Introducción
¿Cuándo
debería considerarse a un pueblo como “independiente”? ¿Cuando
expresa su voluntad inequívoca de querer regirse por sí mismo?
¿Cuando ejerce su soberanía efectivamente, imponiendo su voluntad?
¿Cuando se organiza bajo un pacto constitucional? ¿Cuándo es
reconocido como tal por la comunidad internacional? El lector tendrá
al respecto su propia respuesta. En el caso del Uruguay, ríos de
tinta se han escrito sobre cuándo debería conmemorarse nuestra
Independencia: si debería considerarse el 25 de agosto de 1825
(cuando este suelo se declaró “de
hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del
Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio
y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su
soberanía estime conveniente”),
el 4 de octubre de 1828 (cuando se canjearon entre las Provincias
Unidas del Río de la Plata y el Imperio del Brasil los documentos de
ratificación de la Convención Preliminar de Paz del 27 de agosto de
1828 -firmada bajo la mediación de Gran Bretaña-), o el 18 de julio
de 1830 (fecha de la Jura de nuestra Constitución nacional) ().
Sin
embargo, nos atrevemos a proponer que nuestro país se declaró
independiente hace 200 años, el 29
de octubre de 1823. Podríamos
considerar a esta data como la de nuestra
primera Declaración de Independencia.
Intentaremos
argumentarlo valiéndonos básicamente de las investigaciones que
expusimos en un libro publicado bajo el seudónimo de Jean-Marie
Mondine (),
sin perjuicio de otros instrumentos de archivo y de apoyo.
Esta
primera Declaración independentista fue gestada por la Sociedad u
Orden de los Caballeros Orientales. Importa entonces relacionar ésta
cómo se constituyó, qué organización poseía, quiénes la
integraron y cuáles fueron sus actividades.
Debemos
ubicarnos en la época de la ocupación lusobrasileña, cuyo período
que se inicia a partir de 1816 inicia el declive del artiguismo y de
la Patria Vieja. Fueron tiempos de sociedades secretas, a través de
las cuales discurrió la verdadera pero oculta trama de la política
durante los albores de nuestro proceso de emancipación.
Durante
la época de la invasión y de la dominación portuguesa, luego
brasileña, aparecen en la Provincia Oriental, desde 1821 denominada
“Provincia Cisplatina” o “Estado Cisplatino (alias Oriental)”
(),
ciertos grupos que operaban caracterizados por su proceder o
actuación reservada, y definidos por sus posiciones políticas.
Éstos se encontraban en referencia afín u opositora (según su
tendencia) a los portugueses y luego brasileños, como el llamado
“Orden o Sociedad de Caballeros Orientales”, el “Club del
Barón”, la “Logia de los Aristócratas”, “Aristócratas” o
“Logia de los Imperiales”, y el “Club o Logia de los 19” o
“Logia de la Constitución”. En otros casos, estaban formados por
grupos de exiliados de otras tierras que intentaron hacer su
propaganda desde Montevideo, caso de los Caballeros Racionales (en
una eventual segunda época) o “Tercera Lautaro”, que luego se
transformaron en los “Caballeros Orientales”.
En
realidad, todos ellos eran partidos embrionarios de élite que se
reunían por sus afinidades políticas (pro-portugueses,
pro-brasileños, pro-independentismo, o “anti-Directorio” de
Buenos Aires). Se trataba de facciones o de círculos de poder e
influencias organizados en forma discreta, llamados en su tiempo
“clubes”, “sociedades” o “Logias”. No está demostrado
que hubieren formado parte de la Masonería, a pesar de que la
leyenda vernácula y ciertos historiadores los caracterizaran como
“Logias”, “Logias masónicas” o “masonerías políticas”.
Entendemos que resulta sobrevaluada (por no decir errónea) la idea
de que “En
las luchas por la independencia
[oriental],
la Masonería sin duda estuvo omnipresente en el proceso”
().
