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jueves, 15 de septiembre de 2016
DIYAB EN LA NIEBLA Hoenir Sarthou:
Voces Semanario
INDISCIPLINA PARTIDARIA,
Si hay una palabra para describir la situación del sirio Diyab, esa palabra es “neblinosa”. Porque nada de lo que se cuenta sobre él es claro, creíble o congruente.
¿De qué fue acusado y por qué el ejército estadounidense lo encarceló y torturó durante doce años? ¿Por qué se le permitió salir de Guantánamo? ¿En qué calidad ingresó al Uruguay? ¿Es un refugiado o un prisionero? ¿Qué acordaron realmente Mujica y Obama? ¿Por qué se distanció del resto de los ex reclusos de Guantánamo? ¿Por qué su familia no ha venido a verlo? ¿Cómo llegó hasta Venezuela, sin dinero ni documentos y con muletas? ¿Por qué la policía uruguaya y la brasileña lo rastrearon cuando cruzó la frontera? ¿Por qué se presentó al consulado uruguayo, por qué fue detenido allí, por qué fue luego deportado por el gobierno venezolano, y por qué nuevamente al Uruguay? ¿Es posible que sobreviva más de una semana sin tomar agua? ¿Mintió su traductor respecto a las críticas al Uruguay? ¿Quién es realmente Diyab, y qué pretende?
Ninguna de esas interrogantes tiene una respuesta lógica o coherente. Por momentos, todo lo que rodea al sirio parece irreal, un guión de telenovela barata escrito por muchas manos, quizá una de las esquizofrénicas historias de “el Escribidor” de Vargas Llosa.
En medio de tantas versiones fantásticas y poco creíbles sobre estos hechos, no me resisto a escribir una más: la mía. No pretendo que sea tenida por verdadera, ni tampoco que sea creída. Si quieren, tómenla como una más de las fantasías miliunanochescas que este episodio ha generado.
Supongamos que Diyab, antes de ser capturado, fuera un discreto militante de su fe, quizá algo fanático pero no peligroso, alguien capaz, por ejemplo, de falsificar documentos para ayudar a sus hermanos de fe, pero no un hombre capaz de transformarse en bomba humana.
Ahora supongamos que fue denunciado por alguien y que el gobierno de Estados Unidos lo encarceló y lo torturó para investigarlo y medir su peligrosidad. Imaginemos que sus interrogadores llegaron a la conclusión de que es irreductiblemente musulmán y antinorteamericano, aunque no directamente peligroso. ¿Qué hacer con él en ese caso?
Imaginemos –bah, esto no es necesario imaginarlo- que el presidente estadounidense se comprometió a cerrar la cárcel de Guantánamo, demasiado oprobiosa aun para la escasa sensibilidad del público estadounidense. ¿Qué hacer con individuos como Diyab, no demasiado peligrosos pero probablemente convertidos en enemigos irreductibles de los EEUU luego del tratamiento recibido?
Imaginemos –ahora sí- que el presidente estadounidense recuerda que en un pequeño país sudamericano hay un presidente con credenciales guerrilleras que quiere vender naranjas en los EEUU y que además desea desesperadamente hacer méritos humanitarios para postularse al Nobel de la paz. ¿Qué mejor lugar que ese para enviar a esos presos incolocables?
Sigamos imaginando que los dos presidentes hacen un acuerdo, por el cual varios personajes como Diyab, y el propio Diyab, serán “aguantados” por unos años en territorio del paisito sudamericano, a cambio de lo cual el viejo ex guerrillero colocará naranjas y alguna otra cosilla en los EEUU y quedará hermosamente plantado como estrella de cine y postulante al Nobel. E imaginemos también que ese acuerdo se documentó en alguna clase de archivo reservado que verá la luz dentro de un cuarto de siglo, en uno de esos “strepteases” de sinceramiento y desclasificación documental que hacen los EEUU cada cierto tiempo.
El viejo presidente sudamericano dará varias y cambiantes versiones sobre los motivos por los que trajo a ese grupo de ex reclusos de Guantánamo. A veces dirá que lo hizo por humanidad, otras que lo hizo por naranjas, y otras por “dar una mano” a su colega yanqui. De todos modos, la sola mención de sus sentimientos humanitarios despertará cataratas de emoción solidaria en el pueblo del pequeño país. Emoción que durará hasta que alguno de los ex reclusos se queje por algo. Entonces la emoción se volverá odio hacia esos inexplicables ingratos muertos de hambre que no agradecen la hospitalidad compulsiva recibida.
