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sábado, 17 de febrero de 2018

Semblanza por Oscar Bruno Cedrés El CODEQUI club de básquebol rochense





En una agradable tarde de verano nos reunimos en el domicilio de Enrique Pérez Mengotti quien con sus casi 76 años y una gran lucidez nos habló, nos contó la historia del club de básquebol de Rocha, CODEQUI, del cual fuera uno de sus defensores.
El CODEQUI, fue un club de básquebol de nuestra ciudad de principios de la década del setenta, una institución de poca “vida”, en tiempos en que en el deporte del cesto rochense surgieron por entonces varios equipos como Juventus, Olimpia, Champagnat, Bancarios, agregándose a las tradicionales de CADER, Peñarol, Rocha Atlhetic Club, Nacional.
Con más escenarios porque CADER seguía con su cancha de la calle Eliseo Marzol, Nacional con el de la calle Treinta y Tres, Peñarol con su escenario de Julián Graña, más el de la Plaza de Deportes de la avenida Zorrilla de San Martín y el del Champagnat de la calle Rincón.
Su nombre proviene de la sigla de “Cooperativa de Quiniela” por idea de su creador fundador, el permisario de la banca de quinielas de la ciudad de Rocha, José Pí Esquivel, que también elige el color de las casacas, negras con vivos blancos, y el nombre debajo del número, y por supuesto quien las proporciona.
La mayoría de los jugadores de la institución eran funcionarios de la Banca de Quinielas de Rocha.
El Club no tenía cancha propia por lo que usaba los escenarios de otras instituciones para prácticas y jugar los partidos oficiales.
Formaron un muy buen equipo siendo el plantel vice campeón de la Liga Rochense de Básquebol de la temporada del año 1972: Ruben Mengotti; que en fútbol defendiera al club Lavalleja; Mario Méndez futbolísticamente jugador del Rampla Juniors; Enrique Pérez Mengotti delantero del conjunto de Lavalleja en la faz futbolística; Walter Raymond figura del fútbol rochense defendiendo los colores de nuestras selecciones y del Rampla de La Estiva; Carlos Méndez, el “Pomelo”.
El elenco lo integraban también Miguel Egaña defensor de Lavalleja, Nacional y Palermo y de los seleccionados de fútbol de Rocha; Julio Méndez; Carlos Olmes Ozuna, que además de basquebolista fuera gran jugador del Lavalleja de Los Tres Barrios, murguero y poeta; Fermín Espeleta y Adhemir Bossi.
Fueron éstos quienes llevaron al CODEQUI a ser vice campeones y cumplir un corto pero buen ciclo por el básquebol de la Liga Rochense.
Como un recuerdo al pasar decimos que Ruben Mengotti; Enrique Pérez Mengotti, Miguel Ángel Egaña y Carlos Olmes Ozuna jugaron en Peñarol de básquebol; Mario Méndez, Walter Raymond, Carlos Méndez y Fermín Espeleta defendieron la roja casaca del CADER.
Es esta una pequeña semblanza extraída desde lejanos tiempos de cuando en nuestra ciudad los equipos de básquebol eran de gran aceptación en nuestro medio deportivo, tenían sus seguidoras hinchadas, el público acompañaba, escenarios habían suficientes, jugadores también, luego cayó la larga noche negra sobre nuestro país y como deporte federado, de tener una Liga, nunca más hasta hoy ha habido en Rocha, solamente el CADER se mantuvo con sus divisionales juveniles y su histórico pasaje por el básquebol profesional uruguayo, lo demás intentos muchos, concreciones cero.
Con la esperanza de que algún día resurja el baloncesto en Rocha, éste recuerdo para el CODEQUI, en esta previa futbolera de VIDA FM.
Febrero/18


