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viernes, 27 de abril de 2018

La aventura del tango / Semanario Búsqueda DEUDA DEL RECUERDO Por Antonio Pippo Pedragosa







-Fue uno de los mejores músicos del tango.
Admirado por Héctor María Artola y Francisco Canaro –con quien, pese a su agitada y larga vida artística, siempre volvió- tuvo en filas de su propia orquesta a Julio De Caro, el histórico renovador que, avanzada la década de 1960, le propondría formar una gran agrupación para tocar en giras por el exterior.
Sin embargo, el recuerdo de Minotto Di Cicco, nacido en Montevideo en 1898, tanto aquí, su tierra natal, como en Buenos Aires, donde triunfó, ha sido difumado por el olvido.
Todo alrededor de Minotto fue música, desde la niñez: sus hermanos mayores Ernesto y Fioravanti eran, respectivamente, bandoneonista y pianista. A los doce años estudió solfeo y piano, pasó al acordeón y, finalmente, su compatriota Alberto Rodríguez, integrante de la orquesta de Osvaldo Fresedo, le enseñó los secretos del instrumento que
lo sedujo sin retorno: el bandoneón.
Debutó a los diecisiete años en el Petit Salón –en los bajos del mítico Moulin Rouge-, junto al pianista Carlos Warren y al violinista Ataliva Galup, pero muy pronto cambió y el trío quedó formado con Alberto Alonso y Luciano Arturaola para actuar en el bar Trianón, ubicado en Andes entre San José y Soriano. Meses después, contratados por el
Café Nuevo, de 18 de Julio y Ejido, agregó otro violinista, Federico Lafémina. El éxito les permitió grabar en Buenos Aires para el sello Víctor dieciocho temas, entre ellos La cumparsita, de Mattos Rodríguez, y Marquezito, el único tango compuesto por Minotto, quien aprovechó esta estadía en Argentina para comprar su primer bandoneón, ya que
hasta ese año tocó con uno que le había prestado su maestro Alberto Rodríguez.
En 1917, Minotto se arriesgó a crear una orquesta, añadiendo otros músicos amigos, que llevó el nombre de “Alonso-Minotto” y con la que viajó otra vez a la capital argentina, donde alcanzó gran repercusión.
Luego hubo un breve regreso a Montevideo por razones familiares, y enseguida la promesa de un contrato en el Moulin Rouge; pero en medio de tales sacudones, lo acarició la varita mágica de la vida artística: Francisco Canaro, ya una suerte de prócer del tango, lo convocó para sustituir a Osvaldo Fresedo, y así fue que el joven bandoneonista uruguayo integró la orquesta gigante que el maragato había formado con
Roberto Firpo para animar los carnavales de Rosario, en 1918. Fue el encuentro inicial, que se repetiría al paso de los años.
Pero había en Minotto cierta nostalgia por su país y su gente.
En 1922 abandonó a Canaro y reincidió aquí con su orquesta renovada. Con la simpleza que ocurren grandes cosas, propició un doble acontecimiento que no tantos recuerdan: Fioravanti, su hermano, se retiró para viajar a Europa y el piano fue ocupado por el casi
inigualable Francisco De Caro; pocas semanas más tarde, el violín solista quedó en manos de Julio De Caro, que tuvo así, y entre uruguayos, su primera gran exposición pública. De esa época quedó un disco legendario que incluye maxixas, paso dobles y los tangos Fruta prohibida, de Delfino, Picaflor, de Mazzeo y Pura espuma, de Emilio
Ferrer.
Pese a la repercusión lograda, Minotto –cuyas indecisiones eran moneda habitual- viajó otra vez a Buenos Aires al llamado de Canaro: en ese momento para sustituir a Anselmo Aieta. Allí se instaló, como primer bandoneón, hasta 1926.
Impulsado por amigos, abandonó a “Pirincho” por segunda vez, y –quedándose en la noche porteña prácticamente hasta su jubilación-, formó otro grupo, grabó para Odeón diez obras, entre las que destacan Milonga con variación, A media luz, Ave María, Camarada, Padre Nuestro y Buenos Aires y brilló en la calle Corrientes, en el teatro
Broadway, con el pianista José Tinelli, autor de Será una noche, el violinista Hugo Baralis y el bandoneonista Francisco Fiorentino –futura gran voz de Troilo-, quien cantaba los estribillos.
Alcanzó más resonancia: la dirección de la gran orquesta de la Columbia Viva Tonal para bailes de carnaval en el Broadway y el tercer y definitivo reencuentro con Canaro, a partir de 1932.
Ya no se movió de su lado. Participó de la obra La muchachada del centro y cerró su ciclo en el Quinteto Pirincho.
La deuda está viva. Olvidado, Minotto murió en Montevideo el 9 de setiembre de 1979.
Cual intento de homenaje quedó aquel esfuerzo de varios músicos argentinos, cuando Di Cicco aún tocaba, de crear “El trío de la M”: Minotto, Maffia y Marcucci.
Dijo Horacio Loriente: -No fue más que un sueño.