Al
arribar Carlos María de Alvear por mayo de 1818 desde Río de
Janeiro a Montevideo tras su exilio luego de su caída y renuncia
como Director Supremo de Buenos Aires entre los días 15 y 18 de
abril de 1815, éste formaría en la última ciudad y en ese año,
con algunos partidarios suyos y opositores al Directorio de Juan
Martín de Pueyrredón, una sociedad de “Caballeros Racionales”
().
Nos cuenta Santiago Vázquez que ya existía en Montevideo esta
“sociedad
secreta de patriotas que trabajaban desde el año 16 en conservar el
fuego sagrado y preparar la epoca de la restauración librandole de
todo dominio extranjero”
().
Este
grupo, conocido hoy como “Tercera
Lautaro” para diferenciarla como opositora del eje formado por las
Logias Lautaro de Buenos Aires y Mendoza (Primera y Segunda Lautaro),
articuladas por Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín
respectivamente, nucleó originalmente a
antiguos partidarios de Alvear, argentinos y chilenos exiliados en
Montevideo contrarios a Juan Martín de Pueyrredón, a José de San
Martín y a Bernardo O’Higgins, aunque con el tiempo fue
incorporando a orientales.
Tomás
de Iriarte nos da cuenta de cómo operaba a 1818 esta sociedad
alvearista de Caballeros Racionales o Tercera Lautaro:
“Mi
relación con Alvear
[en 1818] se
estrechaba más cada día y estábamos perfectamente de acuerdo en
trabajar para derribar el gobierno de Pueyrredón; como yo tenía que
regresar a Buenos Aires, él debió calcular y no se equivocaba, que
allí sería yo un buen agente para trabajar en este sentido y así
se franqueó conmigo y me propuso introducirme en una sociedad
secreta compuesta de patriotas enemigos todos de la administración
de Pueyrredón: yo acepté con gusto y fui recibido por Alvear, don
Juan Larrea y don Santiago Vázquez, otros cuatro individuos que
también pertenecían a la asociación, a saber, don Manuel Álvarez,
don Francisco Martínez Nieto, don Juan Zufriategui y don Ventura
Vázquez, no concurrieron, pero después se me dieron a conocer”
().
La
sociedad de “Caballeros Racionales” o “Tercera Lautaro” de
Montevideo era, en otro plano, también contraria a José Artigas.
Nuestro máximo Prócer conocía las actividades de estos
“Caballeros” que para 1819 comenzaban ya a conocerse como
“Caballeros Orientales”, a quienes despectivamente denominaba
“Caballeros
Andantes”
o “la
Gavilla
de Albear en Montevideo”
().
Los temores de Artigas eran fundados porque aparentemente, la
sociedad “Caballeros Orientales” en sus inicios “...trabajó
en el sentido de la pacificación del país, para evitar su
desolación en una pequeña guerra inútil y ruinosa que sostenían
las partidas de Artigas. La tolerancia de Lecor, al permitir que
Alvear fundara una Logia en Montevideo, radicaba en la existencia de
un enemigo común al que había que eliminar: José Artigas”
().
No eran
artiguistas
pero en realidad, tampoco eran colaboracionistas; consideraban al
dominio portugués una suerte de mal coyuntural necesario, al menos
por las circunstancias del momento.
Algunos
de sus miembros integraron el Cabildo montevideano de 1819, aquel que
el 30 de enero de 1819 celebró con los portugueses el controvertido
“Tratado de la Farola” (),
caso de Juan Benito Blanco, Juan Francisco Giró, Lorenzo Justiniano
Pérez, Francisco Joaquín Muñoz y Manuel Vidal (Juan José Durán
se mantuvo fiel a los portugueses y luego a los brasileños).
De la
Sociedad u “Orden de Caballeros Orientales”
Como
manifestamos, a los “Caballeros Racionales”, “Tercera Lautaro”
o “rectius”, “la Anti-Lautaro de Buenos Aires y Mendoza”, se
fueron incorporando algunos orientales quienes con el devenir pasaron
a formar mayoría en la sociedad, al punto que con el tiempo el
círculo, cada vez más numeroso, pasaría a conocerse informalmente
como los “Caballeros Orientales”. Constituiría para 1819 un
grupo con otra estructura y envergadura, algo ya diferente. Arcos
Ferrand, siguiendo a Juan Manuel De la Sota, nos informa que habría
sido:
“…fundada
en Montevideo por el año 1819, según todas las probabilidades; y si
nos atenemos a la palabra autorizada del historiador de la Sota…,
la iniciativa de su establecimiento correspondió a don Juan
Zufriategui.