viernes, 16 de febrero de 2018

Autoconvocados y Política (II) Por Rodrigo Tisnés




Voy a comenzar realizando una precisión: esta segunda parte no tiene tanto que ver con el movimiento de los autoconvocados en sí mismo, cómo en ciertas reflexiones e ideas que me han surgido a raíz de su aparición.
Si bien no forma parte de su plataforma, algunas partes de la misma, y de expresiones de referentes del movimiento me suenan parecidas, o cercanas al menos, al discurso, de contenido populista, que busca asociar la gestión pública a la gestión/administración de una empresa privada.
Quienes sostienen esta idea se suelen presentar como “outsiders” del sistema político, que vienen a corregir, desde afuera, un sistema que no funciona, en el cual todos los políticos son corruptos que buscan satisfacer apetencias personales (dinero, poder, fama, etc) y en caso de no ser corruptos, son unos incompetentes que no encuentran ni proponen las soluciones que “la gente” quiere, porque se acuerdan del pueblo solamente cada 4 o 5 años cuando salen a buscar los votos.
Este fenómeno no es novedoso y no surge en Uruguay. Puede rastrearse su origen, un tanto difuso, en la ascensión política de Valery Giscard d’Estaing, a fines de los 70’ y comienzos de los 80’, desde donde comenzó, lenta pero seguramente a permear al resto del mundo, para finalmente, penetrar con la fuerza arrolladora de un alud en Latinoamérica, una vez desaparecida la URSS y el bloque comunista, donde tomó primera forma en el Consenso de Washington a partir del cual se impulsaron toda la serie de reformas privatizadoras y de carácter gerencial en casi toda la región durante la década de los 90'.
Ahora bien, pese a que quienes sostienen este discurso “gerenciador” cargan contra la ideología, lo hacen genéricamente, sin nunca aclarar contra que ideología cargan. Porque, mal que les pese, y aunque parezca que para ellos esa palabra sea sinónimo del Anti-Cristo, el mero hecho de Ser Humano significa que alguna ideología tenemos. Los robots no piensan, por tanto no tienen ideología. Nosotros pensamos, por tanto, parafraseando a Sartre, estamos condenados a tener ideología.
No me refiero con esto a ser comunista, socialista, liberal, conservador, anarquista, ni ninguno de los “ismos” tan conocidos.
Voy a intentar ser claro: nosotros somos seres racionales y sensibles. Los hechos no los conocemos directamente, sino que la realidad la aprehendemos en procesos mentales –más o menos complejos y en general inconscientes - en virtud de lo que captamos mediante nuestros sentidos, y las fases de pensamiento asociados que nos permiten comprenderlos/desentrañarlos. Dicho de otra forma: la realidad es siempre interpretable.
Si no fuera así, resultaría imposible entender como en el pleno Siglo XXI hay personas (no pocas) que aún siguen creyendo que la Tierra es plana, en el creacionismo, en la superioridad étnico/racial, que Elvis está vivo, en rituales de magia negra, en la infalibilidad del Papa y Carlos Marx, en la neutralidad y la mano invisible del mercado… o que niegan el Holocausto.
Lo que llamamos realidad es, por tanto, siempre y antes que nada, una construcción simbólica, que nos permite dar orden y nombrar a las cosas del mundo, y relatar/contar lo que pasa de forma más o menos coherente con nuestras propias ideas y preconceptos.
Esto incluye, por supuesto, a quienes se paran desde un supuesto “pragmatismo” para criticar a los políticos y partidos políticos (todos) diciendo que lo que falta es gerencia privada… de la cosa pública.
El problema es que, para llegar a esa conclusión se debe pasar por todo un proceso mental, mediante el cual se equipara e iguala el Estado a una empresa privada, que de pique elige ignorar –u omitir- que mientras una empresa es una unidad económica que busca generar la mayor riqueza posible para distribuir la renta entre sus propietarios (o propietario); el Estado es la asociación política de los ciudadanos nacidos en determinado territorio (o naturalizados) que aceptan vivir en una comunidad, y cuyo cometido es garantizar la convivencia social de las personas y grupos que integran ese Estado, para lo cual dispone de ciertos medios, el más importante de los cuales, el monopolio en el uso legítimo de la coacción física.
Como puede apreciarse, son dos instituciones con fines radicalmente distintos (no necesariamente opuestos), por tanto, asimilarlos mediante una analogía por demás burda es un ejercicio de ideología casi en estado puro.
Podría contra-argumentarse que las empresas del giro industrial del Estado, aquella que brindan servicios de energía, agua potable, saneamiento, distribución y venta de combustibles, servicios de telefonía e Internet y datos, seguros, ferrocarriles, etc… sí tendrían que administrarse como empresas privadas, dado que en la medida que arrojen ganancias y sean eficientes, estarán actuando en beneficio del conjunto de la sociedad.
Es una visión posible. De hecho, hay actividades que hoy brinda el Estado en forma monopólica, que el desarrollo tecnológico ha convertido en obsoletas. El servicio de telefonía fijo es el más claro. Los seguros son otro, de una actividad comercial no estratégica, que funciona mucho mejor una vez abierta a la competencia.
Sin embargo, también existe la otra visión: la de que una empresa que brinda un servicio estratégico, como el suministro de energía eléctrica o el saneamiento, no necesariamente debe buscar la rentabilidad de una empresa capitalista clásica; porque en realidad, debe cumplir una función social, que es llevarle un servicio -básico en pleno siglo XXI- en condiciones mínimamente dignas hasta al más pauperizado rancho de lata, lo pueda pagar o no. De hecho, esa fue la razón que llevó a Batlle y Ordoñez a crear las primeras empresas públicas del Estado.
Y esa discusión, guste o no guste, no es económica, y mucho menos gerencial… ES UNA DISCUSIÓN POLÍTICA –e ideológica- porque es un debate acerca del tipo de Estado, y de sociedad, que queremos tener y construir entre todos.
Y por acá la dejo hoy, porque aún queda el tema no menor de la representación política, que es, en última instancia, lo que movimientos de “outsiders” políticos cuestionan. Prometo redondearlo en una tercera entrega… y espero que no sea una promesa vacía (como de político en campaña)

