Mujica propone a su canciller Luis Almagro como candidato para suceder al chileno Insulza
El País de España
Uruguay ha decidido adelantarse en la carrera por la secretaría
general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, aunque falta
aún más de medio año para iniciar el proceso de sucesión del chileno
José Miguel Insulza, cuyo mandato acaba en mayo, ha anunciado ya a su
candidato.
Se trata del canciller Luis Almagro, un nombre que sonaba con fuerza desde hace unos días en “radio pasillo”, la generalmente fiable fuente de rumores de la OEA, pero que todavía no había sido confirmado de forma oficial.
Eso ocurrió este viernes, cuando la misión de Uruguay ante la OEA envió una nota a las demás delegaciones de los Estados miembro y observadores informando de la “decisión del gobierno uruguayo”, en palabras del embajador de este país ante el organismo hemisférico, Milton Romani.
“Nuestro presidente José Mujica está impulsando la candidatura de nuestro canciller Luis Almagro a la secretaría general de la OEA para suceder el mandato que finaliza con José Miguel Insulza”, ha confirmado Romani a EL PAÍS.
La decisión ha constituido para algunos países una sorpresa, puesto que Uruguay no figuraba en las quinielas iniciales de la carrera de sucesión, donde sí sonaban los nombres del exvicepresidente de Guatemala Eduardo Stein y, por Perú, el del juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Diego García Sayán, ambos todavía por confirmar.
Además, Uruguay ya tuvo un secretario general, José Mora, entre 1956 y 1968, y hay una norma no escrita según la cual los países no deben repetir candidatura si ya ocuparon el puesto en algún momento, al menos mientras siga habiendo miembros que todavía no lo han conseguido y tienen interés en hacerlo.
Pero para Romaní en todo caso se trata de una “sorpresa buena” que cuenta, afirma, con el “visto bueno que han dado muchos países y muchos miembros de la sociedad civil” a una candidatura que puede hacerle “mucho bien” a un organismo muy cuestionado.
“Creo que Uruguay y el canciller Almagro tienen un perfil y una posición consolidada que le va a hacer muy bien a la OEA para impulsarla a la acción, para preservar los pilares básicos de la OEA, que son derechos humanos, desarrollo, seguridad multidimensional y democracia”, afirma el representante uruguayo ante el organismo.
“Tanto el canciller Almagro como Uruguay han sido tradicionalmente articuladores, tienen diálogo con todos los Estados”, un factor clave según Montevideo para poder ofrecer “una nueva y renovada etapa de la OEA”, sostiene Romani.
Una postulación tan temprana a una carrera de fondo como es la
elección para nuevo secretario general es con todo un arma de doble
filo, advierten quienes conocen bien los entresijos hemisféricos. Por un
lado, posicionarse pronto permite salir con ventaja, pero también puede
quemar antes de tiempo los cartuchos en una carrera de fondo que exige
mucha resistencia.
De hecho, el nombre de Almagro ya ha empezado a ser cuestionado por estar, supuestamente, apoyado por los países que conforman el bloque del ALBA, donde Venezuela y Ecuador son especialmente críticos con el sistema interamericano.
“La cuestión de fondo es si en la actual circunstancia de cómo está la OEA, de cómo está la región, un país vinculado al ALBA es lo mejor para la organización”, dicen quienes ponen en duda la candidatura del canciller uruguayo. Y apuntan al apoyo que Almagro ha prestado en los últimos tiempos a países como Ecuador en su empeño por revisar las funciones -debilitar, afirman sus críticos- de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o al papel de su país en las protestas sociales de Venezuela, donde Uruguay respaldó la postura del gobierno de Caracas en las tensas sesiones que la OEA dedicó a este tema en marzo.
Claro que otros argumentan que Uruguay es, en todo caso, un “ALBA light” o “edulcorado” y que el prestigio internacional ganado por el país sudamericano sobre todo en los últimos tiempos -el presidente José Mujica viene de ser recibido con grandes loas en el Despacho Oval por el estadounidense Barack Obama- podría servir de contrapeso a estas sospechas. O, como señalan algunos conocedores de los entresijos del sistema interamericano y de las maniobras para debilitar a la para algunos gobiernos molesta CIDH: “Podría ser peor”.
Para Santiago Canton, secretario ejecutivo de la CIDH entre 2001 y 2012, resulta “cuanto menos llamativo” el cambio que dice haber apreciado en el rumbo uruguayo en materia de derechos humanos: desde su “excelente” papel en defensa de la Comisión durante el debate más duro sobre la reforma del organismo interamericano de derechos humanos a sus “últimos pasos aparentemente negativos” con el apoyo a Ecuador o Venezuela.
“Hay una diferencia importante entre lo que venía haciendo y lo que
hizo ahora”, señala Canton, que ahora dirige el departamento de derechos
humanos del Centro Robert F. Kennedy. A su juicio, la clave está en
saber si ese “cambio” obedece a un intento de ganar apoyos importantes
para la candidatura de Almagro. “Espero que no sea una indicación de que
van a negociar políticamente con los derechos humanos, que es lo que
hizo Insulza”, advierte.
Uruguay por su parte niega categóricamente una alianza con el ALBA u otro bloque regional.