Es de suponer que el viejo ex guerrillero, antes de cerrar el trato, consultó a su predecesor y sucesor en el cargo, el oncólogo amigo de Bush, y que éste se comprometió a respetar el acuerdo, lo que explica que los ex reclusos, incluido el incómodo Diyab, sigan aquí.
Ahora sólo nos falta imaginar que Diyab, el incómodo, no sea en realidad un loco ni un desagradecido, ni tampoco un tipo tan solitario y aislado como se dice. ¿Qué tal si es en verdad un militante consecuente, o un tipo justamente rencoroso, que se ha propuesto cobrarles al presi yanqui afrodescendiente, al vejete ex guerrillero y al oncólogo amigo de Bush los favores recibidos? ¿De qué manera? Bueno, quizá negándose al acuerdo que firmaron sus compañeros y forzando los límites de su encierro para evidenciar que no es libre. Tal vez pensó que, llegando a Caracas -con ayuda de personas, organizadas o no, que no conocemos- estaría en condiciones de negociar mejor, a través del consulado uruguayo, su ingreso en otro país. En ese caso, no contó con que, pese a su retórica antiimperialista y a sus diálogos con pajaricos, Maduro también está sujeto a amenazas de la principal potencia militar del mundo. Entonces, deportado e impedido de salir de este país y de ingresar a cualquier otro (desafiar las órdenes de un presidente estadounidense no es bueno para la salud de ningún gobernante), Diyab parece estar haciendo lo que le queda por hacer: poner a sus captores en evidencia mediante una huelga de hambre, haciéndoles pagar un precio político caro por su privación de libertad y quizá por su vida, si es que la huelga de hambre y sed va en serio.
Esta versión de la historia puede ser tan fantástica como las otras, pero tiene la virtud de ser más coherente internamente.
¿Cómo se metió Uruguay en semejante lío? ¿Nadie en el gobierno pensó en lo que significa el derecho de asilo y en la tradición uruguaya al respecto? ¿Nadie advirtió que nuestra Constitución no permite tener presos ajenos en nuestro territorio? ¿Alguien pensó en cómo seremos juzgados si Diyab muere aquí, y en qué consecuencias puede aparejarnos?
Muchos dirán ahora que la culpa es de Mujica, por su excesivo deseo de figurar y de quedar bien con los poderosos del mundo.
Sin embargo, no basta con culpar a los gobernantes para explicar el asunto. Este problema empezó –mal- el día en que los cinco prisioneros llegaron al Uruguay, encadenados y conducidos por marines estadounidenses. Eso ya olía horrible. Pero una oleada de pseudo solidaridad y de autocomplacencia hizo que mucha gente celebrara el hecho y aplaudiera a Mujica cuando dijo que quienes cuestionábamos su decisión éramos “unos almas podridas”.
Poco tiempo después, apenas los ex Guantánamo –en especial Diyab- empezaron a rechinar en la sociedad uruguaya, la solidaridad se transformó en rabia y despecho. Los insultos, “malagradecidos”, “incivilizados”, “váyanse a su país”, etc, sustituyeron a la solidaridad.
Más allá de este caso concreto, hay una conclusión importante que extraer: las emociones colectivas no son una buena guía para las decisiones políticas. Mucho menos para las decisiones jurídicas.
No se debió permitir el ingreso al país de personas privadas irregularmente de libertad. Ese es el principio básico. Es decir, claro que los sirios podían pedir refugio en Uruguay y Uruguay debía concederlo. Pero debían entrar como refugiados, libres de salir del país cómo, cuando y hacia donde quisieran o pudieran. Porque una cosa es dar refugio y otra trabajar de carcelero tercerizado.
Ese ingreso fue posible porque, como sociedad, desde hace tiempo, hemos olvidado la diferencia entre las leyes (los deberes, los derechos y sus garantías) y nuestras emociones momentáneas. Eso nos vuelve manipulables.
Una sociedad que olvida la importancia de las leyes que ella misma se ha dado y está dispuesta a desaplicarlas cada vez que la conmueven con cantos o llantos de sirenas, está expuesta a la manipulación y dispuesta a actuar con lógica de “barra brava”, que hoy endiosa a su ídolo y mañana lo lincha.
En el caso de Diyab y de sus compañeros, sería muy tranquilizador oír a representantes del gobierno decir que, como refugiados, son libres de salir del país cómo y cuando quieran. Aunque causara desagrado en los EEUU.
