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martes, 25 de febrero de 2014

“El “Pato” Herley González y los 100 años de la Institución Atlética Sudamérica” por Oscar Bruno Cedrés




                                        Escritor y periodista Oscar Bruno Cedrés




 SEMBLANZA
El 15 de febrero del año 1914 se fundó la Institución Atlética Sud América, en el Barrio de Villa Muñoz, el popular equipo de la tradicional casaca naranja.
Ha cumplido recientemente sus primeros 100 años de una trayectoria digna, Club del que salieron muchos grandes jugadores de nuestro fútbol y otros que viniendo de otras instituciones supieron defender la camiseta de los naranjitas, como ser Darío Rodríguez, Zelmar Aguilera, Nelson Novasco, Antonio Alzamendi, Julio Pérez, Alcides Edgardo Gigghia, entre otros.
Pero para recordar los 100 años de la IASA recurrimos a un referente del fútbol de Rocha, quien por un par de temporadas defendiera, allá por comienzos de la década del ochenta su casaca: NELSON HERLEY GONZALEZ, el “Pato”.
El “Pato” González, jugador surgido en el Club Lavalleja, pasa luego a defender al Club Peñarol, el que por entonces era dirigido por Oscar Graña, aquel que tenía a Carlos Rodríguez, a Ruben Bareño, jugadores de la selección uruguaya en sus planteles.
En esa temporada defendió a la selección de Rocha con la dirección técnica del capitalino Walter Brienza.
Su desempeño tanto con la celeste como con la aurinegra llevaron a Carlos Rodríguez,- cuñado de Fernando Morena-, a recomendarlo para jugar en Montevideo, y en la Institución Atlética Sud América.
Y allá fue el “Pato”, con 25 años al gran fútbol profesional uruguayo, tiempos de gloria, la selección de Uruguay venía de ser Campeón de la Copa de Oro disputada en Montevideo, Peñarol de ser en el año 82 Campeón de América y del Mundo.
Algún partido en la 3ª. división y de ahí a la 1ª. naranjita siendo algunos de sus compañeros Heimen, Calcaterra, el “Nacho” Saavedra, el “Martillo” Aguiar, que luego defendiera a los tricolores montevideanos; el “Culaca” González, luego con los años uno de los mejores directores técnicos de nuestro fútbol; Nelson Agresta aquel medio campista que supiera jugar en el seleccionado uruguayo y también en el Club Nacional de Rocha, Tabaré Gradin, Ruben Rodríguez, Gustavo Ditmann que también jugara en Peñarol, el “Indio” González quien luego jugara en la frontera en el Central Palestino, el “Puchero” Piazza luego también éxito técnico, Julio Rivas otro técnico de primer nivel dirigiendo importantes clubes como Peñarol.
En Sudamérica jugó de 5, y le convirtió goles a los dos grandes, en partidos disputados en el Estadio Centenario, a Nacional en partido que perdieran 2 a 1, siendo el autor del gol naranjita y el golero de los albos el mundialista Rodolfo Rodríguez.
A Peñarol en partido que ganaran los de Villa Muñoz por dos goles a uno, fue autor del primer tanto a tan solo los 20 segundos de iniciado el partido, ya que movió el equipo aurinegro y la jugaron hacia atrás, la perdió el medio campista Rodolfo Abalde, y el “Pato” González se hace de la pelota rematando al arco custodiado por el “Quique” Carreras y así convirtiendo el tanto de apertura. Pasaron más de treinta años, de aquel formidable triunfo, para que en la temporada pasada -2013- volviera Sudamérica a ganarle a Peñarol.
Tuvo varios técnicos, siendo dos de ellos el recordado “Chema” Rodríguez y el argentino destacado jugador de Racing de Buenos Aires y de las selecciones albicelestes como número dos, Roberto Perfumo.
La estadía en Montevideo al comienzo fue en una pensión cerca de la tradicional sede del equipo naranjita, el famoso Palacio de la Cerveza, tiempos que el Club pagaba al día, estaban económicamente bien, pero luego vino el famoso affaire del técnico Perfumo, que había hecho el contrato en dólares, un dólar barato, bajo y se vino en nuestro país una feroz devaluación dejando al Club en un profunda crisis social y económica.
A partir de ahí se hizo muy difícil el cobro de los sueldos por parte de los jugadores, que en el caso de González estaba viviendo en una casa que el Club le había dado en la zona de Maroñas, pero no había dinero para poder sostenerse, pese a la muy buena voluntad de la dueña de la Provisión del barrio que toleraba los atrasos, y se tuvo que volver al pago.
Lo hizo al Club Deportivo Artigas, iniciando así su segunda etapa en nuestro fútbol.
Cuando en el Estadio Dr. Mario Sobrero, jugaran el Club Peñarol de Rocha y la Institución Atlético Sud América, que fue una de las condiciones del pase, su primer Club, el albi-verde de los Tres Barrios le entregó una plaqueta como reconocimiento a su formidable actuación en defensa de los colores de la Institución.
En este destacado jugador primero y director técnico luego de nuestro fútbol, NELSON HERLEY GONZÁLEZ, homenajeamos a la Institución Atlética Sud América en sus 100 años de vida como Club profesional de la Asociación Uruguaya de Fútbol.
A los “naranjitas” de Villa Muñoz y al “Pato” González, va nuestra semblanza recuerdo del día de hoy.
Febrero/14


