En la
primera parte ()
presentamos a la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales, un
grupo de logistas constituido en Montevideo por partidarios de Carlos
de Alvear hacia 1819 con el propósito de oponerse al gobierno de
Buenos Aires encabezado por Juan Martín de Pueyrredón, de preparar
esfuerzos de defensa ante los rumores de una expedición que se
aprestaba desde España para reconquistar el Río de la Plata, y de
promover el bienestar del territorio oriental “contra la anarquía
y la barbarie” (léase, contra José Artigas y lo que su sistema
para aquéllos significaba). Conocidos embrionariamente como los
“Caballeros Racionales” o “Tercera Lautaro” (1818), ya desde
1819 se les había comenzado a denominar “Caballeros Orientales”,
aunque estatutariamente se habían constituido como “Sociedad de
Amigos del País” (1820). Los acontecimientos que se suscitaron
dirigirían con el devenir su acción hacia otros propósitos. Como
veremos.
El
panorama político en la Provincia Oriental o Cisplatina hacia 1821.
Los Caballeros Orientales prosiguen sus “trabajos”, ahora con un
nuevo propósito
Hacia el
año 1821, en donde dejamos nuestro anterior relato, el escenario
político del Río de la Plata había cambiado drásticamente.
La
temida expedición reconquistadora española se había frustrado al
haberse desarticulado tras el Pronunciamiento del General Rafael del
Riego (Las Cabezas de San Juan, cerca de Sevilla, 1º de enero de
1820). España ya no representaría un peligro para la región.
El
Directorio de Buenos Aires (en ese momento bajo José Rondeau
-Pueyrredón había renunciado el 1º de junio de 1819-) había caído
vencido por los caudillos artiguistas argentinos tras la batalla de
Cepeda (1º de febrero de 1820), pero el Pacto o Tratado del Pilar
que se firma el 23 de febrero de 1820 entre Manuel de Sarratea,
Estanislao López (santafesino) y Francisco Ramírez (entrerriano)
desmarcó a estos dos últimos de José Artigas, e inauguraría en
las Provincias Unidas una época de anarquía e inestabilidad
institucional.
Aprovechando
todo ese revuelo, y con sus ambiciones puestas en querer obtener el
poder en Buenos Aires y las Provincias argentinas, Carlos María de
Alvear cruzó desde Montevideo a Buenos el 25 de marzo de 1820. La
Sociedad de los Caballeros Orientales de Montevideo pasaría a quedar
desde entonces bajo el liderazgo de Santiago Vázquez.
José
Artigas, ya inútiles sus esfuerzos contra los invasores portugueses,
derrotado por Francisco Ramírez y traicionado por Estanislao López,
se retiraría el 5 de setiembre de 1820 al Paraguay. Los portugueses
adquieren así el control sobre la Provincia Oriental.
Bajo la
dominación portuguesa, en el Congreso Cisplatino, convocado por el
Barón de la Laguna Carlos Federico Lecor (Le-Cor) y que sesionó en
Montevideo con una camarilla digitada por él mismo entre el
15 al 31 de julio de 1821, el día 18 de julio de ese año se votó
la anexión de la Provincia Oriental al imperio portugués, pasando a
denominarse “Provincia Cisplatina”.
A pesar
de ello, no se ocultaba que entre las clases dirigentes locales había
cierto descontento contra las autoridades portuguesas: se consideraba
que su dominio no había logrado traer la paz y la estabilidad que se
precisaba para el desarrollo. En realidad, los lusitanos no habían
logrado consolidar su poder en el territorio oriental. Controlaban
las ciudades de Montevideo, Maldonado, Colonia, San José y Guadalupe
(ciudad de Canelones), pero no conseguían imponer su voluntad en la
campaña, donde solían suscitarse ciertas resistencias provocadas
por rebeldes “tupamaros”,
como se les denominaba a esos levantiscos orientales. Los propios
militares invasores se sentían extraños en el suelo oriental,
además de que sufrían atrasos importantes en el pago de sus
salarios.
En este
contexto histórico tan complejo y caótico, bajo la dirección de
Santiago Vázquez los Caballeros Orientales incrementaron sus
articulaciones secretas, y sus aspiraciones comienzan a reperfilarse
hacia una meta muy particular: la
obtención de la independencia nacional o si se prefiere, de la
Provincia Oriental, del dominio portugués, y la asociación a las
Provincias argentinas a pesar de su efervescente situación.