Porque esa es la regla. Y, cuando no hay reglas claras, cuando la vida y la muerte dependen de la emoción de la tribuna, todos podemos ser ídolos, pero todos podemos también ser linchados.
Familia de niña fallecida por bacteria acusa omisión médica
Dicen que fue medicada casi 15 horas después y que no la diagnosticaron.
Familiares de Angelina, la niña de 9 años fallecida en
Mercedes por supuestamente haber contraído la bacteria Listeria monocytogenes, denuncian omisión de asistencia.
Mercedes por supuestamente haber contraído la bacteria Listeria monocytogenes, denuncian omisión de asistencia.
Daniela Ferro, su tía, indicó a El País que la niña no
fue medicada desde el principio, como se sostuvo desde el Ministerio de Salud Pública (MSP).
fue medicada desde el principio, como se sostuvo desde el Ministerio de Salud Pública (MSP).
"No tenemos todavía la causa por la que falleció
Angelina, estamos esperando los resultados de la autopsia que pidieron los médicos hacerle en una mutualista de Montevideo. Si, le encontraron
una Listeria, pero en el parte médico no está que la niña falleció por una Listeria, por lo cual especialmente los papás quieren hacer hincapié
en que no digan que a la niña la mató la bacteria, porque no lo sabemos", puntualizó Ferro, acompañada de los abuelos de la niña.
Angelina, estamos esperando los resultados de la autopsia que pidieron los médicos hacerle en una mutualista de Montevideo. Si, le encontraron
una Listeria, pero en el parte médico no está que la niña falleció por una Listeria, por lo cual especialmente los papás quieren hacer hincapié
en que no digan que a la niña la mató la bacteria, porque no lo sabemos", puntualizó Ferro, acompañada de los abuelos de la niña.
"Estamos esperando por los médicos de La Española,
porque pidieron autorización para hacer la autopsia porque ellos están pensando que puede haber otra bacteria que haya causado esta muerte", indicó la familiar de Angelina.
porque pidieron autorización para hacer la autopsia porque ellos están pensando que puede haber otra bacteria que haya causado esta muerte", indicó la familiar de Angelina.
Precisó que la familia entiende necesario "aclarar que el Director Nacional de Salud (Jorge Quian) dijo esta mañana (ayer en canal 10) que Angelina había sido medicada desde el principio y eso no
es verdad. Seguro que está mal informado, que el informe se lo dieron mal. Angelina no recibió los primeros antibióticos hasta las 16 horas siendo que la niña ingresó a emergencias de Cams (Mercedes) a las 2:30 horas. O sea que la niña estuvo sin medicar desde esa hora hasta las 16".
es verdad. Seguro que está mal informado, que el informe se lo dieron mal. Angelina no recibió los primeros antibióticos hasta las 16 horas siendo que la niña ingresó a emergencias de Cams (Mercedes) a las 2:30 horas. O sea que la niña estuvo sin medicar desde esa hora hasta las 16".
Clic en este enlace
Familia de niña fallecida por bacteria acusa omisión médica | Noticias Uruguay y el Mundo actualizadas - Diario EL PAIS Uruguay
MACHADO X MACHADO. “RECORDANDO A MI PADRE “PECOS BILL”. Por Julio Dornel.
Escritor y periodista Julio Dornel
En varias oportunidades hemos intentado recoger antecedentes que nos dieran la oportunidad de rendir tributo a uno de los escritores que sin ser de Chuy, participó durante varias décadas en la búsqueda de una identidad ciudadana todavía no lograda. Wilkins Machado nació en Melo junto al arroyo Conventos de Juana de América, pero llegó muy joven a este enclave fronterizo, con la misión de custodiar desde la receptoría de aduana los intereses del país. Sin embargo nos estaban faltando algunas piezas para desentrañar el misterio que rodeó su tránsito en el ámbito familiar. Por ese motivo recogemos hoy el testimonio de Tabaré (su hijo) quien desnuda al hombre para ofrecernos una versión más humanizada del querido integrante del Equipo Frontera Chuy.
MACHADO POR MACHADO.
“Es difícil hablar de mi padre… un ser humano especial, ni mejor ni peor que el promedio, pero con un sello original que lo hizo (con tres o cuatro trazos de inigualable color) diferente y singular en su modo y estilo de vida.
A muy temprana edad tuvo la ‘osadía’ de hacerle un chiste a su padre luego de un clásico (ambos eran fanáticos de equipos diferentes) y al ser reprendido con un: ‘no eres digno de vivir en esta casa’ decidió irse sin despedirse de su Melo natal para llegar al Chuy y allí establecerse. Cuando solía narrarnos esa anécdota las lágrimas aparecían de forma inevitable al sentir en carne propia el momento vivido, pero en la vida nada se da por casualidad sino por causalidad y fue allí donde fundó y estableció su familia.
