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domingo, 6 de abril de 2014

El suicidio de la izquierda Diana Calderón

El País de España

En algunos países de América Latina, los líderes progresistas se imponen y se vuelven traficantes de la ideología

Quienes pedían discrepancia hoy exigen unanimidad. Quienes pedían medios libres hoy los utilizan para imponer una forma de pensamiento. Al punto que esta semana, desde Andiarios, en Colombia, se enviaron 52 toneladas de papel a Venezuela para garantizar por lo menos ocho días de información libre en unos periódicos a los que el régimen de Nicolás Maduro - el del socialismo del Siglo XXI - no los deja importar papel.
Quienes peleaban por lo colectivo sobre el individualismo solo reconocen a los de su propio grupo y desconfían entre ellos mismos. Quienes hablaban de tolerancia y crítica constructiva, en Colombia, ahora se levantan de las mesas cuando alguien les recuerda que, desde sus partidos de izquierda, se robaron a Bogotá como lo hizo Samuel Moreno.
Quienes defendían la salud para todos ahora son capaces de escribir en las redes sociales que una joven de 23 años - rociada y desfigurada con ácido - es objeto de solidaridad en los medios de comunicación porque es de clase alta, como si el dolor tuviera estratos. Y entonces no mereciera que la sociedad completa se volcara en torno a ella. Y, sin embargo, bien vale la pena reflexionar sobre por qué convertimos ciertas noticias en banderas y otras, en cambio, las dejamos pasar como si todos no estuviéramos expuestos a las mismas tragedias.
Fanáticos, como los religiosos. Esos a quienes critican por negarles sus derechos a la diferencia. Ahora resultan tan parecidos cuando no ven en el otro a un compañero sino a un enemigo.
Es el suicidio de la izquierda que ,en algunos lugares de Colombia, pareciera haber optado por negar los principios sobre los cuales soportaron su existencia y nos hicieron a muchos - incluida quien escribe - soñar y creer y votar por sus programas, llenos de pluralismo y tolerancia e igualdad.
No ocurre lo mismo en Brasil, ni ahora de nuevo en Chile con el regreso de Michelle Bachelet, donde gobierna la izquierda o mejor la socialdemocracia. O en Francia, donde Anne Hidalgo, española de nacimiento, acaba de convertirse en la primera mujer alcalde de Paris con un lema: “Izquierda fiel a su ideal y eficaz en su acción”. Feminista y progresista, pero no de la línea progresista o petrista colombiana. A los 54 años puede contar que huyó del franquismo, que en su familia hubo condenados a muerte y que no todos los días había pan en sus mesas.
No está ocurriendo en Nueva York, donde el activista Bill De Blasio - con su agenda progresista - gravará con más impuestos a quienes más tienen.
Son realidades distintas, mundos distintos, me dirán. Entonces, volvamos por América Latina. En Colombia y sus países fronterizos Venezuela y Ecuador y en Nicaragua, los líderes de la izquierda se imponen y se vuelven traficantes de la ideología con la que alimentan cientos de seguidores necesitados. Cientos de ciudadanos que son malos si reciben subsidios de la “derecha neoliberal y asesina”, pero buenos si llenan las plazas a las que escupen sus discursos de guerra porque en esas guerras esconden sus incapacidades administrativas, su populismo y también su corrupción, que al igual que los otros también la tienen en cientos de contratos amarrados.
Se suicidan por desconocer las reglas del juego que ayudaron a construir y exigieron a quienes ostentaban el poder antes de ellos. Se suicidan si escogen el camino de la irracionalidad populista y la sobreactuación política para presentarse como mártires o víctimas del establecimiento. Los electores - ya está demostrado - castigan siempre, tarde o temprano, a los derecha o de izquierda, que los traicionan y se traicionan a sí mismos.

Diana Calderón es directora de Servicio Informativo y Hora 20 Caracol Radio.

 

Maracaná y las sombras proyectadas sobre el fútbol uruguayo. Marcelo Marchese


uypress
 

Recientemente un importante jurista escribió una crítica al Tratado de derecho civil de Gamarra, mas no encontró quién la editara. La razón: nuestra sociedad no gusta del pensamiento crítico.

