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viernes, 31 de marzo de 2023

LA COLUMNA DE NÉSTOR SABATTINO/ LUCILIANO EL MODERNO

 

A Luciliano Rodríguez lo enloquecían los automóviles. Desde su aparición en la ciudad, le surgió hacia ellos una especial curiosidad y pasión. Se podría decir …a quién no? Al fin de cuentas era un fenómeno que permitia pasar a moverse de la tracción “a sangre” a la tracción mecánica. Como muy bien dijo Carlos Maggi , algo parecido a la experiencia de los “primeros acaballados”, o sea cuando los indios conocieron el caballo.

De origen carolino, se insertó definitivamente en la sociedad rochense de principios de siglo, hizo amistades en el seno de la muchachada céntrica de entonces - pudiente y aburrida - y allí fue difundiendo detalles, posibilidades, usos, de una máquina cara e intimidante. Poco después, con catálogos y folletos a cuesta, intentaba vender entre sus amistades algunos modelos poco conocidos como los Studebaker o los Plymouth; sobre los años 20 se animó a instalar un servicio de pasajeros hasta San Carlos para arrimar viajeros al ferrocarril.

En la mente y entusiasmo de Luciliano, estaba también el incipiente deporte automotor cuyas experiencias nacionales e internacionales seguía con fruición en las pocas revistas a las que podía acceder. En la década del 30 logró ser “tapa” del Mundo Uruguayo, por su exitosa participación en el Rally 19 capitales conjuntamente con los rochenses Vicente, Machado y Franco.

No obstante, las inclinaciones por lo “nuevo” y “moderno” de nuestro personaje de hoy, se remontan a algunos años más atrás cuando su mente inquieta hacía foco en otro fenómeno que aparecía por entonces como una gran novedad: la radiotelefonía.

En efecto el último día de febrero de 1923 (un mes y algo atrás se celebró su centenario), el Presidente Baltasar Brum , en el último acto de su gobierno , se aprestaba a inaugurar el postergado monumento al Gral Artigas en la Plaza Independencia de Montevideo. Y para su difusión nacional se estableció que en cada una de las capitales departamentales, se hiciera en la plaza principal de las mismas, exactamente a la misma hora, un acto “espejo”, donde entre algarabía y entusiasmo patriótico, la gente pudiera seguir a través de una emisión radial, lo que estaba sucediendo en la Capital.

Era la primera experiencia de ese tipo en Rocha y en todo el País. Esta trasmisión le correspondió a Luciliano Rodriguez, que ya había iniciado una relación para ello con la legendaria General Electric.

Se me podrá decir con acierto, que aquello fue un absoluto fracaso, ya que en medio de interrupciones, descargas y ruidos extraños, ningún rochense apostado en esta circunstancia en la plaza, escuchó nada.

Pero de todos modos, el espíritu progresista y moderno de Luciano, estuvo presente una vez más, y ello es motivo suficiente para que hoy pretendamos sacar del anonimato a este inquieto carolino, tan rochense como nosotros.


Néstor Sabattino es un investigador de la historia cotidiana de los rochenses,


jueves, 30 de marzo de 2023

LA COLUMNA DE JULIO MANUEL PEREYRA/ CUANDO SE ANDA LEJOS...

 

Ayer di una clase... mientras mi tiza escribía venían a mi recuerdo los bancos de la Escuela (N° 52 de La Paloma), la túnica y la moña, los cuadernos grises de Varela o Artigas... vinieron a mí las clases en el Liceo, primero en el balneario, cuando aún usaba la camisa celeste, el pantalon gris y la corbata bordó, y luego el N°1 Rocha, aquel imponente centro que albergó mis pasos y donde aprendí a querer a su entrañable bibliotecaria Margara Saldain.

Recuerdo las clases con el 'Buby' Mora, y el camino que me separaba del Hogar Estudiantes 'Rosalío A. Pereyra', donde con guríses de todo el departamento, compartíamos tardes de lectura y estudio.

Mientras daba mi clase, pensaba en aquellos docentes que marcaron creo una época en mi generación y posiblemente ya gozando de su jubilación, ya sin estar con nosotros, no habiten las aulas de aquellos recuerdos. Estela Mengotti, Ana Oribe, el 'Charlie', aquellos apodos que hoy serían cuestionables como 'la Potranca' o el 'Chiquitúa'.

Hoy enseño en lengua guaraní, lejos de la 'riqueza de tu hablar' del 'dale tú que te toca a tí', en la tierra que (Horacio) Quiroga retrató en sus cuentos, lejos del pago que el 'Gallineta' Silva inmortalizó en sus letras.

Hoy, desde la selva misionera, la añoranza recorre las calles de adoquines, y juega algún partido en mis recuerdos en el Dr. Mario Sobrero donde el Rocha FC dió la vuelta olimpica con una vaca, o en el Municipal del 'Tenis' jugando contra Lavalleja, o en Batallón donde supe defender los colores del Artigas, luego de haber iniciado mis primeros pasos con la camiseta azul del balneario, enfrentando a clubes como el extinto Ireneo de Espada.

Recuerdo la avenida de 'Las Palmas', y los bancos de aquella plaza con fragmentos de obras de Constancio C.Vigil; las campanas de Nuestra Señora de los Remedios, al Cura (Jorge) Godoy a Caballo, y la Fiesta del Mate detrás de la parroquia.

Me acuerdo cantando con mi dúo '16 de Marzo' en el Festival de la Canción, al lado de voces como la del 'Mincho', o la de Alexander Knuth.

Mis pensamientos siguen viajando, y mientras enseño sobre sobre Zoonosis, mi mente repite canciones de 'Los Zucará' y de 'Los Dukes', o trae a mi memoria el Festival del Asado con Cuero en Lascano.

Hoy, por caminos de tarefa y empedrado, recuerdo mis viajes en Onda o en Cotec (que siempre sale en hora), escuchando Difusora Rochense o la Onda Marina...

Sigo en mi clase en la Tekoa' (aldea/comunidad en guaraní) pero mis pensares siguen absortos en el Cyber de Juanjo, en el Cine Primero de Agosto, o en un partido del CADER.

Así mi viaje imaginario en el tiempo me remontan a la tragedia del incendio de la cárcel, las esperas en el control municipal, los bailes en Radio Mc 2, en Óxido o en el Social...

Viajo en el tiempo y el espacio, y aunque mi memoria ya no es la misma, desfilan ante mí 'Radio Verano', el programa Deporte por Deportes en Canal 9, la marcha de los municipales a pie a Montevideo, a Juan Ramón Carrasco dirigiendo el Rocha, y el Co.Vi.Ro. en Baby Fútbol.

Hoy, en Misiones (Argentina), añoro la tierra 'donde nace el sol de la Patria', y si bien estos recuerdos se acotan a su capital, de cada rincón del pago, desde la 'capital del asado con cuero', a los ticholos' del Chuy, a mi muelle en La Paloma, se guardo momentos y personajes que llevo conmigo y en mi corazón.

Hoy Rocha debe lucir hermosa, renovada, con nuevos representantes de su arte y su cultura como Jubel (Ferrizo) y su Banda Oriental, las voces nuevas como la Florencia Núñez, aunque resuenen en mi aún los coros dirigidos por José Ariel (Cardoso/ y su Taller Tacuabé), las guitarras de Enrique Cabrera , alguna canción de Solipalma o las batucadas 'del Adokin'.

Ya no compraré en Super USA, tampoco en Berwat, ni llevarán a vencerme en lo 'Mabel'... no veré gente en el Bar del Cocona', ni escucharé 'Whisky Dumbar' cada vez que se grite un gol en la radio.

Estando lejos hoy espero en la ruta cerca de las Cataratas del Iguazú, ya no espero el Tur Este en la avenida Ituzaingó.

Ya no iré a los stand de la Plaza Ansina, ni podré visitar parientes en el Barrio 'La Cuchilla'. Ya no escucharé hablar de(l) 'Chiche' Nieto, del 'Padre' (Sacerdote) 'Paco', de Adauto Puñales, ni escuchar en un partido "¡¿hasta cuándo Hansen?!".

Ya no veré arbitrar a Robert Rodríguez, ni un informativo con Pablo Núñez... no veré jugar al fútbol a Héctor Méndez... algunas cosas quedarán (solo) en mi memoria.

El recuerdo de Nery Reggiardo, quedará junto a la inolvidable voz de(l) 'Tito' Russi.

Hoy vistiendo el guardapolvo (túnica) dando clases, me acuerdo vestir la camiseta de las inferiores de la selección de la mano del 'Loco' Guala compartiendo el arco con el 'Pacuca', época en que admiraba a la 'Rubia' Caballero...

Muchas memorias de un tiempo viejo, los recuerdos del pago, donde fui creciendo y que hoy a la distancia llevo en mis sueños.



Julio Manuel Pereyra

'Huevo'

Educador Comunitario/Fundador de la única propuesta itinerante Educativa de América

Palomense

Activista por los Derechos del Niño y de los Pueblos Indígenas

Radicado en Misiones (Argentina)


miércoles, 29 de marzo de 2023

LA COLUMNA DE ALEJANDRO ARRIETA/ DISFRUTE Y CARGUE ENERGÍAS EN EL MEJOR LUGAR

 

Antes de que llegue el último ciclista , antes de que realmente comiencen las actividades en el ritmo habitual de cada año, unas vacaciones en Rocha sería la mejor recarga de energías.

Celebrando el plato más típico en barra de Valizas una clásica "Camaronada" con licor de Butiá a orillas de la barra, pisando las blancas arenas dunares, cierro los ojos y ya me lo imagino....qué placer!!

El Butiá. que ya tiene su día de celebración (13 de Marzo) y tendrá seguramente su fiesta dentro de poco tiempo y ha generado hasta un proyecto de ley presentado por los dos diputados del departamento prestando atención a todo lo que significa y representa este patrimonio bien nuestro, el Butiá.

Pero siguiendo la Ruta 10 para disfrutar de los sabores nativos de frutos típicos en Aguas Dulces los invitamos a festejar una semana de música, gastronomía, charlas , y más cultura ( Semana de los frutos nativos)

Otra de las visitas más recomendables es llegar al Chuy, la frontera te ofrece además del centro de compras bien variado y económico este año el primer "Festival Binacional de Cerveza Artesanal" con una propuesta gastronómica y musical muy atractiva.

Y no pasar unos días por La Paloma sería imperdonable, mucho más cuando nos ofrece dos jornadas especiales en el Puerto con un Festival con identidad Palomense, dedicado a la Pesca Artesanal con buena propuesta musical y gastronomíca y con aroma a sal en un lugar paradisíaco.

Homenajear a los pobladores , las familias que trabajan todo el año en la pesca el sacrificio que eso significa con una fiesta para todos ha sido una de las mejores ideas del municipio a mi entender.

Amigos , amigas : Rocha es el mejor lugar para descansar y disfrutar aparte de cargar energías para el comienzo real de un nuevo año....véngase en semana de Turismo. No se arrepentirá.


Alejandro Arrieta

Comunicador , Locutor, Periodista , más de 30 años en medios de Radio y Televisión.

Camarógrafo, Fotógrafo, Editor.




miércoles, 22 de marzo de 2023

La columna de Néstor Sabattino/ 1899. El año que Juana estuvo entre nosotros.




 

La llegada . Algunos changadores, un vendedor de rosquillas fritas, varios curiosos, estaban aquella mañana de otoño frente al hotel de Roma, cuando, en singular alboroto de caballos y perros, llegó la diligencia del norte. En medio de una nube de polvo, las riendas de don Felipe López sofrenaban el pesado carruaje inundando por un momento el ambiente de una confusión de olores, sonidos y sobresaltados movimientos.