De firmes convicciones, con un don inigualable para la poesía, historiador, funcionario público ejemplar, con dotes de entrenador de fútbol (una de sus grandes pasiones), enérgico, apasionado e impulsivo, vivió con total intensidad y transmitió con magnífica sencillez los sentimientos que acunaba.
Creo, sin temor a equivocarme, que le hubiese gustado ser recordado como el personaje de una canción que siempre nos cantó a sus hijos, sobrinos, nietos y nietas y que es reconocida en la familia prácticamente como su huella digital: “Pecos Bill”…
Pecos Bill fue una de las figuras míticas más representativas del vaquero del Oeste americano. Fue inventado por el escritor Edward J. O'Reilly en 1923 y la canción que lo encarnaba iniciaba diciendo así: “Pecos Bill fue un súper hombre en todo Texas y por más que se hable de él no es presumir. Era el vaquero más valiente, más terrible e indomable, ese vaquero era el famoso Pecos Bill”... Y así quiero recordarlo hoy y siempre: auténtico, singular, valiente e indómito, con una prolífica vida que dejó un vestigio indeleble en las personas que conoció. Por eso, al igual que en la canción de Pecos Bill, que narra diferentes situaciones que interpretan fielmente al personaje quiero yo dejarles algunas anécdotas que pintan de cuerpo entero a quien era mi padre…
Anécdota 1.-
Lecciones que no se olvidan…
La honestidad u honradez es, sin dudas, una de las mayores cualidades que puede tener un ser humano y una de las más apreciadas, porque en ella se basa y descansa cualquier relación entre semejantes. La honestidad consiste en comportarse y expresarse con coherencia, sinceridad y de acuerdo con los valores de verdad y justicia, expresando respeto por los demás y por uno mismo.
En un mundo como el de hoy, donde la competencia es total, el poder corrompe, la economía manda, el placer se impone y la conveniencia personal prima largamente sobre otros valores, la honestidad pasa a ser una virtud superlativa, que es valorada y respetada en grado máximo, porque brinda algo que escasea en la sociedad actual: confianza total y absoluta.
Hace muchísimos años atrás, cuando apenas tenía seis años, mi padre me dio una lección práctica e inolvidable sobre lo que significa la honradez u honestidad, una lección que jamás olvidaré y que marcó a fuego el resto de mi existencia…
Vivíamos en un pequeño pueblo en la frontera de dos países y mi padre era el principal de Aduanas. Un domingo tuvo que ir a cumplir un trámite administrativo a las oficinas porque alguien se trasladaba de un país a otro y me llevó con él. Para llegar a su oficina debíamos recorrer un largo pasillo donde había depósitos repletos de mercadería y quiso el destino que cerca de una de las puertas de esos depósitos había quedado olvidada, quien sabe por qué, una reluciente cajita de chicles que contenía tan solo dos unidades. Muy pequeña e insignificante para todos, pero en mis ojos refulgió como un gran tesoro… Cuando llegamos hasta donde estaba la cajita me agaché a buscarla, saboreando por anticipado el momento de disfrutar de la golosina, cuando mi padre secamente me paró y me dijo: “¿qué haces?”… Su voz retumbó en el silencio del lugar y aun hoy me parece escucharla clara y diáfanamente… Yo le dije con total inocencia, “iba a recoger la cajita de chicles para…”, pero mi padre ni siquiera me dejó terminar la frase y con mayor énfasis que la primera vez, me dijo más fuerte aun: “¿Acaso es tuya?”…
Sin entender aun por qué mi padre me impedía agarrar la cajita de chicles y frustrado por el momento le dije: “no, ¿pero quién va a saber que la agarré?” Y mi padre me dijo: “voy a saber yo y con eso basta… jamás agarres lo que no es tuyo… esa es la mejor manera de que, al llegar la noche, pongas la cabeza en tu almohada y duermas en paz con tu conciencia”… En la tarde mi padre culminó su gran enseñanza comprándome una cajita de chicles y diciéndome: “este si puedes disfrutarlo porque es tuyo, yo te lo regalo”… En realidad me regaló algo más que una golosina, me obsequió una lección práctica e inolvidable de cómo se debe proceder en la vida.