¿Fue siempre así? No. Estamos disfrutando una herencia moral de la dictadura. Se teme la crítica, se la evita, se la toma como un ataque personal con el que nadie quiere comprometerse en una aldea pacata. Bajo el pretexto de las dificultades del hacer en un medio difícil, cada elaboración de un uruguayo, sea un concurso de belleza o Artigas la redota, son protegidos de toda "crítica insidiosa". ¿Resultado? La muerte del pensamiento que conduce directamente al pantano.
El film Maracaná acierta al vincular el legendario campeonato con las realidades sociales de dos pueblos, y particularmente, con las necesidades de algunos miembros de la política brasileña. Está logrado el clima de fiesta con que pueblo y autoridades festejaban anticipadamente y es contundente el discurso del Gobernador de Río previo al partido, anunciando a sus jugadores que en pocos minutos serían campeones del mundo. Una muy buena toma nos muestra la llegada de un ferrocarril del que la gente baja en estampida, suponemos, a comprar una de las entradas de la final. Es evidente la búsqueda de material, su reconstrucción y la incorporación de sonido allí donde la imagen venía cruda.
El film nos muestra la huelga que paralizaría nuestro fútbol en el 48, luego de la cual nuestros jugadores saldrían fortalecidos y la selección unida, pero se afirma que físicamente no llegamos en buenas condiciones al mundial. Se muestra la imagen de un partido previo, con silbatina en el Centenario (silbatina actual agregada) fortalecida con la expresión de Ghiggia: "Jugamos muy mal".
La idea que deja el film es que Uruguay llegó tropezando, y tropezando ganó el campeonato. Aquí los autores caen en un anacronismo: pensar Maracaná en función de la imagen del fútbol uruguayo actual. El Uruguay que llega al mundial de Brasil es tres veces campeón mundial e invicto. Habíamos sorprendido al mundo en 1924. El fútbol de aquella época era un deporte mucho más tosco, pletórico de empellones, pelotazos y jugadores fornidos. Uruguay maravilló con su calidad, sus dribblings y sus paredes. El fútbol había sido inventado por los ingleses, pero tal como lo conocemos fue creado en el Río de la Plata, región que confirmó su liderazgo en la finales del 28 y el 30. Antes de viajar a Maracaná, el poderoso cuadro uruguayo recibió una visita de la generación tricampeona con la cual sellaron un compromiso: volver con la copa.
Hay selecciones formadas, como la española actual, en base a un cuadro, el Barcelona, al que se fortalece. Así fue creado el cuadro del 24, 28 y 30, en base a una excepcional generación de jugadores que ganó todo con Nacional, y así fue la selección del 50, en base al Peñarol del 49. Ese año el aurinegro sería campeón invicto, con 16 partidos ganados y dos empates, con 45 goles a favor contra 20 del tricolor. Fue el mismo año que en el Campeonato Competencia Nacional no se presentara al segundo tiempo. La Máquina del 49 posiblemente fue el mejor cuadro uruguayo de todos los tiempos y aportó a Máspoli, a Obdulio, y a su "delantera dorada" integrada por Ghiggia, Míguez, Schiaffino y Vidal. Sólo faltaba Hohberg, de origen argentino, quien sería pieza clave en la celeste del 54. La selección traía de base un cuadro muy bien aceitado, goleador e imbatible, reforzado con cracks como Pata Loca Pérez, que se entendía en el ala derecha a la perfección con Ghiggia.
