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domingo, 12 de noviembre de 2023

La aventura del tango Columna de Antonio Pippo ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

 

Discepolín –apodo que Homero Manzi inmortalizó en un tango memorable- fue sin duda el temperamento más dramático que iluminó el tango en su historia. Una teoría que comparto dice que ese dramatismo vital se alimentó, sobre todo, de una vivencia y un episodio en las puntas de su relativamente corta vida: la infancia y los meses previos a su muerte.

¿La vivencia? Enrique Santos fue el menor de los hijos del matrimonio de Santo Discépolo, un músico italiano inmigrante que llegó a dirigir la Banda del Cuerpo de Bomberos, y Luisa Luque, y que tuvo una nutrida descendencia a partir de Armando, el mayor. Enrique, aún adolescente y por la muerte de su padre, quedaría primero en manos de una tía y luego a cargo de Armando, casi veinte años mayor, después de una niñez poco agraciada, que llegó a calificar de infeliz, sentimiento nacido de ese padre escéptico, nostálgico, distante, fallecido demasiado pronto.

¿El episodio? Tras la aparición de Perón y Evita, Enrique se hizo peronista; pero no un peronista persuadido política o ideológicamente, sino un enamorado de lo que consideró las obras transformadoras. En 1951 –año de su muerte- aceptó participar de un ciclo de breves charlas radiales preparando el terreno para la reelección del general, como habían hecho antes colegas suyos del teatro y el cine; sin embargo, espíritu libre al fin, lo suyo fue digno: creó un personaje imaginario, llamado “Mordisquito”, al que le increpaba, con la ironía de la que era capaz, su gris escepticismo acerca de los cambios en el país. Fueron sólo treinta y nueve charlas de cinco minutos cada una. Bastaron para dividir drásticamente las aguas a su alrededor y crearle enemigos irreconciliables entre quienes antes le rendían amistad y admiración; hubo quienes pasaron a su lado sin saludarlo y escupieron a un costado; hubo quienes, enterados una noche de un homenaje de desagravio que le preparaban los fieles, se hicieron de todos los tiques y lo dejaron acompañado por los dos organizadores. No se recuperó. Su tristeza ante lo que veía como una injusticia, o una intolerancia, lo venció y se lo llevó la noche del 23 de diciembre de 1951.

La vida de Discépolo fue un folletín.

Escribió su primer tango –del cual luego abjuró y se negó a que fuera grabado- cuando tenía 14 años, en 1925, en una pensión modesta de San José, en Uruguay, adonde llegó junto a su hermano Armando, dramaturgo de nota, que presentó en el Teatro Macció su principal obra: “Mateo”. Ese tango, en el que lo ayudó musicalmente un ignoto guitarrista del lugar, se llama “Bizcochito”.

Luego, ya con básicos conocimientos de música, y aunque hizo sólo letras con algunos autores, vendría el vendaval de sarcasmo, drama y rebelión que sacudió moralmente al tango: “Qué vachaché” (1926), “Esta noche me emborracho” y “Chorra” (1928), “En el cepo” (inédito), “Malevaje”, “Miguelito”, “Alguna vez” y “Soy un arlequín” (1929), “Victoria”, “Justo el 31”, “Yira, yira…” y “Confesión” (1930), “Qué sapa, señor”, “Sueño de juventud” y “Carrillón de la Merced –en colaboración con Lepera- (1931), “Secreto” (1932), “Tres esperanzas”(1933), “Quien más, quien menos” (1934), “Alma de bandoneón" y “Cambalache” (1935), “Melodía porteña” y Desencanto” (1937), “Condena” (1938), “Tormenta” (1939), “Martirio” (1940), “Infamia” (1941), “Uno” (1943), “Sin palabras” (1946), “El choclo” (1947), y Cafetín de Buenos Aires” (1948); de “Mensaje” sólo escribió la música y Cátulo Castillo le puso letra en 1952, a un año de la muerte de Discépolo; también fue póstumo “Fangal”, tema al cual los hermanos Expósito le agregaron letra y música complementarios; además, el gran dramático hizo varios valses, milongas, candombes y hasta foxtrots.

Pero la intensidad de esta vida impar se mide también de otra manera: fue guionista, actor y director de teatro y de cine; tuvo un largo y accidentado matrimonio con la cupletista española Tania, devenida tanguera, en el que hubo mutas infidelidades, incluso una aventura de Discépolo en México de la cual nació un hijo, hecho nunca bien saldado; y fue el amor imposible –nunca consumado pese a ciertas aproximaciones- de la cantante Alba Solís.

