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sábado, 11 de marzo de 2023

ESCRITOR JUAN ANTONIO VARESE: UNA VIDA TAN APASIONANTE COMO LOS MÁS DE TREINTA LIBROS QUE ESCRIBIÓ.

 

Escribe Juan José Pereyra TWITTER@JUANO500


En esta charla cuenta su vida. sus treinta años de escribano "porque era el mandato familiar",y su inmersión en el mundo de la investigación y la publicación de libros,la mayoría con un éxito sorprendente. Varios tienen que ver con la historia profunda de Rocha.

En este momento ya está a la venta el último, también sobre la gastronomía de rochense.


Destaca especialmente la colaboración de varios docentes y técnicos afincados en el departamento.





GONZALO PERERA: “LA SITUACIÓN DEL PAÍS ES MUY DELICADA. LA ANSIEDAD POR LAS LISTAS ES DEMASIADA. NINGÚN PARTIDO ESCAPA A ESO NI SIQUIERA EL FRENTE AMPLIO DE ROCHA”

Escribe Juan José Pereyra Twitter #@juann500


HAY CLARAMENTE DOS MODELOS DE PAÍS”

Fue el primer director regional del CURE, ha vivido y trabajado en varios países dando clases y formando científicos. Es Dr en Matemática.

Integra el comité central del Partido Comunista y es el secretario general de la departamental Rocha del PCU.

¿Cómo ve la situación del país y su realidad política, económica y social?

¿Por qué considera que la situación es delicada, que la pobreza y el hambre afectan a grandes sectores de la sociedad y que la "teoría del derrame" es una mentira repetida hace decenas de años y que no dio resultado en ningún país”?

¿Por qué asegura que el mundo político está demasiado ansioso con las candidaturas y que el Frente Amplio no escapa a esa realidad ni a nivel nacional ni en Rocha?

viernes, 10 de marzo de 2023

*El agua embotellada es fraudulenta y peligrosa para la salud* Escribe François Graña*

 

Publicado el 10 de marzo de 2023 en LA DIARIA



Alrededor de 361.000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades asociadas a aguas contaminadas o no tratadas: cólera, diarrea, disentería, hepatitis, fiebre tifoidea y tuberculosis. La escasez de agua provoca anualmente el desplazamiento forzado de cerca de 68 millones de personas en el mundo. Antes de 2050 seremos unos 9.700 millones de humanos; se estima que de estos, unos 2.100 millones no tendrán acceso al agua potable, sea porque viven en zonas donde no la hay o porque la existente no es apta para el consumo. Nada de esto impide que el volumen de agua extraída siga creciendo de forma imparable; la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que la producción de alimentos por riego crecerá 50% en los próximos diez años, mientras que el aumento del agua disponible sólo será de 10%.


El agua potable se vuelve un bien escaso y, por lo tanto, de más en más valioso. La contaminación de las aguas tanto superficiales como subterráneas por efecto de actividades industriales no hace más que acrecentarse en el planeta entero. Este drama humano, lejos de ser inevitable, es consecuencia directa de la búsqueda de ganancia sin barreras éticas y de una economía dominante que llama “externalidades” al despilfarro, a la destrucción y a la contaminación. Estas circunstancias han dado alas a un negocio increíblemente rentable: el agua embotellada. Esta industria crece exponencialmente cada año y reditúa sumas multimillonarias a unas pocas megacorporaciones. Para ellas, la falta de agua potable y la pérdida de confianza del gran público en el agua corriente constituyen una bendición, una maravillosa oportunidad de lucro. Entretanto, la mayor parte de los gobiernos –sea por ineficiencia o por corrupción– ha venido privatizando los suministros de agua en lugar de invertir en saneamiento básico y agua potable.1


En 2021 el tamaño del mercado mundial de agua embotellada se valoró en 283.010 millones de dólares y se espera una tasa de crecimiento anual de 6,7% entre 2022 y 20302. Los márgenes de ganancia del negocio son absolutamente excepcionales; Coca-Cola y Pepsi, líderes mundiales de este mercado, embotellan y filtran agua corriente que luego venden a precios decuplicados.3 Mediando inversiones astronómicas en publicidad, las empresas del ramo convencen al público de que constituyen la opción más limpia y más saludable. Pero la verdad es otra: el agua embotellada no sólo es –por lo general– de calidad inferior al agua corriente, sino que puede implicar un riesgo potencial para la salud.4


Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Nueva York analizó 259 botellas de 11 marcas distintas en nueve países diferentes, y detectó un promedio de 325 partículas de plástico por cada litro de agua embotellada analizada. El estudio concluye que la presencia de microfibras plásticas en el agua embotellada es muy superior a la cantidad de plástico presente en el agua corriente.5