Han pasado muchos años de aquel momento, ya mi padre no está físicamente conmigo, pero sus enseñanzas las llevo grabadas a fuego en mi corazón porque me han permitido ver la vida desde otra perspectiva, donde la honradez, la honestidad y la confianza son el puntal donde descansa la relación con los demás… Ojalá esa forma de enseñar tan gráfica y contundente algún día pueda transmitírsela a mis hijos porque son lecciones que no se olvidan…
Anécdota 2.-
Un ingrediente especial…
La alquimia con la que tratamos de recomponer a diario nuestra maltratada vida necesita de un ingrediente muy especial, sustancial diría yo, para que todo funcione correctamente y tengamos el aliciente de seguir adelante. ¿Cuál es? El estímulo, esa señal externa o interna capaz de provocar una reacción que nos lleve un paso más allá de donde estamos. Si el aliento falta, el espíritu decae y la confianza se mella, porque falta el combustible que hace funcionar el alma.
Si será importante el estímulo que, cuando fallamos en algún intento, su impulso se convierte en la energía que necesitamos para volver a intentarlo nuevamente sin desmayo y con mucha fe.
Así me enseñó mi padre hace mucho tiempo con una lección práctica y sencilla de lo que puede hacer por nosotros esa señal de confianza. Fue un mediodía de primavera, mi padre me había invitado a pasar un ‘día de hombres’ como solía decirle él a un día nosotros dos solos…
Yo apenas tenía seis años y nos fuimos a la playa a comer carne asada. Cuando se acercaba la hora de almorzar mi padre me dijo que juntos íbamos a preparar la ensalada así que, mientras él lavaba y picaba los tomates yo debería ayudarlo a lavar la lechuga… Me dio una jarra con agua y yo comencé a mojarla pero casi al terminar se me escapó de la mano y fue a parar a la arena. La levanté raudamente y traté, con la poca agua que quedaba de limpiarla nuevamente, pero fue imposible.
Con el orgullo herido y sin querer mostrarle el fallo a mi padre le llevé la lechuga sin decirle nada. Él la picó y la agregó al resto de las verduras y en poco tiempo ya estábamos listos para comer. Mi padre sirvió para cada uno un gran trozo de carne y ensalada como acompañamiento. Cuando probé un bocado de las verduras los granitos de arena crujieron en mi boca desagradablemente así que, con disimulo, di vuelta el plato y me enfoqué solo en la carne.
Al cabo de un rato mi padre me preguntó: “¿no comes ensalada?” Y yo le respondí algo así como: “no, no tengo ganas”. Entonces él me miró, se sonrió y me dijo, “Está bien igual. Para mi está riquísima así que dame tu porción para mi” y con gran satisfacción en el rostro se comió todo lo que había en el plato…
En ningún momento mencionó lo arenosa que estaba la ensalada, recién muchos años después me confesó entre risas, la odisea que había sido comerla pero que lo había hecho con mucho gusto para estimularme a seguir adelante.
Esa frase: “está bien igual” me la repitió muchas veces en su vida y significaba que valoraba el esfuerzo aunque el resultado final no había sido bueno, alentándome a seguir adelante corrigiendo errores…
Por lo que recuerdo mi padre jamás me dio una aburrida lección teórica de lo que eran los valores o de lo que era necesario hacer para vivir a pleno, él simplemente volvía los momentos simples y rutinarios en una escuela de aprendizaje para que nunca se me olvidase… Es que sabía muy bien que el alma se fortalece y los valores se reafirman con esas pequeñas actitudes que demuestran con el ejemplo el derrotero que debes seguir para ser feliz. Hoy ya no está, pero me dejó un legado impagable: el saber que el estímulo es un poderoso acicate que nos incita a ir, siempre, un paso más adelante…
Anécdota 3.-
Cuando se juntan el hambre con las ganas de comer
Hay dos formas de avanzar hacia la cima del éxito: una es confiando en tus condiciones y sumándole a ellas trabajo constante y esforzado para hacer tus sueños realidad y otra es colgándote de las orejas de terceras personas para que, mediante la adulación y la lisonja barata, poder alcanzar lo que quizás por mérito propio no puedas conseguirlo. Lamentablemente este último método parece ser el que lentamente se empieza a imponer en el mundo porque cada vez hay más personas que, aun confiando y teniendo capacidades suficientes, prefieren eliminar competidores y riesgo, adosándole una generosa dosis de zalamería a sus virtudes personales, para conseguir más rápidamente y con menor esfuerzo el éxito esperado.