Quizás una existencia tan intensa le haya preservado un humor corrosivo, mordaz, hasta el final. Por ejemplo, el de aquellos días en que hizo inmortales dos frases:

-Estoy tan flaco que se me ve la corbata desde la espalda.

-El otro día hablé de mi flacura. Pero es una ventaja, che. Fijate que las inyecciones me las tienen que dar en el sobretodo.












lunes, 6 de noviembre de 2023

GURISES PELEADORES / COLUMNA DE CARLOS CASTILLOS

 

En años de la infancia se calificaba como “gurí peleador” ó “gurisa peleadora”, que también había, a quienes asumían, con frecuencia, actitudes provocativas o desafiantes. Y casi siempre con la intención de irse a las manos. Les gustaba buscar lío, discusión o pelea, daba igual. Existieron también los “conciliadores”, casi siempre varones, porque las mujeres no solían generar escándalos callejeros. Y estaban también los “observadores”. Que no se metían, se abstenían de intervenir o, sencillamente, se alejaban de la escena de conflicto. Pero en algunos casos aparecían quienes llegaban decididos a separar a los contendientes y evitaban que hubiera algún lastimado. En el mundo de ahora se da una situación parecida, con protagonistas similares, aunque en otra dimensión. Mucho más grave. Se están peleando rusos y ucranianos, israelíes y palestinos, por nombrar los dos casos más sonados, aunque también hay “peleas” en otros puntos, sólo que esos otros conflictos no llaman la atención de los grandes medios de difusión. Lo que sí llama la atención es que en estos casos hay más “observadores” y “abstencionistas” que conciliadores. Personalidades influyentes se limitan a declaraciones públicas que no conmueven a nadie. Y principalmente no detienen estas masacres. Apenas estalló la crisis entre Israel y palestinos, lo primero que hizo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue salir corriendo hacia Israel para visitar al primer ministro de ese país, Benjamin Netanyahu, y expresarle su apoyo “casi” incondicional. Digo casi porque unos días después tuvo que “recular” en su posición ante las críticas de adentro y de afuera de su país. Pero apenas moderó su posición y exhortó a “respetar el derecho internacional humanitario que prioriza la protección de los civiles”. El anciano presidente de la decadente potencia mundial insistió con un “firme y perdurable apoyo” a Israel y reiteró que “el Estado judío tiene el derecho a defenderse del ataque terrorista de Hamas”. Biden tuvo que suspender una visita a Jordania, pero no vi por ningún lado que pensara visitar Palestina o específicamente la Franja de Gaza. Otro actor que debería ser influyente en este tema es la Organización de Naciones Unidas (ONU). En estos días aprobó una declaración, no vinculante, “exhortando” a un cese del fuego, pero sin ninguna esperanza que la tomen en cuenta. Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Israel y otros países de Sudamérica, como Colombia y Chile llamaron a consulta a sus embajadores en ese país. Y se suceden declaraciones “más o menos rimbombantes” pero que no paran la guerra. Siguen muriendo hombres, mujeres, niños y niñas… No detienen la guerra, que es lo que importa. Uno debería pensar que una organización internacional como la ONU e influyentes personajes, como el presidente de Estados Unidos, podrían ejercer otro papel. Tienen elementos y argumentos suficientes como para detener esta escalada, que no se sabe cuándo ni dónde va a terminar. Pero eso no sucede. Muchos hablan, emiten declaraciones y la guerra sigue. Parece mentira que no haya nadie, ni siquiera el papa, con toda la influencia que parece tener, hace algo para reunir a las partes en conflicto y buscar una salida acordada. Una salida que no signifique la masacre de seres humanos, de todas las partes que se pelean. Estos días, en una escuela de Montevideo, donde compartía experiencias educativas con niños de un Cuarto Año (9 años de edad promedio) y a hablando de la guerra, sin que nadie lo indujera, uno de ellos preguntó: “Maestra, ¿la ONU se creó para parar la guerra o para mantenerla?”. No intervine porque no era conmigo, pero me dieron ganas de contestarle a ese niño que la respuesta es más sencilla de lo que parece. “¿Sabes?… Lo que pasa es que el mundo está gobernado, mayoritariamente, por una cantidad de gurises peleadores y nadie se pone a separarlos. Y no es por miedo… es que o les conviene”.


domingo, 5 de noviembre de 2023

¿Ante sala del juicio político al Presidente de la República? COLUMNA DE MILTON ROMANI

 

 
¨Todo funcionario público tiene obligación de denunciar aquellos ilícitos que descubre o se hacen bajo su conocimiento¨.
Ley Cristal 17.060. Articulo 175 del Coódigo Penal