Entre los viajeros que iban saliendo uno a uno, con pasos vacilantes y músculos entumecidos, sobresalían aquellas tres figuras femeninas, de las cuales, especialmente una pequeña niña, miraba todo, entre curiosa y sorprendida, sintiéndose penetrar en un inquietante y nuevo mundo.

Nadie las conocía, salvo alguien que llegaba presuroso a recibirlas para confundirse en emotivo y prolongado abrazo.

Ellos eran los primeros momentos rochenses de Juana Fernández cuando era una simple niña de siete años; con su madre y hermana, llegaban de su Melo natal para pasar una temporada entre nosotros

Era el principio de una emotiva historia comarcal.

Era yo muy pequeña y crucé con mi madre y mi hermana […] casi todo el Este del País.

Yo viví entonces mi primera embriaguez de aventura. Días y días por campos remotos, ante panoramas ya salvajes, ya de apacible claridad, vadeando ríos y bañados, pernoctando en posadas de extraña arquitectura. Conocí el traqueteo moledor de las diligencias y la charla incansable de los mayorales…” (Carta enviada por Juana para el 150 aniversario de la fundación de Rocha y publicada en el diario Imparcial el 29 de diciembre de 1943)

La urbana vecindad: El motivo del viaje era reunirse con el esposo de su hermana, radicado en Rocha por ser funcionario de la compañía de Telégrafos.

La ciudad los esperaba con sus calles de tierra, donde se alineaban altas casas de aberturas enrejadas mostrando a menudo la desnudez de sus anchos ladrillos rojizos. Vidrieras y toldos señalaban los comercios, faroles empotrados en las esquinas desafiaban inútilmente la oscuridad de la noche. Algunos vehículos de tracción a sangre circulaban monótonamente en sus menesteres diarios. De todos modos la sociedad rochense respiraba un clima de progreso que a medida que se acercaba el fin de siglo, prometía el advenimiento de diversas modernidades.

La familia se ubicó en una zona muy considerada del centro, a media cuadra de la plaza principal e iglesia, sobre la vieja calle San Miguel; lugar de vecinos conocidos y de renombre, comercios de prestigio, elegantes paseantes y tertulianos.

Por esa vecindad el maestro constructor italiano José Demichelli, unos años antes, construyó un hermoso conjunto arquitectónico, donde resaltaba su residencia particular y varios anexos para alquilar de viviendas en la planta alta y locales comerciales en la baja.




“…despertaba para mí en aquel barrio arcaico con la Plaza llena de palmas y la Catedral de anchas piedras. Conocí entonces al Dr. Alberto Demichelli que ya tiene un lugar en la historia de la República. Era un niño quieto y lejano, flor dorada a la sombra de sus viejas tías enlutadas. Su casa tan opulenta y señorial con grandes árboles de <angélica> florida y huerta de altos muros.




En las escaleras de mármol y la sala de brocatos carmesíes, en los balcones que rara vez se abrían y en los muebles de rica caoba, en todo anda una fragancia frutal y floral que reconocería enseguida si volviera a sentirla. Casa rica y cuidada donde hasta el aire parecía bruñido y donde cualquier ruido despertaba la algarabía de los ecos.

Ya veraneaban en La Paloma y el niño rubiecito me traía al regreso estrellas de mar y caracolitos de misteriosos rumores” (Carta citada)


. Los referentes del barrio aparecen destacados en la memoria de la futura poetisa: el ferretero Nicolás Casella en la esquina, la famosa matrona Doña Teresa Virginio de Cavallo al frente de su confitería “del Globo”, los vecinos Bertone y el boticario Pradere con su rebotica convertida en verdadero cenáculo de contertulios. Aparece una vecina especialmente recordada y en la otra esquina, sobre la plaza, el caserón de los Banat.


Nosotros vivíamos en la planta baja y al lado alquilaba también una viejecita que siempre contaba cuentos y criaba un nieto huérfano y enlutado que se llamaba <Josecito> ¿bajo qué erguida palma duerme el último sueño doña Petrona Arias?

Abigail Balboa y su hermana Emita, mayor que nosotros. Enfrente, la confitería de doña Teresa con su alto gallo de hierro heraldo de los vientos. Por algún lado de la ciudad que, eso sí, ahora no podría precisar, los Vigil, parientes de mi cuñado y gente de señorío, como los Barrios, los Graña, los Ferreira y los Machado. Alrededor, la ferretería de Casella con su preciosa ferretera rubia, misia Matilde, conduciendo ella misma su volanta tapizada de seda; más arriba la confitería de D’alto (creo que se escribe así) y allí entre las confituras de vainilla, otra niña dorada, Herminia, compañerita de la escuela. De famosa hermosura, las muchachas de Ramela; una de ellas, Laura, estaba casada con un recio periodista, de combate: Cerdeiras…”


La escuela: Las tres escuelas públicas céntricas de Rocha gozaban de justo prestigio con docentes de excepción. La de varones, la de niñas y la escuela mixta no. 8

Precisamente a esta última concurrió la niña Juana Fernández Morales iniciando así su trayectoria escolar.

Maestras, compañeros, distintas vivencias escolares, serán recordadas muchos años después por Juana con sentimientos de dulce nostalgia:




En Rocha aprendí las primeras letras.

La Directora era una gran maestra: Eva Junca. Con Peregrina Balboa y Cora Vigliola, forman una excepcional y brillante constelación. A mi maestra -la mía- le he perdido el nombre. Sé que era de apellido Machado y yo la adoraba. Morenita y linda, lujosa y ensombrerada, era mi ídolo. Mucho tiempo añoré poseer una sombrilla de encaje como la suya y su perfume de heliotropo. Vive? Se casó? Fué feliz? “








Melo y el regreso: Los años pasan. Melo la ve transcurrir por su niñez, adolescencia y primera juventud.

A los dieciséis años ya escribe poemas y otros textos. A los veinte contrae enlace con Lucas Ibarbouru, un militar - hijo de un boticario establecido en Lascano - que por esos años estaba destacado en Melo. Desde entonces toma para sí el apellido de su esposo. Poco tiempo después (1920) aparece su primer libro “Las lenguas de diamante”, y más tarde pide ayuda por nota al Consejo Departamental de Administración de Rocha para una nueva edición de “El cántaro fresco”.

Convertida ya en “Juana de América” visita nuevamente nuestro Departamento:

En el año 1936 fui con mi marido a conocer los palmares, en campos de Castillos. Nos detuvimos un poco en la ciudad capital para comprar pequeños objetos de regalo para mi buena gente de servicio, y de pronto volví a encontrar el pasado; simple y veraz mi memoria no había perdido una sola piececita de mi rompecabezas mágico. ¡Dios mío! Rocha durmió cien años y despertaba para mí…”



Néstor Sabattino es un investigador de la historia cotidiana de los rochenses,

martes, 21 de marzo de 2023

La columna de Milton Romani / ES AHORA: Plataforma de acción contra la CORRUPCIÓN

 

Es urgente generar un espacio, una plataforma amplia, plural, abierta que debata y diseñe medidas anticorrupción para nuestro país. Para ahora y como compromiso de gobierno para el futuro.


Existe la autocomplacencia muy uruguaya de pensar que no tenemos problemas, que en los ranking regionales y mundiales se aprecia la transparencia y la baja percepción de corrupción


Solo en parte. Porque al mismo tiempo Uruguay en materia de lavado de dinero y de falta de herramientas y acción respecto a este delito, y todos los delitos precedentes, hemos sido oveja negra y de señalamientos varios. Organismos internacionales como GAFI nos han señalado, hecho recomendaciones y seguimientos al respecto. El Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el Blanqueo de Capitales (GAFI) es un organismo intergubernamental cuyo propósito es elaborar y promover medidas para combatir el blanqueo de capitales, proceso consistente en ocultar el origen ilegal de productos de naturaleza criminal. En eso Uruguay está en la mira constante.


Recordemos que en la decada del 90 con secreto bancario heredado de la dictadura, con las sociedades anónimas financieras de inversión que operaban off shore, Uruguay fue un paraíso donde se lavaba dinero en gran forma. La primera operación anti narcóticos fue en 1989. Cito al periodista y amigo Carlos Peláez:


Angel María Gianola y Francisco Sanabria

Cuando en febrero de 1989 fue detenido Raúl Vivas, un argentino que operaba el cambio Italia en la avenida Gorlero frente al casino Nogaró, surgió a la luz pública la existencia de intereses transnacionales dedicados a legalizar las montañas de dinero que produce la venta de drogas ilegales.

Raúl Vivas fue detenido en Uruguay a partir de una solicitud judicial proveniente de EEUU, donde un Tribunal Federal de California venía sustanciando una causa por lavado de dinero contra una organización conocida como "La Mina". El 20 de noviembre de 1994 el matutino La Mañana publicó información relativa a una solicitud del juez federal argentino, Juan José Galeano (causa 883-Méndez Sylvia Cristina, infracción Ley 23.737), quien libró una solicitud de exhorto dirigida a la Justicia uruguaya para investigar decenas de cuentas bancarias abiertas en Uruguay por Vivas y su esposa, Ana María Martínez. En esas cuentas habían depositado varios millones de dólares.

Ángel María Gianola, veterano dirigente nacionalista, era el presidente de Ariadna SA cuando el Banco Central del Uruguay ordenó su clausura por haberse comprobado la vinculación al lavado de dinero para el Cártel de Medellín. Entre el personal ejecutivo del cambio Dyana también figuraba el mayor de ejército (r) Alberto Casabó, quién fuera durante años Director Nacional de Turismo hasta que se creó el ministerio, y para quién la dictadura armó una embajada uruguaya en Gabón.Pero al no existir entonces una ley sobre lavado de activos, ninguno de los directivos de Ariadna SA fue sometido a la Justicia.

Investigar las cuentas y actividades de Vivas lleva de la mano al asesinado empresario Luis Ernesto González, con quien tuvieron negocios comunes en el tráfico y venta de oro. El juez Galeano reclamó además investigar "varias inversiones inmobiliarias a través de 11 sociedades anónimas -algunas situadas en Punta del Este- y a una empresa constructora". El dinero circulaba por el Chase Manhattan y el Citi Bank.

El otro caso es el de cambio Nelson, que si bien hasta el momento no se le vinculó al narcotráfico, sí fue cerrado por el BCU en el año 2017, y su principal, Francisco Sanabria, imputado, entre otros delitos, por lavado de activos. El mencionado cambio fue adjudicado durante la segunda presidencia de Sanguinetti al padre de Francisco, el senador colorado Wilson Sanabria en el año 1999 por el BCU, presidido por Humberto Capote, quien luego pasó a ser funcionario de cambio Nelson.(https://www.carasycaretas.com.uy/la-revista/lavado-dinero-narcotrafico-y-la-memoria-n53305)

Herrerismo Astesiansimo

Han logrado, con artimañas y operaciones políticas y medticas trasladar el foco sobre corrupción e infectar otras instituciones. El problema central que apareció en nuestro país, es la actividad criminal de un grupo que operaba desde el cuarto piso de la Torre Ejecutiva. Han logrado transformar a la Fiscalía en el centro del escándalo. Infame.

Con cara de yo no fui, el Presidente Lacalle Pou ha generado la idea que su único error ha sido designar a Astesiano sin tener en cuenta sus antecedentes. Además inventa todo el tema que no le llegaron todos los antecedentes y que ahí había una mano oscura. Luego silencio. Demasiado silencio. Todavía no se conoce el celular donde conversaban con Astesiano. Tampoco se conoce al jefe de Astesiano y demás integrantes de lo que la fiscal Fossati tipificó como Asociación ilícita.

