Fue
otro de los populares personajes de nuestra ciudad y del deporte, en
su caso del ciclismo.
Arquímides
Seijas, más conocido por su sobrenombre: “El Tortuga” de familia
también muy vinculada a nuestra sociedad y al deporte en general,
vivió en los últimos cincuenta años entre el Barrio Viera y el
Puerto de los Botes.
Para
conocer más detalles de su vida fuimos hasta donde fue su último
hogar, el de la esquina de Julio J. Martínez y Oribe, en el Barrio
Viera, y allí nos recibieron su esposa “Doña Chicha” y su hijo
Freddy, con quienes, entre recuerdo y recuerdo, entre foto y foto,
repasamos los principales acontecimientos de la vida del “Tortuga”.
También
estuvimos con su hija Martha, que vive allí cerquita casi pegado a
la casa de sus viejos, y quien también recordó a su padre, con
cariño, afecto y emoción.
Trabajó
con la Empresa Tomás Guarino en la construcción de la ruta nacional
No. 10, la interbalnearia , entre las lagunas de Garzón y Rocha, fue
pescador primero en la zona de la Laguna y luego en el Puerto de los
Botes, carnicero, vendedor de verduras y finalmente bolichero.
Nació
el 23 de marzo del año 1931, casado con Olga Núñez, “La Chicha”,
tuvieron dos hijos, Martha y Freddy y un nieto Mario Lazo, este
jugador del Irineo de Espada, Lavalleja y selecciones rochenses.
Hincha
de Peñarol, “blanco” como hueso de bagual.
Falleció
en nuestra ciudad el pasado 27 de mayo.
Laburador,
solidario con sus semejantes, reconocido vecino, hombre de familia,
Seijas luego de su actividad de pescador recaló en la esquina de
Julio J. Martínez y Manuel Oribe, allí primero tuvo un puesto
municipal, el No. 10, luego su carnicería propia, “La Favorita”,
hasta que en el gobierno de facto le cambiaron las reglas y tuvo que
cerrar y se trasladó para el Puerto de los Botes, y enfrente a la
garita puso su “Almacén”, el que en cada creciente del Arroyo de
Rocha lo hacía levantar todo.
En
el Puerto fue donde surgió su sobre nombre: “El Tortuga”, en
conversación con el pescador “Pirinchuelo” Huelmo , éste le
dice “siempre estas aquí, en la garita, con la caña esperando
pescar” , contestándole Seijas: “Si, soy como la tortuga,
siempre estoy al golpe del balde”.
La
pesca, la recorrida del arroyo hasta la Laguna, en bote, chalana o
lancha, el estar rodeado de aquella paz que brinda el Puerto, de sus
amigos, de los perros, los pájaros, como se ve en una de las tantas
fotos recuerdos en su chalana “La Bichita” con tres o cuatro
perros y un caracolero, ave común en la zona, hicieron su vida casi
hasta el final.
Se
entreveraba en las carreras de veteranos, en las famosas carreras de
socios de Peñarol, fue un enamorado del deporte del pedal. Su casa
fue sede, hogar, remanso, de muchos de los pedalistas que no solo
vestían la oro y negra del Peñarol, sino de todo ciclista que
anduviera por la zona.
Fue
“refundador” del equipo de fútbol del Barrio Viera, el que
competía en los campeonatos barriales, por entonces muy comunes en
nuestra ciudad. En las viejas fotos de equipos de distintos años
aparecen Wiston Lanusse, Ramón Sosa, Luis Balduvino, el maestro
Terra, Fazzio, el “Macholo” Presa entre muchos otros, quienes
supieron defender la casa del Viera.
También
Seijas fue refundador del Peñarol de Ciclismo, el de la sede en la
avenida Julio J. Martínez entre Manuel Oribe y Zufriateguy, la que
hoy tiene a Romeo Seijas como su cantinero.
Tiempos
del “Pocho” Alfredo Lujambio como Presidente, sucedido luego por
el “Coco” Roberto Amorín, de Roberto Seijas, de Rosalío
Martínez, “Pichulín”, del gran delegado del pedal rochense:
Ernesto Corazza, del viejo Mincho de la Puente; del “Bebe” Díaz,
del “Baby” Gallo, de Eduardo Pioli, de Jorge Zalayeta, tiempos
que también supimos estar integrando la hermosa directiva ocupando
varios cargos, y que aun hoy nos trae muy gratos recuerdos.
Era
frecuente ver al “Tortuga” los domingos de mañana partir en su
recordada camioneta Fordson acompañando a los muchachos de su club,
ya fuera en carreras de ruta o en competencias de pista, la del
Bulevar Ituzaingó, o la de la Avenida Agraciada, o la Pista
Barrios-Silva.
También
estar junto a “Chicha”, su esposa, otra alma mater del ciclismo,
en el recordado puesto de venta de chorizos pegado a la sede, los
domingos, cuando había competencias en la Pista Mozar Cola, o era
punto de largada y llegada.
Qué
lindos domingos mañaneros, de ciclismo a gran nivel, de pistas y
llegadas pobladas de gente, con Atasilio de los Santos y su camioneta
de publicidad Montecarlo, de los emocionantes relatos y comentarios
de Ángel Presa Corrales, de Hugo Schiavo, de Néstor Moreno, de
Silvio Cardoso, de la voz inconfundible del Tito Russi en los avisos
comerciales, qué tiempos!!
Cómo
no recordar los tremendos planteles que formaba el Peñarol , como
sucediera una mañana, donde el bulevar Ituzaingó se llenó primero
de casacas albiverdes del Lavalleja de Ciclismo que largó once
competidores y atrás las mallas amarillas y negras también
defendidas por once corredores.
De
esos tiempos, de esos planteles, que el “Tortuga” era referente,
surgen los nombres de Gerardo Calymaris, del “Tigre” Álvarez, de
José Delfín González el popular “Gambeta”, de Hectitor Brañas,
del flaco Iroldi, de “Mafalda” Artigas Pereyra, del hombre del
Chuy Humberto Carvallo, de el fernandino De León, del flaco Larrosa,
de Marito Díaz, de De los Santos, del siempre recordado y querido
Alfredito Lujambio, de Leonel de la Puente.
De
la cuarteta integrada por el gran “Pancho” Mario Pereyra,
Benjamín Peña, Carlitos Puñalez y Romeo Seijas, en primera, o los
de tercera Jorge Amorín, Jorge Altieri y el Flaco Romero.
Época
que Peñarol trajo al campeonísimo Walter Plaza, aquel gran
velocista vice campeón sudamericano, que recientemente falleciera, y
que también supo de los “cuidados” de Arquímedes Seijas.
Así,
entre foto y foto, recuerdos y evocaciones, anécdotas y cuentos, con
“Chicha” y Freddy, y con Martha, hicimos un reconocimiento a la
fructífera vida de “El Tortuga” Seijas, un hombre de barrio, de
pueblo, del deporte, de un Rocha que fue y que no volverá.
Agosto/14
Oscar
Bruno Cedrés