Cuando el film muestra la alegría del público brasileño ante la parcial derrota de Uruguay ante Suecia, se manifiesta el temor que el invicto cuadro uruguayo inspiraba, un aspecto que el documental desconoce. Obviamente, en el cuadrangular final Brasil venía arrasando y Uruguay lograba resultados agónicos, como casi siempre, pero llegaba a la final con el plus de un menor desgaste físico. Brasil tenía la ventaja de un punto, y sobretodo, el aliento de 178.000 hinchas cuyo griterío y bombas reverberaban en el techo que cubría las tribunas, lo cual amplificaba diabólicamente el estruendo. Aparentemente, cuando sonaba el himno brasileño, Morán, sustituto en ese partido del lesionado Vidal, exclama: "¡Cuánta gente!" a lo que recibe la respuesta de Obdulio, rápida como un latigazo: "Sí, pero esos no juegan", dando origen a la famosa expresión Los de afuera son de palo. El nivel del Uruguay del 50 lo confirma el campeonato siguiente, donde en semifinal logramos remontar con goles de Hohberg un 2 a 0 ante Hungría, forzando un alargue. Esa derrota en un alargue sería la primera derrota celeste en un mundial.
El pulso narrativo del relato es flojo y falla particularmente en la reconstrucción de los partidos. Esa imagen de Ghiggia avanzando, tomado desde arriba, resulta sumamente novedosa, así como la expresión del público brasileño, pero lo que debería ser el clímax, el gol de la victoria, nos sorprende y pasa como una jugada más. Se podrá argumentar que no había suficientes tomas, pero otros recursos podrían utilizarse. Uno sospecha que el relato completo de Solé debe estar en algún sitio. Al menos se encuentra publicado un análisis que en el entretiempo hiciera el comentarista de Solé, Gallardo, expresando que el partido estaba parejo, mas Uruguay tenía una chance atacando por la derecha, pues Ghiggia se le había ido varias veces al half Bigode. El ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Luis Bértola, me contó de una filmación íntegra del partido que su abuelo donara al Museo del Fútbol. No sé si esa copia se mantiene aún, si se prendió fuego, si alguien la tiró a la basura o si desapareció misteriosamente así como desaparecen misteriosamente cuadros de los museos. Lo increíble es que, mientras esa copia existió (acaso aún nos aguarde), nunca nadie tuvo la idea de presentársela a los uruguayos.
Un segundo inconveniente de la narración son los pozos cavados por la música. De seguro que el libro titulado "Cómo agregarle música a un film" no fue consultado para esta sensible tarea. La elección del Invierno de Vivaldi es desconcertante, pero el problema no es sólo la elección de una música inadecuada, sino la misteriosa decisión de repetirla cada vez que se quiere buscar un efecto dramático. Las imágenes de la delegación uruguaya son acompañadas por la guitarra de Carlevaro o por el vals Desde el alma, pero el problema radica en mostrar una y otra vez la humilde delegación tropezando siempre con esa música. No recuerdo si en la historia del cine alguna vez se ensayó tamaño recurso que oficia, todo a un tiempo, como un poderoso freno de mano, de pie, y marcha en reversa, cuando la idea es ir hacia adelante, en un tiempo dado, contando una historia.
Maracaná contempla imágenes del pasado, pero no es un documental. Es una obra de ficción, y como obra de ficción, ante la ausencia de tomas de la infancia de Obdulio es válido enchufar la imagen de algún morenito caminando por la calle. En alas de esta metodología se introducen, como afirma Guilherme de Alencar, imágenes de la concentración uruguaya del mundial del 54, y se agregan, buscando generar dramatismo en los goles, los rostros asombrados de los espectadores, imágenes sacadas (como sospecho) de cualquiera otra parte del partido. Ausencia importante en esta historia de dos pueblos, es el hecho maravilloso que aquella noche en que Obdulio saliera a tomar caña en los bares de un Río vencido, fue reconocido por los amargados brasileños que no obstante, lo felicitaron. El uruguayo actual ante un brasileño siempre le recordará Maracaná, sin saber que el otro también tiene motivos para sentir la emoción de un mito mil veces repetido desde que David le cortara la cabeza a Goliat.