viernes, 9 de febrero de 2018

Bottinelli: “El caso Bascou le jugó en contra y debilitó al Partido Nacional” El experto consideró que el FA es el partido que tiene mayores probabilidades de ganar





La República

El politólogo y director de Factum, Oscar Bottinelli declaró días pasados que el Frente Amplio es el partido que tiene mayores probabilidades de obtener la presidencia de la República en las próximas elecciones. Sin embargo, afirmó que lo haría en un escenario político donde no alcanzaría la mayoría parlamentaria.

Ante esta situación, LA REPÚBLICA dialogó con el especialista, quien afirmó que el problema del Partido Nacional es que no consigue conquistar a los frenteamplistas, ya que una parte de los mismos, a pesar de su desilusión, no irían hacia los Partidos Tradicionales. Incluso mencionó que algunos de ellos están “buscando otras opciones” en el Partido de la Gente, Partido Independiente y Unidad Popular.

Explicó que el Partido Nacional “se ha debilitado porque ha cometido errores” al no tener un manejo “prolijo” de su interna y del caso Bascou. “Creo que le ha jugado un poco en contra la forma en que ha procesado el tema. De alguna manera no aplicó a sí mismo lo que reclamaba en relación al caso de Sendic y podría haberlo jugado mejor”.

Según sus palabras, el Frente ha logrado “recuperarse” del caso Sendic. Luego de este asunto, “se notó un cambio de vientos y el Frente Amplio entró claramente a mejorar. Se apaciguó parte del enojo y desilusión de muchos frenteamplistas”.

¿Por qué usted dijo que el Frente Amplio tiene más posibilidades de ganar las elecciones?