Un metaanálisis de datos de 26 estudios distintos sobre la ingesta de los estadounidenses estima que el consumo anual de microplásticos puede variar entre 39.000 y 52.000 partículas por persona según la edad y el sexo. Estas estimaciones pasan a 74.000 y 121.000 cuando se considera la inhalación de microplásticos. Más aún: las personas que sólo beben en fuentes embotelladas la cantidad diaria de agua recomendada ingieren unas 90.000 partículas extras, contra las 4.000 partículas ingeridas con la misma cantidad de agua de la canilla.6 Los ftalatos, sustancias químicas presentes en el polietileno tereftalato de las botellas plásticas (PET), pueden inhibir la testosterona y otras hormonas. Por eso se aconseja no reutilizar las botellas de agua ni dejarlas al sol, ya que el tiempo y la radiación son factores que ayudan a su liberación en el agua.7

En paralelo con los problemas de salud que puede provocar el agua embotellada, se estima que su producción impacta unas 1.400 veces más en los ecosistemas que la extracción y el consumo de agua corriente.


Pero la ingesta de microplásticos no es el único problema sanitario del agua embotellada. Las pruebas realizadas por el Departamento de Servicios Ambientales de New Hampshire, Estados Unidos, descubrieron niveles peligrosos de productos químicos en el agua embotellada comercializada por las empresas CVS, Whole Foods y Market Basket, lo que derivó en consejos para que las embarazadas, los ancianos y los niños la evitaran. Un estudio en Alemania identificó más de 24.000 productos químicos en muestras de agua envasada, muchos de ellos en cantidades suficientes como para causar alteraciones en el equilibrio hormonal. Después del embotellado, la carga bacteriana del agua aumenta a un ritmo pautado por el contenido de materia orgánica, siempre presente aunque en cantidades variables. Muchas de estas bacterias son resistentes a los agentes antimicrobianos; los brotes inesperados de diarrea y disentería como consecuencia del consumo de agua embotellada contaminada se deben generalmente a deficiencias en los controles de calidad del envasado.8


En paralelo con los problemas de salud que puede provocar el agua embotellada, se estima que su producción impacta unas 1.400 veces más en los ecosistemas que la extracción y el consumo de agua corriente, y que aquella emplea un volumen de recursos 3.500 veces superior al de esta.9 Greenpeace ha señalado que año tras año los fabricantes de bebidas producen más de 500.000 millones de botellas de plástico de un solo uso, y que estas tardan hasta 500 años en degradarse. En el mundo se compran 60 millones de botellas plásticas por hora, que en su mayoría se usan una sola vez y por unos minutos.10


La incitación al sobreconsumo mueve la economía. Parece desquiciante, porque lo es. Los grandes medios influyen mucho más de lo que sospechamos en nuestros comportamientos, elecciones y convicciones. De lo contrario, ¿cómo entender esa percepción generalizada de las bondades del agua embotellada? Detengámonos en las publicidades de Salus, Nativa, Vitale, Esencial, Asencio, Ivess, Cascada o cualquier otra, y veremos imágenes de personas exultantes de vitalidad y belleza en medio de ambientes paradisíacos. Nos han convencido de que la botellita de agua siempre a mano es sinónimo de salud y bienestar, pero la realidad es que su calidad es inferior a la del agua corriente en la mayor parte del mundo.


El consumo de agua embotellada es un despropósito para la salud y para el bolsillo. Quien quiera ahondar en el asunto tiene mucha evidencia disponible en internet. ¿Este hábito tan costoso y aberrante no debería parar ya? Pues empecemos por casa. Una gota, con ser poco, con otras se hace aguacero.



* François Graña es doctor en Ciencias Sociales.

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1. https://territoriossostenibles.com/biodiversidad-y-ecosistemas/el-agua-un-negocio-embotellado ↩

2. https://www.grandviewresearch.com/industry-analysis/bottled-water-market ↩

3. https://www.latimes.com/espanol/california/articulo/2021-10-13/el-agua-embotellada-es-realmente-agua-del-grifo ↩

4. Una investigación realizada en España analizó 76 aguas embotelladas, solo una de las cuales igualaba la calidad del agua corriente de ese país ↩

5. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/detectan-microplasticos-90-agua-embotellada_14456 ↩

6. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/cada-ano-nos-tragamos-hasta-50000-particulas-de-plastico_14357 ↩

7. [https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/](https://tappwater.co/es/5-razones-evitar-agua-embotellada/) ↩

8. https://www.researchgate.net/publication/265595884_EL_AGUA_EMBOTELLADA_ES_ADECUADA_PARA_NUESTRO_CONSUMO ↩

9. https://www.isglobal.org/-/el-impacto-ambiental-del-agua-embotellada-es-hasta-3-500-veces-mayor-que-el-del-agua-del-grifo ↩