lunes, 23 de abril de 2018

QUÉ PASA EN NICARAGUA. EXPLICACIÓN DESDE UN ENFOQUE CRITICO DE IZQUIERDA. Por Tomás Andino Mencia.




El mundo ha sido sorprendido por una impresionante movilización popular en NIcaragua, principalmente juvenil, que comenzó rechazando reformas al sistema de seguridad social, pero que ha evolucionado a pedir la renuncia del mismo gobierno. Su costo es trágico: decenas de muertos, heridos y detenidos, centros de estudio y trabajo destruidos, la actividad económica semi paralizada.

Este acontecimiento requiere una explicación. Y al respecto, hay tres explicaciones colocadas en la mesa: la de derecha y el imperio gringo, la del gobierno nicaragüense, y la que viene de la izquierda critica.

La explicación de la derecha y del imperio, es que se trata de un gobierno “socialista” o de “izquierda” que por su propia naturaleza es dictatorial y enemigo de la democracia. Pero si así fuera, la propiedad seria colectiva, estatal o solidaria, y no es así; la propiedad privada capitalista es omnipresente y el país es tan neoliberal como muchos otros de América Latina, así que ese argumento no ayuda a entender nada.

La explicación del gobierno hace ver el movimiento de las y los jóvenes nicaragüenses como una conspiración de la CIA. En su discurso del 21 de abril, Daniel Ortega acusó a los y las jóvenes de ser “pequeños grupos de la ultraderecha” que quieren “destruir la paz de que goza Nicaragua”. Resultando así que su gobierno seria la “víctima” de una ofensiva bien orquestada, similar a la de las “guarimbas” de Venezuela.

Mi explicación no comparte nada con las anteriores.

En mi opinión lo que vemos es el estallido de un descontento social muy profundo, acumulado durante una década, que tiene como base un conjunto de contradicciones entre el gobierno y el Pueblo, incubadas en el capitalismo nicaragüense, de la mano de decisiones impopulares, actitudes dictatoriales e impositivas del dúo Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Voy a citar solo diez de esas contradicciones entre el gobierno y el Pueblo:

Primero, la aprobación de construir el canal inter oceánico por una empresa china a un costo económico y social valentísimo (US$ 50 mil millones), ha generado un fuerte descontento porque implica destruir muchas comunidades rurales, obviamente contra su voluntad, y ceder la soberanía territorial a dicha empresa por un siglo. De ahí ha surgido un amplio movimiento campesino y ciudadano opuesto, que es reprimido y vilipendiado por el gobierno, pero que se mantiene hasta el día de hoy.

Segundo, la actividad extractiva, en particular minera, casi ha duplicado la superficie concedida en este periodo (del 12 % al 22%) generando fuertes conflictos en el área rural y con los movimientos ambientalistas, también reprimidos.

Tercero, la presión sobre la tierra que ejercen monocultivos industriales como la palma africana y el azúcar, así como el gran incremento de la actividad ganadera, dejan menos disponibilidad de tierras para las y los campesinos.

Cuarto, el descuido ambiental, cuya última manifestación fue la desidia del gobierno frente al incendio de la reserva en Indio Maíz, movilizo a sectores juveniles a protestar.
Quinto, el control impositivo contra las organizaciones no gubernamentales, especialmente de derechos humanos y feministas, quienes no le perdonan las arbitrariedades, represión y acusaciones de abuso sexual, tiene en alta tensión las relaciones del gobierno con el mundo de la llamada “sociedad civil”.

