Vaya uno saber qué
clase de ínfulas crecieron en la cabeza de Raúl Sendic (h) cuando a
los 46 años y sin ninguna experiencia anterior, fue nombrado para
presidir ANCAP.
Y de pronto tuvo en
sus manos miles de millones de dólares para administrar.
Y sostengo lo de
ínfulas, porque todos los que lo conocieron antes lo recuerdan como
un muchacho tímido, al que le costaba expresarse en público y
cargaba con el peso de un apellido histórico.
Nada que ver con el
hombre soberbio en el que se convirtió luego ya como Presidente de
un ente y de lo que hay sobrados testimonios.
Nadie puede decir
con exactitud qué piensa Sendic.
Sólo sabemos que
por imperio de alguna lógica política quedó inscripto en lo que se
denomina corriente “más a la izquierda” dentro del Frente Amplio
junto con el MPP y el PCU.
“El equilibrio”
de fuerzas puede ser una de las razones que lo catapultaron a la
Vicepresidencia acompañando a Tabaré Vázquez.
Pero la más
poderosa razón, fue su excelente campaña electoral hacia las
internas frentistas del 2014 donde, con un gasto dispendioso, logró
que su lista la 711, fuera la más votada.
En tanto para las
nacionales de octubre se posicionó en tercer lugar, por debajo del
MPP y el FLS y apenas arriba del PS.
Siete años han
pasado desde que comenzó su carrera de gobierno. Hoy Raúl Sendic
(h) está en la cuerda floja y no ya por sus dotes de equilibrista
entre Mujica y Vázquez, sino porque toda la información pública
disponible lo señala como uno de los mayores responsables de la
catástrofe de ANCAP.
Claro que no es el
único.
Los hay para arriba
y para abajo. Pero él tenía la potestad de decir no arriba y parar
la mano abajo.
¿Por qué no lo
hizo? Imposible saberlo hoy. Sólo podemos suponerlo.
Como todo tiene una
explicación, se mencionan las necesidades de inversión del ente
acompañando una política de crecimiento y desarrollo. También
razones de interés social a las que las empresas públicas están
obligadas. Y por supuesto, sin olvidar que el ente venía de un
período nefasto.
Pero a esas razones
se contraponen inversiones multimillonarias en dólares, cuyos costos
presupuestados inicialmente se dispararon a límites difíciles de
explicar con la paramétrica, una deuda de dos mil millones de
dólares tomada a corto plazo, las pérdidas sostenidas en todas las
Divisiones de ANCAP y un dato en el que nadie parece hacer hincapié:
ninguna de esas millonarias inversiones funciona bien.
• La
Desulfurizadora de La Teja funciona mal, no puede procesar el
petróleo venezolano y debe comprar petróleo más caro para lograr
quitar el azufre (desulforizar) a los límites comprometidos. Además,
descontamina el aire montevideano, pero contamina la Bahía. Y para
peor tiene problemas de seguridad.
• La División
Portland perdió 100 millones de dólares en 5 años. Peor aún, en
los cinco años de mayor crecimiento de la construcción Cementos del
Plata perdió la mitad del mercado a manos de una competidora privada
(Cemento Artigas) que en 4 años ganó 110 millones de dólares. Y si
esto fuera poco hace 15 días el Gerente de Ancap, Héctor De Santa
Ana, dijo en la Comisión Investigadora que la planta de Portland de
Minas “no tiene razón de existir”. A pesar que se invirtieron
allí 180 millones de dólares y todavía faltarían otros 100
millones.
• ALUR fue una
apuesta fuerte. Sin embargo produce el bioetanol más caro del mundo.
ANCAP debe sostenerla y perder decenas de millones de dólares y al
ritmo que va la caída del precio de petróleo, pronto el ente deberá
adoptar una decisión crucial entre pararla o seguir perdiendo.
• A esta altura si
las Plantas de Cal de Treinta y Tres funcionan bien o mal; si el
empujador Ky Chororo fue bien o mal construido (aunque es raro que
gente de mar haya olvidado el principio de Arquímides); si los
camiones brasileños contratados sin licitación por ocho millones de
dólares anuales para transportar cal pertenecen o no a alguien
vinculado al ente; si la empresa publicitaria La Diez hizo bien o mal
su trabajo, pasarían todos a ser datos anecdóticos en la maraña de
números.
El descontrol es el
tema. La creciente sospecha de ilicitudes. El papel no menor de
algunos gerentes con estilos de vida no acorde a sus remuneraciones.
Pero lo peor es el
desconcierto político provocado en la ciudadanía. Esto de ver y oír
a diferentes actores con altísima responsabilidad institucional
tratando de salvarse del incendio.
Tengo por demás
claro que no todos son iguales. Pero hoy también es responsabilidad
de Sendic el que cada vez más gente piense que “son todos
iguales”.
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