10. https://www.greenpeace.org/mexico/blog/10828/este-es-el-impacto-ambiental-del-agua-embotellada/


Columna de *Carlos Castillos / EL NOMENCLÁTOR COMO ESPEJO DE LA HISTORIA

 

Cuántas veces usted se detuvo a observar los nombres de las calles de su pueblo, villa o ciudad. Y analizarlos. ¿Se habrá dado cuenta que “detrás de las calles, las esquinas, las plazas y los caminos, se esconde una interpretación de la historia misma?”. Este tema, que puede parecer secundario o intrascendente, sin embargo, es esencial porque esconde una realidad que condiciona nuestra interpretación de la historia. La local, regional y la nacional, claramente. Porque el nomenclátor, que así se le llama a “una recopilación o glosario de nombres de personas, de lugares geográficos, de animales, vegetales o voces técnicas de una rama del saber” es básicamente político y patriarcal. Decir “machista” puede sonar agresivo y esa no es la intención, aunque el término es más claro. Quienes resuelven los nombres de esos lugares públicos suelen ser políticos (municipales, departamentales e incluso nacionales). Y como la política ha sido históricamente ocupada por hombres, casi como derivación directa se eligen a hombres para perpetuar su memoria. Y en este aspecto quiero detenerme. Las mujeres no existen para nuestra historia. Fíjese usted. Montevideo, la capital de Uruguay, cuenta en su nomenclátor de aproximadamente unas cinco mil (5.000) calles, avenidas, plazas o plazoletas, caminos o bulevares, espacios abiertos o plazuelas. Una cantidad considerable que recorren los poco menos que un millón y medio de habitantes en sus casi doscientos kilómetros cuadrados. De esa cantidad solamente 142 tienen nombre de mujer, mientras que 2.019 son nombres masculinos. Las mujeres representan entonces poco más del 2,5 por ciento, mientras que los nombres masculinos son poco más del 36 por ciento. En la ciudad de Chuy, en el departamento de Rocha, y fronteriza con Brasil, hay unas cincuenta (50) calles y solamente dos (2) tienen nombre de mujer. Alrededor del 4 por ciento. En su libro “La historia escondida del Uruguay”, el profesor Leonardo Borges señala, con acierto, que “cuando aparecen mujeres en la historia nacional lo hacen como accesorios del varón. Bernardina Fragoso (de Rivera), Ana Monterroso (de Lavalleja) solo por poner dos de las más nombradas. Más allá de la relación evidentemente sostenida en un discurso patriarcal, (el nomenclátor) también está permeado por la relación social. Por lo tanto, para aparecer en la historia patria, siendo mujer, además debe ser de la clase dominante o relacionada con ella”. Como también apunta del profesor Borges en su obra “no es cuestión de pontificar o crucificar personajes. La historia no es un juicio sumario en el que sentenciamos a los que consideramos malos”. Pero es necesario advertir de esta realidad. Y tratar de cambiarla. Seguramente en su pueblo o ciudad ocurre algo similar con los nombres de las calles y otros espacios públicos. Un nomenclátor contaminado por el criterio patriarcal de los políticos de turno. Por eso, de lo que se trata aquí es de detenerse un momento también en estas cuestiones para empezar a cambiar ese estado de cosas. Si el criterio patriarcal es cuestionable, mucho más lo es que, a veces, el nombre de una calle sea moneda de cambio o negociación política. Para evitar esta situación, que muchas veces ha resultado en el manoseo de nombres y en injusticias, se me ocurre que las calles podrían llevar nombres de la flora y fauna local o regional (como ocurre en tantos lados) o números como en zonas de Punta del Este o Nueva York o una combinación de números y letras. Se evitarían muchos vicios como los señalados.

 

 

*Carlos Castillos - Docente y periodista, trabajó en Radio Chuy, Difusora Rochense, El Espectador, Radio Carve, CX 30 La Radio, Emisora del Palacio FM y CX 36 Radio Centenario. Además fue corresponsal de la agencia alemana de prensa dpa en Uruguay, Argentina y Paraguay durante 22 años. Es egresado del Instituto Superior de Educación Física (ISEF) como Entrenador de Fútbol y desde el 2010 impulsa el Movimiento de Cine Con Vecinos-Uruguay que se dedica a producir documentales comunitarios y a talleres básicos en todo el país. Desde el 2011 participa del Movimiento ARA (Artistas Rochenses Amigos) para publicar y difundir obras de creadores de la zona.






jueves, 9 de marzo de 2023

LA COLUMNA DE RUBEN CAMPERO//// Tomar distancia (de lo viviente)

 

@rubencamperopsic



Tomar distancia de los fenómenos nos ayuda a ampliar las perspectivas y enriquecer los recursos desde los que argumentar lo que vemos, para así poder dialogar con otros puntos de vista. Ese “mirar”, tan ponderado por la Modernidad occidental, racional y científica, nos permite tejer relatos desde los que ordenar las maneras en que percibimos y construimos algunos de los mundos posibles, más allá que existieran y existan relatos no racionales y “no distanciados” que también dan cuenta de lo existente.