En la actualidad, para seguir la primera ruta hay que tener fuertemente arraigado los mas férreos valores morales y creer a rajatabla lo que uno ha aprendido (aparte de ser medio Quijote) para no caer en la tentación de la adulación y seguir alentando esperanzas de que, finalmente, la oposición y el mérito sean los que determinen las posibilidades de éxito.
Mi padre fue de los que siempre creyó tajantemente en que la oposición y el mérito eran los que deberían determinar los escalafones de una institución y/o empresa, tal es así que promovió e impusó en la oficina pública para la que trabajaba el concurso por estos dos valores, desterrando el que se pudiera acceder por herencia o por amiguismo a los puestos de trabajo. No crean que le fue fácil y no crean que no le costó miradas inquisidoras y hasta enemistades de aquellos que querían seguir usufructuando beneficios que, quizás, no le correspondían por capacidad propia pero él igual abrazó y se aferró a esta idea casi que como un culto. Es difícil que, cuando uno se cría de esa manera pueda pensar diferente, pero así está el mundo hoy, meciéndose adormiladamente entre el sopor de palabras lisonjeras que no conducen a nada…
Cuenta una historia que un día, Diógenes estaba comiendo un plato de lentejas, sentado en el umbral de una casa. No había ningún alimento en toda Atenas más barato que el guiso de lentejas. Comer guiso de lentejas significaba que te encontrabas en una situación de máxima precariedad. Fue en ese entonces que pasó a su lado un ministro del Emperador y le dijo: “¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y adular un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas”.
Diógenes dejó de comer, levantó la vista y, mirando intensa y compasivamente al acaudalado interlocutor, contestó: “¡Ay de ti, hermano! Si aprendieras a comer lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al Emperador”...
Lástima que, debido a la baja autoestima de muchos y a la inseguridad de tantos otros, se ha hecho carne al día de hoy la frase de Benito Jerónimo Feijoó que dice: “para quien ama la lisonja, es enemigo quien no es adulador”. De esta manera, triunfar tan solo por méritos propios es cada día más difícil dado que lo que se valora actualmente no es tan solo el merito y la aptitud intelectual sino, también, la capacidad adyacente de lisonjear que tenga el individuo.
Lamentablemente, como dijo Filippo Pananti: “los grandes del mundo son como esos molinos que hay en lo alto de las colinas: no dan harina si no les empuja el viento” y en este momento de la historia se han juntado, para que cada día esto ocurra más y más, el hambre con las ganas de comer...
Final 1.-
Melancolía…
Sus ojos estaban fijos en mi… suplicantes, anhelantes, mientras su mano atenazaba la mía con gran intensidad, aunque ya sin fuerza, tal cual fuese el último cabo de un barco amarrado en el puerto, que soporta la más feroz de las tormentas y se va deshilachando…
Cómo explicar esos últimos minutos de la vida de mi padre… en los que el mundo se detuvo y tan solo con miradas nos dijimos más de lo que jamás hablamos… Es difícil de explicar la sensación de paz y de dolor que embargó mi alma y lo que esos minutos
cambiaron mi vida para siempre.
Mi padre había decidido, un tiempo antes, jugar su destino en una operación quirúrgica (que nunca llegó a tiempo) y para tal momento, dijo, quería estar cerca de mí… Y ahora estábamos allí, al borde de la última frontera, en la antesala de un viaje de los que no
tienen retorno, sin más diálogo que el de mirarnos a los ojos y el calor de las manos que querían atesorar un poco más de tiempo para decirnos, con gestos, todo lo que quizás no se pudo o no se tuvo tiempo…
Fue hace casi 15 años… exactamente, un 4 de noviembre, en el que entendí que la vida es tan solo un soplo, un delgado cristal que se rompe cuando uno menos lo espera y que, cuando eso pasa, ya no hay más tiempo de nada… solo quedan recuerdos y frases sueltas que se acomodan al lado de un retrato que ya no tiene voz… en ese instante entendí lo importante de no guardarse nada adentro, de vivir con los sentimientos a flor de piel para que los demás sepan cuanto los respetas y quieres, sin que te falte tiempo para decirlo… Por eso quizás hoy, como nunca, entiendo uno de los poemas de mi padre que decía:
Todo es efímero, pequeño, fugaz…
La sonrisa o el llanto de un niño,
El vuelo de un pájaro…
El presente… ¿Quizás?
Todo es efímero, pequeño, fugaz…
El amor del hombre,
La noche y el día,
La vida… ¿Quizás?
Todo es efímero, pequeño, fugaz…
El tiempo que pasa,
El espacio infinito…
La muerte… ¿Quizás?
