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lunes, 14 de agosto de 2023

Auto de fe (·) Por Antonio Pippo

 

Hay una emoción vieja y querida que ha vuelto a encender su fuego en mi memoria, que es decir mis entrañas.

Siempre se ha dicho que nadie sabe por qué ocurren estos milagros. Pero no es verdad. Yo lo sabía y lo recordé enseguida porque estaba mirando una foto de mi abuela Juanita, la maestra rural.

En mis tiempos de escuela, aquellas dulces mujeres de blancas túnicas y zapatillas solían convocar a recitadores de poesía popular para que nosotros, tiernos niños, iniciáramos el camino hacia el mundo de los sentimientos, que no sabíamos definir.

Entonces puedo decírtelo ahora, Rafael, que he querido darme el gusto de hablar contigo al cabo de tanto tiempo; cierta tarde, un hombre bueno y modesto llamado Miguel de Mozos recitó uno de tus poemas en clase:

-Esta noche de agosto/ he quemado tus cartas…/ ¡Ocho años de vida apasionada! Mi corazón ardía/ en medio de las llamas, rodeado de fechas,/ ¡cenizas de mi alma!

Ah, querido hermano Rafael, tan delicado, tan elegante, tan enamoradizo, nacido en cuna sevillana aristocrática, amante de cafés y teatrillos de poetas, gitanos de guitarra y bailarinas: la libertad republicana te permitió esa bohemia, fuiste amigo de García Lorca, de León Felipe, de Machado y creaste más versos que cualquier otro soldado lírico de la Generación del 27.

-Sí… ¡pero también me llevó a la cárcel y me negaron los críticos y las antologías de mi época y las que vinieron!

¿Ves? Hay milagros pese a quien pese: he sentido tronar tu voz, ardiendo en el enojo. Jamás sabré de donde viene, pero sé que eres tú y que aun te lastima el desprecio con que te insultaron algunos. ¡A ti, Rafael, que además de tus poesías que surcaron el mundo hiciste canciones populares como Tatuaje, Ojos verdes, A ciegas, A la lima y al limón, ¡Ay, pena, penita, pena!, María de la O y Cárcel de oro, con las que ensoñaron a hombres y mujeres durante décadas Carmen Sevilla, Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Nino Bravo o Raphael.

-Los abrazos crujían,/ los besos se quejaban,/ y los dulces “te quiero!”/ de tinta y esperanza,/ en una pirueta/ de fuego se rizaban.

Sin verte, siento de pronto tu mirada melancólica. Y me dices: -¿Quizás no me respetaron, aunque mis poemas y canciones se hayan difundido más que cualesquiera, por mis títulos nobiliarios, un seno familiar que no elegí, o porque fui andaluz hasta la médula, romántico y gracioso, apreciado por los simples? Mira, hombre, si hasta me han llamado “folclorista español… ¡Qué desparpajo, que falta de consideración!

No puedo sanar tanta furia, Rafael. Sin embargo…, acaso me encantaría ver vagar tu alma por ahí, para que advirtieras cuánto, tal vez sin saber de ti, ha querido y quiere la gente los cientos de pájaros de luz que liberaste al vuelo.

-Como una serpentina,/ tu nombre se alargaba,/ y era un puente la firma/ sobre un río de brasas/ que, silenciosamente, sin voz,/ se desplomaba.

Presta atención, Rafael: aquí tengo un ejemplar de tu primer libro de poesía, Pena y alegría del amor, de 1941; y otros –Jardín de papel y Amor de cuando en cuando- que publicaste dos años después y que cambiaron mi vida.

Quité la mirada de la foto de mi abuela, que ya no estaba mirando, y entré a un rincón de sombras como caricias. Nada veía, pero retornó tu voz: -¿Es que crees de verdad que no he pasado en vano?

Mi admirado Rafael… ¿quién soy yo, peregrino pobre que deambula por las letras, para decirlo? Sólo sé que te quiero desde que memoricé tu primer verso. Entre dos soledades –la tuya al escribir, la mía al leer- quedó urdida una entrañable complicidad de la que solo sabemos hoy.

¿Qué más pedir?

Ahora, porque te imagino caminar hacia la despedida, puedes decir lo que quieras. Yo entenderé.

-Esta noche de agosto/ he quemado tus cartas…/ ¡Ocho años de vida apasionada!