Es
necesario precisar que los
“Caballeros Orientales” fueron una sociedad constituida
exclusivamente por varones;
como era normal en su época y en estas latitudes, especialmente en
grupos que se reunían por la noche (propio de las sociedades
secretas o discretas). Dicho sea esto, para desmitificar cierta
errónea información de que estaba “integrada
por hombres, aunque hubo también algunas mujeres”
().
Cierto es que hubo mujeres patriotas que hicieron mucho por la causa
independentista, siendo María Josefa Oribe y Viana de Contucci
(conocida en esa época como “Pepita
la tupamara”)
quien más se destacó por esos tiempos; pero ellas actuaron por su
cuenta y esfuerzo, con gran valentía por supuesto, ocasionalmente
colaborando con otras personas o requiriendo de ellas, pero jamás
formando parte de los Caballeros Orientales ninguna de estas mujeres.
Una de
sus primeras acciones fue tratar de enquistarse entre las autoridades
del Cabildo de Montevideo, hacia 1821 netamente “pro-portugués”.
Lo cual lograrían al año siguiente, 1822, “para
emprender la obra de su libertad, poniendose de acuerdo…”
().
Esta
“pequeña
facción de anarquistas de Montevideo”,
“logia
de anarquistas de Montevideo”
o “una
facción… dueña de los destinos de la Republica”
logró colocar a sus miembros en el Cabildo de Montevideo, o en su
caso captarlos para secundar los propósitos de los Caballeros
Orientales. “La
sociedad de Vasquez pudo influir en los Sres. Echevarriarza, Gabriel
Pereyra, y Aldecoa…”
().
Los capitulares del Cabildo de Montevideo 1822 y del Cabildo de
Montevideo de 1823, este último integrado por Manuel Pérez, Pedro
Francisco Berro, Pedro Vidal, Luis Eduardo Pérez, Francisco Plá,
Román de Acha, Francisco de las Carreras, Silvestre Blanco, José
María Platero, Ramón Castriz y Juan Francisco Giró (),
se encontraban en su mayoría vinculados a los Caballeros Orientales.
En el
año 1822 los Caballeros Orientales intensificarán desde Montevideo
el esfuerzo independentista, intentando llevarlo hacia toda la
Provincia y procurando aliados para su causa.
Data de
este año de 1822 un
manuscrito, que se conserva incompleto, de la “Constitucion
Orgánica del Orden de Caballeros Orientales”
().
Evidencia que esta sociedad, sin ser masónica, tenía una
organización parecida a las Logias de la Masonería: “era
una sociedad secreta estructurada sobre el modelo de las asociaciones
masónicas”
().
El
“Orden
de Caballeros Orientales”
se organizaba en esta “Constitución…”
bajo una “Gran
Sala”
que reunía a todos los miembros que se conocían como “Compañeros”.
La Gran Sala tenía como “Oficiales”
a un “Presid.te,
Vice Presidente, Orador 1º y 2º, Secretarios 1º y 2º; Tesorero y
Ayudante, Archivero, Maestro de Ceremonias, y Supernumerarios, que
por su merito ó servicios se crean convenientes”
(que si bien se elegían por la Gran Sala, se extraían de las
Cámaras), y sesionaba entre “Columnas”.
A su vez, la Gran Sala se dividía entre “Jóvenes”
y “Cámaras”.
La más importante de estas Cámaras era la “Cámara
de Ancianos”,
que con la “Cámara
de Consejeros”
formaba la “Cámara
de Consejo”.
Vale decir que la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales
funcionaba bajo un sistema de tres grados: “Jóvenes”
o “Caballeros”,
“Consejeros”
y “Ancianos”,
siendo este último el de mayor nivel, con leves diferencias del
sistema de tres Grados que ya previa el Estatuto de la “Sociedad
Secreta de Amigos del País” de 1820 (),
y de dos Cámaras (la Gran Sala que reunía a todos, y la Cámara de
Consejo que reunía a los Ancianos y Consejeros) semejante al esquema
de la “pequeña Logia” y “gran Logia” con que actuaba la
Logia Lautaro en sus diferentes épocas ().
