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lunes, 19 de mayo de 2025

Y TODO EMPEZÓ CON SABINA IGNACIO SALABERRY

 




En los primeros años de liberación musical de la casa paterna, Joaquín Sabina fue sin dudas uno de mis referentes musicales. Alguien que cantaba lo que yo sentía, más aún cuando mis primeros romances se terminaban e iniciaban nuevos, que volvían a terminar. Si alguien, para mí, cantaba a esa situación sentimental, era Sabina. No era el único, pero Sabina, para mí reitero, tenía ese aire de tango, ese goce y tristeza sobre la misma situación. Esa forma de acomodar lo malo en un beso o una noche de sexo furtiva, esa esperanza guardada tras una mina jugada. Y también en sus canciones, estaba algo que hizo eco en mis emociones, que fue, el constante juego de, por lo menos, tres personas. Canciones como Contigo, Peor para el sol (nos sirvió para el último trago...) Y sin embargo, Y nos dieron las diez, La Magdalena, canciones que hablan de personas enamoradas aunque no pasen sus momentos de placer con su amada (?), o que viven un momento de placer que les queda para siempre, o al menos hasta el año siguiente cuando la va a buscar y hay un banco.
Obviamente que no sólo a mi me gustaba, me gusta Sabina, hay millones de personas que se identifican con esa forma de contar amores perdidos, que quedan en lugares inalcanzables para los demás mortales que viven el día a día, aunque ellos también lo sean.
Al mismo tiempo que me asombraba como había gente como yo, añorando amores, celebrando engaños, también me daba cuenta que no era sólo un tema Sabinero, que las añoranzas de amores pasados, que superan a los actuales, o amores segundos que vienen a ocupar los lugares que el amor oficial, el social, deja vacíos, estaban en toda la historia de la música.
La conclusión fue clara y preocupante, ¿Por qué nos gusta añorar amores que ya no son? ¿Por qué no valorar lo que uno elige vivir? ¿Por qué se necesita de otro amor por fuera que llene la vida que a veces mi pareja no sabe que tengo?
Descubrí canciones como Corazón Loco, otras tantas de Arjona, Alejandro Sanz, boleros, maravillosos casi todos ellos, y así, la lista es larga y abarca a todos los músicos. Hombres y mujeres, la verdadera Shakira cantando, moscas en la casa, Inevitable (no sé preparara café... Y no entiendo de fútbol... Todo dicho).
Ya se ha dicho en otras ocasiones que la tristeza, la melancolía, la añoranza, inspiran mucho más que la alegría, al menos para los que vivimos por acá, y en gran parte del mundo.
Ahora, darnos cuenta que al hacer un culto de los amores que no fueron, de que los amores que no están en el día a día son los mejores, de que un rato de sexo despreocupado es más importante que conocer la profundidad de la otra persona, sus gustos y disgustos, sus puntos fuertes, y aquellos que la hacen débil, es algo que no ayuda mucho al armado social, pero que no se puede negar.
Porque tras ese sentimiento viene la mentira, porque cantar abrazado a mi pareja, que extraño un amor por lo furtivo o lo bueno que fue sexualmente o por lo despreocupado, es también, mandar mensajes subliminales (y no tanto), al resto de personas que conviven conmigo.

Sabina y sus secuaces me han servido para darme cuenta que siempre estuve mal, que como sociedad hemos estado poniendo el foco donde quedamos, y dejamos, mal parados a los demás.

El amor que añoramos muchas veces no es por esa relación en si, sino por querer volver a vivir el pasado, porque esa lucha con la juventud se sigue perdiendo. Y si no la aceptamos en buena medida, de manera que podamos aprender a querer el presente, no vamos a mirar con ganas el presente, y mucho menos el futuro.

La biodecodificación, me ha llevado por estos caminos y me ha servido, para darme cuenta que tengo que pedirme disculpas, y hacer ese acto extensivo a todas mis parejas, que también, hicieron lo mismo conmigo. Vivimos en un mundo donde añoramos lo pasado, aunque cuando era presente lo estábamos ignorando por otro pasado. O esperando un futuro que creemos imposible, pero como está adelante, lo usamos para darnos esperanzas, porque sentimos, que el presente no vale la pena, o está mal, o debería ser mejor.

Por eso Sabina y tantos otros dieron en el clavo, por eso hicieron cantar a millones de personas cosas como "y sin embargo un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera" o Antonio Machín con "ahora ya puedes saber cómo se pueden querer dos mujeres a la vez, y no estar loco", ejemplos hay millones.

Valorar el presente, la persona que tenemos a nuestro costado, la que quiere estar con nosotros todos los días y nosotros queremos estar con ella, la que por esa decisión se pierde ser nuestra estrella sexual de un momento fugaz, es la que debemos valorar.
Y si no sentimos que eso valga la pena, debemos de soltar, sin preocupaciones, porque si no suelto, si no respeto mi tiempo presente, ni el de la otra persona, empezaré de a poco nuevamente, a escuchar a Sabina y cía.

I.S.S. 






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