Don
Lorenzo Justiniano Pérez… expresa sobre este particular: ‘Como
los orientales no gustaban de la dominación portuguesa (alude al
período comprendido entre los años 1817 y 1819), se formó una
sociedad secreta cuyo voto era trabajar con todo su saber y su
fortuna para expulsar a los portugueses del país; esta sociedad
trabajó mucho, y mucho ha contribuido para la expulsión de los
extranjeros. En ella estaban todos los patriotas de viso que residían
en Montevideo; la sociedad tenía su archivo, que encierra documentos
muy importantes para la historia de nuestro país; todo estaba en una
caja de lata depositada en poder del finado don Manuel Vidal; temo
que se haya extraviado.’”
().
Un
valioso manuscrito anónimo, cuya autoría sería atribuible a
Santiago Vázquez, nos historia brevemente sobre los orígenes,
propósitos y actividades de la Sociedad u Orden de los Caballeros
Orientales en 1819 y 1822, planteando que Vázquez habría sido su
fundador e inclusive el redactor de su Reglamento. Transcribimos un
fragmento:
“/1819/
El club patriótico de
Montev.o denominado de caballeros Orientales
surgio de la gran L. de los Lautaros establecida en Montev.o,
y en disidencia con la que existía en B.nos-Ayres.
D.n Santiago Vasquez era uno de sus antiguos
miembros: y suyo fue el pensam.to dela
ereccion de una sociedad patriótica con la denominacion ya indicada:
el confecciono el reglamento que debía regirla. La sociedad no
conocía la existencia de la L. Lautaro, á que debía su origen:
estaba clasificada en tres grados 1.º el de Ancianos, 2.º
Consejeros, 3.º caballeros orientales; p.o
en los grados inferiores se ignoraba la existencia de las gerarquias
superiores. De modo que bajo una tal estructura, se deja bien
comprender que en todas las deliberaciones prevalecía la resolución
impulsiva y secreta de los grados mas altos;
y que eran, por lo tanto,
los lautaros los miembros directivos.= La ocacion por la instalación
de la sociedad de caballeros orientales, fue el anuncio de una
espedicion de tropas españolas que se preparaba en Cadiz con destino
al Rio de la Plata; y el alegato exclusivamente patriótico, -el de
organizar el país y prepararlo á la resistencia contra los
invasores: pues se tenia por cierto que las tropas portuguesas lo
evacuarian cuando la espedicion se presentase, mediante un convenio
entre los gabinetes de Madrid y Rio Janeyro.- Los lautaros reducidos
a ocho en numero, eran, en la mayor parte, emigrados Argentinos que
no podían por entonces restituirse á su país natal, y todos
opuestos al Gobierno directorial. El pensamiento de la creación de
la nueva sociedad oriental, era eminentemente patriótico, y como se
ha dicho, exclusivamente original de Dn Santiago
Vasquez. Este presidia la sociedad, y daba dirección á sus trabajos
con su consumada habilidad en este genero. De modo que si la
espedicion Española se hubiera presentado en estas playas, habría
encontradose con un gobierno patrio organizado en la campaña, y el
país todo preparado pa. oponerle la mas recia y tenaz resistencia.-
Algunos delos miembros mas
influyentes del cabildo estaban afiliados en la sociedad de
caballeros Orientales; y como el Genl. Lecor contemporizaba y dejaría
á muchos delos actos de aquella corporacion Municipal, la sociedad
trabaja con gran ventaja, tomando medidas preparatorias cuando
llegase la epoca de las hostilidades. Una de ellas fue la deportación
de considerable numero de españoles desexiliados, y militares
fugados del deposito de prisioneros delas Bruxas, quetodos trabajaban
de consuno pa. auxiliar la espedicion con su influjo y conocimiento
practico de la tierra.