Legado.-
Las zapatillas de mi padre…
Mi padre no me legó dinero, tampoco propiedades, ni capital, ni fortuna, lo que me queda de él son unas simples zapatillas que son de mi propiedad desde noviembre de 1995. Casi 20 años de una herencia que atesoro con el alma, uso y cuido con celo y a las que he tenido que coser y pegar más de una vez porque me han acompañado de país en país, de ciudad en ciudad y de casa en casa, aguantando el trajín de mi paso por la vida y soportando el peso de mis esperanzas…
Tal vez, quizás, muchos ya las hubiesen tirado a la basura por lo viejas y desgastadas que están o las hubiesen dejado ‘olvidadas’ en alguna mudanza obligándose a comprar nuevas, modernas y de marca pero yo simplemente no puedo, no quiero y jamás voy a deshacerme de ellas. Siempre he sido de comprar pocas cosas para vestirme, solo lo imprescindible para andar limpio, aseado y decoroso, porque creo que uno se adorna por fuera para tapar el vacío que lleva adentro, así que prefiero invertir, cultivar y hacer crecer el espíritu, que es lo que me permite ser verdaderamente feliz.
En el caso de las zapatillas que heredé (y que hoy ya están así como las ves) no las puedo sustituir por nada nuevo porque no son comunes… No, ¡qué va! son zapatillas especiales que a veces me permiten caminar en las nubes sosteniendo en vilo mi esperanza o contemplar absorto el escrito que a tus ojos tienes. A veces me aprietan y me incomodan, sobre todo cuando flaquean los valores (como recordándome quién soy y de dónde provengo) o me confortan luego de un día difícil o de un momento de dolor.
Si serán especiales que cuando tengo a mi frente un problema que es difícil y creo ya no tener fuerza para sobreponerme, juro que estas zapatillas me hablan y me dicen, como solía hacerlo mi padre: ‘¡los Machado no se rinden!’ y un brío incontrolable sacude mis entrañas haciéndome redoblar esfuerzos para superar la adversidad. Y a menudo, cuando repaso el trabajo y la obra del dueño original, estas viejas y gastadas zapatillas se vuelven muy, muy, grandes tanto que me siento diminuto en ellas y me permiten darme un baño de humildad…
Juro que es una bendición tenerlas, porque me conectan a diario con mis valores y son un vínculo indeleble con quien me enseñó (junto a mi madre) lo más importante de la existencia humana: la profundidad interior… Por eso son especiales, únicas, invaluables, porque me recuerdan cada día que para ser feliz no se necesita mucho oropel afuera y si mucha riqueza adentro. Para mí son algo más que unas viejas zapatillas, son el recordatorio físico de lo que se me inculcó cuando niño. ¡Gracias viejo por dejarme tan poco y, a la vez, dejarme tanto!
GIANLLUCA SIMI. DESDE NOTTINGHAN A CHUY-CHUI. Por Julio Dornel.
Escritor y periodista Julio Dornel
Esperando que su trabajo contribuya a esclarecer detalles no revelados y que tienen su origen en el Tratado de San Ildefonso firmado en el año 1777 entre España y Portugal, el bachiller Gianlluca Simi (25) continúa en esta frontera recogiendo historias y relatos, en una paciente investigación que apunta a desentrañar detalles ocultos de nuestra identidad. Se trata de un bachiller en el Área de la Comunicación Social de la Universidad Federal de Santa María, con doctorado en Teoría Crítica y Estudios Culturales en la Universidad de Nottinghan (Reino Unido) donde reside actualmente. Analizando los motivos que determinaron la elección de esta frontera para centralizar sus investigaciones Simi señaló a esta corresponsalía que “nos hemos detenido en Chuy por tratarse de una ciudad importante, con gran desarrollo geográfico y económico, donde la gente hace su espacio sin contar con el apoyo oficial dependiendo de sus propias estructuras para manejar las dificultades que han surgido de ambos lados de la línea divisoria. Esas actividades vecinales valen más que los documentos de información, poniendo en duda el accionar del Estado moderno en un sentido evolutivo. En estas ciudades Chuy- Chui sobreviven varias nacionalidades, sin que exista una raza definida con su propuesta de integración y con una burocracia que los paraliza como está sucediendo con el Mercosur. Son proyectos que se han hecho desde arriba sin conocer lo que pasa en estos espacios fronterizos de América Latina, teniendo en cuenta que fuimos y seguimos siendo retazos de viejas colonias que todavía no lograron independizarse definitivamente. Debemos tener en cuenta que tanto ustedes como nosotros venimos de estados distintos, sin posibilidades de conocer las cosas que tenemos en común, ni las realidades