¨Un narco a la fuga, un pasaporte y la renuncia del canciller: así Sebastián Marset acorrala al Gobierno de Uruguay
El ministro de Exteriores dimite tras la difusión de audios en los que pedía a su mano derecha que “perdiese” su teléfono móvil para ocultar un chat en el que se advertía sobre la peligrosidad de Marset¨  Titular de El Pais de España


Las cuatro renuncias inevitablemente aceptadas y la no investigación de los hechos por parte del Dr. Luis Lacalle Pou constituyen pruebas de ilícitos que se cometieron y de los cuales estuvo en conocimiento pleno. No es admisible en este caso, que fue engañado en su buena, y en este caso, cansada  fe.

La destrucción de pruebas que formaban parte de una investigación (la coartada de que no era un expediente parece una broma de mal gusto), las reuniones previas donde se armó la mentira para dar al parlamento también son conductas no solo poco éticas, sino que constituyen una irregularidad que todo funcionario público debería denunciar.

En suma: todos los que han presentado renuncia, y el presidente mismo como funcionarios públicos no denunciaron ilícitos graves que se cometieron contra la administración publica.

El recurso de decir ¨la justicia fallarᨠelude el nucleo político del problema.
En reiteración real hay núcleos de corrupción que actúan o en el piso 4 o el piso 11 de la propia Torre Ejecutiva. No hay sinceramiento, ni investigación, y nuevamente el presidente delega responsabilidades y costos a otros. Ocurre que en este caso, él como funcionario público está involucrado en ilegalidades manifiestas. Dice: la justicia laudará.


Paradojas tiene la vida. La ex fiscal Gabriela Fosatti, posteó una crítica al Dr. Jorge Díaz, abogado de Carolina Ache. En su fundamentación sienta las bases del camino hacia un posible juicio político al Presidente.

Dice la Dra. Fossati: ¨Ache ejercía función pública, no comparto la estrategia de Díaz querer excluirla de su obligación de denunciar los hechos. Todos deben hacerse cargo de su cuota de responsabilidad. Todos la vimos callada en el Parlamento. Las malas prácitcas deben ser combatidas¨

Nos recuerda el Artículo 2 de la Ley 17.060 y el Artículo 175 del Código Penal.

La Ley 17.060 denominada Ley Cristal. Funcionarios Públicos
afirma

CAPITULO I - AMBITO DE APLICACION Y DEFINICIONES
Artículo 1 La presente ley será aplicable a los funcionarios públicos de:

A) Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial. B) Tribunal de Cuentas.
C) Corte Electoral. D) Tribunal de lo Contencioso Administrativo.E) Gobiernos Departamentales.F) Entes Autónomos y Servicios Descentralizados.
G) En general, todos los organismos, servicios o entidades estatales, así como las personas públicas no estatales.

En el artículo 2 hace referencia al articulo 175 del Codigo Penal:

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACION PUBLICA
CAPITULO VI -  Artículo 175
(Concepto de funcionario público)

¨A los efectos de este Código, se reputan funcionarios a todos los que ejercen un cargo o desempeñan una función retribuida o gratuita, permanente o temporaria, de carácter legislativo, administrativo o judicial, en el Estado, en el Municipio o en cualquier ente público o persona pública no estatal¨

La supuesta legalidad en el otorgamiento del pasaporte al narcotraficante más buscado no parece coherente luego de saber los intercambios sobre el tema y la reunión en el Comando Unificado de la Policía (Casona del Prado)

Tampoco es coherente con la iniciativa de reformar la constitución para avasallar el sagrado inviolable del hogar.

Es obvio que no se trata de defender derechos y garantías. La urgencia en entregarlo sin investigar o postegar para averiguar mas, todas las presiones y conexiones demuestran que hay una penetración alarmante del crimen organizado en estamentos que dependen del Poder Ejecutivo

Reiterando palabras de la ex fiscal, hoy militante herrerista de primera línea Dra. Fossati:

Todos deben hacerse cargo de su cuota de responsabilidad. Las malas prácticas deben ser combatidas. Todo funcionario público tiene la obligación de denunciar hechos ilícitos

Mas allá de si hay votos o no, se trata de la democracia. Es verdad que hay una necesaria sensatez para ser responsables del equilibro de la institucionalidad.
Los hechos son crudos, y la crisis que vivimos tiene un responsable que es el Presidente de la República. También es de sensatez y apego a la democracia ejercer el juicio que se merece el primer funcionario público. Enjuiciar a las máximas autoridades como se proclama es afirmar el principio que nadie es más que nadie.