Luego nos enteramos que Astesiano ha sido un viejo conocido de toda su familia empezando por su padre. Fue chofer de varios dirigentes nacionalistas. Era un hombre, que a pesar de sus antecedentes, era útil para una visión cuasi mafiosa del quehacer político.

Este es el principal error, horror, de esta situación. Astesiano no fue ni un error ni un tipo que abusó. Pretenden que la ciudadanía sea estúpida. Llama la atención la ausencia de una indiganción ciudadana proporcional a la entidad de estos hechos.

Nadie puede creer que el pasaporte al narcotraficante Marset haya sido un malentendido. La única que pagó los platos rotos fue Carolina Ache. Mintió Heber, mintió Bustillo en el parlamento. No existen responsabilidades ni éticas ni políticas de nadie. No hay funcionamiento de la Comisión de Ética del Partido Nacional. Aquel que condenó al intendente Moreira, lo expulsó por cambiar pasantías por sexo y luego lo volvió a admitir dentro de filas. El nepotismo del Intendente Caram, silencio absoluto.

Ahora, gracias a la acción histriónica y desvergonzada de la Fiscal Gabriela Fossati, pretenden trasladar el foco de atención hacia los problemas de Fiscalía.

Ahora exigen lo que no exigían con Torre Ejecutiva. La Fiscal que se certificó, luego se sintió mejor para volver a hacer lío, ahora se vuelve a certificar.

La senadora Bianchi, especialista en noticias falsas ha llegado a amenazar a la nueva fiscal designada, diciendo ¨que tiene fotos¨ ¿Que quiere decir? Es una amenaza. Va a volver a mostrar fotos falsas como cuando publicó una foto trucada de Petro con Escobar. O cuando publicó la foto de Denisse Legrand difamándola y diciendo aquel absurdo de convocar ¨a soldados chavistas¨

La senadora, tercera en la línea de sucesión usa cualquier método, a la forma cuasi mafiosa, para denigrar. No entendió que la que se denigra es ella. Pero sigue su curso impunemente. No hay ningún freno de parte de sus compañeros de bancada. Es funcional a esta forma de gobernar: el herrerismo en fase astesiano.

Esta situación, de negación y omisión, atacando a todo lo que se mueve, lo único que genera es ms corrupción. Ya tenemos la sospecha a partir del caso Marset, de la penetración del narcotráfico en Cancillería y en la Policía. El caso Astesiano, que pretenden circunscribirlo a un loco que actuaba por la libre, demuestra el largo brazo de la corrupción en el sistema político institucional. Lo más saludable sería admitir que este bicho existe y hacer los esfuerzos para que la ley funcione. La ley de la JUTEP, por ejemplo, la ausencia de ley de financiación de partidos políticos, los procedimientos antilavado y de reporte de operaciones sospechosas que brillan por su ausencia. Mientras tanto Santiago Gonzalez, Director de Convivencia y Seguridad, sigue insistiendo en el combate al narco menudeo y dice que se han cerrado mas de 2000 bocas. A 15 clientes por boca, se llega a la insólita cifra de 30000 usuarios de pasta base afectados. El triple del universo total que la JND ha calculado en base a las encuestas. La mentira es un forma de corrupción. Pero lo que está afectada es la institucionalidad toda.

Las medidas anti corrupción necesarias son urgentes. Lo primero es el sinceramiento. Caiga quien caiga, le toque a quien le toque. Que en esto como en materia de derechos humanos no hay partidos, ni sindicatos, ni sociedades empresariales, nada que esté libre.En esto no puede haber doble rasero. Tenemos varios síntomas y signos alarmantes. Es ahora.



Licenciado en Psicología. Docente de Psicopatologia y Comunitaria. Ex Secretario General de la JND. Embajador ante organismos internacionales. Ex Representante Permanente de Uruguay ante OEA.

miércoles, 15 de marzo de 2023

La columna de Antonio Pippo/ LA OMNIPRESENCIA

 

Una vieja cuestión, que hoy rueda con más velocidad hacia la degradación, ya parece una onmipresencia que afecta, como pocos otros servicios públicos, la estabilidad emocional y la salud de la sociedad.

Me refiero –y no es novedad para el lector porque lo he hecho antes, aunque tal vez con menos inquietud- a los servicios mutuales, privados, de atención de la salud. Salvo honrosas y escasísimas excepciones, son un desastre que dudo alguien haya adivinado unos años antes.

Estos servicios están hoy cultivando la escasamente honrosa distinción de perjudicar a sus afiliados: menos personal, tercerización aluvial de servicios, esperas exasperantes y riesgosas por horas de atención de profesionales, paros de sectores, sorpresivos e ininteligibles, falta de medicamentos requeridos por los pacientes y recetados por sus médicos y una atención general cuanto menos tensa, impaciente y hasta desconcentrada.

Es incomprensible, salvo que a uno le dé por pensar mal.

Desde la creación y funcionamiento del FONASA, las mutualistas se beneficiaron con la incorporación de cientos de miles de nuevos afiliados, dado los supuestos beneficios que éstos obtendrían. Todo el mundo conoce ese proceso y es una pérdida de tiempo agregar ahora información.

Hubo instituciones que incorporaron personal, construyeron nuevas estructuras edilicias, añadieron servicios y también las hubo que usaron vidrio, yeso y pintura blanca para aparentar “un plan de desarrollo”.

Lo que nadie ha explicado, es qué desató el proceso de deterioro descrito, ocurrido a partir de unos años atrás y que ha llevado a la crisis que hoy sólo se padece, porque en la mayoría de los casos los conflictos se multiplican, añadiendo disputas con el personal, despidos, médicos de cierto nivel que se van buscando destinos más dignos o sencillamente rentables y una atmósfera general que deprime –es una generalización, lo admito, pero se percibe- a los sufridos afiliados.

Por supuesto que en todas las instituciones permanecen funcionarios, enfermeros y profesionales que se distinguen por el cumplimiento respetuoso, informado y con seguimiento pertinente tanto de la atención de urgencia, primaria o especializada. Pero son los menos, cada día, casi siguiendo, y perdón por la ironía, la falta a veces asombrosa de medicación esencial para los enfermos en las respectivas farmacias.

El ritmo de perforaciones que sufre hoy el mutualismo, sin embargo, no parece estar entre las principales ocupaciones de la política y, en particular, del Estado, que debería ser muy severo en el control de su funcionamiento.

A ver: tampoco soy un ingenuo. Comprendo que la masa entreverada de actos y enunciados acerca de la educación, de la reforma de la seguridad social, de la seguridad y de la macro economía, desvían la atención de muchos, e incluyo a los medios de comunicación, tradicionales o no –y suena lógico-, y puede ser que eso haga escaso el impulso hacia una reflexión colectiva y ordenada del tema que he venido a plantear este día.

Sin embargo, no creo que el futuro plausible de una sociedad, que pudiese estar en buen camino de enderezar la marcha, pueda salir del campo de las hipótesis que se arriman a la probabilidad, si dejamos a un lado a la salud pública en un país con baja tasa de natalidad y mayoría de población envejecida.

Acabamos de asistir al cambio de titular del Ministerio de Salud Pública y ya las consecuencias de la pandemia se van diluyendo. En una de esas se despierta la imprescindible autoridad, como parte de este cambio, y comenzamos a advertir acciones dirigidas al mutualismo, que necesariamente deberán estar atadas a un mayor respaldo al régimen de Salud Pública, por aplicar, tan sólo eso, una mirada realista hacia lo porvenir sabiendo –como sabemos todos- que ningún gobierno puede, ni debe, sacar del cogote a todas las empresas privadas que, en muchos casos por sus propios errores, se estén ahogando en la palangana.

Alguien nos tiene que cuidar como se debe, qué joder.


Antonio Pippo nació en Argentina y su familia se mudó a San José siendo aún un niño. Viene ejerciendo el periodismo desde hace sesenta y tres años: prensa , radio, televisión. Fu director de informativos de todos los canales de televisión, públicos y privados. Ha escrito y publicado varios libros. Estudioso del tango, es también artista y participa y ha dirigido espectáculos como empresario durante años.

Son clásicas las columnas que publicó durante años en el semanario Búsqueda y aún en la Agencia Mundial de ensa.

Ha sido docente de periodismo de opinión en la Universidad ORT.


martes, 14 de marzo de 2023

La columna de Edgardo Etlin /MISTERIOS DEL MONUMENTO FUNERARIO DEL CORONEL BERNABÉ RIVERA (y algo sobre el combate de Yacaré Cururú - Tercera Parte)



Los sepulcros guardan los misterios de los Hombres. La Historia (o mejor dicho, las Historias) intenta develarlos. En ocasión de encontrarnos ante el monumento funerario del Coronel Bernabé Rivera (1), una inquietud nos impelió a internamos simbólicamente en aquél con el propósito de intentar encontrar la historia del ser humano cuya Alma y cuyos secretos custodia. Sin rumbo ni método, sin querer saber de por qués, nos dejamos llevar a través de una trama de hallazgos que se nos fueron presentando. Estamos compartiendo en estas crónicas una aventura personal hacia el descubrimiento de un individuo, entre los blancos y negros de su vida y de su trágico destino.


En la entrega anterior (2) comenzamos a hurgar en la vida de Bernabé, cuyo tránsito por la existencia estuvo muy vinculado a los pasos de su tío (no hermano), el Brigadier General don Fructuoso Rivera. En todas sus audaces o fermentales empresas, Bernabé siempre estuvo con él acompañándolo o secundándole. Por supuesto, cuando Fructuoso se embarca en la campaña contra los charrúas, aquél estaría presente. Los objetivos de Bernabé al respecto estaban consustanciados con los de su tío.


Es necesario, más allá de los supuestos motivos y de los apoyos que habría tenido Fructuoso Rivera, entonces Presidente del novísimo Estado Oriental del Uruguay, para erradicar o desarticular a las tribus de indios charrúas hacia 1831, tener presente que éste osciló entre diversas posiciones. Hacia 1824, si bien apoyaba contra ellos una solución armada, entendía que en esos momentos no era viable ni efectiva, por lo que como alternativa proponía que fueran estimulados a emprender una vida civilizada, a través de conminarles a la práctica del trabajo y de proceder a su evangelización, teniéndose sí la fuerza como elemento disuasivo (3). Aunque cierto es que Rivera solicitó a la Asamblea General la autorización del 30 de diciembre de 1830 para “salir á la campaña mandando en persona la fuerza armada”, lo que le fue concedido (4). Tenía ahora el propósito, dentro de un operativo para terminar contra la delincuencia y el abigeato, de darle a los charrúas “su merecido” y “dar el paso sobre los salvages”. Se sentía que sería “una obra que los desvelos de ocho virreyes, y por más de 40 años no lograron realizarla. Será lindisimo… Ah! Qué glorioso será si se consigue, sin que esta tierra tan privilegiada no se manchase con sangre humana” (5). “Todo promete un vrillante resultado” (6).


Llegamos así al escenario de Salsipuedes, que proponemos reconstruir conforme a las versiones más antiguas a las que pudimos acceder (7). Se discute inclusive cuál fue el lugar en que ocurrió “Salsipuedes”: Fructuoso Rivera escribió su comunicado oficial sobre lo acontecido en su “Cuartel General, Salsipuedes” (8) de circunstancias, pero se dice que el episodio se pudo haber desarrollado no sólo en uno, sino a través de distintos choques; según algunos en dos lugares, y otro como Acosta y Lara, hablan de tres lugares (9). Ocurrieron los acontecimientos, básicamente, por el actual Departamento de Paysandú. Hoy existe un monumento que conmemoraría el episodio, pero el lugar en que fue emplazado se encuentra muy discutido en cuanto a si realmente allí habría acontecido “Salsipuedes”.


