elMontevideano - Laboratorio de Artes
por Salvatore Cernuzio
Ciudad del Vaticano, 20 de julio de 2015 (ZENIT.org)
Luis Badilla Morales, una especie de enciclopedia viviente, es director de la web Il Sismografo,
que se mueve con naturaleza al hablar de pontificados, documentos del
magisterio, viajes y dinámicas políticas. Su portal internet -fundado en
2009, en respuesta a un ‘llamamiento’ de Benedicto XVI- recoge cada día
artículos procedentes de más de 7 mil webs de prensa digital,
ofreciendo un dossier de prensa cuidado y muy actualizado sobre todo lo
que tiene que ver con el Vaticano y la Iglesia en el mundo. Como
observador de ‘hechos vaticanos’ y chileno, su testimonio se hace
valioso para analizar la reciente visita de Francisco en Sudamérica,
pero también los próximos desafíos como el viaje a Cuba y Estados
Unidos, el Sínodo, la relación con los medios y la política
‘geo-eclesial’ de Bergoglio.
¿Si quisiéramos definir en tres palabras los ocho días de viaje de Francisco en América Latina, cuáles utilizaríamos?
Dignidad,
cambio y solidaridad. Si se analizaran los textos del Santo Padre, el
mensaje que ha dejado a las iglesias locales, en síntesis, es el deber
de "acompañar a estos pueblos en el cambio, porque está en juego la
dignidad de las personas. Y esto se puede hacer solo si entre las partes
hay colaboraciones y solidaridad”.
Ha
sido significativa la elección de visitar estos tres países, no
centrales en la geopolítica mundial. Una vez más la opción por las
periferias…
Yo
he definido lo de Bergoglio en Sudamérica un “viaje del alma”. Viaje -y
lo confirman también fuentes cercanas a él- que es un viejo proyecto
suyo desde la elección a la Cátedra de Pedro y que se conecta con la
experiencia en Buenos Aires, como provincial de los jesuitas, cuando
estableció muchas relaciones sociales y humanas con los hermanos de esos
países, mandaba gente a estudiar a Ecuador, Bolivia y Paraguay, o
tomaba jesuitas ya ordenados y los llevaba a Buenos Aires.
El
Papa, además, quiso identificar las periferias más débiles de América
Latina, que ya de por sí es una gran “periferia”. Y ha elegido este
extraño pasillo que va del Pacífico al Atlántico precisamente porque
cree que es “la periferia de las periferias”: países débiles, aplastados
tanto como pueblos que como iglesias, al norte de Argentina y de Chile,
al sur de Brasil, Venezuela y Colombia. Ha aplicado el mismo esquema
utilizado en Europa donde visitó en primer lugar Bosnia y Albania, en
línea con sus elecciones geo-eclesiales. Porque el Papa tiene una
política geo-eclesial: utiliza los viajes, el “magisterio itinerante”
como parte del magisterio pontificio.
En
las tres etapas hemos podido observar un Papa sereno, que casi ha
tomado ‘una bocanada de aire’ de ciertas fronteras ‘romanas’, haciendo
emerger su verdadera alma. Especialmente en Paraguay sin la sombra de
dos fuertes como Correa y Morales… ¿Qué opina?
Es
verdad, hay muchas razones. Cito sólo dos. La primera es que sentía en
‘su casa’, un retorno entre su gente, su cultura, su historia. Y esto se
ha visto también físicamente: no sintió el cansancio, no descansó en la
Nunciatura sino que continuaba encontrando gente…
La
segunda razón es el hecho de que el Papa se haya podido expresar en su
lengua, un aspecto fundamental para hacerse entender bien. Porque la
lengua no es un conjunto de sonidos, es una estructura de pensamiento:
quien habla alemán piensa alemán, quien habla italiano piensa italiano.
Francisco ha podido dar el máximo en su propia lengua. Y nosotros hemos
admirado un Papa que ha explicado infinitamente mejor qué es su
magisterio. Muchas cosas que parecen un poco crípticas, poco claras, las
tenemos todas ahora sobre la mesa.
¿Cree que el papa Francisco tendrá la misma actitud ‘relajada’ en el viaje de septiembre a Cuba y Estados Unidos?
Ciertamente,
porque el viaje a Sudamérica es la primera parte de un periplo
americano. Aun no podemos descifrar completamente el magisterio del papa
Francisco hasta que no llegue esta ‘segunda parte’ a Cuba, Washington,
Nueva York y Filadelfia. Sólo entonces tendremos una panorámica completa
e integrada de todos los elementos. Además, ya en la peregrinación en
América Latina hay muchas anticipaciones para el próximo viaje: como
estilo, temas, dinámica y prioridades. Naturalmente tratándose de
situaciones individuales diferentes el Papa “bajará del caballo” de
forma diversa.
Por
tanto, ¿podemos ver una continuidad entre los pobres del Bañado Norte y
las potencias de las Naciones Unidas? ¿Cuál es el hilo común que une
los dos viajes?
El
Papa siempre ha dicho que “el centro se ve mejor desde las periferias”.
Después de haber visto la mirada que ha tenido de la periferia, podemos
entender mejor como ahora bajará al centro hegemónico de Estados
Unidos. Más que cualquier otra cosa, creo que la visita del Papa a Cuba y
EEUU pone fin a la Guerra Fría en el continente americano, que se dirá
concluida cuando sea posible una convivencia pacífica. La relación de
Estados Unidos y Cuba era un elemento contaminante para la relación con
todo el resto de América Latina. Por tanto, el “deshielo” alcanzado,
que el Papa va a sellar con su presencia, pone fin a este conflicto para
nada terminado.