AUTO DE FE (·) es el título de un conocido poema de Rafael de León, nacido en Sevilla en 1908 y muerto en Madrid en 1982, considerado el más grande poeta popular español, cuya celebridad se empinó, gracias a los humildes y a los sensibles, sobre el talante épico de sus compañeros de la Generación del 27. En su homenaje, esté donde esté.


Antonio Pippo nació en Argentina y su familia se mudó a San José siendo aún un niño. Viene ejerciendo el periodismo desde hace sesenta y tres años: prensa , radio, televisión. Fu director de informativos de todos los canales de televisión, públicos y privados. Ha escrito y publicado varios libros. Estudioso del tango, es también artista y participa y ha dirigido espectáculos como empresario durante años.

Son clásicas las columnas que publicó durante años en el semanario Búsqueda y aún en la Agencia Mundial de ensa.

Ha sido docente de periodismo de opinión en la Universidad ORT.






































































jueves, 10 de agosto de 2023

A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD (·) Por Antonio Pippo

 

Mi mente y mi emoción han sido envueltas por una música triste. Estoy ensoñado y se me introduce, imprevista, física como una caricia áspera, la idea de la muerte.

Pero no pienso en Alfonsina, ni en las aguas frías que la engulleron. Pienso en ti, Alejandra y ese pensamiento es como una centella inesperada que me humedece los ojos y me desespera.

-Ese instante que no se olvida/ Tan vacío devuelto por las sombras/ Tan vacío rechazado por los relojes/ Ese pobre instante adoptado por mi ternura/ Desnudo, desnudo de sangre de alas/ Sin ojos para recordar angustias de antaño/ Sin labios para recoger el zumo de las violencias/ perdidas en el canto de los helados campanarios.

Sólo en este primer verso de uno solo de tus poemas se descubre, andando contigo y con tus sentimientos y deseos de aniquilación cual espasmos, toda una vida ensombrecida desde la niñez infeliz, a la adolescencia confundida y a juventud, esa de la creación soberbia de tu arte, esa también que te condujo a una madrugada de suicidio.

Tu padre, al que amaste, fue distante. Tu madre, que te llamaba Buma, sobrenombre que odiaste, y que prefería a tu hermana Miryam, ayudó, ¿sin saberlo?, a tus depresiones y alejamientos. Entonces, ya adolescente, tu refugio fue la lectura y, luego, el primer enamoramiento, el surrealismo y la influencia de Antonin Artaud, Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé y Rilke, cuna de tu desprecio por el modelo social de la época.

-Ah, fue mi tiempo de obsesiones en que me introduje a través de la poesía: la búsqueda de mi identidad, la construcción de la subjetividad, la infancia perdida y la muerte. Todo eso ya está en mi primer libro, La tierra más ajena.

Quizás una paradoja. Lo ignoro. Pero me hace feliz que tu voz regrese de quién sabe qué cosmos perdido y resuene en mis oídos. ¿Milagro? No, no. Todo eso también lo has dejado escrito, como tu desesperación por el cuerpo imperfecto, por el asma, al fin por las anfetaminas como pretendido manotón de quien se ahoga. Y la confundida búsqueda del amor.

-Ampáralo niña ciega de alma/ Ponle tus cabellos escarchados por el fuego/ Abrázalo pequeña estatua de terror./ Señálale el mundo convulsionado a tus pies/ A tus pies donde mueren las golondrinas/ Tiritantes de pavor frente al futuro/ Dile que los suspiros del mar/ Humedecen las únicas palabras/ Por las que vale vivir.

Viajaste a París, poetisa ya llamada extraña, maldita, que habías publicado Un signo en tu sombra, La última inocencia y Las aventuras perdidas, ansiando una imposible relación perfecta entre soledad y compañía, impulsada por el ansia de vivir y la certeza de que sólo aguardaba una muerte pronta.

Volviste más rebelde, atrevida, contradictoria, poetisa cabal que conoció a Cortázar y a Octavio Paz, quien te ayudó a obtener más reconocimiento promoviendo tus nuevos libros: Árbol de Diana –Diana, tu compañera hasta el fin-, Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y La condesa sangrienta, entre otros reconocibles, profundos desgarramientos internos. Pero aun así persistió en tu espíritu la idea del suicidio, del dulce árbol que por imperio de la ignorancia debe secarse demasiado temprano, de tu incomodidad ante la vida y los demás.