Los integrantes de los grados inferiores desconocían quiénes
integraban los grados mayores.
Repercusiones
del Grito de Ipiranga y de la creación del Imperio del Brasil como
Estado independiente. Un cambio de rumbo para los Caballeros
Orientales, y una oportunidad para activar una Declaración de
Independencia en nuestras tierras
Un
inesperado evento para estos lares traería nuevos rumbos a la acción
de los Caballeros Orientales: la proclamación
de la Independencia del Brasil tras el Grito de Ipiranga del 7 de
setiembre de 1822 y la entronización de Pedro I como Emperador (12
de octubre de 1822; sería coronado como tal más tarde, el 1º de
diciembre de ese año). Ese acontecimiento generó partidarios y
resistencias, y ello repercutió en la Provincia Oriental o
Cisplatina que ahora pasaba a ser una Provincia del Imperio
brasileño, inclusive entre los invasores.
Los
militares ocupantes se dividieron en dos facciones, que inclusive
llegaron a luchar bélicamente entre sí:
a)
por un lado, el grupo de pro-portugueses (partidarios de mantenerse
bajo Portugal), liderados por el Brigadeiro Álvaro Da Costa,
nucleados bajo la “Logia de los 19” o la “Logia de la
Constitución” de la División o Cuerpo de Voluntarios de El Rei
(creada por marzo de 1821), con base en Montevideo; y
b)
los partidarios del Barón de la Laguna Carlos Lecor (quien optó por
el Imperio brasileño), que se nuclearon cívico-militarmente como
los “Hombres del Lazo Verde”, “Caballeros Comendadores de la
Orden del Lazo Verde” o “los Imperiales” (Fructuoso Rivera, que
sería ennoblecido por el Imperio brasileño como “Barón de
Tacuarembó”, formaría parte de los militares pertenecientes a
estos últimos). Durante estos tiempos Lector debió retirarse a San
José y luego a Guadalupe (Canelones), desde donde intentó afianzar
el dominio del Imperio.
/1822/
Pero
mas tarde cuando el brasil se emancipó, ysobrevino la disidencia
entre las tropas brasileras y portuguesas que ocupaban el territorio
oriental, la sociedad renovó sus patrioticos trabajos y el Cabildo
de Montev.o envió
su primer comisionado (Iriarte) cerca del Gob.no
de B.s
Ayres endemanda de auxilio
yproteccion.
El
Sor. Vasquez emigro -como otros muchos patriotas- á B.s
Ayres cuando los Imperiales ocuparon á Montev.o.
Sus talentos y patriotismo acreditados en épocas anteriores desde el
principio dela revolución, le proporcionaron en la capital Argentina
una posición elevada, ytodo el influjo que da el saber; y tanto en
el congreso general como en el Ministerio de la guerra, puso
constantemente en acción su zelo patriótico, ysu aventajada
capacidad en obsequio delos intereses de su país, con todo el
entusiasmo de su alma ardiente y bien templada, y con una actividad y
contracción asidua que lo hicieron siempre espectable entre los
principales atletas de las dos margenes del Plata
()
Ante
tal división de los militares de la ocupación, los “Caballeros
Orientales” encontraron una oportunidad para activar su propósito
independentista, e intentaron en los años 1822 y 1823 capitalizar
estas desavenencias entre Lecor (quien apoyaba la reciente
constitución del Imperio de Brasil y de su soberano don Pedro I,
trasladándose a San José y luego a la Villa de Guadalupe -actual
ciudad de Canelones-) y Da Costa (quien se mantendría fiel a la
Corona portuguesa desde el Conselho Militar y desde la “Divisáo
dos Voluntarios Reaes d'ElRei em Montevideo”).
Santiago
Vázquez convocará a todos los Caballeros Orientales para
pronunciarse contra el Imperio (),
levantándose así una gran efervescencia libertadora. Un suelto del
22 de octubre de 1822 promueve la convocatoria a un Cabildo Abierto
en Montevideo para “acordar
la forma de gobierno, que afiance la seguridad individual, la de la
propiedad, y haga poner en vigor los derechos usurpados á los dignos
orientales, por una faccion que dirijió la reunion de un congreso
nulisimo en todas sus partes”
().