El film es resultado, por un lado, de la performance de Uruguay en el 2010, y por el otro, de un mundial que llegará en dos meses. El objetivo premeditado, y aquí nos encontramos con el delicado problema del objetivo premeditado en una obra de arte, es hacernos creer que a los ponchazos y raspando llegamos al mundial del 2010, de igual forma ganamos el de 1950 y por lo tanto, a los ponchazos podríamos salir campeones en el 2014. Es una idea fatalmente errónea. La selección del 50 contaba con jugadores que se conocían de memoria y aunque había una fuerte influencia política para que el locatario saliera campeón, no hubo, que se sepa, ningún premeditado mal arbitraje como sí lo hubo en el 34, con un juez que cenaba con Mussolini la noche previa a la final antes de frenar un avance austríaco con la mano.
Ahora hay otros frenos mucho más efectivos. El fútbol, desde el 70, se transmite en vivo y en directo para millones de consumidores, y aquella FIFA que los uruguayos contribuimos a crear, se ha convertido en la primera transnacional del planeta. Ya quedaron en el olvido nuestras denuncias ante la magna empresa cuando se nos obliga, contra reglamento, a cambiar de sede en la semifinal del 70 con Brasil, forzándonos a destinar los dos días de recuperación física buscando cómo viajar para afrontar aquel partido, y encontrando a los rivales ocupando la cancha que se nos asignara para el entrenamiento. Si Uruguay, a los ponchazos, o jugando bien al fútbol, llegara a una semifinal, reviviríamos la estafa de 1970 o la del 2010 con Holanda. La FIFA, y sus empresas asociadas, Nike, Adidas, Visa y todas las demás, perderían sumas astronómicas si un país con un magro mercado de 3.000.000 disputara la final. Esas pérdidas producirían una hecatombe en la economía mundial.
Uruguay no va a llegar a ninguna final. Hasta el 70, el nivel de nuestro fútbol permitía que vinieran del extranjero los Hohberg, los Atilio García, los Artime y los Spencer. Hoy, todavía adolescentes, se nos van los Suárez y los Gastón Ramírez. El fútbol es un deporte maravilloso, pero es un deporte dominado por gentes que sólo se rigen por la lógica de los negocios, y todos sabemos que en ese terreno no hay golpes prohibidos. Ghiggia jugaba en Peñarol, y a escondidas, en el cuadro de su barrio. Un tipo íntegro como Obdulio Varela, continuamente enfrentado a dirigentes de dudosa moral, se retira haciendo mutis por el foro, como alguien asqueado de espurios entretelones. ¿Que pensaría Obdulio del Zar de nuestro fútbol, que a dos meses del mundial genera la salida de una directiva de la AUF que fuera la única en ponerle freno? Pensaría lo mismo que el Pepe Sasía, quien misteriosamente quedara en el hotel sin jugar aquel fraudulento partido con Alemania en el 66.
Esa es la larga distancia que nos separa del Maracanazo. Ahora vendrán los nietos de aquellos dirigentes que se quedaron con el oro, mientras destinaban a los jugadores unas medallas berretas. Nadando por debajo de ellos, y removiéndolos, está el Pez Gordo y sus caudatarios que nos quieren hacer creer que nada ha cambiado, que mantenemos las chances intactas, y para hacer esta travesía todavía más difícil, deslizándose en las profundidades aguarda el tiburón blanco de la FIFA. El problema, como rubrica melancólicamente el film, no es una hazaña que se convirtiera en sombra ominosa sobre el fútbol uruguayo. Son otras sombras, que el film necesariamente no puede advertir, las que se proyectan sobre nosotros, y ante ellas, la gesta de Maracaná refulge desde el tiempo con claridad meridiana.