Sin embargo la situación en la que nos encontramos a nivel planetario y de cambio climático, o frente a la sensibilidad políticamente correcta que se dispara ante la desigualdad, lo mismo que en cuanto a un particular incremento de la crueldad animal a instancias de la tecno-ciencia (que cada vez y en menos tiempo fabrica cuerpos sufrientes para asesinar en honor a un mercado consumista), nos arroja a interpelar las bases antropocéntricas de la invención de ese sujeto trascendente llamado “humano”, particularmente en torno a la distancia que establece para catalogar lo que llama “prójimo” en tanto que “próximo”, y desde la que decreta el valor del otro en tanto si se acerca o se aleja de su punto de vista particular que se pretende universal y “normal”


Ese mirar a la distancia, muchas veces desde un abstracto “arriba”, tiende a configurar la naturalización de una óptica supremacista en clave occidental, blanca, masculina, judeo-cristiana, racional, urbana, propietaria, identificada con una forma heterosexual de vida social, y naturalizadora de un único mundo posible y compatible con una existencia con metáfora dignificante (y excluyente de otros animales) a escala homo sapiens, o más bien a escala de aquellos “aptos” para ser catalogados como “humanos”.


Una óptica que al pretenderse “observación objetiva”, “no involucrada” y sin origen en ningún sujeto particular, se coloca por fuera y a distancia de los ecosistemas, motivo por el cual pierde de vista su participación en lo que observa, atropellando lo existente y lo viviente desde la impunidad tecnológica y mercantilmente especulativa de la intervención, la explotación, el utilitarismo y el extractivismo.


Es en el S. XX que asistimos a la deconstrucción de las históricas evangelizaciones cognitivas, emocionales y corporales provocados por la llamada por el sociólogo Anibal Quijano “Colonialidad de poder” en nuestro continente Aby Ayala, así como también fuimos testigos de los aportes realizados las corrientes activistas y académicas de los feminismos y lo LGBTIQ+, las teorizaciones/acciones sobre la desigualdad de clases y la producción/distribución de recursos, las investigaciones antropológicas con Malinowsky y Mead, entre otres (que evidenciaron que Occidente no era la única forma de concebir y habitar el mundo), así como de la progresiva preocupación por el cambio climático, y el aumento en la conciencia antiespecista por la convivencia estrecha con otros animales a la interna de las casa en centros urbanos.


Ante todo eso, la tal mirada que desde la distancia se pretendía “la mirada de dios”, comenzó a ser interpelada en su pretensión universalista y lejanía destructiva, señalándose a los sujetos particulares que para mantener sus privilegios e impunidad habían inventado y mantenido ideológicamente tal concepción, esa desde la que aprendimos a creer que su/nuestro mundo es “el” mundo.


Un mundo supuestamente al servicio de nuestra especie animal que se pretende el logro “perfeccionado” de una evolución darwinianamente mal entendida, y que hoy asistido por un neoliberalismo que captura y delinea consumista y mediáticamente los discursos de sensibilidad y solidaridad con la diferencia, logra seguir negando la existencia de “otros” mundos tanto entre sapiens de distintas culturas, como aquellos mundos que perciben, sienten y habitan cada una de las entidades vivientes de los ecosistemas, que como tales merecen cercanía y consideración moral y ética por respeto no sólo a la sintiencia de cada individuo, sino también a las comunidades multiespecie y el planeta.


Tomar distancia ofrece excelentes posibilidades para analizar los fenómenos siempre y cuando no implique lejanía. La empatía se genera con lo cercano, con lo próximo en tanto permite la identificación. Sin embargo la tensión ética devenida de sabernos vivos y con ganas de vivir al igual que todo otro ser con vida autónoma, nos debería invitar a la prudencia moral de intentar cuidar de aquello y aquellos que no nos resultan familiares o al menos evitar hacerles daño. Tal vez la hospitalidad con lo viviente nos ofrezca un respiro de nuestra compulsión a invadir con la mirada y la intervención, para permitirnos tomar contacto con nuestra vulnerabilidad negada y escuchar/nos como un animal más que convive con otros y con el resto de la naturaleza.





Ruben Campero es psicólogo, sexólogo, terapeuta y docente.

Ha publicado varios libros y participa activamente desde hace mucho en los medios de comunicación y las redes sociales.

Es también un estudioso del antiespecismo, una manera de pararse ante la vida y analizar críticamente la relación que los humanos tenemos con los demás animales y la naturaleza.

Es integrante de GAIA - Grupo Académico Interdisciplinario de Antrozoología.