La sociedad trabajó en el
sentido de lapacificacion del país, pa. evitar su desolación
mediante una pequeña guerra inutil yruinosa que sostenían las
partidas de Artigas. En esto estaba perfectamente de acuerdo el Baron
dela Laguna que segundaba aquellos trabajos. ()
Tomás
de Iriarte nos cuenta cómo evolucionaría este grupo:
“Nuestra
sociedad secreta de Montevideo incrementó [en
1819]
de un modo considerable, e hizo adquisiciones entre los hijos del
país de más nota, adictos a la causa de la independencia. Esta
reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales;
la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados: Giró,
Muñoz, Blanco (Don Juan Benito y don Silvestre), Lecocq (don
Gregorio y don Francisco), Vidal (don Daniel y don Manuel), don
Francisco Aguilar, Visillaga, Cullen, don Lorenzo Pérez, don Manuel
Oribe y otros muchos orientales fueron introducidos; esta sociedad se
componía de tres clases o grados, el iniciado era instalado en clase
de Caballero Oriental, seguía el grado superior inmediato de
Consejero y por último el de Anciano, pero la estructura de la
sociedad era tal que los del grado inferior ignoraban la existencia
de una clase superior, y de este modo los miembros de la antigua gran
Logia, porque nos reuníamos en privado y nuestra sanción daba
después la ley, porque nos era fácil conquistar el voto de algunos
miembros de los Ancianos, y por consiguiente sucedía que reunidos
con éstos, obteníamos la mayoría, de modo que cuando nos
incorporábamos con los Consejeros para deliberar ya llevábamos la
votación ganada, y así, sucesivamente para la reunión con el grado
inmediato inferior, así: los orientales que no conocían el secreto
de la gran Logia: seguían su impulso sin poderlo evitar ni
sospecharlo. Los miembros de la gran Logia éramos Alvear, Vázquez,
(don Santiago y don Ventura), Zufriategui (don Juan), Larrea y yo.
Como no se dudaba de la venida de la expedición española, teníamos
formado nuestro plan para salir a la campaña en cuanto
desembarcaren, y establecer un gobierno patrio para administrar el
país y dirigir la guerra contra los invasores. El general portugués
Lecor contemporizaba mucho con el Cabildo de Montevideo, porque este
cuerpo en cierto modo representaba los intereses de la provincia…”
().
En 1820
este grupo se articuló bajo una “Sociedad
Secreta de Amigos del País”
(aunque ya comenzaban a ser conocidos como “Caballeros
Orientales”), con un límite estatutario de “cuarenta
miembros escogidos entre los patriotas que hayan dado pruebas
inequívocas de su adhesión al sistema representativo que reúnan
las calidades de luces y una firmeza conocida por hechos públicos y
privados”,
y con un sistema de tres Grados: “Ciudadanos Libres” (primer
Grado), “Patriotas Distinguidos” (segundo Grado) y “Altos
Elegidos” (tercer Grado). Se proponía “Remover
todos los obstáculos que puedan oponerse a la reinstalación de las
instituciones liberales de la Provincia de Buenos Aires [aunque
operaban organizados en Montevideo],
promoviendo, aunque por medios indirectos, los de las provincias
hermanas. Propagar la buena doctrina de modo que se sientan sus
efectos en las últimas clases del Pueblo. Sofocar el germen de la
anarquía; infundir amor al orden y respeto a las leyes; fomentar la
ilustración pública; perseguir el régimen arbitrario: impedir la
reaparición de la dictadura; proscribir el proselitismo religioso, y
proteger la religión del Estado: propender a afianzar las garantías
sociales haciéndolas efectivas; recompensar el mérito; amparar la
virtud desvalida. En fin, esforzarse en cuanto penda de su influjo y
poder moral, para mejorar la condición de los compatriotas en
particular y de los hombres en general”.