lunes, 30 de octubre de 2023

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS POR ANTONIO PIPPO

 

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS es no sólo el título de un libro sino del probablemente más famoso poema de Cesare Pavese, poeta, narrador, traductor y uno de los fundadores de la editorial Einaudi, nacido en San Stefano Belbo, Italia, en 1908 y muerto en un hotel de Turín en 1950, adonde se suicidó con altas dosis de psicofármacos. Se inició con versos reunidos en Lavorare stanca, en 1936, y siguió en la narrativa con El oficio de vivir, El camarada y Paese tuoi, hasta sumergirse, luego de un traumático apoyo a la resistencia contra el fascismo, otra vez en una poesía existencialista vibrante –La tierra y la muerte, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-, por momentos conmovedora pero abrumada, como él mismo, por la soledad y la desesperanza acerca del amor no consumado de su vida: una norteamericana a la que llamó “la donna della voce rauca”.



Mal de amores, sí. Pero también un desasosiego agotador, la exigencia que te llevó –colmo del absurdo- a llamarte cobarde pese a cómo resististe el fascismo y la cárcel, a castigarte por no haber hecho más, y sufrir por la falta de compasión, por la ausencia de piedad a tu alrededor.

Pero, claro, Cesare, si un único gran amor, la donna della voce rauca, naufraga, la esperanza trastabilla, las sombras acechan, y es entonces que escribes, quizás ya vencido: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-, esta muerte que nos acompaña desde el alba a la noche, insomne, como un viejo remordimiento o un absurdo defecto.

Partiste hace mucho tiempo, pero entraste en mí, como en tantos, aun envuelto en esa dolorosa soledad que construiste mientras, vaya paradoja del destino, hacías mejor al mundo con el vuelo, ya sombrío, ya luminoso, de tus novelas y tu poesía.

¿Dolor, sólo dolor, Cesare? ¿Así lo sentiste? Padre y madre muertos demasiado pronto, el asma que te persiguió desde niño, la crueldad con que te empujó la vida, las injusticias, ah, sí… Sin embargo, fue en aquel amor de la extranjera, tu única y desesperada y al fin egoísta mujer a la que amaste cual un exasperado silencioso, y a quien hallaste casada con otro al regreso de prisión, donde se alimentó la tristeza definitiva que bañó tus libros, los que siguieron: -Tus ojos serán una palabra inútil, un grito callado, un silencio. Así los ves cada mañana cuando sola te inclinas hasta el espejo.

Qué pena. Una golondrina que revoloteó alrededor de jazmines, alentada por la piamontesa brisa fresca de tu juventud. Pudo ser, porque, Cesare, cuenta la sinceridad: ya Einaudi, tu entrañable editor, había lanzado a las gentes Lavorare stanca, La spiaggia, Il compagno, Dialoghi con Leucó, abriendo el portón enmohecido de tus silencios al cariño de los otros. No alcanzó; buscabas, querido y sufriente Cesare, que te quitaran el peso de la introversión con la que no podías, la desesperación de las noches solitarias y en vigilia. Y creíste –con todo tu corazón, con toda tu alma, con las hilachas de ansiedad que te quedaban- que sólo podía salvarte ella, la donna della voce rauca: -Oh, cara esperanza, aquel día sabremos, también, que eres la vida y eres la nada; para todos tiene la muerte una mirada.

¡Tanto pienso en ti! Cuesta no llorarte aunque pasen los años. Ya habías escrito Il mestieri de vivere, La terra e la morte y tu famoso Diario, el diario del desánimo, del punto final. Cómo no elevarías, en el cansancio esencial, este verso del dolor inmenso: -Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Será como dejar un vicio, como ver en el espejo asomar un rostro muerto, como escuchar un labio ya cerrado.

Te veo, tal vez te imagino, echado a la cama de aquel húmedo hotel de Turín, el “Albergo Roma”. Camisa abierta, pantalones y descalzo. Los lentes, que algunos pensaron eternos en ti, sobre la mesa de luz. Casi, casi, los brazos en cruz como Cristo y rozándote la mano el frasco de pastillas que te sirvieron para apagar todos los fuegos, los buenos y los malos, para desprenderte de la angustia, para un adiós tristísimo que ni siquiera tuvo respuesta al último llamado que intentaste. Y una carta: “Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿Está bien? No hagáis demasiados comentarios”. Antes, habías confesado en Il mestiere de vivere: “La vida se venga y está bien, si uno le roba el oficio. No es nada la preocupación de componer, el famoso tormento, frente a la de haber creado algo, y no saber luego qué hacer”.