-Sí. Muerte interminable, olvido del lenguaje y pérdida de imágenes. Cómo me gustaría estar lejos de la locura y la muerte…

Pero no pudiste. La angustia fue más fuerte incluso que tus llamadas de socorro a la madrugada, despertando a Diana o a algún amigo; más que tu frustrada terapia con León Orlov, psiquiatra a quien quisiste y al que dedicaste un conmovedor poema.

Qué hondo dolor, Alejandra. El 25 de setiembre de 1972, a los 36 años, te mataste ingiriendo un frasco de barbitúricos, a las pocas horas de salir de un hospital adonde te habían internado por tu depresión.

¡Qué hondura tiene todavía esa herida en el corazón de cualquiera!

-Pero ese instante sudoroso de nada/ Acurrucado en la cueva del destino/ Sin manos para decir nunca/ Sin manos para regalar mariposas/ A los niños muertos.



A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD (·) es el título de uno de los poemas de Alejandra Pizarnik, poetisa nacida en Avellaneda, Buenos Aires, de padres rusos, quien más allá de la brevedad de su vida y obra, tal vez ignorada en su tiempo, generó una impresionante influencia en las generaciones siguientes de la literatura en nuestro idioma. 

 

 

 

Antonio Pippo nació en Argentina y su familia se mudó a San José siendo aún un niño. Viene ejerciendo el periodismo desde hace sesenta y tres años: prensa , radio, televisión. Fu director de informativos de todos los canales de televisión, públicos y privados. Ha escrito y publicado varios libros. Estudioso del tango, es también artista y participa y ha dirigido espectáculos como empresario durante años.

Son clásicas las columnas que publicó durante años en el semanario Búsqueda y aún en la Agencia Mundial de ensa.

Ha sido docente de periodismo de opinión en la Universidad ORT.


























































miércoles, 9 de agosto de 2023

A QUIEN LE IMPORTA LA DEMOCRACIA / *COLUMNA DE CARLOS CASTILLOS

 



La democracia representativa, entendida como el sistema en el cual una mayoría de ciudadanos mayores de edad, elige a un grupo selecto para que administre los bienes comunes, está agotada. No invento nada. Ya lo sostuvieron algunos pensadores e intelectuales hace muchos años. Pero cada vez es más evidente. Y voy a tomar el ejemplo más reciente, más cercano en el tiempo. El 25 de junio de este año 2023 hubo elecciones presidenciales en Guatemala. Estuvieron habilitados para votar 9 millones 361 mil personas mayores de edad. De ese total concurrieron a las urnas el 59,99 por ciento. Podría redondearse en el 60 por ciento. Eso suma aproximadamente unas 5 millones 616 mil personas. Al hecho de que casi la mitad de los habilitados no participó (lo que de por sí debería ser preocupante) se suma que la opción más votada, fue el VOTO NULO. Un 17,39 por ciento, algo así como 1 millón 580 mil personas se inclinaron por la opción de ANULAR su voto. Después de esa opción viene un partido llamado UNE (Unión Nacional de la Esperanza) con el 15 por ciento (1 millón 350 mil votos) y en tercer lugar el Movimiento SEMILLA, que sumó aproximadamente un millón de votos. Este 20 de agosto se realizará la segunda vuelta electoral e irán por la presidencia la UNE y SEMILLA, sectores políticos evidentemente muy minoritarios. Sin embargo, el sistema institucional de ese país impone que ellos decidan quien gobernará. Y el pronunciamiento contundente del 17 por ciento del electorado es tomado como un dato insignificante. Se le ignora olímpicamente. Pero viendo los números, alguien debería replantearse la situación de la “democracia representativa”, porque Guatemala tiene 17 millones de habitantes. Si los habilitados para votar son unos 9 millones, significa que hay muchos indocumentados o casi 8 millones son jóvenes. De ser así, hay un fuerte componente de nuevas generaciones que en unos años tendrán que asumir el protagonismo en la vida cotidiana de ese país. Pero no se escuchan voces de preocupación. Ni en ese país centroamericano y tampoco fuera de ese país. Gobiernos siempre dispuestos a salir a criticar, a cuestionar otros gobiernos, muchas veces por cuestiones menores, ahora se hacen los distraídos. Y Guatemala no concita la atención, no genera comentarios y ni siquiera es noticia en los medios de mayor penetración. No vaya a creer que esta situación es patrimonio de Guatemala. Este panorama se repite en muchos otros países del planeta que tienen “democracia representativa”. Ya es hora de ir replanteándose otro tipo de democracia. Porque quienes asumen el gobierno en una “democracia representativa”, en muchos casos no representan a nadie…o a una ínfima minoría, como en este caso de Guatemala. Entonces se podría intentar una democracia “participativa” o “democracia directa”, como ha sido propuesto alguna vez, aunque sin demasiado éxito. Pero son muchos los intereses y poderosos sectores que se ven beneficiados con este sistema. En definitiva…¿a quien le importa la democracia?...mientras sea un buen negocio.