Desde
Buenos Aires, Alvear formula a Santiago Vázquez en noviembre de 1822
algunas recomendaciones, aconsejándoles pedir ayuda en Argentina a
través de Tomás de Iriarte, apoyarse en los españoles
montevideanos descontentos, en la División de Voluntarios Reales
portugueses y en los elementos de la campaña ().
Había una posibilidad de que el gobierno de Buenos Aires pudiera
auxiliar en cuanto no comprometiera su tranquilidad, y esto inspiró
aliento a los Caballeros Orientales ().
Los
Caballeros Orientales mantuvieron cordiales contactos y relaciones
armónicas con el llamado “Club” o “Logia de los Diecinueve”,
el grupo de oficiales portugueses liberales y constitucionalistas de
la División de Voluntarios de El Rei ()
liderados por Álvaro Da Costa, contando con que éstos no se
opondrían a los trabajos de los Caballeros Orientales ().
A su vez, Da Costa se apoyaba en los Caballeros Orientales. De hecho
se sostenían mutua y coyunturalmente atendiendo intereses comunes
(Manuel Oribe, integrante de los Caballeros Orientales, había
obtenido el grado de Sargento Mayor del Brigadeiro o General Álvaro
da Costa, integrante eventual del “Club de los Diecinueve”, y
peleó bajo sus órdenes durante los diferendos entre Da Costa y
Lecor). Nos cuenta Anaya que:
“El
Gral. D. Albaro [Da
Costa],
no podía expedirse sin la cooperación de los Patriotas Orientales
que encerraba Montev.o,
y aprovechando la ambicion del nunca olvidado D. Santiago Vazque
[sic]
que se hallaba allí desterrado de B.s
A.s
y otros patriotas amigos, apoyados del Cabildo, levantaron su eco de
libertad é independencia á la Sombra dela fuerza de D. Albaro da
Costa, uniendose á sus resistencias, y que les brindaba la ocacion
de ver fraccionada la fuerza Estrangera. Asi fue que abrazaron la
grra. contra Lecor p.a
luego
sacudirse de ambos dominadores, poniendo á su cabeza al Sargento
Mayor, entonces,
el
muy Valiente D.n
Man.l
Oribe,
que hizo progresos con su Espada.”
().
Paralelamente,
procuraron los Caballeros Orientales contactar el apoyo de las
provincias argentinas enviando como emisarios a Tomas de Iriarte y a
Ventura Vázquez a Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, intentando
contactos logiales. Nos enseña De la Sota:
“Trascendida
la convinacion y aclamación de D. Pedro 1º Emperador y Defensor
Perpetuo del Brasil los Caballeros Orientales entraron en
correspondencia con el Gob.no
de B. Ay.s
y en relación con la Lojia Arjentina, tentando los medios de unirse
á la Carbonaria á que pertenecía el Consejo Militar, con el objeto
de sobreponerse á la influencia de la Brasilera. Fue entonces
pronunciada y pública la opinión del Gral. Argentino, que se
hallaba emigrado en Montev.o
D. Carlos Maria de Alvear…, la de los SS. D.n
Santiago y D. Bentura
Vazquez, D. Manuel y D. Ignacio Oribe y D. Juan Benito Blanco,
Orientales, la de D. Fran.co
Aguilar, Canario: la de Ant.o
Diaz y de Prudencio Murguiondo Españoles y la de D. Tomas Iriarte:
siendo este y D. Bentura Vazquez .con.
los que iban y venían de Buenos Ay.s
p.a
la convinacion delos planes de la sociedad de Orientales.
Ella
pudo influir en el Cabildo de Montevideo y hacer que los SS. D.
Cristobal de Echevarriarza, D. Gabriel Pereyra y D. Agustin Aldecoa
escribiesen un papel contra la conducta del Gral. Lecor que publicado
por la prensa fue delatado por alg.os
al Intendente D. Juan Jose Durán, como anarquico y capaz de
comprometer la seguridad del pueblo. Puesto en conocimiento de Lecor,
pidió al Cabildo explicarse el concepto y sentido de sus
espresiones. El Cabildo se negó á hacerlo, pues ya se hallaba
dispuesto á sacudir la dominacion extranjera”().