Sexto, la reelección presidencial, prohibida por la Constitución, que se impuso utilizando el mismo mecanismo que usó JOH: un fallo de la Corte Suprema, lo hizo ver como un autoritario.

Séptimo: El mismo efecto han tenido las acusaciones de fraude electoral en las últimas dos elecciones presidenciales, donde se impuso la formula orteguista.

Octavo: La vice Presidenta Rosario Murillo, esposa de Ortega, ejerce un férreo control sobre los medios de comunicación que es resentido por los medios independientes, llegando a proponer el control de las redes sociales.

Noveno: Causa mucho malestar la extendida corrupción de funcionarios públicos, que se vuelven millonarios de la noche a la mañana, mientras el pueblo pasa dificultades económicas. Comenzando por la misma pareja presidencial, que es cuestionada por haber acumulado recursos desde la “piñata” pactada con Arnoldo Aleman, y de administrar alrededor de 4 mil millones de dólares de recursos del ALBA, sin rendir cuenta de su destino; hasta casos como el de Orlando Castillo Guerrero, gerente de aeropuertos por un desfalco millonario.

Décimo: Después de varios años de buenas relaciones con el gobierno, una parte del empresariado nica (afiliados al poderoso COSEP) comienza a dudar de la conveniencia de continuar el matrimonio que ha mantenido durante una década con los Ortega-Murillo, periodo en el que se ha beneficiado en toda la línea, por temor a perder los favores del imperio, después que Donald Trump hiciera aprobar la Ley Nica-Act y de que comenzara a aplicar sanciones a funcionarios nicaragüenses. Desde entonces, han puesto sus barbas en remojo.

Pese a eso, Nicaragua tiene buena reputación por sus fuentes de trabajo y la ausencia de delincuencia. Es porque las maquilas migran mucho a ese país precisamente porque los salarios de sus obreros y obreras están entre los más bajos de Centroamérica y en esas condiciones las empresas capitalistas se sienten ahí como en un paraíso. La ausencia de delincuencia, que va de la mano del empleo es, en efecto, su mejor condición competitiva.

Por tanto, Nicaragua es un país en el que ha tenido un importante crecimiento capitalista, no equitativo, en el cual se han acumulado fuertes contradicciones económicas y sociales, con una ciudadanía deseosa de manifestarse sobre las mismas, que no ha podido hacerlo, no es tomada en serio o se le pasa factura con discriminación o represión.

INSS, EL CONFLICTO DETONANTE

En ese contexto, se produjo el conflicto por la reforma al INSS, exigida por el Fondo Monetario Internacional. No era la primera vez que se hacía una reforma (en 2013 se hizo una que fracasó), solo que en esta ocasión se produjo cuando el descontento por las causas señaladas está en su máximo, especialmente entre la juventud que nació después de la Revolución de 1979. Las protestas comenzaron por los directamente afectados, los jubilados y jubiladas; a estos le siguieron las y los jóvenes estudiantes; y luego otros sectores de la población. Finalmente se incorporaron los empresarios, que previamente habían roto las negociaciones sobre ese tema en la Comisión Tripartita.

Por lo dicho, la crisis actual no cae como un rayo en un cielo despejado, sino que tiene antecedentes importantes que la explican. Problemas estructurales y coyunturales de difícil solución en manos de una pareja presidencial cerrada, autoritaria y represiva.

LA IRRACIONALIDAD DE LA ARGUMENTACIÓN OFICIAL

Por tanto, venir a decir que las manifestaciones sociales son una “conspiración” para desestabilizar al gobierno de parte de pequeños grupos de “ultra derecha”, es una afirmación propia de un gobierno dictatorial, incapaz de dar respuestas racionales y necesarias a los problemas planteados, y que insultan la inteligencia del público.

Hasta el más desinformado observador advertiría que es imposible que la CIA tuviera tantos agentes infiltrados y pagados en todo el país, jubilados, entre trabajadores y un ejército de jóvenes matriculados como estudiantes universitarios, para salir, en el momento apropiado, a “desestabilizar” al gobierno. Pero es comprensible: el gobierno, acostumbrado a imponerse todo el tiempo, nunca espero una reacción social tan contundente y no ha podido hilvanar una explicación “mejor”.