*Carlos Castillos - Docente y periodista, trabajó en Radio Chuy, Difusora Rochense, El Espectador, Radio Carve, CX 30 La Radio, Emisora del Palacio FM y CX 36 Radio Centenario. Además fue corresponsal de la agencia alemana de prensa dpa en Uruguay, Argentina y Paraguay durante 22 años. Es egresado del Instituto Superior de Educación Física (ISEF) como Entrenador de Fútbol y desde el 2010 impulsa el Movimiento de Cine Con Vecinos-Uruguay que se dedica a producir documentales comunitarios y a talleres básicos en todo el país. Desde el 2011 participa del Movimiento ARA (Artistas Rochenses Amigos) para publicar y difundir obras de creadores de la zona.



lunes, 7 de agosto de 2023

LA MEJOR OBSESION / COLUMNA DE GONZALO PERERA

 

Cualquier aficionado al fútbol sabe muy bien que hay dos maneras casi infalibles de perder un partido: una es darlo por perdido de antemano y la otra, darlo por ganado anticipadamente. Es muy lógico: el que entra a la cancha convencido que va a perder, no confía en sí mismo ni en su equipo y seguramente “no le saldrá una” y perderá. Y el que se siente ganador antes de jugar, entra desconcentrado, displicente y cuando el rival se ponga en ventaja , entrará a desesperar, sintiéndose en una pesadilla, que seguramente culminará en derrota. Por lo tanto, la única manera de ganar un partido es jugando confiando en las propias fuerzas pero no subestimando las del rival, creyendo firmemente “que se puede”, pero sabiendo que, a priori, hay otros resultados posibles y que sólo un par de horas después se sabrá cuál tocó en suerte.


Esta alegoría futbolera viene bien para ubicarse en el plano de la política. Cuando un militante del Frente Amplio (FA) comienza una frase diciendo “Cuando ganemos el próximo gobierno…..”, me parece que se dá por ganado un partido aún no jugado. Una de las razones evidentes de la derrota electoral del FA en 2019 fue que buena parte de nosotros no creía en la derrota, y aunque muchos indicios mostraban que el triunfo estaba en franco riesgo, hasta poco antes de la primera vuelta se tenía como objetivo “triunfar en primera vuelta y con mayorías parlamentarios”. El golpazo con la realidad de octubre de 2019, llevó a despertar a la realidad y la capacidad militante de las bases del FA estuvo a un pelo de cambiar la historia. Pero que el injustificado triunfalismo previo a la primera vuelta, con su consecuente relajamiento y desfocalización, fue una de las causas de la derrota electoral, me parece evidente. Eso, traducido en aprendizaje, debería llevar siempre a decir “SI ganamos el próximo gobierno….” Usar el viejo y querido condicional, que no da por descontado lo que habrá de pasar.


El desgaste del gobierno, su increíble velocidad para abrir frentes de desgaste (Marset, Astesiano, el puerto a Katoen Natie, Proyecto Arazatí, pérdida de salario real y de poder adquisitivo de jubilaciones y pensiones, inseguridad y constantes relevos en jerarquias policiales pero con ministro pegado al sillón negando lo evidente, etc.), sumado a un gradual pero constante crecimiento de adhesión y actividad en el FA, hacen probable que en 2024 sea el FA el que triunfe en las urnas. Probable, pero no seguro, y nada estará seguro hasta que la Corte Electoral proclame los resultados, ni un minuto antes.


