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                        Tedencia.Los
 hombres superdotados y las rubias voluptuosas ya fueron. Ahora las 
películas se miran por Web, muestran cuerpos normales y situaciones 
eróticas que puede vivir cualquiera. 
                    
                    
                
 
            
                
            
                
                
                        Estás en los ‘90, fuiste al videoclub, estás 
mirando una película porno a escondidas y lo que ves es algo que no se 
parece en nada a tu vida sexual: hombres aceitados, hiperdotados y con 
erecciones majestuosas y rubias con siliconas enormes, depilación 
absoluta y uñas postizas. Ahora estás en 2015, estás viendo un video 
porno en Internet y te das cuenta de que aquel porno tradicional cambió:
 ves mujeres sin cirugías y hombres con penes estándar, ves cuerpos 
reales y ves, sobre todo, a mujeres que no sólo dan sino que también 
piden lo que les excita y tienen orgasmos en cámara. De todo eso se 
trata, en definitiva, el nuevo porno mundial.
“El rol de la mujer 
en el porno tradicional era de objeto: una muñeca siliconada que tenía 
la función de satisfacer. La mujer era un recipiente del placer del 
hombre: ésto es, el hombre eyaculaba encima de ella pero el orgasmo de 
la mujer no existía. Lo que empezó a pasar es que muchas mujeres que 
querían ver porno no se sentían representadas ni con ésto ni, por 
ejemplo, con los planos médicos”, explica Gino Gingolani, docente de la 
UBA e investigador de las nuevas representaciones digitales en la 
pornografía. Los planos médicos, se entiende, son los también llamados 
“ginecológicos”.
Así, hace unos años, la cineasta sueca Erika Lust
 recogió esa incomodidad, creó lo que llamó “Porno para mujeres” y se 
convirtió en gurú del cambio. Tanto que acaba de dar una charla TED en 
Viena bajo ese lema: #ChangePorn” (cambiar el porno). “En mis películas,
 tanto hombre como mujer son protagonistas, interactúan naturalmente, 
experimentando y divirtiéndose. Se trata de gente real en situaciones 
reales”, contó a Clarín.
Pero al principio este tipo de porno 
“rosa” fue cuestionado. “Es que eso de que las mujeres quieren que las 
acaricien y les cuenten un cuento antes de tener sexo no dejaba de ser 
otro estereotipo. Se pasaba de la puta a la novia”, dice Gingolani. Y lo
 que pasa con “Las 50 sombras de Grey” es un ejemplo: un porno light, 
donde el hombre ni siquiera se desnuda. Pero lo de Lust evolucionó y en 
su trilogía “Confessions”, filmó las fantasías eróticas  reales que la 
gente le fue enviando. Hay, por ejemplo, una chica en un taller 
literario que escribe sobre un surfista saliendo del mar y concreta su 
fantasía teniendo sexo con él en la terraza de un hotel. Hay una pareja 
teniendo sexo al aire libre –ella abrazada a un árbol–, hay dos en el 
cine que no pueden más y terminan teniendo sexo en la butaca. Es que, 
como el sexo en la vida real, el nuevo porno incluye cuerpos reales y 
situaciones posibles: tetas con alguna estría, penes que arrancan 
tímidos, depilaciones normales, sexo con preservativo. Para ver sus 
películas hay que pagar unos $50 y descargarlas de su web.
Lo 
cierto es que esa tendencia mundial ya se ve en nuestro país. “Hay tres 
cosas que se están dando –cuentan desde Poringa, un sitio donde se puede
 ver porno y compartir videos caseros, y que ya tiene 11 millones de 
usuarios–. Por un lado, ahora hay un porno más dirigido a las mujeres: 
el female friendly, donde se prioriza el orgasmo de la mujer. También un
 ‘porno romántico’, más erótico, con más narrativa. Y otra tendencia es 
el Pov (point of view), donde las parejas se filman y muestra la escena 
desde la mirada de uno de ellos”.
Lo que sigue en la era de 
cambios es el llamado “Postporno”, una forma de rebelión contra los 
estereotipos sexuales: un porno en el que se incluyen cuerpos que no 
estaban siendo representados, como de mujeres “chatas”, hombres muy 
flacos o lesbianas menos femeninas. Además, “frente al imaginario de lo 
que es el porno tradicional, el postporno incluye más lo afectivo y los 
vínculos y no sólo la genitalidad. Sin embargo, creo que levantar la 
bandera política acogota el placer”, opina César Jones, director de 
culto de cine porno nacional. El, a su manera, está explorando un 
camino: en “Visiones de un erotómano” (también se compra por Internet) 
“hay una mezcla entre el relato típico de Youporn (la potencia de la 
desnudez, lo breve) mezclada con personajes con cierto espesor 
psicológico y una trama cultivada”. Dicho todo ésto, tenemos ya todos 
–los solos, los acompañados– material para un domingo diferente.