lunes, 24 de febrero de 2014

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“CLUB A. VACA AZUL”. EL “RUBIO” MILA: EJEMPLO OLIMAREÑO Por Julio Dornel.

                                             Escritor y periodista Julio Dornel



En una edición especial de “COSAS NUESTRAS” el periodista olimareño Juan Luis Casalla nos ofreció hace algunos años, la conmovedora historia de un cuadro de barrio que supo ganarse en buena ley las preferencias de los deportistas de Treinta y Tres.
Desde la introducción misma de esta publicación de 66 páginas muy bien documentadas, el autor nos lleva directamente al fenómeno social llamado “VACA AZUL” señalando que “El epicentro será la provisión del Rubio Mila... una esquina redondeada del pueblo llena de magia cotidiana, donde se confundían la guitarra, el truco, los asaditos, la cañita blanca, el fútbol, la pelota de mano y una rica y nutrida prosa que abrazaba a todos sin distinción alguna.
Por esta esquina donde se encuentran las calles Celedonio Rojas y Manuel Meléndez , desfilará una larga lista de nombres y vivencias que hacen de la VACA AZUL una experiencia de convivencia única, por su delicado y profundo sentido humano.


Personalmente, escribir sobre la “VACA AZUL” me ha conmovido hasta las entrañas más ocultas revelándome una nueva y mejor conjugación del valor de la amistad.
Conocer a todos los entrevistados vacasuleños ha sido una experiencia enriquecedora e intransferible. Deseo con fervor no defraudar el legado de la VACA AZUL. Debo confesar que además de mis buenas intenciones hubiera querido sumar talento y capacidad literaria, pero no fue posible, así que ofrecí lo que estaba en condiciones de brindar, capacidad de trabajo, voluntad y fidelidad a lo recibido.” Los objetivos trazados por Casalla se cumplieron plenamente y sus lectores podrán disfrutar de un material excelente que pasa por el origen del nombre, su fundación, los amigos, los dirigentes y los jugadores que pasaron por la institución. También en forma magistral va regalando citas de Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, Erich Fromm, de su abuela Maruja y sus vivencias en la Barra del Chuy caminando con sus hijos Belén y Juan.
Varias páginas para este embrujo vacazuleño que supo codearse con lo más granado de la cultura olimareña, donde nos encontramos con el maestro Ruben Lena, Julio Macedo, José María Obaldía, Julio C.Da Rosa y el “Laucha” Prieto. Queremos detenernos en algunas notas testimoniales donde afloran los recuerdos de algunos protagonistas de esta historia. Tal el caso del Sapo Piedra, Obaldía, Julio da Rosa, el Chuto Piñero, Julio Ramiro Martínez, los De Castro, Carlos González, Paco Muñiz, el Tito Casalla, Muñeca Barrios, Yamandú Piedra, Cacho Vergara y Fernando Mila, hijo del inolvidable Rubio Mila alma mater del Vaca Azúl.
E L “R U B I O” M I L A
Al extraordinario trabajo de Juan Luis Casalla, debemos agregar que en mayo de 1995 visitamos la ciudad de Treinta y Tres para conocer de primera mano la verdadera historia de esta institución y visitar la vieja casona que hace 70 años acunó su nacimiento. Bajo el título de EL RUBIO MILA: UN EJEMPLO OLIMAREÑO señalamos en aquella oportunidad en el semanario EL FANAL de esta ciudad: “En la esquina de Celedonio Rojas y Manuel Meléndez , a pocos metros del obelisco olimareño, una placa de bronce ha recogido el agradecimiento popular, para que las nuevas generaciones recuerden a este deportista que supo escribir una de las páginas más gloriosas del fútbol de Treinta y Tres. La calidad humana de don Fernando Mila, se mantiene intacta con el paso de los años y ha sido en la fachada de esta vieja casona que fuera durante muchos años su domicilio y sede de su querida VACA AZUL que el pueblo olimareño perpetuara su agradecimiento: CLUB A. VACA AZUL A FERNANDO MILA. VOLUNTAD- DINAMISMO Y TOLERANCIA QUE TRASCIENDEN Y CONSTITUYEN UN EJEMPLO PARA EL DEPARTAMENTO Y EL PUEBLO DE TREINTA Y TRES. 20 DE NOVIEMBRE DE 1993.
En la rueda accidental del “Pelotaris” van surgiendo junto al mostrador los nombres de algunos jugadores que se metieron en la mejor historia del VACA AZUL y distintas versiones sobre el origen de su nombre. Poco importa si la idea fue de Julio Macedo o surgió espontáneamente cuando algunos intelectuales viajaron a Cerro Chato para enfrentarse con el TORO NEGRO de aquella población. Importa sí que un 31 de diciembre de 1931 un grupo de jóvenes olimareños que desparramaban su bohemia en un barrio de aljibes y parrales fundaban una institución con el nombre de VACA AZUL. Treinta y Tres todavía no tenía urgencias y el tiempo sobraba para el infaltable copetín, charlar con los amigos o formar el cuadro para el próximo domingo. La pasión por las letras y el deporte llevó hasta la sede a distintas personalidades del quehacer olimareño, entre los que se recuerdan a Julio C. da Rosa, Ruben Lena, Sánchez Piqueres , los hermanos Nieto y los Vergara, que encontraban en el Rubio Mila al dirigente que llenaba todos los puestos en la directiva“imaginaria” del VACA AZUL y fundamentalmente a un hombre que nunca le importaron los bienes materiales que en forma despiadada suelen alejarnos de las cosas verdaderas.