Es la clásica estrategia de un gobierno “progre” que se siente acorralado por su Pueblo: manipulan el sentimiento antiimperialista de la gente, que siente profundo respeto por al Revolución Sandinista de 1979 (incluido quien escribe estas líneas), para que se crea cualquier argumento, bajo la autoridad de que lo dijo el "líder", Daniel Ortega.

Argumentos que llegan al absurdo; por ejemplo, que estudiantes universitarios destruyen sus propias universidades, que como francotiradores les disparan a sus propios compañeros(as), que se torturan y se desaparecen; queman edificios públicos para atraer el repudio social hacia ellos, etc. Un libreto propio de un movimiento suicida, que mas parece escrito por un asesor de JOH o de la Policia MIlitar hondureña.

No dicen que la violencia es inicialmente desatada por bandas de motorizados de la clientela juvenil del gobierno, que es usada como grupo de choque y carne de cañón contra otros jóvenes. Todo a vista y paciencia de las autoridades policiales.

Y cuando los jóvenes se defienden de estos grupos, o cuando desatan su indignación sobre símbolos del gobierno, entonces el oficialismo proclama la “demostración” de sus acusaciones. ¿Acaso creen que tratan con bobos? Afortunadamente la difusión de la tecnología celular, ha permitido filmar cuando los grupos de choque gubernamentales han sido protagonistas de semejantes hechos.

Algunos compas tienden a hacer comparaciones simplistas. Dicen que es un guión similar al usado por los gringos en Venezuela. Si se tratara del caso del Presidente venezolano Nicolás Maduro, la explicación de Ortega tendría sentido porque, en Venezuela las “guarimbas” fueron organizadas por un partido de ultraderecha (“Voluntad Popular”, partido de Leopoldo López) para desestabilizar a ese gobierno. Pero NO es el caso de Nicaragua. En este país, el movimiento fue auto convocado por sectores progresistas, de la juventud universitaria como se ha dicho. El análisis para que sea objetivo, tiene que basarse en la realidad.

Ver las cosas desde esta óptica, permite explica varias cosas “raras” del gobierno nicaragüense:

¿No es extraño que Ortega fuera el primer gobierno en reconocer a JOH y que nunca cuestionó la criminal represión que este arremetió contra el Pueblo Hondureño? ¿No es extraño que el gobierno norteamericano durante los últimos once años no “molestó” a Ortega con ningún intento serio de “desestabilización”? En comparación, el imperio promovió golpes de Estado en Venezuela, Honduras, Paraguay y Ecuador en ese periodo. A pesar que Nicaragua es un país mucho más débil que aquellos, durante ese tiempo, lo dejó “tranquilo”.

Eso se explica por la luna de miel de once años que sostuvo beneficiando a la empresa privada, nacional e internacional, en los que cultivó jugosos negocios, incluido el gobierno golpista de Pepe Lobo y JOH, y con la reaccionaria iglesia católica nicaragüense (de ahí su eslogan del “Socialismo Cristiano y Solidario”).

Ahora esos tiempos son el pasado. La pareja presidencial Ortega-Murillo ahora cuenta con la hostilidad del imperio, que buscara domesticar su gobierno, mediante acciones de boicot económico; cuenta con el divorcio de la empresa privada nacional o de un sector importante de esta; y cuenta con el repudio activo de una buena parte del Pueblo. El rumbo que tomará el país, dependerá, por un lado, de la respuesta del gobierno al movimiento de protesta lanzado por su juventud y por otros sectores populares, así como de la capacidad de este de conquistar mejores estándares democráticos y sociales. La moneda esta en el aire y todavía es prematura para decir que pasara.

Pero de lo que no cabe duda, es que, con la movilización social de las últimas semanas, sea que avance o retroceda, comienza una nueva era, en la que un nuevo sujeto histórico se ha levantado sin miedo de tomar la palabra y decidir su destino.