Recuerdo ahora aquella frase de José Agustín Goytisolo: -No era capaz de matar a nadie, sí de matarse.

-Mudos, descenderemos al abismo.

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lunes, 23 de octubre de 2023

AMANECER /Por Antonio Pippo



EL POETA MURIÓ AL AMANECER es, quizás, el poema más conocido y apreciado de Raúl González Tuñón, poeta y periodista argentino considerado uno de los fundadores de la corriente de poesía urbana. Nació en Buenos Aires en 1905 y murió en la misma ciudad en 1974. Escribió en el diario Crítica, perteneció al grupo literario de Boedo pero tuvo amigos entre los escritores del opuesto grupo de Florida. Sus poesías, que reflejan su espíritu de amigo de las gentes, de las mujeres y del vino, además de defensor de los llamados “perdedores sociales”, están principales en libros como Miércoles de ceniza, La calle del agujero en la media, El violín del diablo y la serie Poemas de Juancito el caminador.



¿Por qué, Raúl, tu poeta debió morir al amanecer?

Sé que no responderás la pregunta porque no estás aquí; ya acabó el tiempo de las conversaciones. Además, aunque quisiera saberlo, es también verdad que debería entrar en tu mismidad, en tus emociones, en tu imaginación. Y eso es imposible.

Así que, Raúl, no queda sino interpretarte, lo que, de algún modo, es inventar tus pensamientos nacidos de quién sabe cuántos maravillosos instantes. Es decir –porque ¿de qué valdría la pretensión de realmente saber?- armarme de unas ideas que, aunque mías, jamás serán las que condujeron tu sabia mano a escribir que el poeta, tu poeta, sólo, sin un céntimo, tal como vino al mundo, murió al fin en la plaza de la inquieta feria.

Pero, Raúl, se me ha ocurrido que, estés donde estés, celebrarás este esfuerzo derrotado de antemano. Es que tú supiste como pocos, en tantas madrugadas insomnes y alcohólicas, no sólo de derrotas sino de cuánto cuesta vestir la piel de otro con la conmovedora intensidad que tú lo hiciste.

¿Por qué en un amanecer?

Tal vez sean las pocas horas en que deba ocurrir toda muerte de un ser intenso, sensible; la noche ha dejado de ser noche, las primeras, difusas luces buscan abrirse paso y se expone ante uno la gran paradoja: un día más, la necesidad de seguir pensando mundos que no serán, o que fueron y nos hirieron de un modo cruel, la latencia del sufrimiento, la esperanza improbable de un destino que se modifica, la comprensión de los otros.

O el cansancio, definitivo, final, porque fue un hombre cabal de su vida y de su obra, un poeta que escribió versos casi celestes, versos mágicos de invención verdadera y terminó ignorando por todos, los viejos primero y los jóvenes después, por el pecado de haber sido un hombre de su tiempo que escribió también poemas civiles y cantos de esquinas y banderas.
Un amanecer puede ser triste, muy triste.

Algo así como el despertador final para quien ya no resiste vestir andrajos, andar con el calzado roto y los cordones desatados, desaliñado, sin afeitar, mal mirado al pasaje del carnaval ciudadano, apenas hallando cobijo en el banco de esa plaza donde lo sacude la inquieta feria de la mañana. Morir al amanecer por eso. Dejarse morir al amanecer, porque ya no puede escribir más, porque ya lo dio todo –solo falta su esqueleto- y sabiendo que sólo lo recordará aquel que lo inventó en su alma y lo expuso para que lo quisieran aunque sólo logró
soltar lágrimas ajenas de la gran culpa ajena: la indiferencia.

Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos, los parroquianos del boliche, unos cuantos obreros, los trabajadores del circo ambulante…, un antiguo editor…, una hermosa mujer... Los de siempre, los únicos, incluso los que estuvieron y se fueron y ahora vuelven, flagelándose por no haber hecho todo lo que pudieron; incluso los que se aprovecharon de su locura poética, los que se emocionaron y los que se divirtieron; incluso aquella que él soñó, o creyó que soñó que podría quererlo.

Es verdad, Raúl. Estos poetas deben morir al amanecer, como gorriones que el tiempo va congelando sobre las balaustradas y sobre las ramas de los árboles que rodean la plaza. Tu poeta murió como debía. Aquí ya no le aguardaba sino la desesperación y el cansancio final. Tu poeta hizo lo que debía hacer. Y se dejó ir.

Pero mañana –porque siempre hay un mañana, Raúl- ¡florecerá la tierra que caiga sobre él!