen
pensar que él estuvo muy feliz en llegar a la vicepresidencia y llevó
el cargo con la mayor dignidad y entusiasmo, pero también es cierto que
quiso hacer más cosas de las que finalmente pudo hacer en el ejercicio
del gobierno.
Diego Fau, hijo de Yamandú Fau, estaba
muy cerca, y después fundó una lista junto a Joquín Gamarra,
"Agrupación Hugo Batalla". Nos cuenta de "el Hugo", de cómo era Batalla
aún como vicepresidente.
Diego Fau: La verdad que Hugo fue un
político que jamás se lo comió el personaje. Estamos viviendo en un país
en que generalmente a los políticos se los ha comido el personaje. Hugo
era un tipo más. Hugo estaba con Pelé en su despacho de la
vicepresidencia y sabía que a mí me encantaba el fútbol y me llamaba
cinco minutos antes la secretaria: "cruzá que está Pelé", y yo crucé y
le pregunté de Mazurkiewicz. Y después pasó con Fidel Castro. El
despacho de Hugo Batalla en la vicepresidencia, en el pasillo no se
podía caminar, había 30 o 40 personas. Lo llamó un conductor de Cutcsa y
le dijo "venite ya", el tipo paró el ómnibus, bajó y lo recibió
Batalla. Batalla es otro mundo. Yo respeto mucho y lo aprecio y voté a
Mujica, pero yo creo que acá tuvimos un Pepe Mujica mucho antes y fue
Hugo Batalla. Batalla fue el Pepe Mujica de hace 20 años, hasta el mismo
Fusca compartían.
Recogiste muchos testimonios. Con el
que quedó más resquemor fue Rafael Michelini por alguna frase cuando él
pasa al Partido Colorado, que Batalla la tomó muy mal.
Durante la producción del trabajo Rafael
Michelini me atendió muy amablemente pero yo no pude evitar percibir que
tenía cierta incomodidad de hablar del tema. Los Michelini y los
Batalla no eran amigos. Los amigos eran Zelmar Michelini y Hugo Batalla.
A diferencia de otras familias, por ejemplo ellos tenían muy buena
relación con Juan Pablo Terra y en su momento lo tuvieron con los
Seregni, no había una relación de amistad. Aquella frase de Rafael
Michelini en la campaña del 94, que Hugo Batalla había dejado de ser una
referencia ética, cayó muy mal a Hugo y muchísimo peor a la familia de
Hugo.
Javier Miranda: Cuando Hugo decide
irse del Frente lo llamé por teléfono para decirle: "mirá Hugo, yo no
estoy de acuerdo con la decisión que tomaste pero no tengas duda que
para mí seguís siendo un compañero". Y me acuerdo la emoción de Hugo,
que yo lo llamara para reafirmar mi afecto a él, pero además mi
convicción de que si lo hacía era porque creía que era lo mejor, lo
adecuado. Estuve más de una vez con Hugo siendo vicepresidente allá en
la casa de Punta Carretas. Hay un poco de dolor también. Yo no estoy de
acuerdo con las decisiones que tomó Hugo, creo que fueron errores
políticos, me cuesta mucho entender la decisión de irse al Partido
Colorado, ser el vicepresidente de Sanguinetti, pero estoy totalmente
convencido de que Hugo lo hizo de la mejor buena fue, convencido de que
era el mejor camino para todos. Y claro, y si partís de esa convicción
te duele mucho, y a mí me dolió, y tuve discusiones con algunos amigos y
compañeros cuando lo trataban de traidor. Creo que es una injusticia.
Creo que tomó opciones políticas que no son compartibles pero eso no lo
convierte en un ser deleznable ni cosas por el estilo, sino que lo
convierte en un tipo que se equivocó en político desde nuestro punto de
vista. Pero lo sigo defendiendo a capa y espada porque creo que fue un
tipo absolutamente valioso y no tengo la menor duda de que lo hizo en
base a convicciones políticas y morales.
El mote de "traidor" lo marcó, no lo
pudo superar. Esa sensación del barrio y estar en permanente vigilia por
el grito de "traidor" y "vendido" es algo que quedó marcado en el final
de su vida.
Fue un exilio en democracia de alguien
que se había quedado en dictadura en condiciones muchos peores, con el
teléfono pinchado, habiendo sido detenido en dos oportunidades y
amenazado constantemente y teniendo siempre la misma persona en un Fusca
circundándole la casa. Fue algo que nunca pudo entender, porque él, que
hacía un culto de la intolerancia, justamente eso era algo que no le
cerraba, yn o le cerraba tampoco la cobardía. Porque todo se hacía en el
anonimato, en la noche. En un incidente policial nunca quedó claro si
las personas que estaban agrediendo en la puerta estaban armadas o no,
eso fue la gota que desbordó el vaso.
La policía reacciona, casi mata a alguien...
Hugo tenía más miedo por los nietos que
en aquel momento tenían 18 y 16 años, que salían y esas cosas, que
justamente de noche al volver podía pasarles algo. Y ahí decidió irse, y
se fue a un apartamento en Punta Carretas, casualmente donde vivía y
vive Sanguinetti, lo cual no hizo más que alimentar la suspicacia, y fue
un apartamento alquilado, cosa que le llamó mucho la atención a Jaime
Roos. Hugo Batalla, tan atacado, tan acusado de traidor, de vendido,
resulta que no tenía plata luego de cuatro décadas de actividad pública
para comprarse un apartamento en Pocitos.