Esta aclaración puede parecer de Perogrullo, pero no lo es. Cuando se plantean iniciativas populares, desde las organizaciones sociales, para atenuar el proceso en curso de deterioro muy importante de derechos, hay muy respetables voces dentro del FA que no las apoyan con el argumento de que “esto lo debe arreglar nuestro gobierno”. Ha pasado en más de una ocasión y en algún caso estas posturas luego cambiaron, por lo cual además de respetables no son inmutables, pero llaman la atención. Porque lo que se hace ya, desde la combinación de la militacia política con la militancia social (que en muchos casos no es protagonizada por adherentes al FA), nadie dice que sea fácil, pero es una acumulación que si se tiene la voluntad de hacerla, se hace, no está condicionada a nada. Ahora bien, lo que se posterga para “corregirlo en nuestro gobierno”…..acaso supone que la elección ya se ganó? Porque si el FA no gana las elecciones (e insistimos que la adhesión al FA puede ser menor a la adhesión a una reivindicación social concreta), dónde queda esta promesa?


Pero además, la izquierda, aunque sea amplia y abarque hasta los sectores más al centro de la opinión política, tiene sellos de identidad. Como también los tiene la derecha , que cuenta con el respaldo el poder económico, de los medios hegemónicos de comunicaciones, etc. La identidad de la izquierda es su fuerte vínculo con las organizaciones sociales como la central sindical, el movimiento estudiantil, el cooperativismo, los movimientos feministas y de disidencias de género, las organizaciones ambientalistas, barriales, de productores familiares, etc. La izquierda no puede ni debe temer que las iniciativas concretas de todo ese amplio abanico social le hagan perder elecciones, debe temer que la obsesión por ganar las elecciones ( objetivo obviamente necesario) le haga perder sus lazos con todo esa base social. Y que al llegar al gobierno no cuente con buena conexión con dicha base y no logre marcar su identidad, con todos los medios hegemónicos trabajando “a full” para instalar que “son todos lo mismo”, lo cual puede ser un golpe muy difícil de superar.


No se puede prometer lo que no se sabe si se puede cumplir. No se puede descuidar las bases históricas de alianza o apoyo de la izquierda, por el contrario, el FA debe fomentar y estimular esta vinculación, como lo ha hecho recientemente con el encuentro de feminismos de izquierda, o como lo ha hecho en el ciclo “el Frente te escucha”. Hay que insistir en esa dirección, de manera sostenida.


La izquierda tiene bastante más de un siglo en el Uruguay. No hace aún dos décadas que el FA llegó al gobierno nacional. Ganar elecciones pero sin perder la identidad histórica, debería ser “la mejor obsesión ”. Con todo respeto a otras visiones, como siempre, pero diciendo con claridad lo que se piensa. Sobre todo, porque la identidad histórica se renueva o no todos los días, no en los actos electorales. Y cuando desde las organizaciones sociales surgen iniciativas, estar atentos a ellas para potenciarlas y apoyarlas en el mayor grado posible, es parte de esa renovación cotidiana de la identidad.


Ganar elecciones pero sin perder la identidad histórica es la mejor obsesión, que nos desafía día a día y a cada paso.



Dr. Gonzalo Perera- Prof. Gr. 5


DIRIGENTE POLÍTICO

miércoles, 2 de agosto de 2023

Un cuento COLUMNA DE ANTONIO PIPPO CERCANÍAS

 

Me he hecho la idea de que usted escribió este poema porque amó lugares como el Sur, Adrogué, o las quintas del Palermo de su adolescencia, ya del todo, carne y espíritu, en el Buenos Aires donde nació.

Y quiso, aun sin saberlo, hablar de algo que añoraba:

Los patios y sus antiguas certidumbres,/ los patios cimentados en la tierra y el cielo…

Yo supongo –porque sencillamente soy audaz, o porque aunque haya sido un encuentro de brevedad que tuve con usted, una conversación que no olvidaré y que, quién sabe, hubiéramos querido extender- que más allá de tantas cosas que se proponía en 1923, tan joven, cuando escribió este poema, y todavía lejos de la literatura intelectual pero sensible, abarcadora y creativa que nos legó con el tiempo, entonces sin la ceguera que le cayó después como un cruel e injusto castigo, hubo un sitio del que nunca se fue.

Las ventanas con rejas/ desde las cuales la calle/ se vuelve familiar como una lámpara…

De otro modo –vea qué presuntuosidad la mía- ese corto y bello poema no existiría, aunque lo hubiese rodeado todo eso, ventanas, rejas y la calle familiar, ¿quizás han sobrevivido?, pero usted, Borges, no hubiese reparado en ellas sino sólo en laberintos, en la simetría de las rayas del tigre, en elegías, en el otro y el mismo o en muertes heroicas, duelos y memoriosos.