De este
modo, Iriarte se reunió con Bernardino Rivadavia (en aquel momento
Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores), quien tenía vivas
simpatías por la causa de la reincorporación oriental; una
declaración del gobierno de Buenos Aires de apoyar la independencia
oriental había inspirado ánimos al “Club
de los Caballeros Orientales”
().
Intentaron
también conseguir el apoyo del entonces Gobernador de Entre Ríos
Lucio Mansilla ().
Pero
Rivadavia ponderaba el riesgo de que apoyar a los orientales era
todavía apresurado, y que significaría exponerse a romper con
Portugal y el Brasil cuando no estaba aún vencido el poder de los
españoles; esta política de prudencia era acompañada por el
Ministro de Hacienda Manuel José García y el gobernador de Buenos
Aires Manuel Rodríguez.
“Rivadavia
mostró al coronel Iriarte sus sentimientos personales, le significó
que el Gobierno argentino no podía asumir la responsabilidad de un
paso como el que se le pedía mientras los orientales no instituyeran
una autoridad con poderes bastantes para proponer y acordar la
reincorporación, pues el Cabildo actual no los tenía; y,
propendiendo á facilitar el resultado, agregó que si el brigadier
da Costa entregaba la plaza al Cabildo y éste se unía á los
propósitos de los ‘Caballeros Orientales’, en tal caso tropas
argentinas pasarían á ocupar la ciudad de Montevideo. Rivadavia
autorizó al coronel Iriarte para que propusiera esto mismo al
brigadier da Costa y le ofreciera para él y sus tropas buques de
transporte hasta Europa, corriendo los gastos de viaje por cuenta del
Gobierno de Buenos Aires.”; “La sociedad secreta y el Cabildo
recibieron con desaliento la respuesta de Rivadavia, por lo difícil
que creían satisfacerla. Pero intentaron allanar las dificultades.
Se dirigieron á varios jefes y otras personas influyentes de la
campaña incitándoles á que se rebelaran contra Lecor, y se
empeñaron con algunos portugueses de la ciudad porque decidieran á
la Junta militar presidida por don Alvaro [da Costa], á verificar la
entrega de las llaves como término de la ocupación provisional.
Fueron ineficaces estos pasos, no obstante haber motivado la
sublevación de Juan Antonio Lavalleja y una parte de las fuerzas que
mandaba”
().
En
sendas cartas del
18 de noviembre de 1822 y del 25 de noviembre de 1822 de Iriarte y
Alvear a Santiago Vázquez, éstos le hacen saber que Buenos Aires no
decidió la prestación de ayuda a la Provincia Oriental atendiendo a
que “no
havia necesidad de atropellarse con riesgo de correr el albur de una
espantosa anarquía”
y a que se había actuado precipitadamente ().
Por su parte, Lucio
Mansilla entendió que si bien Entre Ríos debía coadyuvar,
recomendaba a los orientales por el momento “Dejad
llenar la medida; aun no es tiempo de sacar todavía la espada”
().
El Consejo Militar de Montevideo filoportugués presidido por Da
Costa consideró la proposición, pero contestó que no podría
resolverlo sin consultar a Lisboa y que mantendría la ocupación
hasta que llegaran las instrucciones ().
En carta del 25 de enero de 1823, Silvestre Blanco reconocerá a
“Gerónimo Alcalá” (Bernardino Rivadavia) su apresuramiento ().
Fogonear
los propósitos de independencia no estaba resultando sencillo,
porque no se concretaban apoyos concretos, internos y externos, de
importancia. Un escrito satírico de quien se identifica como “El
Brujo enemigo de indirectas”
festejaba el poco éxito de los Caballeros Orientales:
“Hermano
mio ¿tu sabes lo que has hecho? ¿Sabes en que verenjenal te has
metido? ¿Dime, eres loco ó diablo? ¿Es posible que aquel tino que
has manifestado siempre con el compas en las manos, en todas nuestras
reuniones, haya venido abajo con tu disparatado papelucho?
Reflexiona, y verás, que has echado por tierra nuestro plan añejo,
y gran secreto. Faltastes á la circunspección exterior, tan
encargada en nuestro código, y lo peor es, que han pintado tal cual
es el carácter de todo nuestro respetable club. ¡Quien al leer tu
maldita conversacion no dirá esta es una obra neta y netisima de los
pobretones duendes, que handan buscando donde vestirse? Quien viendo
el modo bajo con que alabas á la división, y Vicentinos no,
exclamará: sape gato, que estas papas queman; que lo diga el
Hervidero, nuestras bolsas, y la cárcel (ya tu sabes lo que hemos
hecho.)
