Decenas de mujeres y niños caminaron los dos
kilómetros de carretera que separan el cementerio del pueblo. Es una
historia desgarradora de principio a fin. Un hecho que destruyó por
completo a una familia y sumerge en la vergüenza y autocrítica a vecinos
que sabían desde hace tiempo lo que ocurría, pero nada hicieron por
cambiar la realidad con la que se cruzaban a diario.
El trágico desenlace de esta historia, llegó como
consecuencia de una vida cargada de abusos sexuales, violencia doméstica
y necesidades básicas insatisfechas.
Los cuatro, la joven y sus tres hijos, vivían en una precaria vivienda construida con restos de madera y bolsas de nylon.
El sustento alimenticio provenía casi exclusivamente
del hombre que las abusaba sexualmente que fue identificado como el
padrastro. de la joven de 21 años.
Ayer, pocas horas después que enterraron al pequeño
Mauricio, la madre era procesada con prisión por un delito de homicidio
muy especialmente agravado.
También el padrastro de la joven y a su vez padre del
niño, un hombre de 54 años, fue a prisión por un delito de atentado
violento al pudor y otro de violación.
Tragedia.
Según pudo averiguar la Policía durante la
investigación, el individuo se relacionó con la madre, para luego abusar
de su hija desde los 9 años.
Este individuo llegó a embarazar a la joven, a la edad de 14 años.
Fue en esa época, que nacieron las dos mellizas, que
actualmente tienen siete años de edad. Luego, también producto de los
abusos sexuales que cometía este individuo, nació Mauricio, que al
momento de ser asesinado, tenía tres años.
La denuncia se planteó días atrás, cuando el degenerado comenzó a abusar de sus hijas mellizas que también eran sus nietas.
El sujeto debía comparecer a las 14 horas del pasado
jueves, en el juzgado de Young, pero esa instancia nunca llegó a
cumplirse. El acoso a la denunciante fue de tal magnitud que la joven
mujer se encontró en un callejón sin salida.
Varios vecinos contaron que en un momento de locura,
esta joven pensaba en matar a los tres pequeños para luego suicidarse.
"Pretendía terminar con una vida miserable", señalaron.
Una de las primeras en llegar a la escena del hecho,
fue Cecilia Sosa, conocida de la madre homicida, quien fue alertada de
la situación por un vecino.
Sosa, calificó la escena que encontró cuando ingresó
a la vivienda como "horrorosa". La mujer había asfixiado al chiquito
con una almohada.
"Cuando entré estaba sentada, me miró y agachó la
cabeza. Salí desconcertada y una de las niñas ya había ido hasta la
comisaría a avisar lo sucedido", contó Cecilia sobre el drama ocurrido
en Algorta.
La joven amiga de la homicida, afirmó que en el
pueblo Algorta, una comunidad de poco más de 1.000 habitantes, se hizo
muy difícil ayudar a esta familia que cayó en desgracia.
"Trate de darle una mano porque era una mujer sola
con tres niños. Y uno que pasa por situaciones similares sabe lo que
cuesta", indicó la joven.
"Buscaba que esto no sucediera pero se me cerraron
muchas puertas" reaccionó indignada en la puerta del cementerio, luego
de enterrar al pequeño de tres años.
Los pobladores de Algorta no veían con buenos ojos a
esta mujer. Según algunos vecinos, la falta de trabajo y la necesidad
de dinero "la llevaron por otros caminos".
"Uno buscaba ayuda no tanto por la madre sino por
los propios niños, pero me sentí muy juzgada y criticada por querer dar
una mano" dice Cecilia, entre lágrimas, lamentándose por lo ocurrido.
Siente que su pueblo no fue lo suficientemente
solidario y que esa indiferencia derivó en tragedia, en "algo que pudo
haberse evitado". Incluso intercedió para que INAU pudiera asistir a los
niños.
"No justifico lo que hizo, pero ella arrastraba un
montón de cosas desde niña cuando fue violada. Quería a sus hijos, pero
buscó trabajo y nadie le dio una mano. Se le cerraron todas las puertas.
Ella estaba saturada por todos los problemas" explicó Cecilia Sosa.
"Ella dijo que no veía otra solución que matar a los
tres niños y matarse ella, porque ya no daba más. Con lo de la
violación a sus hijas ya estaba completamente desbordada", recordó la
joven que criticó a algunos de sus vecinos porque "muchos la señalaban
pero a la hora de hacer las cosas nadie hizo nada".
Gladys Curbelo, cuidadora de INAU, tuvo a los
pequeños a su cargo durante diez días cuando el organismo intervino por
una situación puntual.
"Los chicos siempre preguntaron por su mamá y cuando
la veían en la calle se ponían muy contentos. Eran muy educados y para
mí era una madre que los quería mucho, no sé qué le pasó por la cabeza
ahora", dijo la cuidadora.
Curbelo recordó que en su momento, la joven "iba
todos los días a reclamarle al juez para que le entregara a sus hijos
hasta que, al final un día lo logró".
Después de este hecho, el hombre y la mujer quedaron
a disposición de la Justicia y las hermanas quedaron en custodia del
INAU en la ciudad de Young.
Gladys cree que será muy difícil para las niñas
volver a la localidad "porque eso les hará recordar todo el tiempo lo
que ocurrió aquí".