Repare, mi querido Borges, que no he dicho ni espejos ni sombras, que más tarde le fueron tan caros. Es que a usted, en aquel poema de su primer libro que vuelvo a disfrutar, ya le acechaban con calidez aquellas alcobas.

Las alcobas profundas,/ donde arde en quieta llama la caoba,/ y el espejo de tantos resplandores/ es como un remanso en la sombra…

Cuando nos vimos en su departamento de la calle Maipú, enfrentados en dos sillones de pana verde, usted ya ciego, qué enorme pena, Borges, apoyadas sus manos en un bastón de madera labrada, yo recordé que ese poema lejano hasta empequeñecía al lector.

Las encrucijadas oscuras/ que lancean cuatro infinitas distancias/ en arrabales de silencio…

Y yo ahí, tímido, torpe, hablándole de ferias de libros, del Nobel que tantas veces le negaron y también –esto lo habrá olvidado cuando abrí la puerta para irme- insistí con cierto empecinamiento, al modo de quien desespera porque quiere huir de su propia pequeñez, del Francisco Espínola de Sombras sobre la tierra, ese amado Paco quien al terminar mi niñez me había regalado tanta sabiduría porque se le escapaba hasta en los gestos.

¿Por qué recuerdo esto, Borges? Porque usted ya estaba cansado, y en todo caso, no quería hablar de Paco sino de Enrique Amorim, su primo salteño, o de su abuelo heroico muerto en batalla, o de Virgilio, o de Islandia, y yo no lo advertía. Entonces, de pronto, con voz queda, me interrogó:

-¿Usted juega al truco?

-Sí, maestro, al menos al truco uruguayo…

Sonrió levemente, o yo creí que lo hizo, cuando me dijo:

-¿Y cómo hace la seña del cuatro…?

Podría sentir vergüenza todavía, cuando a mi memoria vuelve la imagen del periodista joven, inexperto, frunciendo los labios y estirándolos hacia adelante, estúpidamente orgulloso de mi pequeño saber, hasta que el rubor, empujado por el entendimiento, estalló en mis mejillas: le estaba haciendo una seña de cartas a un ciego, un ciego del que sabía sólo veía un fondo amarillento y sombras indefinidas, sólo sombras.

Pero, maestro, fue tan fina, casi acariciadora su ironía, y cambiando el rumbo de la charla lo dejó pasar con tal frescura que ni entonces ni hoy, donde ni el mínimo detalle de la torpeza he olvidado, me sentí ofendido.

Al contrario, me sentí enseñado.

Porque usted, Borges, años y años antes, había cerrado el poema que ahora acompaña mi otoño, como una mano amiga que se posa sobre un hombro querido que no ha de incomodarse, con estas líneas:

He nombrado los sitios/ donde se desparrama la ternura, y estoy solo y conmigo…

 

“Cercanías” es un poema de Jorge Luis Borges –nacido en Buenos Aires en 1899 y muerto en Ginebra en 1986- que integra su primer libro de cuentos, “Fervor de Buenos Aires”. Borges fue escritor, ensayista, periodista, traductor y poeta. Está considerado un erudito y entre los más destacados e influyentes literatos hasta hoy. La filosofía siempre estuvo presente en su obra como una perplejidad y concibió la poesía en la forma suprema de la racionalidad. La perfección del uso del lenguaje y el universalismo de sus ideas lo hicieron resaltar con nitidez. Ganó el Premio Cervantes, y fue honrado con otras distinciones y títulos en diversos países. Entre su vasta poesía resaltan Luna de enfrente, El otro, el mismo, La cifra, Para las seis cuerdas y La rosa profunda.





Antonio Pippo nació en Argentina y su familia se mudó a San José siendo aún un niño. Viene ejerciendo el periodismo desde hace sesenta y tres años: prensa , radio, televisión. Fu director de informativos de todos los canales de televisión, públicos y privados. Ha escrito y publicado varios libros. Estudioso del tango, es también artista y participa y ha dirigido espectáculos como empresario durante años.

Son clásicas las columnas que publicó durante años en el semanario Búsqueda y aún en la Agencia Mundial de ensa.

Ha sido docente de periodismo de opinión en la Universidad ORT.