Porque se ha recuperado del caso Sendic. El problema principal es el siguiente: a mediados del año pasado, el Frente Amplio estaba en dificultades: tenía las mismas posibilidades de ganar o de perder las elecciones. Después del caso Sendic, se notó un cambio de vientos y el Frente Amplio entró claramente a mejorar.

Se apaciguó parte del enojo y desilusión de muchos frenteamplistas porque dicho partido no estaba ganando o perdiendo hacia fuera, sino que estaba perdiendo dentro de sí mismo, era un problema con los frenteamplistas. Sin embargo, en el correr del año se notó que el Frente Amplio empezó, después del caso Sendic, a levantar y hoy tiene mayores probabilidades que la oposición.

¿Es cierto que los frenteamplistas nunca votarían a la oposición?

Sí. Muchos frenteamplistas a pesar de estar desilusionados con el Frente Amplio no votarían a los partidos tradicionales. La forma en que se resolvió el caso Sendic se puede analizar de dos maneras: una como la analizamos los especialistas viendo, si el Frente demoró mucho, si hizo bien o mal las cosas o si el Plenario apoyó al Tribunal de Conducta Política.

La otra forma es cómo al final terminó viendo la gente. El Frente Amplio hizo un informe lapidario contra Sendic y él se tuvo que ir. Es decir, el Tribunal de Conducta Política salvó al Frente Amplio y dio la señal que la gente esperaba. Eso bajó bastantes enojos y desilusiones, pero no quiere decir que los haya eliminado por completo.

El grueso de la desilusión que hay en el Frente Amplio se da con los votantes históricos. Sin embargo, los partidos tradicionales no han generado una opción de credibilidad hacia esos frenteamplistas. También es cierto que están buscando otras opciones; por algo el Partido de la Gente, el Partido Independiente y Unidad Popular han obtenido votos. Por tanto, alguna parte del electorado frenteamplista se fue del FA pero no han partido hacia los partidos tradicionales. Visto desde el ángulo del Partido Nacional, diría que el problema que tienen es que no consiguen que vengan los frenteamplistas.

¿Qué pasaría si Mujica se presenta como candidato en las próximas elecciones?

Hay que tener mucho cuidado en cómo el periodismo está manejando las declaraciones. En ningún momento Mujica respaldó a Orsi sino que dijo que era un buen candidato, pero también afirmó lo mismo de Bergara y de Carolina Cosse. Entonces, cuidado con simplificar las declaraciones. Tampoco dijo con claridad que no iba a ser candidato. Siempre dio mensajes de que estaba muy cansado, viejo y de que había que buscar a nuevas personas.

Pero creo que la incógnita la va a mantener por largo tiempo, porque es un juguetón y le gusta el chichoneo. Además, los estudios venían demostrando que entre Daniel Martínez y Mujica, no estoy hablando de quién tiene preferencia dentro del Frente Amplio sino en el imaginario colectivo general, rendían más o menos lo mismo. Por tanto, hay que ver, llegado el momento, si Mujica es un plus o es una contra para el Frente Amplio.

Con respecto a la interna del Partido Nacional, ¿usted cree que la división que se vive le juega en contra?

Sí. Esa idea de que el blanco es muy susceptible en caer en fuertes peleas internas es negativa para el Partido Nacional. Venían manejando muy bien las cosas, pero en estos últimos meses se ha equivocado. Sin embargo, quiero aclarar que el Partido Nacional está más o menos en el nivel de voto que tuvo en las elecciones pasadas y eso es muy raro, porque siempre después de una elección se baja. El hecho de que esté en el mismo porcentaje quiere decir que tiene una base estructural muy sólida hacia las próximas elecciones, esto no hay que olvidarlo aunque uno diga que se ha debilitado porque ha cometido errores.

¿Usted considera que lo de Bascou le jugó en contra al Partido Nacional?