Salvo el hecho de que Fructuoso Rivera procuró convencer a los charrúas de encontrarse con él en un punto determinado que hoy conocemos como “Salsipuedes”, y el informe oficial que se dio publicidad luego del evento, no hay testimonios ni documentos primarios de época sobre sus detalles bélicos, y el comunicado de Rivera no da mayor información de lo acontecido. Sólo poseemos informaciones tardías y secundarias, que supuestamente consultaron a personas que los vivieron, pero son bastante lejanas en el tiempo respecto a los hechos.


Las fuentes más antiguas que pudimos encontrar sobre lo que hoy conocemos como “la Matanza de Salsipuedes” son (hay relatos y versiones posteriores, pero utilizamos para nuestra historia éstas, que creemos son las primeras):


a) un artículo bajo el seudónimo de “Demófilo”, aparecido en “El Defensor de la Independencia Americana” del 1° de julio de 1845, que creemos pudo haber sido escrito por el Brigadier General Antonio Felipe Díaz, quien era redactor en aquel periódico, acorde a ciertas semejanzas que encontramos con unos “Apuntes sobre los indios charrúas” que dejó manuscritos sin corregir, de data incierta (10);

b) una memoria del Coronel Manuel Lavalleja (hermano del Libertador Brigadier General Juan Antonio Lavalleja) que escribió para el Brigadier General Manuel Oribe, del 31 de octubre de 1848 (11).


El mulato Rivera” (según le califica Manuel Lavalleja a Don Frutos), convocó a los indios charrúas en Salsipuedes, con el pretexto de arreglar con ellos para que entraran en Brasil a recuperar los ganados orientales que los brasileños les habían robado. De acuerdo a la documentación relevada por Picerno, Rivera había solicitado inicialmente al General Julián Laguna que atrayera a los indios “en las puntas del Queguay Grande”, con el propósito de que se les convocaba para colaborar en guardar las fronteras del Estado, y haciéndoles ver de que Rivera de su amistad. Pero luego varió el lugar de contacto, hacia un punto en que los charrúas no tendrían muchas posibilidades de escapatoria.


Los charrúas siempre dispuestos contra los brasileros, y enemigos naturales de estos, no vacilaron en aceptar el convite desde que en él se envolvía el interes de invadir al Brasil.”. Sin embargo, algunos caciques charrúas como Polidorio (Polidoro, o Sepé -hay quienes sostienen de que se trata de la misma persona-) y “El Adivino”, intuyendo o con cierta prevención de que algo nefando se tramaba en su contra, sospecharon y no concurrieron aduciendo (en palabras de Polidorio) que “Frutos era corazón malo y traidor” (12). Pero los restantes se allegaron.


Bernabelito (13) venía acompañando a muchos de ellos, al mando del Escuadrón No. 2 de Caballería (14).


Fructuoso Rivera tenía como mil hombres reunidos (15). Participaron militares orientales en distintos Escuadrones y Compañías, milicianos, soldados argentinos al mando del General Juan Lavalle, vecinos brasileños y locales que odiaban o sufrían a los charrúas y se habían agrupado (debemos acotar que los hermanos brasileños, donde veían entonces a un charrúa, le “tocaban bala”), y hasta indios guaraníes. No abundaremos en estos detalles.


Tenía Rivera un hermano, joven de bellísimas disposiciones y de un alma nacida para lo bueno; pero que por una de aquellas contrariedades, por desgracia harto comunes en la especie humana, se había acostumbrado á obedecer ciegamente a su hermano mayor, aun en aquellas cosas que él mismo, condenaba con pública franqueza: debilidad inconcebible que lo hizo cómplice de no pocas maldades que aquel cometiera, en el curso de su desordenada vida. Podía Rivera haber asociado á su crimen á un extraño cualquiera, ahorrando á su infeliz hermano la ejecucion de un hecho que sabía le había de repugnar en estremo, y hacerlo aparecer ante sus conciudadanos como un verdugo feroz y despiadado. Pero no quiso. Se empeñó en que su hermano fuese el vil instrumento de su maldad; y á pesar de la viva resistencia que encontró por esta vez en él, logró al cabo que cediese como siempre. D. Bernabé recibió las instrucciones correspondientes, y marchó al lugar señalado para la consumación del bárbaro designio.

Un mensagero de paz había ido ya de antemano á convidar á los Charrúas á que acudiesen á aquel mismo paraje, donde, se les decía, se acomodarían las diferencias que existían á la sazon entre ellos y Rivera (habiales este suscitado de intento poco antes), se celebrarían los nuevos pactos de amistad, y recibirían los largos regalos que en prueba de ella y segun costumbre se les iban á hacer.

Juzgando los Charrúas que en todas estas propuestas había la mejor buena fé, se dispusieron á ir al lugar de la cita el día que se les había designado. Salen los infelices de sus guaridas mal armados y desapercibidos como que pensaban ir á una fiesta, y se dirigen alegres y tranquilos á donde, según se les había dicho, los estaban esperando para abrazarlos. Llegan allá; mas ¡óh traicion inconcebible! Crecidas fuerzas, que con anticipación se habían colocado en emboscada, salen de improviso, los rodean y á mansalva hacen en ellos una espantosa carnicería. Pocos son los que aciertan á defenderse, con la sorpresa. Entre estos pocos se distinguió el impertérrito Cacique Rondó (16). Cercado de una porción que lo atacaban, sin más arma que su sola lanza, todavía sostuvo una larga lucha al cabo de la cual, falto de fuerzas y cargado de heridas, cayó hecho pedazos, pero no sin haber hecho correr en abundancia la sangre de sus cobardes enemigos. Perico (17), el otro Cacique, quedó prisionero con un gran número de mujeres y niños. Solo un corto grupo de 40 a 50 guerreros escapó á esta matanza, que alcanzaron á refujiarse en las asperezas desiertas del Arapey y el Cuareim, donde fueron á meditar la venganza que poco después consiguieron ejecutarla.

Tal fue el acto horrible que puso fin á la nación Charrúa. Dispuesto y ordenado por Rivera; pero ejecutado por su hermano D. Bernabé, la responsabilidad del hecho recayó toda sobre este…” (18)


El Coronel Antonio Díaz, hijo del Brigadier General Antonio Felipe Díaz y quien habría tomado esta información del propio padre, en 1877 relata el episodio central así:


Llegados al campamento los indígenas, Rivera entretuvo haciendo marchar á su lado al cacique Venao, mientras los Charrúas desmontaban en el paraje designado para que campasen. Entonces fue que el General Rivera dijo á Venao que venia a su derecha prestame tu cuchillo para picar tabaco, descargando un tiro de pistola sobre el cacique, en seguida de apoderarse del cuchillo. El cacique quedó ileso, pero huyó vociferando en charrúa, en dirección al campo de sus hermanos, que alarmados empezaron á tomar caballo como pudieron.

En el acto el escuadrón desarmado (19) se arrojó sobre las lanzas y demás armas de los indios. D. Bernabé Rivera formó en batalla á retaguardia de estos con el número 2; el resto de las fuerzas tomó circulo, y al toque de degüello, cayeron repentinamente sobre los indígenas, matándoles en su casi totalidad, inclusive su cacique Vencol jefe principal.” (20)


Nos cuenta Eduardo Acevedo Díaz, quien conocía las informaciones del Coronel Manuel Lavalleja, pero especialmente compilando las de su abuelo materno el Brigadier General Antonio Felipe Díaz y de su tío el Coronel Antonio Díaz (hijo) (21):


Ya en el campo, éstos, recelosos y desconfiados, parecieron vacilar un momento.

No tenían memoria de haberse confundido nunca con ejército alguno, pues siempre habían acampado lejos, á un flanco, en los tiempos del general Artigas.

Viéndolos perplejos y mal dispuestos, el presidente (Fructuoso Rivera) llamó á Venado y púsose á conversar con él, marchando muy juntos al paso die sus caballos.

Entraba este detalle en el drama.

El cacique iba mudo, observando el cuadro.

Los clarines lanzaban la nota de atención.

Los soldados se movían en silencio con aire siniestro, prendidos los sables y colgadas al cinto las pistolas.

De pronto, el coronel Bernabé Rivera, tendiendo el brazo hacia un vallecito espaldado por nutrida vegetación, dijo á Polidoro:

-Allí pueden desmontar.”

Movióse el cacique y tras él la horda, con ese andar lento é indeciso de los gatos monteses fuera de la espesura.

Eso de desmontar, en medio de las tropas, parecíales sin duda al cacique y á sus compañeros una grande exigencia.

Se habían habituado con sin igual habilidad á los lomos equinos y se sentían demasiado bien en ellos para abandonarlos en aquella hora.

Pero, el presidente Rivera llamaba en voz alta de “amigo” á Venado y reía con él marchando un poco lejos; y el coronel, que nunca les había mentido, brindaba á Polidoro con un chifle de aguardiente en prueba de cordial compañerismo.

En presencia de tales agasajos, la hueste avanzó hasta el lugar señalado, y á un ademán del cacique todos los mocetones echaron pie á tierra.

Apenas el general Rivera, cuya astucia se igualaba á su serenidad y flema, hubo observado el movimiento, dirigióse a Venado, diciéndole con calma:

-Empréstame tu cuchillo para picar tabaco.”

El cacique desnudó el que llevaba á la cintura y se lo dió en silencio.

Al cogerlo, Rivera sacó una pistola é hizo fuego sobre Venado.

Era la señal de la matanza.

El cacique, que advirtió con tiempo la acción, tendióse sobre el cuello de su caballo dando un grito. La bala se perdió en el espacio.

Venado partió á escape hacia los suyos.

Entonces la horda se arremolinó y cada charrúa corrió á tomar su caballo.

Pocos sin embargo lo consiguieron, en medio del espantoso tumulto que se produjo instantáneamente.

El escuadrón desarmado de Luna, se lanzó veloz sobre las lanzas y algunas tercerolas de los indios, apoderándose de su mayor parte y arrojando al suelo bajo el tropel varios hombres.

El segundo regimiento buscó su alineación á retaguardia en batalla con el coronel (Bernabé) Rivera á su frente; y los demás escuadrones, formando una grande herradura, estrecharon el círculo y picaron espuelas al grito de “carguen”.

En algunos cuellos bronceados y macizos se ensañó el filo de las dagas, pues no había sido en vano el toque sin cuartel; y al golpe repetido de los sables sobre el duro cráneo indígena, puede decirse que voló envuelta en sangre la pluma

de ñandú, símbolo de la libertad salvaje.

No fueron pocos los que se defendieron, arrebatando las armas á las propias manos de sus victimarios.” (22)


Los charrúas que pudieron, se defendieron.


El cacique (Vaimaca) Pirú logró escapar de la matanza, llegando hasta la presencia del General (Fructuoso) Rivera, a quien dijo: mirá tus soldados matando amigos”.

Los pocos hombres que escaparon a la matanza general, se refugiaron por lo pronto en las asperezas del Arapey y en los bosques del Cuareim” (23).


Concluido el operativo, Bernabé Rivera se dirigió con su Escuadrón a perseguir a los indios que habían escapado y al cacique Polidorio (quien desconfiado, no había querido ir). Se encontró con el cacique Venado y doce charrúas por el arroyo Cañitas, y haciéndoles creer que les devolverían a sus mujeres e hijos que habían tomado prisioneros, los hizo marchar escoltados, y en la estancia del Viejo Bonifacio Benítez, mientras estaban comiendo, Venado y sus compañeros fueron atacados y masacrados por un grupo de soldados que Bernabé Rivera había dispuesto (24).