Tegucigalpa, M.D.C. 22 de abril 2018

HIPÓDROMO DE ROCHA: “EL LUJO DE LA MISERIA” PLANTEO DEL EDIL JOSÉ LUIS MOLINA




"Se perdieron muchos puestos de trabajo"

La limpieza y remodelación del hipódromo de Rocha fue vehementemente reclamada por el edil José Luis Molina.
El curul solicitó y obtuvo, el apoyo del legislativo departamental para reclamar al gobierno de Rocha las tareas reclamadas.
“Solicito que, al menos se limpie, se lleven algunos varejones para arreglar las partes rotas” y que, de alguna manera se le facilite a los vecinos que hacen carreras, dijo Molina.
El líder departamental de Alianza Nacional hizo referencia a una nota que “en julio de 2016”, dijo, le envió al intendente. Molina leyó una parte de la mencionada nota donde señala que “hace unos veinte años” el hipódromo de Rocha era un lugar de reunión de familias que disfrutaban los fines de semana de las competencias con caballos locales y de otros departamentos así como también algunos de Maroñas.
Señaló, por otra parte, siempre haciendo mención a la nota que remitiera al intendente hace unos dos años, que la actividad hípica de Rocha, unas dos décadas atrás, también era fuente de trabajo (cuidadores, corredores, herreros) e incluso se veía reflejada en las ventas de productos veterinarios. Afirmó que se generaban unos 300 puestos directos de trabajo.
“Hoy el hipódromo está en ruinas, no lo arreglan, no lo usan, no lo prestan”, sostuvo al tiempo de dar cuenta que “son más de cincuenta los cuidadores” de caballos que necesitan de esas instalaciones.
“El hipódromo de Rocha tiene uno de los mejores pisos del país y está abandonado…. Es el lujo de la miseria”, sentenció
Afirmó, también Molina, que “son muchas las familias del barrio que pueden obtener beneficio del hipódromo”.
El Este

domingo, 22 de abril de 2018

RICHAR FERREIRA PRESIDENTE DEL SINDICATO POLICIAL DE ROCHA. “ LA INSEGURIDAD SE MANTIENE POR FALTA DE PERSONAL CAPACITADO Y POR MALA GESTIÓN DE MUCHOS MANDOS MEDIOS”





“EL MINISTERIO DEL INTERIOR NO INFORMA A NUESTRO SINDICATO CUÁL ES EL NÚMERO DE FUNCIONARIOS POLICIALES”

Escribe Juan José Pereyra Twiyyer@juano500

AUDIO AL FINAL DE LA NOTA

(SE PUEDE DESCARGAR).

“Lo que pasa en Chuy se pudo haber evitado. Hace más de cinco años que como sindicato reclamamos más policías capacitados. No se cubren las vacantes en el interior y se crean cargos en Montevideo y el área metropolitana. Ahora el gobierno reclamó al de Brasil que refuerce la cobertura en Chui Brasil. Muy bien pero ¿Por qué esperaron tanto si lo venimos denunciando desde siempre? ¿Por qué permitieron que la situación se deteriorara tanto? Hay que entender que Chuy uruguayo y Chui Brasil es uno solo. Centenares de uruguayos viven del lado brasilero, el tránsito es permanente. En la frontera siempre, toda la vida, se pasó aceite, fideos,lo que fuera. Desde hace años pasa droga y en manera creciente”.
Ferreira consideró que Chuy está hoy con la misma tasa de homicidios cada cien mil habitantes o aún mayor que la Triple Frontera, el segundo lugar considerado más violento del cono sur.
Los dirigentes de ASPRO, sindicato policial de Rocha, estuvieron en Hay otra historia de Radio Fortaleza para dar la opinión de los trabajadores policiales organizados respecto al problema de la inseguridad.
Richar Ferreira, presidente, y Evanir Méndez, vicepresidente respondieron todas las preguntas: cuál es su relación con el Ministerio del Interior y la Jefatura de Policía de Rocha, cómo entienden que debe encararse el problema del narcotráfico y los llamados ajustes de cuentas, si sufren presiones desde el Estado por sus denuncias y acciones.
¿Cuál es la relación con la central obrera Pit Cnt?

Una extensa charla para conocer la opinión y demandas de los policías sindicalizados.

LES INVITO A ESCUCHAR LA CHARLA ENTREVISTA COMPLETA.

La noche. Cuento de Antonio Pippo





http://www.delicatessen.uy

Ocurría en Nochebuena, siempre.


Después de las celebraciones familiares, la sidra, los pan dulces, se abría la noche que nos hacía felices. Una noche abarcadora, redonda, libre, con el cielo aguardando quizás el alma de algún amigo, allá arriba, y el aire fresco empujando nuestras ansias locas, acá abajo. Una noche que resumía todas las noches, de las casas a las plazas, de los boliches al quilombo. Una noche que nos proponía otro mundo y otra vida y que, al mismo tiempo, nos empujaba a seguir bebiendo, a imaginar que amábamos y nos amaban y a bailar juntos lo que parecía la danza de nuestra salvación.