Creo que le ha jugado un poco en contra en la forma que ha procesado el tema. De alguna manera no aplicó a sí mismo lo que reclamaba en relación al caso de Sendic y podría haberlo jugado mejor. Por ejemplo, el Partido Colorado manejó el caso de Sanabria de manera impecable: en 24 horas resolvió el tema. El tema es cómo se reacciona. Hay que ver cómo termina todo esto, el caso Sendic al Frente Amplio lo dejó muy mal durante largo tiempo, fueron casi dos años y al final le terminó saliendo bien. Tal vez el Partido Nacional, a pesar de estos manejos desprolijos que está teniendo, encuentra rápidamente la fórmula de salir de acuerdo a lo que sus votantes esperan.

En los últimos meses se ha manejado la posibilidad de que exista un pacto entre Alonso y los intendentes, ¿usted cree que puede ser posible y qué consecuencias tendría?

Creo que la probabilidad está en que se pongan un poco de acuerdo porque ha habido un poco de confusión en los planteos detrás de esa tercera vía. Sin embargo, creo que el hecho de que haya un tercer espectro que pueda recoger a los ciudadanos que están distantes de Lacalle Pou y que no estén satisfechos con Larrañaga, puede servirle al Partido Nacional. Eso hay que verlo en su momento.

Usted dijo que el Frente ha venido con una situación de degaste, ¿por qué el Partido Nacional no puede recapitalizar esta situación?

El tema es el siguiente: el desgaste está en la gente que creía que el Frente Amplio podía hacer determinadas cosas o tener determinada conducta, pero eso no implica que considere atractivo a los otros partidos con los cuales tuvo siempre mucha lejanía. No es solo un tema de saber jugar en la cancha política, también es que la gente considere que la forma de hacer política, los valores o ideas estén próximas a la persona. Si los ve lejanos, por mejor que juegue otro partido, no lo va a captar.

Esa es una Ley, la política no es un mercado. No cambio de jabón porque encontré otro más barato y de mejor embase. Los partidos representan valores e ideas diferenciados y en general los frenteamplistas, sobre todo los de vieja data, tienen valores y posicionamientos que están distantes tanto del Partido Nacional como del Partido Colorado y por mejor actuación que tengan, a los frenteamplistas les costará captarla.

Siempre es importante la cuestión del candidato, pero ¿cree que en las próximas elecciones será una cuestión central?

Creo que sí tiene su importancia. Es un aspecto medular en el ballotage porque ahí es donde hay una masa de gente que tiene que elegir. En estos casos, muchas veces importa no tanto qué virtudes tiene un candidato sino qué rechazo provoca. Sin embargo, no hay que olvidarse que el voto uruguayo es partidizado, el candidato lo que introduce es un plus o puede provocar alguna resistencia, pero la gente se guía más en votar a los partidos, no a las personas.

La aventura del tango / Semanario Búsqueda DE VUELTA AL BULÍN Por Antonio Pippo Pedragosa