A través de un comunicado expedido en “Cuartel General, Salsipuedes” del 12 de abril de 1831, Fructuoso Rivera informa que la acción había consistido enponer en ejecución el único medio que ya restaba, de sujetarlos por la fuerza. Mas los salvajes, o temerosos ó alucinados, empeñaron una resistencia armada, que fue preciso combatir del mismo modo, para cortar radicalmente las desgracias, que con su diario incremento amenazaban las garantías individuales de los habitantes del Estado, y el fomento de la industria nacional constantemente depredada por aquellos. Fueron en consecuencia atacados y destruidos, quedando en el campo más de 40 cadáveres enemigos, y el resto con 300 y más almas en poder de la división de operaciones. Los muy pocos que han podido evadirse de la misma cuenta, son perseguidos vivamente por diversas partidas que se han despachado en su alcance, y es de esperarse que sean destruidos también complemente sino salvan las fronteras del Estado”; y destacó “la brillante conducta, constancia y subordinación… y muy particularmente los recomendables servicios que en ella han rendido el Sr. General D. Julian Laguna, y el coronel D. Bernabé Rivera” (25).


La única baja oficial en el Ejército gubernista fue la del joven Teniente Primero Maximiliano Obes, hijo de Lucas Obes (a la sazón Fiscal General) (26). Aunque es posible que hubiera algunos muertos más entre las huestes estatales, que quizá ni se contaron por considerarse recursos humanos sin valor, o siguiendo una acostumbrada tendencia en los informes militares a minimizar el número de bajas “amigas”: “Los indios mataron defendiéndose, algunos de los soldados de Rivera y entre los muertos apareció el teniendo D. Máximo [Maximiliano] Obes…” (27).


El 14 de abril de 1831, el nuevo Santo y Seña del Ejército había pasado a ser “En el Estado=Concluyeron=Los Charrúas” (28).


Jamás estos salvajes han podido soportar el yugo de la civilización, aun en el grado más bajo, y cada vez que se ha aguardado ciertas chances de éxito, se han precipitado como bestias feroces sobre los apacibles habitantes de las campañas, llevándose todo a fuego y sangre en su pasaje, sin conceder la gracia de la vida ni a mujeres ni a niños. El presidente Ribéra [sic], viendo que era imposible vivir en paz con estos terribles vecinos, que habían venido a asentar sus tiendas hasta las márgenes del río Negro, y que todos los medios de dulzura que se había usado en su consideración, no producían ningún efecto, resolvió hacerles una guerra a muerte, y tras una campaña de algunos meses, ha estado bastante feliz por haber desembarazado su país de su presencia.” (29)


El 27 de junio de 1831, el señor Ministro de Guerra José Longinos Ellauri da al Coronel Bernabé Rivera instrucciones de “marchar sin demora alguna y tomando que creyese conveniente del Escuadrón de su mando, dirigirse a perseguir los restos de los salvajes, que… se hallan en aptitud de cometer excesos que no podrían repararse”, y que “seguirá sin interrupción hasta someterlos o destruirlos en caso de resistencia; remitiendo a disposición del Gobierno aquellos que pudiesen ser aprehendidos”, así como que “Remitirá igualmente toda persona sea chica o grande perteneciente a las familias de los charrúas, que encuentre diseminadas en la Campaña” (30).


Nos cuenta el Coronel Antonio Díaz (hijo) que “D. Bernabé Rivera dijo después del hecho del Queguay [Salsipuedes], que había obedecido con notable disgusto, las órdenes referentes al suceso, y es creencia general que así fue - Era hombre de estimables prendas…” (31). Sin embargo, existe documentación que muestra que Bernabé Rivera se habría tomado con buena disposición esa tarea, manifestando “que tengo el mayor interés en la conclusión de esta plaga” y que “para propender al cumplimiento de las instrucciones que me rigen, es preciso asegurar el tránsito de estos desiertos persiguiendo a la raza indomable que los infecta…; disponiéndome entretanto a aprovechar la primera ocasión de neutralizar completamente el resto de aquellos obstinados infieles” (32). Persiguió a los grupos de charrúas que iban quedando hacia el Noroeste.


El día 17 de agosto de 1831, en Mataojo (en la barra del Mataojo Grande con el Río Arapey, hoy Departamento de Salto) tuvo lugar una acción donde Bernabé Rivera manifestó haber matado “quince infieles inclusive dos cacique de los más perversos, tomarles veinte y seis hombres, y cincuenta y seis personas más, entre chinas y muchachos de ambos sexos”, y que habían escapado “diez y ocho hombres, ocho muchachos de siete a doce años, y cinco chinas de bastante edad” (33). Uno de los prisioneros charrúas fue el indio conocido como Ramón Mataojo (justamente por el lugar del operativo armado), que fue el primero de los charrúas remitidos a Francia (34).


Estando destacado en Tacuarembó, entre fines de 1831 y principios de 1832 Bernabé participa en la fundación de San Fructuoso (actual ciudad de Tacuarembó). Creada por Decreto del 24 de octubre de 1831, “el coronel Bernabé Rivera fundó la villa bajo el nombre de San Fructuoso un 27 de enero de 1832, por celebrarse el día del santo aquel día en el calendario cristiano” (35). “En Febrero ó Marzo de dicho 1832, se hallaba el Coronel don Bernabé Rivera ocupado en la fundación del pueblo de Tacuarembó…” (36); poblado que se ubicó “entre los arroyos Tacuarembó Chico y La Tranquera, sobre el camino real, que vá para Santa Ana” (37). Ya en diciembre de 1831, mientras se encontraba en Paysandú, había sido nombrado Comandante de la Frontera Norte y le habían asignado el 3° Escuadrón de Caballería, con el propósito de vigilar la zona de frontera Norte. “Las instrucciones que impartió Bernabé para los destacamentos son muy numerosas y estrictas, y les establece como misión fundamental: impedir el contrabando, la introducción o evasión de malos y malos esclavos de ambos territorios, proteger el vecindario del nuestro y evitar todo perjuicio a los habitantes del otro lado de la línea, por parte de los de acá, sin pasar los límites establecidos” (38).


En mayo de 1832 ocurrió un alzamiento de los pobladores indios guaraníes de la colonia de Bella Unión encabezados por Gaspar Tacuabé y el indio Lorenzo (39). Algunos charrúas, como Vaimaca Pirú, decidieron apoyar el movimiento (40). “El movimiento de los indios de Bella Union, habia tenido lugar el 19 de Mayo [de 1832]. … El plan atribuido á estos misioneros, era dar un golpe de mano á las haciendas vecinas, y pasar á la Provincia de Corrientes, á consecuencia de la miseria en que se encontraban, habiéndoseles faltado á los compromisos que el General Rivera había contraído con ellos, y que consistía en recursos para su manutención; pero es indudable que habían sido inducidos por Tacuabé…”; y es así que el 15 de mayo de ese año, Bernabé Rivera recibió la orden de neutralizarlos y someterlos (41).


Bernabé se encontraba en el apogeo de su fama. El “establishment” lo quería y lo valoraba como a un ser muy capaz y con condiciones hasta para regir los destinos del Estado Oriental del Uruguay. “Era hombre de estimables prendas, y que hubiera hecho en la República Oriental una figura, tanto ó mas espectable que su hermano. [“rectius”, su tío Fructuoso].” (42) Algunos, como Anaya en 1851 pero contemporáneo a estos hechos que narramos, vieron al “Com.te D. Bernabé Rivera, sobrino del Presid.te, su brazo derecho, y el indicado, sin duda, p.a sucederle en la Presidencia.” (43)






EDGARDO ETTLIN. Investigador en Derecho y en Historia. Publicó entre otros libros: “Zonas Francas” (Fundación de Cultura Universitaria, 1989), “Cómo dirigir y desempeñarse en Audiencias” (Amalio Fernández, 1999), “Procesos de Ejecución de Sentencias a pagar Dinero contra el Estado” (Amalio Fernández, 2008), “Violencia Doméstica. Régimen y abordaje jurídico de la mujer maltratada en ocasión de su vida afectiva” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2009), “Una Justicia Eficiente” (Forvm Orientalis, 2010), “Normativa sobre la Propiedad Intelectual en el Uruguay” (2012), “Ejecución de Sentencias Judiciales contra el Estado” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2014), y “Responsabilidad Patrimonial de los Funcionarios Públicos” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2017), “El Derecho de Resistencia en las Constituciones de las Américas” (Fundación de Cultura Universitaria, 2018), “Responsabilidad Civil por Daños en los Espectáculos Deportivos” (La Ley Uruguay, 2019), y “Estudios sobre Justicia y Propiedad Intelectual” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2021). Ha escrito más de doscientos artículos y estudios sobre temas de Derecho, principalmente en Derecho Público, Derecho Procesal y Derecho de la Propiedad Intelectual, publicados en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Colombia y España, y a través de Internet. Es referencia de citas por numerosos autores uruguayos y extranjeros, y asiduo colaborador de diversas revistas y publicaciones jurídicas de Uruguay y América Latina. Conferencista en diversos eventos de Derecho en América Latina y Europa. Sentencias y contribuciones jurisprudenciales suyas han sido publicadas y comentadas en prestigiosas publicaciones jurídicas. Historiador y ensayista, ha publicado diversos libros y artículos sobre Cultura e Historia, destacándose: “Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería” (bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine, Ediciones de la Plaza, 2016), “Judas Iscariote y otras incursiones pseudoculturales” (Los Caminos, 2020), y “Qué solos se quedan los muertos. Crónicas sobre Juan Idiarte Borda, 13º Presidente constitucional de la República Oriental del Uruguay, y sobre su agresor criminal Avelino Arredondo” (Fundación de Cultura Universitaria, 2021). Ha participado y es usualmente invitado como ponente sobre diversos temas de Historia y Cultura. Ministro de Tribunal de Apelaciones Civil (Poder Judicial - Uruguay).