Misterio renovado e inexplicable de pueblo chico. Liturgia obedecida por quienes, tantas veces, aunque sólo muchachos, llegamos a querer, apenas, un día más.


¡Qué noche aquella!


Nos introducíamos en ella para devorarla a bocanadas. Lo primero que sentíamos era el olor a menta y a romero y a jazmines tempranos que atravesaba las calles angostas de los barrios más apartados, en ancas de un vientito suave, acariciante, melancólico. Después se nos venía encima la humedad, que se podía ver y rozar mientras caía sobre los focos amarillentos de las esquinas. Y, al rato, el silbato lejano del último tren, cruzando los campos y arrimando a los casas de las afueras –recostadas como oscuros esqueletos a las vías- la respiración asmática de una locomotora negra como la mismísima noche. A esa hora hacía rato que la humilde calesita había detenido sus hierros lacerados y ya no habían carros llevando verduras y frutas, ni niños descalzos y ansiosos, ni madres gordas recogiendo ropas de los alambres.


Cuando empezábamos a caminar, chispeantes por lo bebido, veíamos a gentes sentadas a la vereda, con botellas alrededor y nos sobresaltaban los cohetes baratos que reventaban cerca. Gente común, a la que saludábamos siempre, no faltaba más, porque siempre ofrecían un trago más para dar impulso a la recorrida. Y los otros, hombres y mujeres que hervían de ansias distintas y decían cosas secretas con la mirada; la veterana del marido viajante, al borde la extenuación de insatisfecha; Marisol, la menor de los Pérez, a la que bastaba tocarle una mano para que se le humedecieran los muslos; Fermín, borracho impenitente, que sólo quería hablar de fútbol; Cascarilla Batista, aguardando ese desfile nocturno para insistir en jugar al truco en cualquier parte; y los milicos de la comisaría, claro, esos del sueldo miserable y las caminatas absurdas, tomando dos o tres de arriba y retocando, con meras ojeadas, la lista de cornudos que se habían especializado en crear.


Esa noche, precisamente esa noche, era hermoso andar por el asfalto o por la tierra, yendo de una calle a la otra como si armásemos un imaginario picado en la penumbra. Y también lo era cruzarse con alguna chiquilina anhelante, escapada de una tutela ya hundida en profundo sueño, besándola casi hasta reventar contra las paredes más oscuras, levantándole la pollerita con desesperación, bajándole desprolijamente la bombacha blanca y penetrándola fuertemente hasta que gritara, sofocada de dolor y placer. Y pasar por los boliches de Curbelo o del Chiquito Otegui, que no cerraban, para tomar a las apuradas otro vaso de vino de la casa, ese de la damajuana con telas, y ojear las mesas sobre las que todavía se enredaban naipes y manos mugrientas, escuchando todos los chismes, cuentos, fantasías y mentiras del mundo. Y quedarse quietos, de pronto, al lado de la radio. abrazados por el humo del tabaco, sintiendo que la voz de Gardel se nos metía entre los huesos y nos hacía mejores, creándonos una nueva ilusión. Y escondernos, apretados, a un costado de la casa de Pepe, el rematador – al que el whisky importado hacía dormir temprano-, para ver a Rosita, su mujer, acostarse en el suelo de ladrillo del galpón con Ramiro, el sobrino político. Y correr unas cuadras más abajo, al barrio del Aserradero, sabiendo que podíamos robar alguna gallina a doña Margarita, cortarle el pescuezo y simular un rito satánico, dejándola colgada a la entrada del rancho de esa anciana que, puntualmente, se horrorizaba cada mañana y le rezaba a todos los santos. Y caer por el quilombo de La Mellada, abierto hasta el canto de los pájaros madrugadores, para pagarle una caña al Chiche Meneguzzi y pedirle que tocara “El amanecer”, sabiendo que cada vez lo hacía distinto; medir con fruición la redondez tersa de los culos de La Polaca y María Eugenia y, en una de ésas, hacer cola en el corredor largo iluminado por la luz roja de un farol destartalado para ocuparnos con una y soñar que podía quererte y gozar contigo; o bailar, simplemente bailar con la más pintada, un tango con cortes, sintiendo que el mundo era eso, cuadriculado y macilento, sobre el que danzábamos con encomiable elegancia para nuestro, a esa altura, inestable equilibrio.