Entre los papeles archivados de Tomás de Iriarte se conserva su
Reglamento, donde constaba su organización, ritual de iniciación,
juramentos, signos de reconocimiento, catecismo y penalidades, como
también su alfabeto y vocabulario crípticos ().
En sus
“Memorias”
y en sus “Glorias Argentinas”,
el General Tomás de Iriarte nos brinda mayores referencias sobre
cómo actuaba en 1821 esta sociedad a quien denomina como “la
sociedad secreta de Caballeros Orientales”,
“la sociedad de Caballeros
Orientales”, “sociedad
secreta” o “Club
patriótico”. Especialmente en sus
“Memorias”
nos da cuenta que funcionaba como un típico Club selecto en donde se
fueron profundizando las conversaciones y conspiraciones
independentistas:
“Al
aproximarse el invierno para hacer más soportables sus largas
noches, nos reunimos varios amigos, pertenecientes todos a la
sociedad secreta de Caballeros Orientales… Adquirimos una casa, se
estableció en ella una mesa de billar, mesas, sillas, y en fin todos
los utensilios necesarios. Todos los socios contribuimos con nuestros
libros para formar una biblioteca, y nos subscribimos a un crecido
número de periódicos americanos y europeos. Allí pasábamos noches
muy divertidas jugando al billar, a la malilla, mediator, etc., y
leyendo el que era más aficionado que a los juegos carteados porque
otros no se permitían. No tenían entrada más que los
subscriptores, que como he dicho pertenecían a la sociedad secreta.
Ésta celebraba allí sus sesiones algunos días; y cuando no
trabajábamos en cuerpo, podían ser introducidos algunos amigos,
pero éstos necesitaban una expresa invitación, y ser acompañados
por uno de los socios. La cantidad que mensualmente pagábamos era
muy módica, dos o tres pesos. Expresaré los nombres de que puedo
acordarme: don Santiago Vázquez, su hermano el coronel don Ventura,
don Juan Zufriategui, el general [Carlos
María de] Alvear,
don Juan [Francisco]
Giró, don Francisco Muñoz, don José Aguilar, don Juan Benito
Blanco, don Lorenzo Pérez, don Manuel Vidal, don Manuel Oribe, y
otros muchos que no recuerdo.”
().
Iriarte
mencionó asimismo que integraban la Comisión Directiva de los
“Caballeros Orientales” Santiago Vázquez (que la presidía),
Juan (Francisco) Giró y Diego Benavente, y que cuando sus
actividades comenzaron a trabajar por la independencia de la
Provincia, el mismo Iriarte fue comisionado para hablar en Buenos
Aires con Bernardino Rivadavia en búsqueda de apoyo ().
De
Gandía (quien llamó a los “Caballeros Orientales” como los
“Caballeros
de la Libertad”),
Arcos Ferrand, Fernández Cabrelli, Dotta Ostria, Flavio García y
Lagomarsino Pezzali proporcionan una lista más amplia de estos
“Caballeros”. Resulta de ello una amplia lista de integrantes, a
saber: Francisco Aguilar, Atanasio Aguirre, Agustín de Aldecoa,
Julián Álvarez, Carlos de Alvear, Antonio Acuña, Francisco Solano
Antuña, Francisco Araúcho, Rufino Bauzá, Diego Benavente,
Silvestre Blanco, Prudencio Blanco, Juan Benito Blanco, Silvestre
Blanco, Pedro Francisco Berro, Pedro Calatayud, Carlos Camusso, Ramón
Castriz, Manuel Cifuentes, Domingo Costa, Domingo Cullen, Ramón
Cullen, Antonio de Chopitea, Antonio Díaz, José Ellauri, León
Ellauri, Rafael Ellauri, Román o Ramón de Acha, Cristóbal
Echevarriarza, Manuel Errazquin, Baltasar Gayoso, Francisco Gil, Juan
Francisco Giró, Pablo Giró, Roque Graseras, Tomás de Iriarte,
Atanasio Lapido, Francisco Lecocq, Gregorio Lecocq, Pedro Lenguas,
Ramón Masini o Massini, Agustín Murguiondo, Prudencio Murguiondo,
Francisco Joaquín Muñoz, Pablo (o Pedro) A. Nieto, Francisco Oribe,
Ignacio Oribe, Manuel Oribe, Gabriel Antonio Pereira, Gregorio Pérez,
Lorenzo Justiniano Pérez, Luis Eduardo Pérez, José María Platero,
Carlos de San Vicente, Rafael Sánchez Molina, Santiago Vázquez (o
Vásquez), Ventura Vázquez (o Vásquez), Daniel Vidal, Manuel Vidal,
Miguel Antonio Vilardebó, José Félix Zubillaga, Juan Zufriategui y
Pablo Zufriategui ().