La columna de Edgardo Etlin /MISTERIOS DEL MONUMENTO FUNERARIO DEL CORONEL BERNABÉ RIVERA (y algo sobre el combate de Yacaré Cururú - Tercera Parte) Los sepulcros guardan los misterios de los Hombres. La Historia (o mejor dicho, las Historias) intenta develarlos. En ocasión de encontrarnos ante el monumento funerario del Coronel Bernabé Rivera (1), una inquietud nos impelió a internamos simbólicamente en aquél con el propósito de intentar encontrar la historia del ser humano cuya Alma y cuyos secretos custodia. Sin rumbo ni método, sin querer saber de por qués, nos dejamos llevar a través de una trama de hallazgos que se nos fueron presentando. Estamos compartiendo en estas crónicas una aventura personal hacia el descubrimiento de un individuo, entre los blancos y negros de su vida y de su trágico destino. En la entrega anterior (2) comenzamos a hurgar en la vida de Bernabé, cuyo tránsito por la existencia estuvo muy vinculado a los pasos de su tío (no hermano), el Brigadier General don Fructuoso Rivera. En todas sus audaces o fermentales empresas, Bernabé siempre estuvo con él acompañándolo o secundándole. Por supuesto, cuando Fructuoso se embarca en la campaña contra los charrúas, aquél estaría presente. Los objetivos de Bernabé al respecto estaban consustanciados con los de su tío.Es necesario, más allá de los supuestos motivos y de los apoyos que habría tenido Fructuoso Rivera, entonces Presidente del novísimo Estado Oriental del Uruguay, para erradicar o desarticular a las tribus de indios charrúas hacia 1831, tener presente que éste osciló entre diversas posiciones. Hacia 1824, si bien apoyaba contra ellos una solución armada, entendía que en esos momentos no era viable ni efectiva, por lo que como alternativa proponía que fueran estimulados a emprender una vida civilizada, a través de conminarles a la práctica del trabajo y de proceder a su evangelización, teniéndose sí la fuerza como elemento disuasivo (3). Aunque cierto es que Rivera solicitó a la Asamblea General la autorización del 30 de diciembre de 1830 para “salir á la campaña mandando en persona la fuerza armada”, lo que le fue concedido (4). Tenía ahora el propósito, dentro de un operativo para terminar contra la delincuencia y el abigeato, de darle a los charrúas “su merecido” y “dar el paso sobre los salvages”. Se sentía que sería “una obra que los desvelos de ocho virreyes, y por más de 40 años no lograron realizarla. Será lindisimo… Ah! Qué glorioso será si se consigue, sin que esta tierra tan privilegiada no se manchase con sangre humana” (5). “Todo promete un vrillante resultado” (6). Llegamos así al escenario de Salsipuedes, que proponemos reconstruir conforme a las versiones más antiguas a las que pudimos acceder (7). Se discute inclusive cuál fue el lugar en que ocurrió “Salsipuedes”: Fructuoso Rivera escribió su comunicado oficial sobre lo acontecido en su “Cuartel General, Salsipuedes” (8) de circunstancias, pero se dice que el episodio se pudo haber desarrollado no sólo en uno, sino a través de distintos choques; según algunos en dos lugares, y otro como Acosta y Lara, hablan de tres lugares (9). Ocurrieron los acontecimientos, básicamente, por el actual Departamento de Paysandú. Hoy existe un monumento que conmemoraría el episodio, pero el lugar en que fue emplazado se encuentra muy discutido en cuanto a si realmente allí habría acontecido “Salsipuedes”.Salvo el hecho de que Fructuoso Rivera procuró convencer a los charrúas de encontrarse con él en un punto determinado que hoy conocemos como “Salsipuedes”, y el informe oficial que se dio publicidad luego del evento, no hay testimonios ni documentos primarios de época sobre sus detalles bélicos, y el comunicado de Rivera no da mayor información de lo acontecido. Sólo poseemos informaciones tardías y secundarias, que supuestamente consultaron a personas que los vivieron, pero son bastante lejanas en el tiempo respecto a los hechos. Las fuentes más antiguas que pudimos encontrar sobre lo que hoy conocemos como “la Matanza de Salsipuedes” son (hay relatos y versiones posteriores, pero utilizamos para nuestra historia éstas, que creemos son las primeras):a) un artículo bajo el seudónimo de “Demófilo”, aparecido en “El Defensor de la Independencia Americana” del 1° de julio de 1845, que creemos pudo haber sido escrito por el Brigadier General Antonio Felipe Díaz, quien era redactor en aquel periódico, acorde a ciertas semejanzas que encontramos con unos “Apuntes sobre los indios charrúas” que dejó manuscritos sin corregir, de data incierta (10);b) una memoria del Coronel Manuel Lavalleja (hermano del Libertador Brigadier General Juan Antonio Lavalleja) que escribió para el Brigadier General Manuel Oribe, del 31 de octubre de 1848 (11).“El mulato Rivera” (según le califica Manuel Lavalleja a Don Frutos), convocó a los indios charrúas en Salsipuedes, con el pretexto de arreglar con ellos para que entraran en Brasil a recuperar los ganados orientales que los brasileños les habían robado. De acuerdo a la documentación relevada por Picerno, Rivera había solicitado inicialmente al General Julián Laguna que atrayera a los indios “en las puntas del Queguay Grande”, con el propósito de que se les convocaba para colaborar en guardar las fronteras del Estado, y haciéndoles ver de que Rivera de su amistad. Pero luego varió el lugar de contacto, hacia un punto en que los charrúas no tendrían muchas posibilidades de escapatoria.“Los charrúas siempre dispuestos contra los brasileros, y enemigos naturales de estos, no vacilaron en aceptar el convite desde que en él se envolvía el interes de invadir al Brasil.”. Sin embargo, algunos caciques charrúas como Polidorio (Polidoro, o Sepé -hay quienes sostienen de que se trata de la misma persona-) y “El Adivino”, intuyendo o con cierta prevención de que algo nefando se tramaba en su contra, sospecharon y no concurrieron aduciendo (en palabras de Polidorio) que “Frutos era corazón malo y traidor” (12). Pero los restantes se allegaron.Bernabelito (13) venía acompañando a muchos de ellos, al mando del Escuadrón No. 2 de Caballería (14).Fructuoso Rivera tenía como mil hombres reunidos (15). Participaron militares orientales en distintos Escuadrones y Compañías, milicianos, soldados argentinos al mando del General Juan Lavalle, vecinos brasileños y locales que odiaban o sufrían a los charrúas y se habían agrupado (debemos acotar que los hermanos brasileños, donde veían entonces a un charrúa, le “tocaban bala”), y hasta indios guaraníes. No abundaremos en estos detalles.“Tenía Rivera un hermano, joven de bellísimas disposiciones y de un alma nacida para lo bueno; pero que por una de aquellas contrariedades, por desgracia harto comunes en la especie humana, se había acostumbrado á obedecer ciegamente a su hermano mayor, aun en aquellas cosas que él mismo, condenaba con pública franqueza: debilidad inconcebible que lo hizo cómplice de no pocas maldades que aquel cometiera, en el curso de su desordenada vida. Podía Rivera haber asociado á su crimen á un extraño cualquiera, ahorrando á su infeliz hermano la ejecucion de un hecho que sabía le había de repugnar en estremo, y hacerlo aparecer ante sus conciudadanos como un verdugo feroz y despiadado. Pero no quiso. Se empeñó en que su hermano fuese el vil instrumento de su maldad; y á pesar de la viva resistencia que encontró por esta vez en él, logró al cabo que cediese como siempre. D. Bernabé recibió las instrucciones correspondientes, y marchó al lugar señalado para la consumación del bárbaro designio.Un mensagero de paz había ido ya de antemano á convidar á los Charrúas á que acudiesen á aquel mismo paraje, donde, se les decía, se acomodarían las diferencias que existían á la sazon entre ellos y Rivera (habiales este suscitado de intento poco antes), se celebrarían los nuevos pactos de amistad, y recibirían los largos regalos que en prueba de ella y segun costumbre se les iban á hacer. Juzgando los Charrúas que en todas estas propuestas había la mejor buena fé, se dispusieron á ir al lugar de la cita el día que se les había designado. Salen los infelices de sus guaridas mal armados y desapercibidos como que pensaban ir á una fiesta, y se dirigen alegres y tranquilos á donde, según se les había dicho, los estaban esperando para abrazarlos. Llegan allá; mas ¡óh traicion inconcebible! Crecidas fuerzas, que con anticipación se habían colocado en emboscada, salen de improviso, los rodean y á mansalva hacen en ellos una espantosa carnicería. Pocos son los que aciertan á defenderse, con la sorpresa. Entre estos pocos se distinguió el impertérrito Cacique Rondó (16). Cercado de una porción que lo atacaban, sin más arma que su sola lanza, todavía sostuvo una larga lucha al cabo de la cual, falto de fuerzas y cargado de heridas, cayó hecho pedazos, pero no sin haber hecho correr en abundancia la sangre de sus cobardes enemigos. Perico (17), el otro Cacique, quedó prisionero con un gran número de mujeres y niños. Solo un corto grupo de 40 a 50 guerreros escapó á esta matanza, que alcanzaron á refujiarse en las asperezas desiertas del Arapey y el Cuareim, donde fueron á meditar la venganza que poco después consiguieron ejecutarla.Tal fue el acto horrible que puso fin á la nación Charrúa. Dispuesto y ordenado por Rivera; pero ejecutado por su hermano D. Bernabé, la responsabilidad del hecho recayó toda sobre este…” (18)El Coronel Antonio Díaz, hijo del Brigadier General Antonio Felipe Díaz y quien habría tomado esta información del propio padre, en 1877 relata el episodio central así: “Llegados al campamento los indígenas, Rivera entretuvo haciendo marchar á su lado al cacique Venao, mientras los Charrúas desmontaban en el paraje designado para que campasen. Entonces fue que el General Rivera dijo á Venao que venia a su derecha prestame tu cuchillo para picar tabaco, descargando un tiro de pistola sobre el cacique, en seguida de apoderarse