Miguel Sejas acusó a clubes de hacerle los mandados a Tenfield

FÚTBOL URUGUAYO
 

Subrayado

Aseguró que Tenfield dio dinero a clubes para que quitaran apoyo a neutrales, dijo que Mujica “no ayudó con la intervención” y apuntó duro contra Eduardo Ache.

El exvicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Miguel Sejas, responsabilizó a la empresa Tenfield y a la sumisión de varios clubes de la crisis que atraviesa el fútbol uruguayo. En entrevista con el sitio Agesor, de Soriano, dijo que hubo "política llevada adelante por instituciones y medios de comunicación que han sido funcionales a Tenfield y buscaron la desestabilización del gobierno del fútbol uruguayo".
Sejas recalcó que estas políticas se aplicaron en momentos en que se deben definir los contratos de derecho de televisión y apuntó que quienes pretenden quedarse con esos derechos "lo quieren hacer con precios ridículos”.
El exdirigente dijo que está de acuerdo con lo señalado por el vicepresidente, Danilo Astori, respecto a la injerencia de la empresa Tenfield en el fútbol uruguayo. “Hay infinidad de ejemplos que determinan claramente que el fútbol uruguayo no es independiente y está subsumido al poder económico", dijo a Agesor.
Sejas aseguró que la empresa de Francisco Casal le indica a los clubes lo que deben hacer y puso ejemplos. En primer lugar señaló que presidentes de los clubes que presentaron la denuncia contra la Conmebol “declararon públicamente que si le otorgaban los derechos de televisación a la empresa Global Sports que es de la misma empresa (Tenfield) ellos no hacían la denuncia penal”.
“Ahí las instituciones estaban haciendo un mandado”, recalcó el exvicepresidente de la AUF.
También se refirió a la nota en la que varios clubes de la Segunda División Profesional retiraron la confianza a los neutrales. “Fue público que se les convocó en la sede de la empresa de televisión y claramente se les dijo que iba a haber un aporte económico para iniciar el torneo, pero tenían que firmar la nota en la cual se le retiraba la confianza a los neutrales”, afirmó Sejas.
Finalmente señaló la reunión que se organizó en el Club Náutico tras la renuncia de Sebastián Bauzá y aseguró que fue organizada por un funcionario de la empresa Tenfield.
“Se ha buscado la desestabilización y obviamente se logró el objetivo”, resumió.
Sejas dijo que está convencido de que el presidente José Mujica “actuó de buena fe, preocupado por un problema social”, aunque agregó: “con el diario del lunes, no ayudó al fútbol con la intervención. Los problemas de seguridad son mucho más profundos”.
El presidente de Nacional, Eduardo Ache, también fue aludido por el exvicepresidente de la AUF. “De los resultados de Nacional no opino, pero sí de los políticos que pretendían volver al fútbol de antes, donde se violaban los reglamentos, se pasaban por arriba y el peso de la instituciones grandes era mayor que el de las demás. Todo eso conjugado terminó siendo la gota que desbordó el vaso”, afirmó en la nota con el sitio Agesor.

El turco Abdala vuelve al ruedo político

Se incorpora a la campaña de Amorín Batlle

El ahora comunicador, actor y escritor, regresa a la actividad política en el sector Batllistas de Ley del Partido Colorado


Washington Abdala, el exdiputado y actual comunicador, actor y escritor, se incorporará oficialmente este lunes a la campaña “Amorín Presidente”, que promueve la candidatura del senador José Amorín en las internas del Partido Colorado.
De esta forma, vuelve a la actividad política. El “Turco” es abogado y doctor en Diplomacia, graduado en la Universidad de la República, institución en la que también dicta clases de Derecho.
Además, es periodista, escritor, actor y panelista del programa “Esta boca es mía” de Canal 12. Su último libro, “El botox que el alma pronuncia”, que trata sobre la idiosincrasia de los uruguayos, ha sido éxito de ventas.
Abdala tiene una larga trayectoria en la política. Fue edil por Montevideo en el período 1985-1990 y luego fue electo diputado por tres períodos, llegando a ser presidente de la Cámara de Representantes en 1997.
Tras dar un paso al costado en la política, se concentró en sus tareas de docente y escritor e incursionó en la actuación en la obra “Algo habrán hecho” junto a los periodistas Gerardo Sotelo y Sergio Gorzy.
El acto de incorporación de Abdala se llevará a cabo este lunes a las 17 en la Sala de Ministros del Palacio Legislativo y contará con la presencia de los principales dirigentes de Batllistas de Ley, los senadores Amorín y Tabaré Viera, y el líder de Uruguay Es Posible, Alberto Iglesias.

Vázquez retoma gira por el interior el miércoles en Cerro Largo

Campaña 2014


Vázquez retoma gira por el interior el miércoles en Cerro Largo
EFE
espectador.com
 
El precandidato del Frente Amplio Tabaré Vázquez retoma sus actos y giras por el interior del país. Lo hace en Cerro Largo este miércoles.
Allí estará en Fraile Muerto y Río Branco donde realizará dos actos. También se hablaba de su presencia en el acto lanzamiento del Frente Liber Seregni, junto a Danilo Astori y Fernando Lorenzo, pero en el Frente Amplio confirman su gira por el interior.

Al día siguiente, es decir el jueves 10, se trasladará a Treinta y Tres donde encabezará un encuentro con vecinos de Vergara y finalizará con un acto en Villa Sara.

El viernes será el turno de Rocha con un acto en Castillos. Luego de Semana Santa, el ex presidente intensifica su agenda para concurrir a Río Negro, será el 23.

Allí estará en Nuevo Berlín y Young. El 24 estará en Soriano, en Palmitas y Dolores, cerrando esa semana, el  25 en Colonia.

El mes lo culmina con dos actos. El 29 en Maldonado, donde estará en Aiguá y San Carlos, mientras que el 30 lo hace en Mariscala, Departamento de Lavalleja.