30.07.2015
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En el capítulo 16 de la primera temporada de la sitcom The Big Bang Theory, Sheldon y Amy pergeñan un engaño para que la madre de la chica crea que tiene un novio. “Le aseguro que soy bastante real, y regularmente tengo relaciones sexuales con su hija”, dice Sheldon antes de saludar a la señora. Está apurado por que la doña reconozca en él a un semental. Parece que eso la dejará conforme, aunque en el intento todo resulte exagerado, porque ciertamente a ninguno de los dos jóvenes parece importarles nada sobre el sexo. Como ellos, cada vez son más los integrantes del grupo heterogéneo de personas que asumen no sentir atracción sexual por nadie. Una condición que experimentan adolescentes y adultos por igual. Cómo convive y se define una población desconocida para la mayoría de los mortales.
Repelen el mote de “ameba”. No admiten ser catalogados “Generación Ase”. ¿Qué es o cómo se definen los asexuados? Según la comunidad Asexual Visibility and Education Network (AVEN), “una persona asexual es alguien que no siente atracción sexual hacia otras personas. Contrariamente al celibato, que es una opción, la asexualidad es una parte intrínseca de la persona. La asexualidad no hace que la vida sea peor ni mejor, sólo diferente a la vida de la mayoría de la gente sexual”.
Aunque como categoría pública se conoció recientemente, ya en 2004 el psicólogo canadiense Anthony Bogaert señaló que el 1,05 por ciento de la población es asexual, lo que representaría unos 70 millones de personas en el mundo. De esta manera, The Journal of Sex Research fue la primera investigación sobre el tema y abarcó el comportamiento de 18.000 británicos. En su informe el especialista escribió: “Los asexuales son aquellos que carecen completamente de deseo sexual y por lo tanto no se ven atraídos sexualmente por otros, y aquellos que tienen algún nivel de deseo sexual, pero que no conectan con el deseo sexual del otro, por lo que tampoco se ven atraídos por otras personas”.
Para los especialistas, existen pistas para detectar el origen posible para la asexualidad. “En principio convendría diferenciar la sexualidad pensada como una experiencia vivida con alguien, o sea el vínculo sexual con el otro y su cuerpo, de una sexualidad vivida aisladamente, a expensas de la fantasía y la masturbación, donde la tecnología actual se ofrece como recurso muy exacerbado. Si ambas alternativas se encuentran ausentes habría que pensar que hay una ‘energía libidinal’ que por alguna razón no se manifiesta”, explicó la sexóloga Viviana Wainstein.
En 2001 David Jay fundó AVEN sólo con el fin de usarla como plataforma virtual en la que pudiera reunir y dar visibilidad a personas como él. Hoy se ha vuelto una poderosa red que nuclea a más de 60.000 miembros repartidos por los cinco continentes. En la Argentina, además, se desarrolló el grupo cerrado de Facebook Yo también soy asexual, en el que participan activamente casi 300 personas.
“¡Hola a todos! Hace algunos meses empecé a investigar en Internet por personas con pocas o nulas ganas de tener sexo y me crucé con la comunidad AVEN. Leí todo lo que pude encontrar y ahí fue cuando me di cuenta de que yo entraba en ese grupo. A la vez también encontré este foro y luego de entrar asiduamente varias semanas decidí registrarme. Tengo 25 años y la verdad que he tenido poco y nada de interés sexual para con el sexo opuesto a lo largo de mi vida. Fue una gran satisfacción haber dado con este foro y esta comunidad, se siente como si al fin pude encontrar mi lugar”, escribió un usuario en el multitudinario foro de la comunidad. Entre los millones de mensajes escritos la mayoría de los integrantes se quejan por la falta de comprensión social. Hablan sobre estar llevando a cabo “la primera revolución sexual del siglo XXI”, avanzando en la idea de que no todas las personas deben vivir bajo las mismas recetas. Son parte y reclaman un espacio en las reivindicaciones que defienden la diversidad.
A pesar de los primeros estudios, hasta el 2007 la comunidad científica los describía como “personas que padecían deseo sexual hipoactivo o inhibido”. Eso hoy va cambiando lentamente. Para el sexólogo Santiago Gómez, director del Centro de Psicología Cognitiva y de Decidir Vivir Mejor, hay que desterrar la asexualidad del mundo de la patología: “No se trata de una enfermedad sino de una decisión que la persona toma, ya que tiene que ver con una elección de vida. Se trata de una opción más. Esto no significa que nunca vaya a tener relaciones sexuales. Las personas pueden generar diferentes vínculos afectivos y relaciones con los otros. Además, pueden ser muy románticos; afectuosos o cariñosos como cualquier otra persona”.
“La forma de armar lazos con los demás se encuentra muy relacionada con la época que se vive –agrega Wainstein–. Posiblemente se ve entre los jóvenes en la actualidad un rechazo al compromiso y el involucramiento. Paradójicamente las redes sociales y el abuso de la tecnología que ‘entretiene’, promueven el aislamiento y la poca necesidad del encuentro cara a cara. La sexualidad es un puente que nos vincula, pero no es el único modo de encuentro entre las personas ni de expresión del amor”. Efectivamente, algunos especialistas indican entre los jóvenes a la principal fuente de consultas sobre fobias y contrafobias sexuales –sexo compulsivo–. En este sentido, el ritmo de vida y las nuevas expectativas puestas en el desarrollo profesional van obligando a correr la libido. Los asexuales parecen no estar tan de acuerdo con esto.