-¿Por qué aún interesan cosas tan viejas en la vida del tango como el lunfardo?
A cada paso, y tras décadas de debate sobre su origen, desarrollo y sobrevivencia, no se
agotan las sorpresas y curiosidades que, por suerte, acopian nuevos conocimientos.
José Gobello escribió que “llamamos lunfardo a un repertorio que el hablante del Río de
la Plata utiliza en oposición a la lengua común”. Indiscutible, aunque a mí me seduzca
más Eduardo Pérsico: “Toda comarca suele demostrarse con algún perfil particular y
para nosotros, la masa de la clase obrera, los pobres y marginados, resultó ser el
lunfardo un código entre dos para que no se entere un tercero”.
Pero Gobello estableció –los hechos históricos lo han respaldado- que el lunfardo, aun
jerga dialectal, no morirá jamás porque los movimientos culturales de origen popular, y
sobre todo juveniles, se ocuparán de ir sustituyendo vocablos e incorporando otros. Fijó
dos etapas clave: en la década de 1960, coincidente con la decadencia del tango, brotó la
influencia del llamado Club del Clan, que a través de otro tipo de letras produjo uno de
esos grandes cambios; la otra la ha situado en la actualidad, con el revulsivo de la
cumbia villera o los tumberos –presos generalmente muy jóvenes-, en Argentina, o de
los planchas y otras tribus urbanas, en Uruguay.
Han cambiado miles de expresiones lunfardas y han aparecido nuevas en cada una de
esas épocas. ¿Quién usaría hoy, como Carlos de la Púa en Sor Bacana, vocablos como
“esquenuna”, “tortera” o “bulebú”, o como Celedonio Flores en Biaba, “vos sabé’ que
no falta un mishetón/ y yo te manco bien, cara chinonga”?
Es decir: un ámbito interesante de analizar esa gran cantidad de palabras que, si
murieron, resucitaron en otras, así como se mezclaron con nuevos términos de distinto
significado.
Sin embargo, siendo verdad y de interés esto, hay otra cuestión en ese proceso peculiar
del lunfardo que, hasta por las limitaciones que impone este espacio, cae como anillo al
dedo para seguir hablando del asunto a través de una aparente contradicción.
Es que se mantienen expresiones con una impresionante antigüedad encima y todo
indica que no tendrán cambio posible.
¿Un ejemplo? Bulín, que primero fue bolín aunque por poco tiempo.
Hoy la usamos. Sinceridad, lector: nada de “quítame de ahí esas pajas”. Y vea usted, el
propio Gobello ha citado una cuarteta del artículo Los Beduinos Urbanos, de Beningo
Lugones, publicado en 1879, que dice: Estando en el bolín polizando,/ se presentó el
mayorengo:/ a portarlo en cana vengo/ porque su mina lo ha delatado.
Y hoy, ¿cuántas veces en reuniones entre amigos continuamos diciendo, si cuadra la
ocasión, y, claro, admitiéndolo como hábito de gente de mediana edad y mayores, no de
la juventud?: “Me voy, che. Me salió un fato con una mina y la llevo al bulín”.
Y como en toda cosa tan antigua, aún se debate acerca de su origen. Unos dicen que
deriva del francés boulin, agujero hecho en una pared para insertar un travesaño: a veces
la cavidad queda sin rellenar y puede ser utilizado por aves para asentar su nido; otros
afirman que es una voz jergal italiana, de Milán, que significa cama y al principio se
escribía balín. Para la Real Academia bulín tiene no una sino dos acepciones
coloquiales –“departamento reservado para las citas amorosas” y “departamento
modesto de parejas jóvenes que se inician”- y de él derivan el verbo abulinar, el
adjetivo bulinero, el diminutivo bulincito y el apócope bulo. Y son sinónimos de uso ya
prácticamente abandonado cotorro, garconnière y pichonera.
A ver: siendo su origen el lunfardo, difuso pero estrechamente vinculado a la
inmigración europea y con escaso aporte criollo, nació en los suburbios, en los
conventillos y hasta en las cárceles.
Pero pertenece a un habla incorporada con tal fuerza entre nosotros, que se despegó
hace tiempo del ámbito marginal e ingresó a la interlocución común.
Dijo Roberto Arlt en 1940 polemizando al respecto: -Es absurdo enchalecar en una
gramática canónica las ideas cambiantes de los pueblos. Entonces esa gramática la
tendrían que haber respetado nuestros tatarabuelos y, en progresión, concluiríamos que,
de hacerlo, nosotros, hombres de hoy, de la radio y la ametralladora, hablaríamos el
idioma de las cavernas.
Por algo este vocablo que ha sobrevivido, pese a todos los vientos de cambio, más de
doscientos años, todavía nos brota con naturalidad:
-Me dijo que llegaba a las nueve. Así que… de vuelta al bulín.