Nicolás Herrera (antiguo integrante de la Tercera Lautaro, pasado al
bando de los portugueses y luego de los brasileños) afirmará que
“Los
que han permanecido a banderas desplegadas por la anarquía son los
Vasquez, los Oribes, Juan Benito [Blanco],
Aguilar, Gallego Diaz, Iriarte el hijo de la Somalo, Murguiondo, los
bichos del Cavildo y varios Españoles del Cons.o
que V. no lo creería. Ventura Vasquez e Iriarte son los emisarios
q.e
van y vienen de Bs
Aires qe
convinan sus planes con los corresponsales de ella…”;
pero también identificó a “Lorencito
Perez, Muñocito”
o a “Juan
Benito Blanco, Lorencito Perez, Juan Giró”,
calificándolos como “…los
hombres mas picaros del país, y dirijidos pr.
nuestro Dn
Carlos
Alvear que desde allá embia sus decretos y emisarios”
().
Otro integrante de los “Caballeros Orientales” fue Bernardo
Prudencio Berro, quien se inició en esa sociedad juvenilmente ().
No todos
estos Caballeros eran “Orientales”. Benavente y los Vidal eran
chilenos. Otros, como Alvear, Julián Álvarez, Iriarte y Sntiago
Vázquez (en realidad su apellido era “Vásquez”), eran
argentinos. Aguilar, Camusso, Castriz, los Cullen, Díaz,
Echevarriarza, Prudencio Murguiondo, Vilardebó, eran españoles (es
menester precisar que había descontento en los pobladores españoles
europeos de Montevideo con Lecor). Massini (o Masini) era de origen
italiano.
De
acuerdo a De la Sota y a Arcos Ferrand (transcribimos a este último),
“De
progreso en progreso, la sociedad fué tomando verdadero incremento,
pues el número de sus afiliados, a estar a las indicaciones de De la
Sota, llegó en poco tiempo a doscientos, ‘los más de ellos
pudientes, gran parte de extranjeros, ingleses, españoles y
franceses’”
().
En una carta del 13 de abril de 1823 dirigida a Lucas Obes, Thomas
García de Zuñiga (“Syndico
Procurador Geral do Estado Cisplatino”)
caracterizó a estos como “aquellos
mismos Españoles de Montevideo que estaban expatriados que volvieron
a la plaza bajo la protección de las armas portuguesas, y que
recibieron del Gobierno Portugues todos sus bienes que se hallaban
confiscados por D.n Jose Artigas, son los mas entusiastas enemigos de
la causa del Brasil que unidos á la faccion de los anarquistas
ofrecen sus personas y bienes para hacer una guerra cruda á las
Tropas Imperiales; y arrancar de la Confederación del Imperio esta
Provincia, cuya ocupacion y conservacion ha costado tanta sangre y
dinero á la Nacion Brasilica”
().
Estos
“Caballeros Orientales” también serían conocidos como “los
Independentistas”
()
o “los
Independientes”,
porque así era su tendencia.
Los
“Caballeros Orientales” operaron desde la reserva mancomunando
talentos de los más preclaros independentistas de la élite
montevideana de entonces, resistiendo sordamente la ocupación
portuguesa y luego la brasileña.
Muy
activos pero solapados revolucionarios, en ese entonces muchos de
ellos iban y venían a o desde Buenos Aires tendiendo nexos y
haciendo preparativos, en pro de la causa oriental “patria”.
(Continuará)