históricas que nos han acompañado durante dos siglos. Si bien estamos recogiendo historias y relatos sobre esta frontera, nuestro trabajo no está relacionado solamente con Chuy, puesto que no estamos en condiciones de escribir sobre esta frontera sin saber en la práctica como se han desarrollado los acontecimientos. Queremos hablar con la gente para saber cómo piensan sobre diversos temas, que si bien nos hemos aproximado bastante, pensamos que el hombre de la frontera tiene otras inquietudes y otros problemas. Esta frontera complementa una parte muy importante de mi trabajo de “campo” teniendo en cuenta que todos los elementos requeridos para la investigación apuntan a la identidad de estos pueblos separados solamente por una línea divisoria. La decisión fue tomada por etapas teniendo en cuenta que siempre nos interesaron los temas fronterizos desde el momento que comencé mis cursos universitarios. Fue en esa oportunidad que tomamos la decisión de centralizar nuestra investigación en la frontera “gaucha”, teniendo en cuenta que Río Grande del Sur- Uruguay se aproxima más a los relatos que habíamos escuchado sobre el desarrollo de estas comunidades. Todo coincide en que la frontera Uruguay- Brasil es más abierta y más integrada que la Argentina, debido fundamentalmente a su condición de frontera seca. También influyó en nuestra decisión el hecho de poder estudiar ciudades gemelas donde no existen fenómenos naturales o artificiales que separen las respectivas comunidades. Analizamos previamente las fronteras de Livramento, Rivera, Acegua y Chuy, decidiéndonos finalmente por esta última, teniendo en cuenta que reunía las condiciones ideales para desarrollar nuestras investigaciones. También contribuyó en esta decisión la proximidad a los Campos Neutrales, cosa que nos interesaba sobremanera el surgimiento de entidades nacionales que se fueron construyendo a través de pequeñas historias. Es evidente que al referirnos al lado brasileño surgen diversas imágenes vinculadas al país, que nos facilitan la investigación y nos permiten imaginar cómo vivían esas comunidades en una “tierra de nadie”, teniendo en cuenta que existe poca literatura que analice en forma desinteresada la existencia de los Campos Neutrales. Vamos comprobando en esta investigación que las cosas chicas hacen parte de los grandes problemas que enfrentan las comunidades fronterizas, lo que nos hace pensar que debemos cambiar la visión centralizada que teníamos sobre el trabajo que íbamos a realizar. Cuando llegamos a Chuy-Chui comprendimos que debíamos mirar las cosas de otra manera, teniendo en cuenta que no podemos escribir sobre la marcha, sin darnos el tiempo necesario para pensar y analizar el por qué de cada situación- dijo finalmente Gianlluca Simi.
Diez multinacionales ganan más que casi todos los países del mundo juntos
mundo.sputniknews.com
Los ingresos de diez de las corporaciones más grandes del mundo como Apple, Shell y Walmart superan a los de 180 naciones de la lista de las 195 reconocidas por la ONU, afirma un informe de la organización británica Global Justice Now, la cual critica abiertamente el apoyo del Gobierno inglés a estas compañías.
Según el informe, multinacionales como Walmart, Shell o Apple, son ahora más ricas que Rusia, Bélgica o Suecia. Además, sigue aumentando el número de empresas que superan a Estados en la lista de los principales actores en la palestra internacional.
Hoy en día, entre los primeros 100 actores económicos internacionales se encuentran 69 corporaciones. “La riqueza y el poder enorme que detentan las corporaciones son la causa de los problemas como la desigualdad o el cambio climático”, declaró Nick Dearden, el director de Global Justice Now.
El informe se publicó en un intento de ejercer presión sobre las autoridades británicas en vísperas de la discusión de este tema en el seno de la ONU. El encuentro encabezado por Ecuador se realizó con el fin de elaborar normas que faciliten el cumplimiento obligatorio por parte de las corporaciones multinacionales de todo el espectro de los DDHH.
“Su apoyo total al proyecto estadounidense-europeo de la Asociación Transatlántica para el Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) constituye solo un ejemplo más del apoyo estatal al gran negocio. Es una vergüenza que el Reino Unido se pronuncie sistemáticamente en contra del llamado de los países en vías de desarrollo en la ONU a que las actividades de las corporaciones se adecuen a los DDHH”, afirmó el director.
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