del cuchillo. El cacique quedó ileso, pero huyó vociferando en charrúa, en dirección al campo de sus hermanos, que alarmados empezaron á tomar caballo como pudieron.En el acto el escuadrón desarmado (19) se arrojó sobre las lanzas y demás armas de los indios. D. Bernabé Rivera formó en batalla á retaguardia de estos con el número 2; el resto de las fuerzas tomó circulo, y al toque de degüello, cayeron repentinamente sobre los indígenas, matándoles en su casi totalidad, inclusive su cacique Vencol jefe principal.” (20)Nos cuenta Eduardo Acevedo Díaz, quien conocía las informaciones del Coronel Manuel Lavalleja, pero especialmente compilando las de su abuelo materno el Brigadier General Antonio Felipe Díaz y de su tío el Coronel Antonio Díaz (hijo) (21):“Ya en el campo, éstos, recelosos y desconfiados, parecieron vacilar un momento.No tenían memoria de haberse confundido nunca con ejército alguno, pues siempre habían acampado lejos, á un flanco, en los tiempos del general Artigas.Viéndolos perplejos y mal dispuestos, el presidente (Fructuoso Rivera) llamó á Venado y púsose á conversar con él, marchando muy juntos al paso die sus caballos.Entraba este detalle en el drama.El cacique iba mudo, observando el cuadro.Los clarines lanzaban la nota de atención.Los soldados se movían en silencio con aire siniestro, prendidos los sables y colgadas al cinto las pistolas.De pronto, el coronel Bernabé Rivera, tendiendo el brazo hacia un vallecito espaldado por nutrida vegetación, dijo á Polidoro:“-Allí pueden desmontar.”Movióse el cacique y tras él la horda, con ese andar lento é indeciso de los gatos monteses fuera de la espesura.Eso de desmontar, en medio de las tropas, parecíales sin duda al cacique y á sus compañeros una grande exigencia.Se habían habituado con sin igual habilidad á los lomos equinos y se sentían demasiado bien en ellos para abandonarlos en aquella hora.Pero, el presidente Rivera llamaba en voz alta de “amigo” á Venado y reía con él marchando un poco lejos; y el coronel, que nunca les había mentido, brindaba á Polidoro con un chifle de aguardiente en prueba de cordial compañerismo.En presencia de tales agasajos, la hueste avanzó hasta el lugar señalado, y á un ademán del cacique todos los mocetones echaron pie á tierra.Apenas el general Rivera, cuya astucia se igualaba á su serenidad y flema, hubo observado el movimiento, dirigióse a Venado, diciéndole con calma:“-Empréstame tu cuchillo para picar tabaco.”El cacique desnudó el que llevaba á la cintura y se lo dió en silencio.Al cogerlo, Rivera sacó una pistola é hizo fuego sobre Venado.Era la señal de la matanza.El cacique, que advirtió con tiempo la acción, tendióse sobre el cuello de su caballo dando un grito. La bala se perdió en el espacio.Venado partió á escape hacia los suyos.Entonces la horda se arremolinó y cada charrúa corrió á tomar su caballo.Pocos sin embargo lo consiguieron, en medio del espantoso tumulto que se produjo instantáneamente.El escuadrón desarmado de Luna, se lanzó veloz sobre las lanzas y algunas tercerolas de los indios, apoderándose de su mayor parte y arrojando al suelo bajo el tropel varios hombres.El segundo regimiento buscó su alineación á retaguardia en batalla con el coronel (Bernabé) Rivera á su frente; y los demás escuadrones, formando una grande herradura, estrecharon el círculo y picaron espuelas al grito de “carguen”.…En algunos cuellos bronceados y macizos se ensañó el filo de las dagas, pues no había sido en vano el toque sin cuartel; y al golpe repetido de los sables sobre el duro cráneo indígena, puede decirse que voló envuelta en sangre la plumade ñandú, símbolo de la libertad salvaje.No fueron pocos los que se defendieron, arrebatando las armas á las propias manos de sus victimarios.” (22)Los charrúas que pudieron, se defendieron. “El cacique (Vaimaca) Pirú logró escapar de la matanza, llegando hasta la presencia del General (Fructuoso) Rivera, a quien dijo: mirá tus soldados matando amigos”. “Los pocos hombres que escaparon a la matanza general, se refugiaron por lo pronto en las asperezas del Arapey y en los bosques del Cuareim” (23).Concluido el operativo, Bernabé Rivera se dirigió con su Escuadrón a perseguir a los indios que habían escapado y al cacique Polidorio (quien desconfiado, no había querido ir). Se encontró con el cacique Venado y doce charrúas por el arroyo Cañitas, y haciéndoles creer que les devolverían a sus mujeres e hijos que habían tomado prisioneros, los hizo marchar escoltados, y en la estancia del Viejo Bonifacio Benítez, mientras estaban comiendo, Venado y sus compañeros fueron atacados y masacrados por un grupo de soldados que Bernabé Rivera había dispuesto (24). A través de un comunicado expedido en “Cuartel General, Salsipuedes” del 12 de abril de 1831, Fructuoso Rivera informa que la acción había consistido “poner en ejecución el único medio que ya restaba, de sujetarlos por la fuerza. Mas los salvajes, o temerosos ó alucinados, empeñaron una resistencia armada, que fue preciso combatir del mismo modo, para cortar radicalmente las desgracias, que con su diario incremento amenazaban las garantías individuales de los habitantes del Estado, y el fomento de la industria nacional constantemente depredada por aquellos. Fueron en consecuencia atacados y destruidos, quedando en el campo más de 40 cadáveres enemigos, y el resto con 300 y más almas en poder de la división de operaciones. Los muy pocos que han podido evadirse de la misma cuenta, son perseguidos vivamente por diversas partidas que se han despachado en su alcance, y es de esperarse que sean destruidos también complemente sino salvan las fronteras del Estado”; y destacó “la brillante conducta, constancia y subordinación… y muy particularmente los recomendables servicios que en ella han rendido el Sr. General D. Julian Laguna, y el coronel D. Bernabé Rivera” (25).La única baja oficial en el Ejército gubernista fue la del joven Teniente Primero Maximiliano Obes, hijo de Lucas Obes (a la sazón Fiscal General) (26). Aunque es posible que hubiera algunos muertos más entre las huestes estatales, que quizá ni se contaron por considerarse recursos humanos sin valor, o siguiendo una acostumbrada tendencia en los informes militares a minimizar el número de bajas “amigas”: “Los indios mataron defendiéndose, algunos de los soldados de Rivera y entre los muertos apareció el teniendo D. Máximo [Maximiliano] Obes…” (27).El 14 de abril de 1831, el nuevo Santo y Seña del Ejército había pasado a ser “En el Estado=Concluyeron=Los Charrúas” (28).“Jamás estos salvajes han podido soportar el yugo de la civilización, aun en el grado más bajo, y cada vez que se ha aguardado ciertas chances de éxito, se han precipitado como bestias feroces sobre los apacibles habitantes de las campañas, llevándose todo a fuego y sangre en su pasaje, sin conceder la gracia de la vida ni a mujeres ni a niños. El presidente Ribéra [sic], viendo que era imposible vivir en paz con estos terribles vecinos, que habían venido a asentar sus tiendas hasta las márgenes del río Negro, y que todos los medios de dulzura que se había usado en su consideración, no producían ningún efecto, resolvió hacerles una guerra a muerte, y tras una campaña de algunos meses, ha estado bastante feliz por haber desembarazado su país de su presencia.” (29)El 27 de junio de 1831, el señor Ministro de Guerra José Longinos Ellauri da al Coronel Bernabé Rivera instrucciones de “marchar sin demora alguna y tomando que creyese conveniente del Escuadrón de su mando, dirigirse a perseguir los restos de los salvajes, que… se hallan en aptitud de cometer excesos que no podrían repararse”, y que “seguirá sin interrupción hasta someterlos o destruirlos en caso de resistencia; remitiendo a disposición del Gobierno aquellos que pudiesen ser aprehendidos”, así como que “Remitirá igualmente toda persona sea chica o grande perteneciente a las familias de los charrúas, que encuentre diseminadas en la Campaña” (30). Nos cuenta el Coronel Antonio Díaz (hijo) que “D. Bernabé Rivera dijo después del hecho del Queguay [Salsipuedes], que había obedecido con notable disgusto, las órdenes referentes al suceso, y es creencia general que así fue - Era hombre de estimables prendas…” (31). Sin embargo, existe documentación que muestra que Bernabé Rivera se habría tomado con buena disposición esa tarea, manifestando “que tengo el mayor interés en la conclusión de esta plaga” y que “para propender al cumplimiento de las instrucciones que me rigen, es preciso asegurar el tránsito de estos desiertos persiguiendo a la raza indomable que los infecta…; disponiéndome entretanto a aprovechar la primera ocasión de neutralizar completamente el resto de aquellos obstinados infieles” (32). Persiguió a los grupos de charrúas que iban quedando hacia el Noroeste.El día 17 de agosto de 1831, en Mataojo (en la barra del Mataojo Grande con el Río Arapey, hoy Departamento de Salto) tuvo lugar una acción donde Bernabé Rivera manifestó haber matado “quince infieles inclusive dos cacique de los más perversos, tomarles veinte y seis hombres, y cincuenta y seis personas más, entre chinas y muchachos de ambos sexos”, y que habían escapado “diez y ocho hombres, ocho muchachos de siete a doce años, y cinco chinas de bastante edad” (33). Uno de los prisioneros charrúas fue el indio conocido como Ramón Mataojo (justamente por el lugar del operativo armado), que fue el primero de los charrúas remitidos a Francia (34). Estando destacado en Tacuarembó, entre fines de 1831 y principios de 1832 Bernabé participa en la fundación de San Fructuoso (actual ciudad de Tacuarembó). Creada por Decreto del 24 de octubre de 1831, “el coronel Bernabé Rivera fundó la villa bajo el nombre de San Fructuoso un 27 de enero de 1832, por celebrarse el día del santo aquel día en el calendario cristiano” (35). “En Febrero ó Marzo de dicho 1832, se hallaba el Coronel don Bernabé Rivera

ocupado en la fundación del pueblo de Tacuarembó…” (36); poblado que se ubicó “entre los arroyos Tacuarembó Chico y La Tranquera, sobre el camino real, que vá para Santa Ana” (37). Ya en diciembre de 1831, mientras se encontraba en Paysandú, había sido nombrado Comandante de la Frontera Norte y le habían asignado el 3° Escuadrón de Caballería, con el propósito de vigilar la zona de frontera Norte. “Las instrucciones que impartió Bernabé para los destacamentos son muy numerosas y estrictas, y les establece como misión fundamental: impedir el contrabando, la introducción o evasión de vagos y malos esclavos de ambos territorios, proteger el vecindario del nuestro y evitar todo perjuicio a los habitantes del otro lado de la línea, por parte de los de acá, sin pasar los límites establecidos” (38).En mayo de 1832 ocurrió un alzamiento de los pobladores indios guaraníes de la colonia de Bella Unión encabezados por Gaspar Tacuabé y el indio Lorenzo (39). Algunos charrúas, como Vaimaca Pirú, decidieron apoyar el movimiento (40). “El movimiento de los indios de Bella Union, habia tenido lugar el 19 de Mayo [de 1832]. … El plan atribuido á estos misioneros, era dar un golpe de mano á las haciendas vecinas, y pasar á la Provincia de Corrientes, á consecuencia de la miseria en que se encontraban, habiéndoseles faltado á los compromisos que el General Rivera había contraído con ellos, y que consistía en recursos para su manutención; pero es indudable que habían sido inducidos por Tacuabé…”; y es así que el 15 de mayo de ese año, Bernabé Rivera recibió la orden de neutralizarlos y someterlos (41). Bernabé se encontraba en el apogeo de su fama. El “establishment” lo quería y lo valoraba como a un ser muy capaz y con condiciones hasta para regir los destinos del Estado Oriental del Uruguay. “Era hombre de estimables prendas, y que hubiera hecho en la República Oriental una figura, tanto ó mas espectable que su hermano. [“rectius”, su tío Fructuoso].” (42) Algunos, como Anaya en 1851 pero contemporáneo a estos hechos que narramos, vieron al “Com.te D. Bernabé Rivera, sobrino del Presid.te, su brazo derecho, y el indicado, sin duda, p.a sucederle en la Presidencia.” (43) EDGARDO ETTLIN. Investigador en Derecho y en Historia. Publicó entre otros libros: “Zonas Francas” (Fundación de Cultura Universitaria, 1989), “Cómo dirigir y desempeñarse en Audiencias” (Amalio Fernández, 1999), “Procesos de Ejecución de Sentencias a pagar Dinero contra el Estado” (Amalio Fernández, 2008), “Violencia Doméstica. Régimen y abordaje jurídico de la mujer maltratada en ocasión de su vida afectiva” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2009), “Una Justicia Eficiente” (Forvm Orientalis, 2010), “Normativa sobre la Propiedad Intelectual en el Uruguay” (2012), “Ejecución de Sentencias Judiciales contra el Estado” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2014), y “Responsabilidad Patrimonial de los Funcionarios Públicos” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2017), “El Derecho de Resistencia en las Constituciones de las Américas” (Fundación de Cultura Universitaria, 2018), “Responsabilidad Civil por Daños en los Espectáculos Deportivos” (La Ley Uruguay, 2019), y “Estudios sobre Justicia y Propiedad Intelectual” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2021). Ha escrito más de doscientos artículos y estudios sobre temas de Derecho, principalmente en Derecho Público, Derecho Procesal y Derecho de la Propiedad Intelectual, publicados en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Colombia y España, y a través de Internet. Es referencia de citas por numerosos autores uruguayos y extranjeros, y asiduo colaborador de diversas revistas y publicaciones jurídicas de Uruguay y América Latina. Conferencista en diversos eventos de Derecho en América Latina y Europa. Sentencias y contribuciones jurisprudenciales suyas han sido publicadas y comentadas en prestigiosas publicaciones jurídicas. Historiador y ensayista, ha publicado diversos libros y artículos sobre Cultura e Historia, destacándose: “Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería” (bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine, Ediciones de la Plaza, 2016), “Judas Iscariote y otras incursiones pseudoculturales” (Los Caminos, 2020), y “Qué solos se quedan los muertos. Crónicas sobre Juan Idiarte Borda, 13º Presidente constitucional de la República Oriental del Uruguay, y sobre su agresor criminal Avelino Arredondo” (Fundación de Cultura Universitaria, 2021). Ha participado y es usualmente invitado como ponente sobre diversos temas de Historia y Cultura. Ministro de Tribunal de Apelaciones Civil (Poder Judicial - Uruguay).

1ETTLIN Edgardo, “Misterios del monumento funerario del Coronel Bernabé Rivera (y algo sobre el combate de Yacaré Cururú) - Primera Parte”, en “https://elblogdejuanjopereyra.blogspot.com/2023/02/la-columna-de-edgardo-ettlin-misterios.html” (consultado el 24.2.2023).

2ETTLIN Edgardo, “Misterios del monumento funerario del Coronel Bernabé Rivera (y algo sobre el combate de Yacaré Cururú) - Segunda parte”, en “https://elblogdejuanjopereyra.blogspot.com/2023/02/la-columna-de-edgardo-ettlin-misterios_27.html” (consultado el 10.3.2023).