“De ninguna manera”, sostiene Romani. “Con los países del ALBA tenemos una relación de amistad, de cooperación, pero cuando se trata de preservar principios, por ejemplo sobre el tema de derechos humanos, Uruguay ha tenido una posición de principios”, afirma el embajador.
“La agenda nuestra de derechos es una agenda que se cumple sin doble rasero, por lo tanto, no es el candidato del ALBA ni el candidato de Estados Unidos. No nos casamos con nadie”.
Se trata del canciller Luis Almagro, un nombre que sonaba con fuerza desde hace unos días en “radio pasillo”, la generalmente fiable fuente de rumores de la OEA, pero que todavía no había sido confirmado de forma oficial.
Eso ocurrió este viernes, cuando la misión de Uruguay ante la OEA envió una nota a las demás delegaciones de los Estados miembro y observadores informando de la “decisión del gobierno uruguayo”, en palabras del embajador de este país ante el organismo hemisférico, Milton Romani.
“Nuestro presidente José Mujica está impulsando la candidatura de nuestro canciller Luis Almagro a la secretaría general de la OEA para suceder el mandato que finaliza con José Miguel Insulza”, ha confirmado Romani a EL PAÍS.
La decisión ha constituido para algunos países una sorpresa, puesto que Uruguay no figuraba en las quinielas iniciales de la carrera de sucesión, donde sí sonaban los nombres del exvicepresidente de Guatemala Eduardo Stein y, por Perú, el del juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Diego García Sayán, ambos todavía por confirmar.
Además, Uruguay ya tuvo un secretario general, José Mora, entre 1956 y 1968, y hay una norma no escrita según la cual los países no deben repetir candidatura si ya ocuparon el puesto en algún momento, al menos mientras siga habiendo miembros que todavía no lo han conseguido y tienen interés en hacerlo.
Pero para Romaní en todo caso se trata de una “sorpresa buena” que cuenta, afirma, con el “visto bueno que han dado muchos países y muchos miembros de la sociedad civil” a una candidatura que puede hacerle “mucho bien” a un organismo muy cuestionado.
“Creo que Uruguay y el canciller Almagro tienen un perfil y una posición consolidada que le va a hacer muy bien a la OEA para impulsarla a la acción, para preservar los pilares básicos de la OEA, que son derechos humanos, desarrollo, seguridad multidimensional y democracia”, afirma el representante uruguayo ante el organismo.
“Tanto el canciller Almagro como Uruguay han sido tradicionalmente articuladores, tienen diálogo con todos los Estados”, un factor clave según Montevideo para poder ofrecer “una nueva y renovada etapa de la OEA”, sostiene Romani.
Adelantarse a otros candidatos tiene ventajas, pero también riesgos, advierten los que conocen los entresijos de la OEA
De hecho, el nombre de Almagro ya ha empezado a ser cuestionado por estar, supuestamente, apoyado por los países que conforman el bloque del ALBA, donde Venezuela y Ecuador son especialmente críticos con el sistema interamericano.
“La cuestión de fondo es si en la actual circunstancia de cómo está la OEA, de cómo está la región, un país vinculado al ALBA es lo mejor para la organización”, dicen quienes ponen en duda la candidatura del canciller uruguayo. Y apuntan al apoyo que Almagro ha prestado en los últimos tiempos a países como Ecuador en su empeño por revisar las funciones -debilitar, afirman sus críticos- de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o al papel de su país en las protestas sociales de Venezuela, donde Uruguay respaldó la postura del gobierno de Caracas en las tensas sesiones que la OEA dedicó a este tema en marzo.
Claro que otros argumentan que Uruguay es, en todo caso, un “ALBA light” o “edulcorado” y que el prestigio internacional ganado por el país sudamericano sobre todo en los últimos tiempos -el presidente José Mujica viene de ser recibido con grandes loas en el Despacho Oval por el estadounidense Barack Obama- podría servir de contrapeso a estas sospechas. O, como señalan algunos conocedores de los entresijos del sistema interamericano y de las maniobras para debilitar a la para algunos gobiernos molesta CIDH: “Podría ser peor”.
Para Santiago Canton, secretario ejecutivo de la CIDH entre 2001 y 2012, resulta “cuanto menos llamativo” el cambio que dice haber apreciado en el rumbo uruguayo en materia de derechos humanos: desde su “excelente” papel en defensa de la Comisión durante el debate más duro sobre la reforma del organismo interamericano de derechos humanos a sus “últimos pasos aparentemente negativos” con el apoyo a Ecuador o Venezuela.
Espero que no sea una indicación de que van a negociar políticamente con los derechos humanos, que es lo que hizo Insulza”, advierte Santiago Canton
Uruguay por su parte niega categóricamente una alianza con el ALBA u otro bloque regional.
“De ninguna manera”, sostiene Romani. “Con los países del ALBA tenemos una relación de amistad, de cooperación, pero cuando se trata de preservar principios, por ejemplo sobre el tema de derechos humanos, Uruguay ha tenido una posición de principios”, afirma el embajador.
“La agenda nuestra de derechos es una agenda que se cumple sin doble rasero, por lo tanto, no es el candidato del ALBA ni el candidato de Estados Unidos. No nos casamos con nadie”.