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jueves, 11 de enero de 2024

CUESTIÓN DE PRIORIDADES / *COLUMNA DE CARLOS CASTILLOS

 

Hace muchos años, en mi trabajo estábamos conversando un grupo de compañeros, cuando se integró alguien que recién comenzaba su carrera política. Ya era bastante respetado porque sabía mucho de economía. Recuerdo que en un momento se sorprendió cuando se enteró, por nosotros, del sueldo que ganábamos. Póngale que fueran 15.000 pesos de ahora. (En aquellos años no llegaríamos a 1.000 pesos, seguramente). ¿Y con eso viven? comentó el hombre. Me quedé pensando: “este hombre vive en otro planeta”. Esa mentalidad, despegada de la realidad cotidiana de muchos hombres y mujeres de éste y tantos países es la que prima después, cuando personas así asumen alguna responsabilidad de gobierno. Voy a poner algunos ejemplos. No hace tanto tiempo escuché en una radio que una empresa ofrecía construir casas prefabricadas por 20.000 dólares. O sea, si usted tiene un terreno ellos le levantan una casa en unas pocas semanas. Busqué en internet y efectivamente existía esa oferta. Aunque siempre hay que dudar de lo que aparece en internet y las redes, es probable que con 20.000 dólares se pueda construir una casa decorosa. Hoy hay materiales muy nobles que se usan mucho en la industria de la construcción. Tomando esa oferta apenas como referente, calcule usted que mil casas tendrían un costo de 20 millones de dólares. Pero tal vez se consiga un mejor precio si el pedido es por mil casas, tal como ocurre cuando uno negocia por cantidades importantes de cualquier producto o servicio. Quiere decir que un gobierno nacional o municipal (que casi todos disponen de terrenos fiscales suficientes como para darles un uso adecuado) podría reducir, e incluso eliminar, los asentamientos irregulares, donde tantos uruguayos viven en condiciones penosas. (Y no sólo en Montevideo). Ya sé que, además de viviendas, hay que construir, en algunos casos, caminería y servicios como red de electricidad, saneamiento, agua potable y otros. Eso aumenta el costo de los 20 millones de dólares para mil viviendas. Diez, quince millones más?. Es probable. Hay que hacer los números. Sin embargo, sucesivos gobiernos de esta etapa democrática, desde 1985 hasta ahora, han invertido millones en otras cosas. Y los asentamientos (por nombrar solamente uno de los padecimientos de tanta gente) siguen allí, desparramados por pueblos y ciudades del país. En su segundo mandato, el entonces presidente ”colorado” Julio María Sanguinetti destinó unos 41 millones de dólares para construir la torre de Antel. Las obras comenzaron en 1997 y terminaron en el año 2000. En el 2018, durante el gobierno del Frente Amplio, se inauguró el Complejo conocido como Antel Arena. La inversión inicial fue calculada en 40 millones y, según una auditoría de la propia empresa telefónica, terminó costando unos 118 millones. Y en la actual administración del Partido Nacional, se anuncia la construcción de una autopista de 20 kilómetros entre el aeropuerto de Carrasco y Parque del Plata, a un costo inicial, de unos 20 millones de dólares. (Un millón de dólares el kilómetro). El argumento es que “es necesario descongestionar el tránsito” en esa zona, según el ministro de Transporte. No soy quien para cuestionar aspectos técnicos de estos tres ejemplos, que no son más que eso: ejemplos. Pero sí puedo cuestionar, con fuerza, la prioridad. La única explicación que encuentro es que quienes llegan al gobierno, viven en otro planeta, aunque provengan de sectores populares, como ha habido casos. Muchos gobernantes andan por otros caminos que no son los caminos que transita la gente común. Entonces no es que no hay no hay plata para solucionar problemas prioritarios e impostergables. Hay plata pero se utiliza mal. Varios políticos, de todos los colores, suelen decir que “en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere”. No me parece un argumento válido para eludir esta gran responsabilidad que es atender los problemas básicos, de sobrevivencia, de la gente común. Insisto: muchas cosas pasan por definir las prioridades. Y en eso, los diferentes gobiernos le han errado feo. Porque viven en otra dimensión.








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