El especialista Juan Carlos Kusnetzoff confirma: “Actualmente el 65 por ciento de las personas que se atienden en el servicio de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas tienen entre 18 y 26 años”. Por la Cátedra Libre de Sexualidad de la Facultad de Medicina que él conduce, pasan anualmente unos 1.500 pacientes, de los cuales casi dos tercios tienen menos de 26. “Lo bueno es que ya no pasa como en otras épocas que estos eran temas a los que se esquivaba. Hoy los jóvenes se ocupan”.
Tras un largo periplo internacional, y su lenta inclusión como materia de estudio, actualmente la asexualidad es considerada como una orientación sexual más. “A veces es un llamado de atención, pero siempre hay que tener en cuenta que somos personas habitadas por un mundo interior y en contacto con un mundo exterior hipercomplejo. Simplificar no es el camino, todo debe ser considerado en cada contexto y circunstancias, y siempre respetando los genuinos intereses y preferencias de cada persona”, instó el doctor Alberto Jones, codirector de BabelPsi. Según el especialista, “si un papá cree que su hijo pertenece a este grupo, debe preguntarse cómo abrirse para encontrarse con el hijo desde lugares que no estén muy influidos por los prejuicios, los temores o fantasmas propios. No es recomendable querer vivir nuestras vidas a través de los hijos, ni transmitirles de manera no consciente nuestras cuestiones no resueltas. Lo adecuado sería concurrir a grupos de psicoanálisis multifamiliar para aprender a escuchar de otra manera a nuestros seres queridos y comprender desde otras perspectivas lo que nos ocurre a nosotros o a los que nos rodean”.
“A mis 43 años recién cumplidos, acabo de enterarme de que la asexualidad existe. Para mí esto ha sido un descubrimiento total. Siempre he sentido que era diferente en algo, sin saber exactamente en qué, siempre había pensado que no había llegado la persona adecuada o algo así. Y ahora descubro todo un mundo en el que no soy tan ‘bicho raro’. Esta página, esta comunidad y este foro se me abre como un mundo nuevo”, escribió esta semana una forista de AVEN, desterrando la idea de que asexuales son sólo jóvenes ante el despertar sexual.
Cada vez más lejos del prejuicio que los linkea a una posible moda, esta comunidad de gente que no siente atracción sexual va abriéndose paso entre otros grupos. Sus consignas ya se escuchan en las marchas del Orgullo LGBTIQ que recorre la ciudad en noviembre. Más o menos visibles, ellos están y reclaman un lugar y, por sobre todo, respeto y aceptación social.
Una forma de vivir la sexualidad
Por Viviana G. (44 años, profesora y estudiante de filosofía)
Desde la escuela primaria yo notaba que tenía intereses distintos al resto de mis compañeras. No me interesaba tener novio y no veía a ningún chico o chica atractivo físicamente. Conforme pasó el tiempo ya sentía cada vez más fuerte que nadie me interesaba en un plano sexual ni amoroso, pero sí amistoso. Si hubiese tenido Internet a mis 15 años me hubiese identificado como asexual y arromántica sin ninguna duda.
En primer lugar cabe aclarar que el significado que maneja AVEN sobre asexualidad es “aquella persona que no experimenta atracción sexual hacia ningún sexo/género”, es independiente de lo que se decide hacer. Esto implica que, para nosotros, deseo sexual-atracción sexual-placer sexual no tienen por qué ir de la mano. Se puede tener deseo sexual de por sí, sentir placer sexual y esos sentimientos no te los despierta ninguna persona, y aun así se puede decidir tener relaciones sexuales con alguien y seguir siendo asexual.
Se puede vivir de forma muy variada la asexualidad, se puede tener otro tipo de atracción hacia los demás (estética, romántica, intelectual, etcétera), se pueden tener distintos “niveles” de deseo sexual, o bien sentir placer sexual, se puede sentir placer por la masturbación o bien no sentirla, pero lo que nos hace asexuales es no sentir atracción sexual hacia ninguna persona.
Tuve dos parejas estables y si bien manteníamos relaciones sexuales ninguna de ellas me despertaba interés sexual. Tenía la capacidad para sentir placer, pero aun así el sexo me aburría. Comencé a tener una demanda por parte de ellos tanto sexual como amorosa. Yo los quería profundamente pero parece ser que eso no alcanzaba… ahí fue cuando me preguntaba a mí misma qué me pasaba que no podía engancharme con las relaciones sexo-afectivas, por qué no las sentía, por qué nadie me calentaba si era capaz de tener orgasmos y sentir placer. No encontraba respuestas hasta que leí las preguntas más frecuentes sobre asexualidad en la comunidad de AVEN.
A los 40 años pude entender que sencillamente soy así, no experimenté hasta el momento atracción sexual y nunca me enamoré. Puedo tener relaciones sexuales y pasarla bien, pero hoy por hoy no me interesa. En mi caso, tener sexo implicó complacer a otros y no a mí misma, eso me aburre y mucho. No decido no experimentar atracción sexual, no es una moda, ni un capricho, ni algo que les pasa a los jóvenes, se trata de una forma de relacionarse con los otros, una forma de vivir mi sexualidad.