¿Dime
hermano de dos mil demonios, te parece bien esto para la logia?
¿Podria hacer mas un enemigo? No creas que son cavilaciones de tu
amigo el brujo, te lo digo por que lo he oído á muchos, y saben que
siempre he sido un hermano de los mas zelosos por nuestro proyecto.
No es discreción manisfestar las cosas como tu lo haces pan, pan: ya
se acabó ese tiempo, es menester hacerlo piar, pianito, con sigilo,
y como quien no quiere la cosa, usar con frecuencia de las seductoras
palabras, derechos de la Provincia, patriotas, patriotismo, sino
todo, todo se lo llevó el diablo; los que tienen, se quedarán con
lo que tienen,y nosotros siempre seremos piojosos.
A que
viene aquello de dar cruces á troche y moche, sin tener presente dos
circunstancias que hai en el caso; la una es, que muchas de las
cruces que das por burla, pueden ser deveras, y tu, yo, y toda la
logia nos quedarémos con la boca abierta diciendo, a-ma-laya, y
teniendo que sufrir nos las refreguen por nuestros redondos hocicos.
Es menester que hablemos en plata, esto es derecho viejo, como dicen
los paisanos; para tocar estas materias debemos tener presente que
también nosotros hemos sido dados por titulos y cruces; que hai
hermanos que la lograron, y sino las hubiéramos perdido en puertas,
la logia se hubiera vuelto calvario: acuérdate de nuestro siglo de
oro, cuando pensó coronarse el nuestro nunca bien ponderado Maestre
del general Orian, que hubo uno de los hermanos, que aspiró á ser
duque y por eso le quitaron aquel maldito baston que siempre entraba
á vanguardia por las cajas; la segunda parte que siempre es la mas
lastimosa, es que estoi viendo que de resultas de tu cruzamiento nos
pueden cruzar el cuerpo, y hacernos decir, tio yo no he sido, y nos
quitarán las ganas de conversar.
Estos
son los sentimientos de un amigo que te estima, que tiene tus mismas
ideas, pero que quiere nos las traslusca el público como son, sino
como queremos las crea. Todavia me acuerdo que por algunos hermanos
como tu de poca espera, y poco seso, tuvimos que salir matando de
Buenos Aires: estos malditos manifestaron antes de tiempo nuestro
gran secreto cometiendo muchachadas, y aquel pueblo que no aguanta
pulgas, y ha amado siempre sus derechos nos echó rodando: ahora que
hemos tenido la suerte de llegar á uno que en la tolerancia se
asemeja á el marido de la cabra, no debemos abusar, porque también
estos animalitos, topan cuando se les hostiga.
El
Gran Maestre [Santiago Vázquez]
ha recibido noticias de oficio del encargado de negocios, que
despachamos á Buenos Aires y parece que nada sacamos, por ella
veremos lo que resulta de lo que remitimos por el despacho: Duende,
Duende más te vale estar duermes; hai ciertas cosas como tu bien
sabes que cuanto más se revuelben, más hieden, ya has visto á el
rolliso como nos ha sacado nuestras primeras camisetas á el viento;
todo por tu imprudente y frio insulto: hai muchos hermanos que no han
podido chupar el tabaco de puro fuerte; toda la lógia está contra
ti, y sino todos te lo dicen, es, porque no te aman con la ternura
del brujo: este quiere que allá entre tu levita, conoscas, que has
hecho mal, y no vuelvas á conversar porque no lo entiendes; mira,
para escribir en nuestras cacas, porque hai gente que nos conocen, y
al pasar se tapan las narices.
Yo
espero, que pesando bien mis razones no me vuelvas á dar el trabajo
de otro sermon, pues entonces no me subscribiré como ahora tu
hermano y amigo.- El Brujo enemigo de indirectas”
().
Esto no
desanimó a los Caballeros Orientales y al Cabildo de Montevideo
(cuyos
más influyentes miembros pertenecían a los Caballeros Orientales).
Y continuaron con sus articulaciones en pro de lograr la
Independencia del suelo oriental.
(Continuará)