Autoconvocados y Política (I) Por Rodrigo Tisnés




Con el surgimiento del movimiento de los autoconvocados, asistimos en Uruguay a una nueva muestra de un fenómeno que, en lo particular, me resulta preocupante.
Lo preocupante no es el movimiento. Aunque parezca de Perogrullo, vale aclararlo, especialmente en esta época de redes sociales y 140 caracteres, en que como especie parecemos haber perdido cierta capacidad de abstracción de las ideas complejas. La protesta social, el reclamo, el “derecho al pataleo”, es uno de los principios básicos de la democracia, y uno de los puntos de diferenciación con las dictaduras. Se podrá estar individualmente de acuerdo, acordar en parte, o estar en total desacuerdo… pero la protesta social siempre es legítima.
Lo que me resulta preocupante es la declaración-aclaración de que la manifestación y movilización “no es política”.
Tal vez el equivocado sea yo, pero tengo entendido que los miles de personas que se juntaron a fines de enero en Durazno a las cuatro de la tarde, en un día de bastante calor… no eran un grupo de adoradores del Sol, ni de danzas folklóricas, ni de amigos que se juntaron a compartir un asado.
Por el contrario, era un grupo, bastante heterogéneo de productores rurales (y tal vez algunos comerciantes) con intereses y perfiles diversos, que se encontró en el centro del país, para reclamar al actual gobierno una suerte de plataforma elaborada en función de una serie de reclamos que tienen en relación a dificultades por las que atraviesa su sector en este momento. Incluso, esa plataforma va más allá y reclama, en forma genérica, que se baje el “costo del Estado”.
Y si se trata de un grupo de personas que cruzó medio país para acompañar y apoyar un movimiento que le reclama al Estado y al gobierno ciertas medidas concretas… francamente, no veo como tiene forma de no ser política.
Volviendo a la pérdida, o supuesta pérdida, de capacidad de pensamiento abstracto que comentaba anteriormente: afortunadamente, me siento capaz de distinguir, conceptualmente, las categorías “político” y “político-partidario. Nadie me lo ha dicho expresamente, pero intuyo que cuando el movimiento de los autoconvocados dice que no es “político”, en realidad están diciendo que no son un movimiento “político-partidario”. Suena parecido, pero no es lo mismo.
Esta confusión conceptual no es nueva. De hecho, una parte de la culpa es de los propios partidos políticos, que de alguna forma, tienen una tendencia a monopolizar la actividad política en cada Estado democrático. La propia lógica del funcionamiento de la democracia representativa los lleva a esto, desde el momento en que la elección de representantes políticos al Parlamento y a ciertos cargos ejecutivos se hace mediante el voto a candidatos que se presentan y postulan por medio de un partido político.
Sin embargo, esta tendencia no es absoluta. Con el surgimiento de la democracia de masas (es bueno recordar que hasta entrado el siglo XX, en casi todo el mundo la mayor parte de la población estaba excluida del ejercicio de la ciudadanía política), lleva a lo que en día en Ciencia Política se define como “poliarquías”, esto es, democracias pluralistas, con diversidad de partidos políticos y de actores con intereses políticos, que intervienen en la arena política, no a través de la competencia electoral, sino de su capacidad –diversa- de generar influencia, de movilizar personas y recursos. En suma: de incidir en la agenda POLÍTICA. Tenemos en este grupo de instituciones y organizaciones a: sindicatos, cámaras empresariales, multinacionales, iglesias (de todo tipo de credo), ONG’s (de jubilados, ambientales, de género, de consumidores, de celíacos, etc), universidades, asociaciones barriales y grupos de vecinos.
Robert Dahl, el principal teórico del concepto de poliarquía, expresaba que para que un sistema político democrático funcione correctamente, no sólo deben realizarse elecciones libres, periódicas y competitivas; sino que también, por fuera de esta lógica electoral, los ciudadanos deben poder formular y expresar sus preferencias, ya sea mediante la acción individual o colectiva.
En ese sentido, más afinado y preciso de lo que son las democracias modernas, el movimiento de autoconvocados entra de lleno en la misma, por tanto: ¡bienvenidos a la política!