Un ‘deshielo’ al cual el Papa ha contribuido activamente, a pesar de que él diga que ‘sólo ha rezado’...
Eso
forma parte de su modestia. El rol del Papa en este proceso de paz lo
han confirmado los mismos presidentes Obama y Castro. Y nosotros les
creemos.
Volviendo
a América Latina, han sido muchas las frases fuertes pronunciadas por
el Papa en los ocho días del viaje: ‘colonizaciones ideológicas’,
‘sistema dominado por el dinero’, ‘economía que mata’. Denuncias por
tanto, ya expresadas en varias ocasiones. En estos países, sin embargo,
¿qué consecuencias podrán tener, especialmente desde el punto política?
De
los discursos del Papa emergen dos elementos con claridad. Primero: una
gran confianza en el rol protagonista de los pueblos; segundo: una
cierta desconfianza en lo relacionado con la política. El Santo Padre
quiere que los pueblos asuman como iniciativa propia el rescate social,
sobre todo los que están al margen, objeto de injusticias sociales. Todo
siempre en el horizonte de la defensa de la propia dignidad, porque
-como afirmaba Juan Pablo II- los derechos del hombre son los derechos
de Dios.
En
el segundo caso, el Papa ve que los políticos parecen no darse cuenta
de la gran crisis de civilización que caracteriza el momento actual, y
por tanto tienen una capacidad reactiva superficial y lenta. Por eso en
el viaje ha hablado a menudo de “urgencia del cambio”: en el sentido que
no basta cambiar, sino que hay que hacerlo tempestivamente, porque
después se podría estar fuera de tiempo. También en la ‘Laudato Si’,
él dice: debemos cambiar cuando es necesario, porque quizá se tiene una
buena solución para el futuro, pero mientras tanto todo ha caído. Por
tanto, para el Papa, es mejor un pueblo que quiere actuar. De aquí la
expresión “hagan lío”. Y en América Latino ha añadido: haga lío pero de
forma organizada.
¿Es esta la “revolución bergogliana”?
No,
la revolución de Bergoglio parte de un punto preciso que es el
encuentro personal con Cristo porque encontrando a Cristo tú te
conviertes en hermano y no puedes dejarlo de lado. Y la Iglesia existe y
sirve para anunciar este mensaje. Sé que esto molesta un poco porque
algunos quisieran una Iglesia empolvada, cerrada en sus libros y en las
sacristías. La revolución de Bergoglio es por tanto la idea de una
“Iglesia en salida”, que completa a Juan XXIII, quien convocó el
Vaticano II para abrir las ventanas y renovar el aire. Ahora, 50 años
después, Francisco dice “esto no basta, es necesario abrir también las
puertas y salir”. Incluso varias veces ha añadido “mejor una iglesia
accidentada que una iglesia escondida”. Por tanto, veo en este Papa una
forma de cerrar el círculo. Que después, a fin de cuentas, no es nada
nuevo, porque es lo que el cristianismo siempre ha predicado. Sólo que
durante mucho tiempo nos hemos olvidado.
En estos ‘incidentes’ eventuales podemos incluir también ciertas discusiones relativas al Sínodo?
Creo
que una hermenéutica para el Sínodo son las catequesis de los miércoles
sobre la familia, que continuarán hasta octubre. El papa Francisco está
anticipando mucho de la próxima asamblea y releyendo el Sínodo pasado,
con todas las polémicas y las discusiones (en gran parte mediáticas). Lo
que el Papa trata de hacer entender es que la Iglesia no teme ninguna
situación, no hay nada que sea un tabú o de lo que sienta alejada. Él
quisiera un Sínodo que no excluya ningún argumento, pero los trata todos
con absoluta libertad, convencido de que la actitud pastoral es la
total y absoluta misericordia. También porque no es bueno que la Iglesia
continúa teniendo actitudes arcaicas, superadas o inadecuadas a las
urgencias del momento.
¿Por
lo tanto no es verdad que -como han dicho y escrito algunos detractores
el pasado octubre- la de Francisco es una Iglesia que apunta hacia lo
bajo o al compromiso?
No,
es más, yo creo que la Iglesia de Francisco apunta hacia el máximo
posible, naturalmente respetando la dialéctica de la comunidad eclesial.
Porque no hay nada en juego que amenace la doctrina: la cuestión es
puramente ‘pastoral’. O, en el lengua bergogliano, la ‘caricia de
Cristo’ para todas, en particular aquellos que sufren. Y se puede sufrir
también dentro de la Iglesia.
¿Qué impacto mediático ha tenido el viaje del Papa a América Latina? ¿La única noticia ha sido la del crucifijo de Morales?
Hay
una percepción errónea e insuficiente. Podemos afirmar el contrario y
también documentarlo, visto que controlamos 7 mil páginas web en 24
horas. Desde mucho antes del viaje, la prensa ha dedicado un espacio
enorme a la peregrinación del Santo Padre. Algunos días hemos logrado
identificar más de 16 mil textos en 5 lenguas, con una media constante
de 12 mil. Basta pensar que el New York Times realizó
un directo en Whatsapp para seguir el viaje papal, para entender muchas
cosas… Creo que, después de esta etapa en América Latina, los medios
han descubierto un nuevo Bergoglio, o lo están leyendo de una forma
diferente. Hay un salto de calidad en la relación con los medios,
especialmente la laica.