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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Por primera vez en 60 años Italia afuera de un Mundial. Por Rodrigo Tisnés



Que Chile, vigente campeón de América, y de muy buenas actuaciones en los últimos torneos internacionales, no haya clasificado al Mundial, es sorpresivo, pero en el contexto de una eliminatoria como la sudamericana –tal vez la más pareja y competitiva de todas-, no resulta inaudita su eliminación.
Que Estados Unidos tampoco haya clasificado resulta igualmente sorpresivo. Especialmente porque en los últimos 20 años se ha transformado, junto a México, en una de las potencias futbolísticas de la zona geográfica en la que le toca jugar. Pero en el contexto mundial es una selección de mediano calibre, y se sabe que el fútbol es un deporte de segundo orden en ese país. Por ello tampoco resulta inaudita su eliminación.
Exactamente lo mismo puede decirse respecto de las eliminaciones de Camerún, otro campeón continental que faltará a Rusia 2018, y de Holanda, que contaba con el reciente antecedente de su no clasificación a la Eurocopa de 2016.
Lo inaudito. Futbolísticamente inaudito. Es la eliminación sufrida por la selección italiana. Jugando de local en Milán, no pasó del empate a 0 con Suecia, y de esta forma, por primera vez desde 1958 (curiosamente, el mundial jugado en Suecia) faltará a una cita mundialista. Para bien y para mal, los amantes y seguidores del fútbol seremos testigos de hechos históricos: mientras selecciones como Panamá e Islandia juegan su primer Mundial; Italia, cuatro veces ganadora del máximo torneo de selecciones, por primera vez en casi tres generaciones no lo hará.
Pocas cosas hay más seguras en el mundo fútbol que Italia jugando un Mundial. Solo el infaltable Brasil, y Alemania, autoexcluida en el 30’ y excluida por razones políticas en el 50’, han tenido una presencia más constante.
Por eso, que falte Italia, resultaba un escenario tan inimaginable como una Fórmula 1 sin Ferrari, a Roma sin el Coliseo, o a Miguel Ángel negándose a pintar la cúpula de la Capilla Sixtina.
Tal vez resulte injusto con el valor deportivo de Suecia. Una selección que no es ninguna recién llegada en el plano futbolístico. Por el contrario: entre las selecciones que nunca han ganado un Mundial, probablemente forme parte de las que cuentan con más y mejor historia, junto a Holanda, Hungría, Portugal, República Checa (heredera de la vieja Checoslovaquia) y Perú.
Pero es que a ese nivel llega el estupor global generado por la eliminación tana. Y de paso, como masaje al frío ego sueco, realza la imagen de hazaña que tuvo su empate de visitantes.
Puede decirse, o más bien debe decirse, que hace varios años la Azzurra no pasa su mejor momento deportivo. Al Campeonato Mundial ganado en el 2006, siguieron dos rápidas eliminaciones en primera ronda en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 (con mordida de Suárez a Chiellini y cocazo providencial de Godín incluidos), con la final de la Eurocopa de 2012, perdida en forma contundente contra España, como estrella fugaz de gloria.
Que Buffon, con sus 40 años a cuestas, más allá de su innegable talento y profesionalismo, siguiera siendo el dueño del arco del seleccionado, tal vez sea el mejor resumen de una selección talentosa, sí, pero envejecida, de juego timorato, y en la que los jóvenes que se han ido sumando nunca llegaron a dar la talla ni a suplantar a las viejas glorias que se fueron retirando.
Como uruguayo, siempre he sentido que por estilo y carácter el fútbol italiano es el más parecido al nuestro: defensivo, épicamente tenaz, táctico hasta el aburrimiento, enjundioso y corajudo hasta la emoción. Más cómodo jugando al contragolpe que practicando un fútbol atildado.
Con lo que pasó siento que somos un poco más parecidos, los siento un poco más cercanos a los 60 millones de sufridos italianos, que alternan entre la furia, la decepción, la resignación y la tristeza por esta eliminación.
Desde la experiencia de haber visto varios mundiales teniendo que alentar a otras selecciones (USA 94’, Francia 98’ y Alemania 2006’) también puedo decir que, tal vez, un golpe como este era lo que el fútbol italiano precisaba para recomenzar de nuevo. Para dar paso a un nuevo proceso deportivo e institucional, más sólido, más planificado, volviendo a las raíces, pero incorporando nuevas metodologías.
Hace muchos años que el otrora fútbol más rico del mundo, ha perdido terreno frente a ligas como la española, la inglesa y la alemana. ¿Hace cuantos años que no sale un jugador italiano que la descosa?, ¿que sea un Clase A?, en el puesto que sea. Me remito al ejemplo mencionado de Buffon, pero podría mencionar a Chiellini, Barzagli, y De Rossi, todos ellos mayores de 30 e inamovibles de la selección hace varios años.
Está en ellos hacerlo o seguir por el mismo derrotero. Materia prima para recuperarse tienen. También amor propio y vergüenza. Y de sobra.


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