3Carta de Fructuoso Rivera a Carlos Federico Lecor de fecha 25 de agosto de 1824. El documento puede consultarse en PICERNO José Eduardo, “El genocidio de la población charrúa”, Biblioteca Nacional Uruguay. Ediciones de la Biblioteca, Montevideo, 2008, pp. 79-81.

4Ver estos documentos relacionados en PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 140-155.

5Carta de Fructuoso Rivera a Julián de Gregorio Espinosa del 28 de marzo de 1831; reproducida en PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 211-213.

6Carta de Fructuoso Rivera a Julián Laguna del 27 de marzo de 1831, reproducida por ACOSTA Y LARA Eduardo, “El país charrúa”, Linardi y Risso, Montevideo, 2022, p. 118.

7Respecto a las fuentes utilizadas para reconstruir la Matanza de Salsipuedes, así como sobre las diversas posiciones que en forma reciente se han planteado, respecto a dónde pudieron haber sucedido los hechos de este episodio histórico, ver ETTLIN Edgardo, “Misterios del monumento funerario del Coronel Bernabé Rivera (y algo sobre el combate de Yacaré Cururú) - Segunda parte”, en “https://elblogdejuanjopereyra.blogspot.com/2023/02/la-columna-de-edgardo-ettlin-misterios_27.html”, en Notas 20 y 24 (consultado el 10.3.2023); y también ver Nota 9 en esta presente entrega.

8Ver Nota 25.

9Acosta y Lara ubica el principal acontecimiento de Salsipuedes, expresando: “El lugar donde se desarrollaron los episodios que venimos de estudiar, sin duda cuidadosamente elegido por el general Rivera, cuya fama de baqueano rebasó fronteras…, lo constituye una prolongada franja de tierras, de un largo aproximado a los 52 kilómetros y un ancho de 20. Ubicado en el extremo E.S.E. del Depto. de Paysandú, llega al N. hasta Piedra Sola y al S. hasta el arroyo Juan Tomás, marginándolo al E. el Salsipuedes Grande y al W. la Cuchilla de Haedo” (ACOSTA Y LARA Eduardo, “El país charrúa”, Linardi y Risso, Montevideo, 2022, p. 129). También manifiesta dicho autor que probablemente no hubo sólo o dos, sino tres choques, entre los días 6-7 a 12 de abril de 1831: uno en el Paso del Queguay, uno en Salsipuedes y otro en la Cueva o Boca del Tigre (id., pp. 198-199, 202-204).

10“Continuación de Diccionario al Uso; o sea: Miscelanea Politica, Historica y Sentimental”, en “El Defensor de la Independencia Americana”, No. 31, Miguelete, Julio 1.° de 1845, pp. 5-6. DÍAZ Antonio, “Apuntes varios sobre los indios charrúas, por el Brigadier General don Antonio Díaz”, Estado Mayor del Ejército, Departamento de Estudios Históricos División Historia, Montevideo, 1977. FIGUEIRA José Joaquín, “Eduardo Acevedo y los aborígenes del Uruguay (conclusión)”, en “Boletín Histórico del Ejército”, Nos. 193-196, Estado Mayor del Ejército, Departamento de Estudios Históricos, División Historia, Montevideo, 1977, pp. 245 y 299-312.

11Relación de Manuel Lavalleja de fecha 31 de octubre de 1848; en “Las Primeras Ideas”, 2.a Época Año II, Montevideo, setiembre 21 de 1893, Tomo III Núm. 1, pp. 2-5. PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 229-246.

12Relación de Manuel Lavalleja de fecha 31 de octubre de 1848; en “Las Primeras Ideas”, 2.a Época Año II, Montevideo, setiembre 21 de 1893, Tomo III Núm. 1, pp. 2-5. PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 189-210.

13Así llamaba Fructuoso Rivera afectuosamente a su sobrino Bernabé, a quien también, como dijimos, trataba como “hermano”.

14DÍAZ Antonio (hijo), “Historia política y militar de las Repúblicas del Plata, desde el año de 1828 hasta el de 1866” Parte Primera - Tomo II, Editores Hoffmann y Martínez, Montevideo, 1877, p. 86. ACOSTA Y LARA, “El país…” cit., p. 149.

Carta de Rivera al General Julián Laguna del 5 de abril de 1831, reproducida en PICERNO, “El genocidio…”, pp. 219-221..

15DÍAZ (hijo), “Historia política y militar…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 85.

16Probablemente se trate del cacique Venado.

17Quizá se trate de Vaimaca Pirú.

18DEMÓFILO, “Continuación…” cit., p. 5.

19Se trataba de un grupo de tareas, dirigido por el entonces Coronel José María Luna, que estaba comisionado especialmente para retirarles las armas a los charrúas.

20 DÍAZ (hijo), “Historia política y militar…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 86.

21ACEVEDO DÍAZ Eduardo, “Épocas militares de los países del Plata” Segunda Edición, Buenos Aires Martín García Librero-Editor, Barcelona Casa Editorial Sopena, 1911, pp. 414-415 y 423.


22Este relato de Eduardo Acevedo Díaz sigue básicamente a DÍAZ (hijo), “Historia política y militar…” Parte Primera - Tomo II, pp. 85-86, quien su vez conocía a su vez los “Apuntes…” de su padre Antonio Felipe (en realidad estos últimos tienen escasísimas referencias a Salsipuedes). También ACEVEDO DÍAZ Eduardo, “La Cueva del Tigre”, en “La Época” Año IV Núm. 973, Montevideo, martes 19 de agosto de 1890, p. 1.

23DÍAZ Antonio Felipe, “Apuntes varios sobre los indios charrúas, por el Brigadier General don Antonio Díaz”, Estado Mayor del Ejército, Departamento de Estudios Históricos División Historia, Montevideo, 1977, pp. 19 y 11.

24Relación de Manuel Lavalleja del 31 de octubre de 1848, en “Las Primeras Ideas”, 2.a Época Año II, Montevideo, setiembre 21 de 1893, Tomo III Núm. 1, pp. 2-5. PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 236-239 y 245-246. Picerno ubica el lugar de este segundo asalto por el Arroyo Cañas de Arerunguá, en Salto (“El genocidio…” cit., pp. 236 y 262). LÓPEZ MAZZ y BRACCO lo sitúan cerca de la confluencia del arroyo Blanquillo con el Queguay Grande (LÓPEZ MAZZ José - BRACCO Diego, “La Cueva del Tigre y los sucesos del 11 de abril de 1831”, en “Estudios Históricos”, Centro de Documentación Histórica del Río de la Plata y Brasil, Año XIII - Diciembre 2021 - Nº 26, pp. 11-12). Acevedo Díaz (“Épocas militares…” cit., p. 416) y Díaz (hijo, “Historia política…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 86), nos brindan otra versión diferente a la de Manuel Lavalleja, aunque la unen con la misma refriega de Salsipuedes y no como hecho inmediatamente posterior: “El segundo regimiento buscó su alineación á retaguardia en batalla con el coronel Rivera á su frente; y los demás escuadrones, formando una grande herradura, estrecharon el círculo y picaron espuelas al grito de “carguen”. Bajo aquella avalancha de aceros y aun de balas, la horda se revolvió desesperada, cayendo uno tras otro sus mocetones más escogidos. / El archicacique Venado, herido por muchas lanzas, fué derribado en el centro de la feroz refriega.” (ACEVEDO DÍAZ, “Épocas militares…” cit., p. 416). De acuerdo a Antonio Díaz (hijo), “D. Bernabé Rivera formó en batalla á retaguardia de estos con el número 2°; el resto de las fuerzas formó circulo, y al toque de degüello, cayeron repentinamente sobre los indigenas, matándoles en casi su totalidad, incluso su cacique Vencol [Venado?], jefe principal.” (DÍAZ -hijo-, “Historia política y militar…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 86).

25“El Universal. Diario político, literario y mercantil” No. 532, Montevideo, 18 de abril de 1831, página (2). Este documento, dirigido al “Exmo. gobierno de la República” y bajo la autoría de Fructuoso Rivera, también se encuentra reproducido en PICERNO, “El genocidio…” cit., p. 247.

26ANAYA Carlos, “Anotaciones históricas sobre la revolución oriental (1811.1851)”, Imprenta Nacional, Montevideo, p. 117. Lucas Obes recién será Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores y Ministro de Hacienda de Fructuoso Rivera, entre 1833 y 1834.

27DÍAZ (hijo), “Historia política…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 87. Ver también ACOSTA y LARA, “El país…” cit., pp. 153-154 y 204.

28ACOSTA Y LARA, “El país…” cit., p. 187. PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 263-264.

29ANONIMO (¿DE CUREL François?) “Arrivée de quatre sauvage Charruas, par le Brick Français Phaéton de Saint-Malo”, Imprimerie d’Hyppolite Tilliard, 1833, p. 7.

30Los documentos respectivos están publicados en PICERNO, “El genocidio…” cit., pp.329-330.

31DÍAZ (hijo), “Historia política…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 91.

32Carta de Bernabé Rivera al General Julián Laguna del 26 de julio 1831, y comunicación de Bernabé Rivera del 3 de febrero de 1832 al entonces Ministro de Guerra Santiago Vázquez. En PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 333 y 345.

33Comunicación de Bernabé Rivera al Ministro de Guerra José L. Ellauri del 23 de agosto de 1831, en PICERNO, “El genocidio…” cit., pp. 336-337.

34La suerte de Ramón Mataojo, quien terminó en Francia aunque no pudo embarcarse y luego continuó como marinero por el Mar Mediterráneo, muriendo estando en el mar, puede consultarse en RIVET Paul, “Les derniers charrúas”, en “Revista de la Sociedad ­Amigos de la Arqueología” Tomo IV, Montevideo, 1930, pp. 5-13.

36“El Indiscreto” núm. cit., p. 347.

37DE LA SOTA Juan Manuel, “Catecismo geográfico-político e histórico de la República Oriental del Uruguay”, s/e, Montevideo, 1850, p. 88.

38ANTÚNEZ DE OLIVEIRA Óscar, “Biografía del Coronel Bernabé Rivera” Parte II, en “El Soldado” Noviembre-Diciembre 1983, Año 9 No. 93, p. 26.

39“Las Primeras Ideas” cit., p. 6. BARRIOS PINTOS Aníbal, “Los aborígenes del Uruguay. Del hombre primitivo a los últimos charrúas”, Linardi y Risso, Montevideo, 1991, p. 167-168. ANAYA, “Apuntaciones…” cit., p. 118

40MARUCA SOSA Rodolfo, “La nación charrúa”, Editorial Letras, Montevideo, 1957, p. 152. ANÓNIMO (DE CUREL -?-), “Arrivée…” cit., p. 12.

41DÍAZ “Historia política y militar…” Parte Primera - Tomo II cit., p. 87. ANTÚNEZ DE OLIVEIRA, “Biografía del Coronel…” cit., p. 26, informa que fue 15 de mayo de 1832 cuando Bernabé recibió la orden de Fructuoso Rivera de terminar con el alzamiento guaraní. Picerno afirma que en esta rebelión participaron también “algunos charrúas” (“El genocidio…” cit., pp. 347).

En mi criterio, no ha de confundirse a Gaspar Tacuabé o Tacuabé, guaraní, con el Tacuabé charrúa (conocido también como Laureano o Laureano Tacuabé) que fue remitido a Francia junto con Vaimaca Pirú, Senaqué y Guyunusa.

42DÍAZ (hijo), “Historia política y militar…” Parte primera - Tomo II cit., p. 91.

43ANAYA, “Apuntaciones…” cit., p. 118.