Sin embargo... si uno fuese sincero, debería recordar algo más puro que ese universo desmelenado gastado en largas caminatas. Algo que se vivía esa noche de una manera distinta, más íntima, más profunda. Algo que, tal vez, nos permitió estirar la vida y los sueños más allá de los límites de aquel horizonte chico y apretado.


La soledad, buscada como una novia virgen.


El deseo de quedarse solo, pero absolutamente solo, sin compasión ajena, sin mitigaciones, sin amigos, mujeres ni madre, debajo del cielo oscuro e interminable pero con sus estrellas titilando sin cesar. Y mirar mucho más lejos que cada día, cual si la vista se transformase en una alfombra voladora de “Las mil y una noches”, suficiente para alcanzar el infinito, la nada. O el olvido piadoso. Y ahí, sí, volver a caminar, cargando el cuerpo hasta el penúltimo cansancio, deteniéndose, al cabo, en una esquina cualquiera, como si uno hubiese escapado de todas las envidias, de todos los egoísmos, de todos los temores. Y entonces respirar muy hondo, olvidando al alcohol, la fiesta, el vaho nocturnal, para atrapar el aire húmedo hasta el borde del ahogo. Y luego, al final, llorar sin resignación. Por suerte y de una vez, con lágrimas incontenibles y viejísimas, pese a nuestra juventud, lágrimas que –cual una descomunal memoria recuperada de pronto al aplastar al jolgorio embriagador- se convierten en decenas de rostros y nombres y lugares. ¡Y tantas palabras no dichas!


El Coco Luaces y su vieja radio de los galpones, que jamás supo cuánto nos importaba; el Pepe Pintos y la grapa con limón, esperando una despedida que no le dimos; Juan y el violín envuelto en una sonrisa, sin la satisfacción de nuestro respeto; Hugo Ruiz y el sueño de la libertad, creando a cada paso un poema de vida que no entendimos; el Cholo y su alma en una niña, muriéndose lentamente por el dolor de los otros; Blanca Rosa cantando en la cocina “La pulpera de Santa Lucía”, sin saber que su corazón la traicionaría en medio de nuestra ausencia; Nené y aquel poema sobre los muertos solitarios, que se le hizo carne y lo advertimos tarde; Robertito aferrado a las riendas del caballo fatal, demasiado lejos y demasiado solo; Andrés y su pirueta fatal en una calle cualquiera, mientras perdíamos el tiempo llenándonos de estupidez; el vasco Recarte, ensoñado, atropellando la vida con ansias locas porque no supimos detenerlo; y cuántos, cuántos hijos muertos de tantos amigos entrañables.


Y Natalia, que se fue con prisa de la mano del absurdo, buscando las estrellas, caminando entre nubes, bien cerca de eso que hemos llamado Dios. Natalia, que nos dejó con tanto por hablarle, con tanto amor por entregarle, apenas con un guardapolvos blanco y una moña y una cartera de cuero repleta de cuadernos prolijos. Natalia en tres o cuatro fotos, en un mural y en el alma. Natalia convertida en un pájaro azul, en un clavel blanco, en una gota de rocío que desciende del cielo abierto, eternamente.

Desde esa noche y para siempre.

Antonio Pippo, nació en Buenos Aires, pero no dudamos que se considera oriundo de San José de Mayo, pese a vivir desde hace varias décadas en Montevideo. Es periodista, escritor, investigador del lenguaje del tango, narrador oral en lunfardo. Trabajó en televisión, prensa y radio. Es autor de, entre otros libros, El quilombo y otros cuentos de otoño, Obdulio con alma y vida o Jazmín de noviembre. Es autor y recitador en los espectáculos poético-musicales Bien polenta y Tango íntimo. Este cuento, reescrito de forma parcial para Delicatessen.uy, fue inicialmente publicado por el autor en el libro El quilombo y los cuentos del otoño, en noviembre de 1993.


Fotografía http://senderos-musicales.blogspot.com.uy/