En esa sede tan característica con su esquina redonda y donde se dan un abrazo para la historia Celedonio Rojas y Manuel Meléndez se fue acumulando una historia de novela, donde fueron desfilando de la mano de Fernando Mila, todos los personajes olimareños de mediados de siglo. Fue dirigente, director técnico, masajista y jugador, con un raro encanto personal para manejar su plantel y matizar el tecnicismo de algunos con el temperamento de otros.
Fue sin ninguna duda un adelantado de la psicología futbolera, comprendiendo como pocos las alegrías o las tristezas de su plantel. Atendía con minuciosidad espiritual los “caprichos” normales de un plantel muy especial, donde se destacaban jugadores habituados a ciertas costumbres irrenunciables. Implantaba una disciplina deportiva muy suya y con pocas alternativas para el cambio, pero con una legitimidad que ganó en la vida sin pedir prestado. El “Rubio” se las ingeniaba para conducir sus muchachos, apoyado siempre por voluntades diferentes que hicieron del VACA AZUL el cuadro que durante varias décadas se ganó la admiración del pueblo olimareño.
Hoy cuando nos detenemos en la misma esquina que acuna todavía viejos recuerdos, vamos anotando con un toque de nostalgia la inscripción que luce la placa de bronce y donde un pueblo agradecido se la dedica al “dueño” del VACA AZUL. Nos introducimos en su interior y vemos que la piqueta ha borrado las huellas del pasado, aunque podemos imaginar la cita obligada de jóvenes y veteranos de todas las condiciones sociales entreverados en un truco o billar con el bullicio característico que durante muchos años alimentó la cordialidad y la bohemia de la sede vaquera. Para finalizar la nota algunos nombres que defendieron la institución en distintas temporadas: Yamandu Piedra, Angel Pagani, Darío Nieto, “Chuto” Piñero, “Cuqui” Lacalle, (el ex presidente) “Toto” Craviotto, “Yiyo” Rado, Ruben Silvera, “Manco” Tonar, el “Gaucho” Saravia, Walter López, el “Turco” Salomón, Jesús Peralta, “Paco” Muñiz, y el “Requemado” entre muchos otros. Hoy todo es recuerdo, el inolvidable Rubio Mila se ha ido con su VACA AZUL, dejando un cacho de nostalgia en una esquina clásica de la ciudad de Treinta y Tres, mientras en los potreros de la imaginación, una hinchada consecuente seguirá alentando a sus jugadores.