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lunes, 7 de agosto de 2023

LA MEJOR OBSESION / COLUMNA DE GONZALO PERERA

 

Cualquier aficionado al fútbol sabe muy bien que hay dos maneras casi infalibles de perder un partido: una es darlo por perdido de antemano y la otra, darlo por ganado anticipadamente. Es muy lógico: el que entra a la cancha convencido que va a perder, no confía en sí mismo ni en su equipo y seguramente “no le saldrá una” y perderá. Y el que se siente ganador antes de jugar, entra desconcentrado, displicente y cuando el rival se ponga en ventaja , entrará a desesperar, sintiéndose en una pesadilla, que seguramente culminará en derrota. Por lo tanto, la única manera de ganar un partido es jugando confiando en las propias fuerzas pero no subestimando las del rival, creyendo firmemente “que se puede”, pero sabiendo que, a priori, hay otros resultados posibles y que sólo un par de horas después se sabrá cuál tocó en suerte.


Esta alegoría futbolera viene bien para ubicarse en el plano de la política. Cuando un militante del Frente Amplio (FA) comienza una frase diciendo “Cuando ganemos el próximo gobierno…..”, me parece que se dá por ganado un partido aún no jugado. Una de las razones evidentes de la derrota electoral del FA en 2019 fue que buena parte de nosotros no creía en la derrota, y aunque muchos indicios mostraban que el triunfo estaba en franco riesgo, hasta poco antes de la primera vuelta se tenía como objetivo “triunfar en primera vuelta y con mayorías parlamentarios”. El golpazo con la realidad de octubre de 2019, llevó a despertar a la realidad y la capacidad militante de las bases del FA estuvo a un pelo de cambiar la historia. Pero que el injustificado triunfalismo previo a la primera vuelta, con su consecuente relajamiento y desfocalización, fue una de las causas de la derrota electoral, me parece evidente. Eso, traducido en aprendizaje, debería llevar siempre a decir “SI ganamos el próximo gobierno….” Usar el viejo y querido condicional, que no da por descontado lo que habrá de pasar.


El desgaste del gobierno, su increíble velocidad para abrir frentes de desgaste (Marset, Astesiano, el puerto a Katoen Natie, Proyecto Arazatí, pérdida de salario real y de poder adquisitivo de jubilaciones y pensiones, inseguridad y constantes relevos en jerarquias policiales pero con ministro pegado al sillón negando lo evidente, etc.), sumado a un gradual pero constante crecimiento de adhesión y actividad en el FA, hacen probable que en 2024 sea el FA el que triunfe en las urnas. Probable, pero no seguro, y nada estará seguro hasta que la Corte Electoral proclame los resultados, ni un minuto antes.


Esta aclaración puede parecer de Perogrullo, pero no lo es. Cuando se plantean iniciativas populares, desde las organizaciones sociales, para atenuar el proceso en curso de deterioro muy importante de derechos, hay muy respetables voces dentro del FA que no las apoyan con el argumento de que “esto lo debe arreglar nuestro gobierno”. Ha pasado en más de una ocasión y en algún caso estas posturas luego cambiaron, por lo cual además de respetables no son inmutables, pero llaman la atención. Porque lo que se hace ya, desde la combinación de la militacia política con la militancia social (que en muchos casos no es protagonizada por adherentes al FA), nadie dice que sea fácil, pero es una acumulación que si se tiene la voluntad de hacerla, se hace, no está condicionada a nada. Ahora bien, lo que se posterga para “corregirlo en nuestro gobierno”…..acaso supone que la elección ya se ganó? Porque si el FA no gana las elecciones (e insistimos que la adhesión al FA puede ser menor a la adhesión a una reivindicación social concreta), dónde queda esta promesa?


Pero además, la izquierda, aunque sea amplia y abarque hasta los sectores más al centro de la opinión política, tiene sellos de identidad. Como también los tiene la derecha , que cuenta con el respaldo el poder económico, de los medios hegemónicos de comunicaciones, etc. La identidad de la izquierda es su fuerte vínculo con las organizaciones sociales como la central sindical, el movimiento estudiantil, el cooperativismo, los movimientos feministas y de disidencias de género, las organizaciones ambientalistas, barriales, de productores familiares, etc. La izquierda no puede ni debe temer que las iniciativas concretas de todo ese amplio abanico social le hagan perder elecciones, debe temer que la obsesión por ganar las elecciones ( objetivo obviamente necesario) le haga perder sus lazos con todo esa base social. Y que al llegar al gobierno no cuente con buena conexión con dicha base y no logre marcar su identidad, con todos los medios hegemónicos trabajando “a full” para instalar que “son todos lo mismo”, lo cual puede ser un golpe muy difícil de superar.


No se puede prometer lo que no se sabe si se puede cumplir. No se puede descuidar las bases históricas de alianza o apoyo de la izquierda, por el contrario, el FA debe fomentar y estimular esta vinculación, como lo ha hecho recientemente con el encuentro de feminismos de izquierda, o como lo ha hecho en el ciclo “el Frente te escucha”. Hay que insistir en esa dirección, de manera sostenida.


La izquierda tiene bastante más de un siglo en el Uruguay. No hace aún dos décadas que el FA llegó al gobierno nacional. Ganar elecciones pero sin perder la identidad histórica, debería ser “la mejor obsesión ”. Con todo respeto a otras visiones, como siempre, pero diciendo con claridad lo que se piensa. Sobre todo, porque la identidad histórica se renueva o no todos los días, no en los actos electorales. Y cuando desde las organizaciones sociales surgen iniciativas, estar atentos a ellas para potenciarlas y apoyarlas en el mayor grado posible, es parte de esa renovación cotidiana de la identidad.


Ganar elecciones pero sin perder la identidad histórica es la mejor obsesión, que nos desafía día a día y a cada paso.



Dr. Gonzalo Perera- Prof. Gr. 5


DIRIGENTE POLÍTICO

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